Los campesinos luchan para defender sus intereses de pequeños empresarios en su enfrentamiento con los Estados nacionales.

Los proletarios deberán luchar en todos los países contra los empresarios y los Estados burgueses.



Después de quince días de movilizaciones marcadas por los bloqueos de carreteras, por diversas manifestaciones, por la amenaza de bloquear París y por la tentativa de ocupar el mercado al por mayor de Ringins…, el movimiento de los agricultores ha acabado con el llamamiento de los principales sindicatos: FNSEA -Federación de Explotaciones Agrícolas- que representa al omnipotente lobby agrario (su presidente Arnaud Rousseau, un gran propietario es jefe de Avril, un gran grupo agroindustrial, y de una quincena de empresas) y Coordinamento Rurale, cercano a la extrema derecha. El gobierno ha satisfecho ampliamente las peticiones lanzadas por estos sindicatos, en particular el mantenimiento de la subvención fiscal sobre el gasóleo agrícola, la liquidación del plan encaminado a reducir el uso de los pesticidas que envenenan a la población, la eliminación de los vínculos ambientales y administrativos, el rápido pago de las indemnizaciones debidas por las recientes catástrofes y de los subsidios europeos, el control de los precios pagados por las grandes distribuidoras a los productores para garantizar a estos últimos cierto beneficio (ley Egalim), etc. Un tercer sindicato, la Confederation Payseanne, contraria al “agrobusiness” de la FNSEA y próxima a los “activistas de la anti globalización” ha intentado, en vano, seguir adelante con el movimiento.

Más allá de Francia, estas movilizaciones campesinas han afectado (y están afectando aún) a un buen número de países europeos: Holanda, Polonia, Alemania, Rumanía, Bulgaria, Hungría, Lituania, Letonia, Grecia, Bélgica, Suiza, Italia, España, Portugal, Eslovaquia, etc. En estos países se han reivindicado puntos específicos, pero en todas partes las reivindicaciones están ligadas a la inflación (del precio de los carburantes y de los abonos, de los fertilizantes, etc.) y a las obligaciones de reducir (un poco) el daño al medio ambiente, mientras el aumento de la competencia presiona sobre los precios de venta, reduciendo la rentabilidad de las empresas agrícolas hasta el punto de poner en peligro su supervivencia.

En particular, desde el inicio de la guerra ruso-ucraniana, la unión Europea ha eximido de impuestos a los productos agrícolas ucranianos ya que las exportaciones agrícolas son la principal fuente de divisas para Kiev; es necesario, por ello, que Ucrania tenga recursos suficientes para pagar las armas de los países occidentales y devolver los préstamos tan generosamente concedidos. Pero Ucrania, donde la producción agrícola para la exportación se lleva a cabo en empresas gigantescas con costes de producción muy bajos, mientras que la mayor parte de los campesinos sobrevive en pequeños terruños, es un coloso agrícola y el boom de sus exportaciones agrícolas hacia Europa (+176% en volumen entre 2021 y 2023) ha desestabilizado algunos sectores (aves de corral, miel y azúcar, en particular). Todavía los agricultores se lamentaban de la competencia de otros países extraeuropeos, lo que explica su oposición a los tratados de libre comercio, incluso por parte de los países europeos.

En realidad, en los periodos de dificultades económicas, la competencia aumenta y la crisis lleva al colapso de las empresas más débiles: esta es una ley del capitalismo a la cual las empresas agrícolas no pueden sustraerse. La agricultura europea se ha convertido en una de las primeras en el mundo y la primera exportadora mundial, gracias a los subsidios que recibe en el cuadro de la PAC (Política Agraria Común) o directamente de sus respectivos Estados. Estos subsidios han permitido aumentar el desarrollo capitalista de la agricultura promoviendo la concentración de la tierra y la mecanización de las empresas agrícolas. El resultado es que hoy, de media, el 29% del rédito agrícola en la UE viene de subsidios; pero esta cifra llega al 45% en Alemania, al 80% en Francia e incluso al 93% en Finlandia (fuera de la UE al 70% en Suiza y al 82% en Noruega). En Francia la cifra llega al 100% en algunos ámbitos como la cría bovina. 

