LAS PRIVATIZACIONES MATAN
Todos los trabajos que tienen una repercusión social colectiva (cuidados, sanidad, educación, psicología…) en tanto cubren necesidades de la clase (aún en manos capitalistas), son susceptibles de ser mercantilizados, tanto por la empresa privada como por el estado, pues ambos son los mayores sustentos del capitalismo.
En el caso de la sanidad, la intromisión del sector privado se incrementa cada año gracias a varios factores como las leyes 15/97 y el art. 90 de la LGS que abrieron la sanidad al mercado y que ningún partido político quiere suprimir; las externalizaciones y subrogaciones de muchas tareas como la restauración y la limpieza de los hospitales; de los conciertos y convenios con las empresas privadas por parte del Sistema Nacional de Salud (SNS) para derivar ciertos tratamientos; las competencias sanitarias de las mutuas y aseguradoras de accidentes de trabajo en las contrataciones laborales; las financiaciones con dinero público de estos centros y entidades (las derivaciones también lo son); los pelotazos inmobiliarios derivados de las construcciones de muchos centros hospitalarios; del poder que ejercen las farmacéuticas en el control sanitario; los anuncios y publicidad sobre sanidad privada que inundan todos los medios de formación de masas… los gobiernos nacionales y regionales provocan el colapso de la sanidad al no invertir lo suficiente en ella, como vemos en la atención primaria con la falta de medios y personal, las urgencias abarrotadas de múltiples hospitales o las listas de espera que nunca desaparecen, para crear en la población esa sensación de que la sanidad pública no es suficiente y así, ante la falta de expectativas, la gente se tenga que hacer un seguro privado como forma complementaria a la seguridad social. De este modo, lanzan el mensaje de que la sanidad privada es necesaria porque el SNS, que el propio gobierno limita, no da abasto. Una vez más, nos chantajean con el miedo.
Según estadísticas del 2020, 13 grupos hospitalarios concentran el 47% de los hospitales privados y el 59,4% de camas privadas en todo el territorio estatal. Concentrándose la mayor parte en Madrid, Andalucía y Cataluña. Quirónsalud concentra el 11% de los hospitales privados y el 14% de camas y la Orden de San Juan de Dios cuenta con el 8% de los hospitales y otro 14% de camas. Les siguen Vithas y HM Hospitales. Con todo, señalan una subida anual del 3,96% para el mercado hospitalario privado entre 2015 y 2019.
El número de seguros privados crece cada año y en 2019 superó los 10,5 millones de personas (76% de seguros médicos), un 3,1% más respecto al año anterior, salvo en Valladolid y Ciudad Real para ese año. A la cabeza están Madrid y Cataluña, respectivamente, que de hecho, son las comunidades con menor gasto sanitario per cápita. Las principales aseguradoras y en orden descendente de primas son: Caixa Adeslas, Sanitas, Asisa, DKV y Mapfre.
El gasto sanitario privado en el estado español supera la media de la OCDE, un 23,1%, según datos de la Fundación IDIS (Instituto para el Desarrollo e Integración de la Sanidad). Del mismo modo, el gasto sanitario público ha ido incrementándose en los últimos años (1,63%), pero aun así, sigue por debajo de la tasa de crecimiento anual del privado, que entre 2008 y 2018 supuso un 2,63%. El 57% de los hospitales del estado son privados, y se concentran en Madrid, Cataluña y Andalucía. Disponen del 32% del total de camas hospitalarias, unas 51.000 en suma.
Destacando los centros generales, médico quirúrgicos y materno infantiles, como el 52% de todos los centros de este tipo a nivel estatal. Cataluña representa la única Comunidad Autónoma donde hay más camas privadas que públicas, el 57% de ellas. Proporcionalmente respecto a su población y al total de camas por comunidad, le sigue Navarra con el 39,3% de ellas en manos privadas.
Esta forma de sistema sanitario es un atentado contra la clase obrera puesto que el derecho a una atención sanitaria se refiere a una cuestión de renta y nivel económico. Nos quieren llevar al modelo estadounidense donde no hay atención gratuita alguna, donde cualquier cuidado que precises lo tienes que pagar, y si no, te endeudas o te mueres. La sanidad pública o gratuita pasaría a un tercer plano en relación a un sistema de beneficencia para las personas más desfavorecidas. Si esto no es una declaración de guerra encubierta por parte de los capitalistas y su estado contra la clase trabajadora, no sabemos cómo llamarlo. Porque a Isabel D. Ayuso o al Emérito o a su nieta o Ana Botín está claro que no les va a faltar de nada, volcarán todos los recursos privados y/o públicos para cuidarles, más del segundo en verdad…
El mayor pelotazo de la sanidad privada son, sin duda, las Mutuas de Accidentes de Trabajo y Enfermedades Profesionales. Cuyo baluarte son las mutuas del funcionariado público (MUFACE), porque alrededor del 80% de ellos eligen una entidad privada. La Asociación de Mutuas de Accidentes de Trabajo (AMAT) presentó en Junio del año pasado el informe sobre absentismo laboral derivado de la Incapacidad Temporal por Contingencias Comunes (ITCC) del ejercicio 2021. En el cual, entre otras barbaridades, atacan al Sistema Público de Salud por su mala gestión de la prestación, reclamando mayores competencias en su control e incluso arremetiendo contra los trabajadores en el disfrute de su derecho por dudar de su veracidad. El papel de estas mutuas es fundamental para el mercado sanitario privado y para la represión laboral, pues suponen el 50% de la actividad sanitaria privada estatal.
Ni hablemos de la gran aportación de estos centros privados en la gestión de la pandemia de covid-19 ¿verdad? ¡Salvaron muchísimas vidas y arrimaron el hombro cuando los hospitales públicos no daban abasto! Evidentemente no. No hay otro ejemplo tan claro donde veamos el verdadero carácter caníbal que tienen y las intenciones gubernamentales demostradas en no hacer nada para cambiarlo, más si cabe, fomentarlo.
¡DEDICACIÓN EXCLUSIVA
DE TODO EL PERSONAL SANITARIO DEL SNS!
¡RESCATE DE TODO LO PRIVATIZADO!
Febrero 2023 / 324 -
Comité de Solidaridad de los Trabajadores