Imagen de Barcelona durante la primera huelga de tranvías durante la dictadura |
Elecciones en Cataluña
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valladolor
lunes, 18 de diciembre de 2017
catalunya,
comunicados,
partido comunista internacional
Elecciones en Cataluña
Partidos “nacionalistas” y partidos
“constitucionalistas” con un único objetivo: mantener al
proletariado preso de las ilusiones electoralistas, democráticas y
legalistas.
Más de un mes después de que diese comienzo
oficialmente la farsa independentista con el 1 de octubre y pasadas
ya la supuesta declaración de independencia, la también supuesta
intervención gubernamental de la autonomía catalana, las cargas de
la policía, las detenciones del Govern de la Generalitat, el
“exilio” de Carles Puigdemont… el fin de fiesta son las
elecciones del próximo 21 de diciembre.
Después de que los partidos nacionalistas
prometiesen un referéndum cuyos resultados fuesen vinculantes para
declarar la independencia desde el Parque de la Ciutadella, cientos
de miles de personas acudiesen a votar con ese fin, fuesen molidas a
porrazos por las fuerzas policiales acantonadas en el Puerto de
Barcelona y, finalmente, la independencia se declarase primero para
ser suspendida formalmente y, después, para no ser llevada a la
práctica en ningún momento; después de más de dos meses de teatro
y mentiras, los partidos del llamado bloque independentista convocan
de nuevo a los proletarios de toda Cataluña a votar por ellos en
unas elecciones autonómicas exactamente iguales en lo esencial a las
de hace dos años, a las de hace siete años y a todas las
anteriores: lo que está en juego en ellas no es una supuesta
“independencia” de Cataluña (que ya tuvieron al alcance de sus
manos hacer efectiva el pasado mes de octubre los partidos entonces
gobernantes y que, en vez de ello, limitaron a una fiesta de poca
monta en la Plaza de Sant Jaume) sino el mantenimiento de la paz
social y de la colaboración entre clases en una de las regiones de
España donde la crisis capitalista ha golpeado con mayor dureza a la
clase proletaria, sea esta de origen catalán, andaluz, subsahariana
o magrebí. Hace tres años, el entonces Conseller de Economía de
la Generalitat, Santi Vila, que después fue detenido por su
participación en la “declaración de independencia” y llegó a
pasar una noche en prisión, afirmaba ante el auditorio de Forum
Europa: “si Cataluña no hubiera puesto sobre la mesa un
relato en clave nacional, ¿cómo hubiera podido realizar un
sacrificio tan fuerte como los recortes? ¿cómo hacerlo sin un
proyecto ilusionante al otro lado de la balanza?”. De esta
manera explicaba, según el periódico La Vanguardia del 10 de
diciembre de 2014, cómo era posible haber realizado en Cataluña
recortes por valor de 6.000 millones de euros. Estos recortes, como
es sabido, afectaron y aún afectan directamente a las condiciones
de vida de la clase proletaria: se “recortaron” inversiones en
sanidad, educación, ayudas sociales, etc. golpeando duramente con
ello a los proletarios que, además, sufrían un aumento vertiginoso
del paro, la caída en picado de los salarios, los EREs, etc. Para
lograr imponer esta situación, para preservar la paz social en una
región que ha visto desaparecer los restos de la industria que
empleaba a buena parte de su población proletaria, que ha visto
convertirse el centro de su capital, Barcelona, en un recorrido
turístico de lujo del que se ha expulsado a las clases pobres… la
burguesía catalana dio alas al llamado procés, una gran
movilización de la masa pequeño burguesa de la región
(precisamente la que porta las ilusiones más retrogradas y
reaccionarias acerca de una Cataluña “independiente”) en defensa
de la “patria catalana” agredida por España a la que acompañó
con un circo parlamentario en el que se blandía la señera en
defensa de las políticas gubernamentales. Esta movilización sirvió
como ofensiva para canalizar el malestar social creado por las
reformas impuestas por el Gobierno de la Generalitat hacia un
supuesto objetivo independentista con el cual se desvinculaba la
creciente presión ejercida sobre la clase proletaria y las políticas
llevadas a cabo por la burguesía, presentando al nacionalismo como
un proyecto común a todas las clases sociales, desde las burguesas
encabezadas por el partido de Mas y Omnium Cultural hasta el
proletariado encastrado en la pasividad a la que le llevaban sus
representantes políticos y sindicales, pasando por las
organizaciones pequeño burguesas de las CUP y la Asamblea Nacional
Catalana.