Estas subvenciones masivas que normalmente mantienen a flote las explotaciones menos rentables (mientras aseguran jugosos beneficios a las más grandes) se vuelven insuficientes en caso de crisis económica o climática, como la sequía en España. Los medios de comunicación han multiplicado sus reportajes sobre las dificultades de los agricultores para obtener unos ingresos adecuados, sus exiguas pensiones, etc. (en Francia, una cuarta parte de los agricultores vive por debajo del umbral de la pobreza; en Rumanía, millones de agricultores viven miserablemente en tierras demasiado pequeñas para recibir ayudas de la PAC); pero nunca hablan de la situación de los trabajadores agrícolas, a menudo sometidos a una explotación brutal, sobre todo cuando se trata de temporeros inmigrantes.

Al igual que los proletarios, los campesinos se ven afectados por la crisis económica y son víctimas de las convulsiones del capitalismo; pero como "agricultores directos" no se oponen al capitalismo, sólo pueden defender los intereses patronales de sus empresas (reducción de las "cargas sociales", etc.), exigir el apoyo del Estado, el cierre de las fronteras y el aumento de los precios de sus productos,... todas ellas reivindicaciones antiproletarias. En el mejor de los casos, algunos de ellos defienden la perspectiva de una agricultura "otra", "no productivista", respetuosa con el medio ambiente y la salud, ¡una perspectiva tan ilusoria como la de una sociedad "con rostro humano", mientras no se destruya el capitalismo!

 Hace más de un siglo Lenin escribió: 'El campesino se mata a trabajar, más que el asalariado. El capitalismo condena al campesinado a la mayor opresión y a la ruina. No hay otra vía de salvación que la unión con los asalariados en la lucha de clases. Pero para comprender esta conclusión, el campesino debe, durante largos años, perder todas sus ilusiones sobre las consignas engañosas de la burguesía" (1). Y el campesinado sólo podrá comprenderlo si los proletarios entran realmente en la lucha para defender sus intereses de clase contra el capitalismo y todos los Estados burgueses, sin dejarse desviar por los partidarios de los sindicatos interclasistas y nacionalistas, por la instauración de una sociedad sin clases ni mercados, sin fronteras ni Estados: ¡el comunismo!

 

Partido comunista internacional (El proletario) - www.pcint.org/

- 09 de febrero de 2024

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NOTA: 

(1) Cfr. Lenin, El trabajo infantil en la hacienda campesina, 12 junio 1913, Opere, vol. 19, p. 449.

 

 

 

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ALGUNOS TEXTOS SOBRE EL CAMPO Y LA CUESTIÓN AGRARIA publicados anteriormente:

> Intensificación agraria vs intensificación comunista:https://valladolorentodaspartes.blogspot.com/2023/06/el-campo-como-fabrica.html?m=1



OTROS TEXTOS:
> La cuestión de la tierra a lo largo del desarrollo de la lucha de clase del proletariado español: https://www.pcint.org/05_ElPC/ElPC_55/55_tierra-spana.htm

 

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"Las prisiones son una parte más de la esencia represiva de todo Estado, no hay que olvidar la parte que nos toca a lxs que aún seguimos en la calle.

No podemos ver las cárceles como algo ajeno a nuestras vidas, cuando desde temprana edad hemos sido condicionadxs a no romper las normas, a seguir una normalidad impuesta; el castigo siempre está presente para lxs que no quieren pasar por el aro.

En el trabajo, en la escuela... domesticando y creando piezas para la gran máquina, piezas que no se atrevan a cuestionar o que no tengan tiempo para hacerlo.

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Para lxs que no tragan o no se adaptan al gran engaño ahí tienen sus cárceles, reformatorios, psiquiatrícos ... creados por los que no quieren ver peligrar las bases de su falsa paz.

No podemos ignorar la lucha de lxs compañerxs presxs.

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