Un mes de marzo, hace cuarenta y cuatro años, tuvo lugar una huelga de dos meses sostenida por la clase trabajadora de Vitoria-Gasteiz. La represión ulterior va a segar la vida de cinco trabajadores.
En 1976, tras años de recesión económica, el gobierno aprueba un decreto de congelación salarial que hace recaer el peso de la crisis sobre la clase trabajadora y que prende, sin saberlo, la mecha de la indignación. Apenas dos meses después de la muerte de Franco, los conflictos laborales se multiplican en todo el país con una sucesión de huelgas indefinidas, manifestaciones, sabotajes y piquetes, con amplio apoyo social. En Vitoria, concretamente, el pisoteo de la dignidad obrera y la falta de voluntad negociadora de la patronal radicaliza a miles de trabajadores y trabajadoras, que, en un ejemplo de aprendizaje político acelerado, dan un paso adelante.
El origen del conflicto se remonta a los años cincuenta. Entonces, el impulso de nuevas áreas de desarrollo económico provoca en la ciudad un crecimiento industrial desmedido, y la población pasa de cincuenta mil habitantes a más del triple en cuestión de veinte años gracias a una masa obrera llegada de zonas pobres de Extremadura, las dos Castillas, Andalucía y Galicia. A finales del 75, los trabajadores más activos políticamente acuerdan una plataforma reivindicativa conjunta de cara a la siguiente negociación de convenios, un acuerdo que giraba en torno a exigencias como la subida lineal de 6.000 pesetas, jornada semanal de 42 horas, media de descanso para el bocadillo, 30 días de vacaciones, 100% del sueldo en caso de baja o enfermedad, elección directa de representantes, etc. No han terminado las fiestas navideñas cuando la plantilla de Forjas Alavesas, la primera en parar, hace estallar el conflicto. Muy pronto le siguen Gabilondo, Mevosa, Aranzábal, Areitio y muchas otras. En cuestión de días, una veintena de empresas, entre fábricas y talleres, apoyan el paro, celebran asambleas y eligen a sus propios representantes. La respuesta de la patronal y el gobierno no se hace esperar: cierre de fábricas, detenciones, despidos, represión policial… La práctica asamblearia y el rechazo al Sindicato Vertical supone un desafío al poder institucional inaceptable para la clase dirigente, que se revuelve con dureza. La represión y la criminalización que sufren los obreros y obreras hace trascender las reivindicaciones, que hasta el momento son estrictamente laborales, al ámbito político.” De poder a poder”, reza uno de los lemas. Ya no se trata del trabajo, sino de algo más ambicioso: la libertad y los derechos, la solidaridad de clase, la autonomía obrera.
El apoyo a los detenidos y despedidos forma un frente común, se crean asambleas conjuntas para definir estrategias, se convocan nuevas movilizaciones y se ejerce mayor presión sobre los esquiroles. A mediados de febrero, la organización obrera en la ciudad vasca ha crecido exponencialmente y la asamblea se ha convertido en una herramienta de lucha eficaz. Todo ello, sumado a la muerte del dictador, las movilizaciones pro-amnistía, la indignación por los fusilamientos y las ansias de cambio provocan una sensación colectiva de oportunidad y hacen de Vitoria un referente de lucha. Las muestras de apoyo llegan desde todas partes en forma de dinero para las cajas de resistencia y de alimentos con los que sustentar a las familias más necesitadas. Todo el mundo aporta lo que está en su mano …