Tres años después de estas declaraciones de
Santi Vila, seis desde que comenzó el procés, los resultados
son visibles para cualquiera: Cataluña ha sido una de las regiones
donde la crisis capitalista se ha hecho sentir con más dureza sobre
el proletariado, es la Comunidad Autónoma donde el nivel de gasto
social se ha recuperado menos con respecto al existente antes de la
crisis… Y ante todo esto, el proletariado ha permanecido inerte,
sin participar directamente pero sin fuerzas para oponerse a la
corriente de movilizaciones chovinistas, patrióticas y anti obreras
que inundaban las calles. Corrientes de supuesta extrema izquierda
como las Candidaturas de Unidad Popular, representantes de la masa
social de los botiguers, de los pequeños empresarios, del
llamado “cooperativismo social”… han ostentado un firme dominio
sobre cualquier manifestación de descontento social, reconduciéndolo
al camino estéril del nacionalismo y del parlamentarismo. El camino
a la reanudación de la lucha de clase del proletariado en defensa
exclusiva de sus intereses ha sido obstruido por las fuerzas
burguesas del localismo, del particularismo y, en fin, de la defensa
de los intereses generales de la burguesía.
Ese ha sido el gran logro del procés.
Y es precisamente ahora, cuando el show soberanista ha terminado
entre declaraciones estériles de independencia y manifestaciones de
la extrema derecha por las calles de Barcelona, que la realidad de
esta farsa se ve a las claras: los mismos que enarbolaban la bandera
de Cataluña y que permitieron sin resistencia alguna que el Gobierno
central “interviniese” la autonomía, llaman a continuar con el
procés… volviendo a votar. Su objetivo no es una
independencia que ya proclamaron y que regalaron gustosa a la Guardia
Civil y al ministro de Interior, sino, sencillamente, que el
mecanismo democrático de conciliación entre clases, cuya expresión
más elevada es el voto electoral, continúe funcionando sin fisuras.
La consigna del 1 de octubre fue Votaremos, la de las
elecciones del 21 de diciembre es Votad de nuevo: que los
proletarios sigan colaborando, que sigan postergando el momento en el
que de verdad tengan que luchar a un proceso electoral más, a la
renovación de las ilusiones parlamentarias.
Frente a la movilización de los partidos
vinculados al Proces aparecen aquellos que se dicen defensores
de la Constitución española y de la unidad de España frente al
“desafío soberanista”. Para ellos el valor de estas elecciones
autonómicas es exactamente el mismo que para los defensores de la
“independencia”: logar la implicación de la clase proletaria en
defensa de la democracia, de la legalidad, de la unidad del país…
lo cual supone sencillamente lograr que la clase proletaria renuncie
a la lucha en defensa de sus intereses cediendo cualquier tipo de
iniciativa ante las consignas burguesas de defensa de la nación…
española. Porque, realmente, no existe oposición fundamental entre
los burgueses y pequeño burgueses que han promovido el procés
catalán y los llamados constitucionalistas que reivindican la
unidad de España y el sistema de las autonomías como garantía de
la convivencia social en el país. De hecho, el nacionalismo catalán
vive porque la burguesía española, durante la Transición, diseñó
un sistema de gestión territorial en el que las diferentes
burguesías regionales se encargasen del gobierno de los asuntos más
directos que concernían a su región. Es por eso que las políticas
lingüísticas que hoy se critican en Cataluña tuvieron su versión
propia en las que aplicó el gobierno del Partido Popular en Galicia.
Que el desarrollo de la autonomía en los ámbitos de la seguridad,
la enseñanza o la fiscalidad autonómica ha sido la base de la
configuración estatal que ha garantizado a la burguesía española
su capacidad de mantener sometida a la clase proletaria en un país
históricamente imposible de centralizar.
