Esta vez ha sido en Barcelona, donde según informan los medios burgueses, 50 inmigrantes se habrían amotinado durante la noche del 1 al 2 de este mes después de haber realizado durante los días previos protestas simbólicas en solidaridad con los amotinados del CIE de Madrid. Siempre según estos medios, los inmigrantes encarcelados en el CIE de Barcelona se habrían enfrentado a la policía nacional que les custodia justo después de la cena. Posteriormente se hicieron fuertes en el patio principal, donde resistieron hasta las 11 de la noche. Parece ser que este motín no ha sido el único acto de lucha de los encarcelados en el CIE: el día 7 de octubre hubo una protesta en el patio; el 16 de octubre un intento de fuga mediante una avalancha y el 22 del mismo mes una huelga de hambre de 24 horas.
En esta ocasión, como ya sucedió en Madrid, los inmigrantes han abandonado el motín después de pasadas unas horas y acto seguido los equipos antidisturbios de la policía nacional han intervenido para restablecer la normalidad. Igual que en Madrid, cabe suponer que los presos habrán sido víctimas de una represión salvaje.
Estos actos de rabia espontánea, que se transmiten a través de las rejas de una a otra prisión, son consecuencia de la situación desesperada que sufren los proletarios inmigrantes encarcelados en los CIE. Pero aunque respondan a una situación desesperada, no son actos desesperados que debieran evitarse, son la única salida que los proletarios inmigrantes retenidos en cárceles ilegales tienen para responder a los abusos de que son objeto a diario. Lejos de ver en estos motines, huelgas y fugas actos condenables, los comunistas vemos en ellos la respuesta natural a una situación en la cual el Estado burgués utiliza la represión abierta para controlar a la población inmigrante. Y decimos abiertamente que es la vía que, cada vez con más frecuencia y arrostrando la represión que sin duda se cebará con los revoltosos, todos los proletarios, inmigrantes o españoles, deberán tomar para luchar contra la situación que padecen, fuera y dentro de los centros de internamiento, en el puesto de trabajo, en los barrios obreros, como reacción contra la represión y la opresión cotidiana que sufren en todos los ámbitos de la vida.
Los proletarios inmigrantes no tienen aliados. En sus cárceles no entran las promesas del gobierno, ni los brotes verdes, ni los circos parlamentarios de la oposición. Tienen, eso sí, falsos amigos que dicen colocarse de su parte para así poder trabajar mejor para la burguesía y su Estado. Se trata de aquellos que, como Podemos, los Ayuntamientos de Madrid y de Barcelona, llaman con ocasión de los motines de los CIEs en estas dos ciudades a un hipócrita “Cerrar los CIEs”, afirmando que estas cárceles extra legales son un “problema administrativo” que puede ser solucionado con “medidas administrativas”. Pero pensar que los CIEs vayan a desaparecer es tanto como pensar que lo vayan a hacer las cárceles. Los CIEs, al margen del lugar que ocupan en el ordenamiento jurídico-legal español, son medidas represivas que la burguesía toma para poder llevar a cabo sus medidas de control de la mano de obra, para mantener a raya mediante la represión y el terror a la población proletaria sobrante. Y esto no es un “problema administrativo”, sino político, de la política que inevitablemente mantiene el conjunto de la burguesía para imponer su dominio de clase. Cerrar los CIEs no significará nada, si es que alguna vez esto llega a suceder. Lo saben perfectamente los ayuntamientos de Carmena y Colau, partidarios de este cierre pero que mandan a su Policía Municipal contra los vendedores ambulantes, inmigrantes, que acaban en los CIEs. Cerrar los CIEs, sin que desaparezca la Ley de Extranjería, sin que desaparezcan las decenas de medidas represivas contra los inmigrantes, etc. significará abrir otro tipo de mecanismo represivo.
Hace más de una década, las luchas de los presos sociales en las cárceles españolas tuvieron como objetivo prioritario el cierre de los módulos FIES, creados ex profeso para reprimir y asesinar a los presos más combativos que, durante la década de los años ´90 habían participado en los motines y protestas colectivas contra las pésimas condiciones de existencia en las prisiones. El FIES, Fichero Interno de Especial Seguimiento era una cárcel dentro de la cárcel y estaba instituido por la vía del reglamento interno de prisiones sin ningún respaldo legal. Cuando finalmente el FIES se cerró, simplemente se suprimió del reglamente interno y se le dio carta de naturaleza en la legislación penitenciaria. Los FIES siguen existiendo y aniquilando a los presos que más se destacan por defender sus condiciones de vida.
Lo mismo quieren que suceda, los Ayuntamientos del Cambio, con los CIEs: proponen su cierre, pero callan acerca de la realidad de los proletarios inmigrantes y su explotación cotidiana. Y es esa realidad la que hace necesaria los CIEs.
Frente a esta realidad, frente a la opresión cotidiana que cada vez padecen más intensamente, los proletarios inmigrantes no deben confiar en ninguna de las mentiras que les ofrece el los partidos del nuevo oportunismo político. Deben invocar la vía de la lucha cotidiana, buscando la unión con los proletarios autóctonos, rompiendo las correas que pretenden atarles al respeto a los medios democráticos. Sólo esta vía puede garantizarles alguna posibilidad de éxito.