En el transcurso de tres semanas, la clase obrera de Vitoria protagoniza tres huelgas generales, la última de las cuales se convoca para el tres de marzo. Aquel miércoles de ceniza ha pasado al imaginario, tristemente, como uno de los más cruentos episodios de represión policial. Ese día, la asamblea general informativa está prevista para las cinco en punto, como es habitual, en la iglesia de San Francisco de Asís, en el barrio de Zaramaga. La policía no tiene potestad para entrar en el templo, según el Concordato firmado por el gobierno con la Iglesia, motivo por el cual los obreros las eligen como centros de reunión ante la imposibilidad de hacerlo en las fábricas. A falta de una hora para la cita, los alrededores de la parroquia están abarrotados. La huelga general ha sido un éxito. A la mañana, varias columnas han marchado hacia el casco viejo desde las fábricas, y se comenta con temor que la policía ha usado fuego real y que hay heridos. Aunque el ambiente es de cautela, nadie se resiste al contagio de la euforia. Veinte minutos antes del comienzo de la asamblea hay unas cuatro mil personas dentro de la iglesia; afuera, posiblemente el doble o el triple. Policía y Guardia Civil han cortado los accesos, han rodeado la iglesia y esperan instrucciones. Tras un primer intento de desalojo impedido por el párroco, el mando policial da luz verde al operativo. Inmediatamente, las bombas lacrimógenas caen por decenas en la iglesia, donde la gente rompe las ventanas para respirar. Muchas personas escapan por ellas; otras tantas, se atrincheran en la sacristía. Algunos policías asoman sus metralletas por los vanos y disparan al interior, donde horas después se recogerían docenas de casquillos de bala. A quienes salen del templo, un pasillo de uniformados les recibe a patadas y golpes de fusil. Mientras, una parte de los huelguistas la emprende a pedradas contra los agentes para tratar de liberar la salida, a lo que los policías respnden haciendo uso de las armas de fuego. Disparan a matar, y así lo hacen. La gente corre en todas direcciones para huir de las ráfagas de metralleta y los tiros de pistola. Las calles adyacentes se convierten en un auténtico campo de batalla en el que la sangre no tarda en correr. V de vi(c)toria
Tres son los muertos esa tarde. Y dos más a lo largo de las horas siguientes. En total, cinco obreros asesinados por la Fuerza Pública, caídos bajo los disparos. Pedro María Martínez Ocio, Francisco Aznar, Romualdo Barroso, José Castillo y Bienvenido Pereda, esos son sus nombres. Más tarde, se suman dos más: Vicente Antón Ferrero, en Basauri, y Juan Gabriel Rodrigo, en Tarragona, asesinados durante sendas movilizaciones de solidaridad con Vitoria. Y aún hubo otro, en Roma, abatido por los Carabinieri durante el acto de repulsa frente a la embajada española. Al balance final, además de las muertes, hay que añadir más de un centenar de heridos de diversa consideración, muchos de los cuales han sufrido las consecuencias de sus heridas durante toda la vida.
Seguramente, las compañeras y compañeros más jóvenes nunca hayan oído hablar de esto, incluso en el propio País Vasco. Vitoria ha pasado a formar parte del relato que nunca se cuenta, de la historia en minúscula, la de quienes se alzan contra el poder y sus perros. Por eso, es necesario preservar la memoria de aquella lucha que hoy nos sirve de inspiración, y también la de quienes perdieron su vida en defensa de una sociedad justa e igualitaria.
A partir de un texto publicado en http://www.todoporhacer.org/2016/03/3demarzo1976/
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Más informaciones sobre los sucesos del 3 de marzo de 1976 en Vitoria:
> [2018] 3 de marzo: "Aquello de Vitoria había que pararlo... eran pequeños soviets que se estaban gestando: https://valladolorentodaspartes.blogspot.com/2018/03/3-de-marzo-aquello-de-vitoria-habia-que.html
> [2016] 40 años de los asesinatos de Vitoria: https://valladolorentodaspartes.blogspot.com/2016/03/40-aniversario-de-los-asesinatos-del-3.html
> LIBRO: TODO EL PODER A LA ASAMBLEA, Vitoria 3 de marzo: https://aginteahausten.wordpress.com/2018/02/26/todo-el-poder-a-la-asamblea-vitoria-3-de-marzo-de-1976/
> Documental "VITORIA 3 DE MARZO, UNIDOS POR UN SUEÑO":
https://valladolorentodaspartes.blogspot.com/2019/03/valladolid-293-documental-vitoria-3-de.html https://www.youtube.com/watch?v=4ux5KOIK9qg
> VIDEOS y reportajes de lo sucedido:
https://www.youtube.com/watch?v=07Xo3Bwclow&feature=youtu.be
https://www.youtube.com/watch?v=1RcUcAL8Rpg
https://www.youtube.com/watch?v=wZIurkLo2P0 (parte 1ª)
https://www.youtube.com/watch?v=i2DEadZ-d_I (parte 2ª)