El llamado “bloque constitucionalista”
muestra ante los proletarios la bandera de la “igualdad” y la
“solidaridad” entre las diferentes regiones españolas buscando
con ello ganar para la causa democrática, para la confianza en las
instituciones estatales y autonómicas, en el Parlament y en las
elecciones a un proletariado mayoritariamente no catalán y que tiene
todavía fuertes vínculos con sus zonas de origen, generalmente
Andalucía y Extremadura, las dos regiones más pobres de España y
contra las que se dirigen todos los alegatos del “nacionalismo”
catalán. Pero oculta que han sido precisamente la burguesía
española de Andalucía, Extremadura, Castilla y Madrid la que ha
promovido los regímenes de excepcionalidad territorial en todo el
país, llegando al punto de mantener perfectamente estable el sistema
autonómico en Cataluña cuando la situación les ha llevado a
aplicar el artículo número 155 de la Constitución española a la
vez que pactaban renovar el concierto fiscal vasco, verdadero
privilegio territorial de la burguesía vasca que se extrae del
trabajo proletario del resto del país. Sus llamados a la unidad
nacional, más allá de las manifestaciones de las bandas de extrema
derecha que los cuerpos policiales del Estado utilizan para sembrar
el terror entre la población, no son otra cosa que la defensa del
propio estado de las autonomías, única forma con la que,
actualmente, puede gobernarse España.
La clase proletaria no puede esperar nada ni
del bando burgués llamado “soberanista” ni del bando burgués
llamado “constitucionalista”. En lo que respecta a ellos, su
programa es el mismo: mantenimiento de la paz social a través del
engaño democrático y parlamentario, al que se recurre una y otra
vez para lograr tanto una movilización en defensa de los intereses
particulares de cada bando burgués como del interés general a ambos
que es la colaboración entre clases. Los años transcurridos desde
el inicio del procés han mostrado las verdaderas intenciones
de la burguesía catalana que se ha colocado detrás del proyecto
“soberanista”: logar neutralizar la tensión social generada por
las exigencias políticas y económicas que ha impuesto al
proletariado y, en la medida de lo posible, canalizar esta para
obtener respaldo a sus reivindicaciones frente al gobierno central.
De la misma manera se ha evidenciado lo que busca la corriente
burguesa llamada “constitucionalista” o “unionista”: limar
las asperezas que el Estado de las autonomías genera, pulir los
excesos del particularismo regional al que ella misma ha dado lugar a
la vez que utiliza el clima de exasperación creado por las
movilizaciones en favor de la “independencia” para imponer un
nivel de control social y de represión mucho más intenso aludiendo
a la “excepcionalidad” del momento.
En ambos bandos el proletariado tiene a su
enemigo. Porque la clase proletaria, internacional por su propia
constitución, e internacionalista por la fuerza histórica
revolucionaria que porta en su seno, sólo podrá salir de la crisis
política y organizativa que padece desde hace tantas décadas
rompiendo con cualquier programa burgués de exaltación del
localismo, de la exacerbación nacionalista de las peculiaridades
regionales, a la vez que combate cualquier llamamiento a la defensa
de la patria y de la unidad nacional española. Sólo podrá reanudar
su lucha clasista, incluso sobre el terreno inmediato de la defensa
de sus necesidades económicas y sociales, haciendo tabla rasa con
todas las influencias nacionalistas, con todo vínculo con la
burguesía, local o nacional, con toda ilusión democrática y
electoral. Siguiendo ese camino, que es el único que puede
permitirle acabar con su situación de verdadero paria de la tierra,
encontrará a su lado a los proletarios de todas las regiones y de
todos los países. Y en frente suyo, armado con toda la fuerza que
les proporciona su dominio social, al enemigo burgués de todas las
nacionalidades.
¡Por la reanudación de la lucha de clase
en defensa exclusiva de los intereses del proletariado, no de las
exigencias nacionales de la burguesía!
¡Por la ruptura con cualquier programa
burgués de defensa de la patria, sea esta “catalana” o
“española”!
¡Por la reconstitución del partido
comunista, internacional e internacionalista!
Partido Comunista Internacional (El Proletario)
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