LOS HECHOS DE VITORIA:
El
3 de marzo de 1976 la policía fascista perpetró una de las peores
matanzas de obreros de la transición, poniendo a las claras la verdadera
fachada de lo que se estaba tramando realmente detrás de la farsa
democrática.
Después de aquello, durante muchos años, en todas las
manifestaciones los obreros siempre gritaban:
¡Vitoria, hermanos, nosotros no olvidamos!
"Tres fueron los muertos esa tarde. Y dos más a lo largo de las horas
siguientes. En total, cinco obreros asesinados por la Fuerza Pública,
caídos bajo los disparos. Pedro María Martínez Ocio, Francisco Aznar,
Romualdo Barroso, José Castillo y Bienvenido Pereda, esos son sus
nombres. Más tarde, se sumaron dos más: Vicente Antón Ferrero, en Basauri,
y Juan Gabriel Rodrigo, en Tarragona, asesinados durante sendas
movilizaciones de solidaridad con Vitoria. Y aún hubo otro, en Roma,
abatido por los Carabinieri durante el acto de repulsa frente a la
embajada española. Al balance final, además de las muertes, hay que
añadir más de un centenar de heridos de diversa consideración, muchos de
los cuales han sufrido las consecuencias de sus heridas durante toda la
vida".
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Se cumplen este año 48 años de aquellos hechos que se han convertido en todo un símbolo para la MEMORIA PROLETARIA en estas tierras...
La combatividad de los obreros vitorianos fue una de las puntas de lanza del movimiento obrero en el Estado español, como lo fueron los obreros de SEAT en Barcelona o los de RENAULT en Valladolid, donde llegaron a implantarse CONSEJOS OBREROS de fábrica en alguna de las factorías con una fuerza tan considerable como para doblegar a la empresa, negociar con ella por encima de los sindicatos que se estaban formando e imponerle readmisiones y decisiones que la empresa nunca hubiera tomado sin aquella fuerza obrera.
La lucha independiente de la clase trabajadora llegó en estos hitos de los que hablamos a cotas de gran desarrollo (como anteriormente en ejemplos míticos como la Huelga de Bandas o la de Harry Walker). La conjura de todos los poderes públicos políticos y sindicales que llamamos PACTOS DE LA MONCLOA quiso concluir esta experiencia que sin embargo duraría aún en los 80 con importantes huelgas y luchas como la de Euskalduna en Bizkaia o la de Reinosa en 1986.
El movimiento obrero, el movimiento revolucionario anticapitalista, comprende en la memoria de estos hechos su derrota pero también tiene en ellos una verdadera escuela. La realidad ha cambiado, pero no la necesidad de ORGANIZACIÓN, de LUCHA, de INDEPENDENCIA y de AUTONOMÍA de la clase trabajadora.
"la emancipación de la clase obrera debe ser obra de los obreros mismos"
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