PONENCIA MOVIMIENTO OBRERO: FUTURO
- Presentación de la Confluencia Sindical: Nace en 2016 con la reunión de representantes de algunos sindicatos que nos considerábamos “alternativos”. Por entonces se había creado la “Coordinadora de Profesionales del Metal” que aún no eran un sindicato, sino una asamblea de trabajadores de las empresas auxiliares. La CPM se transforma en CTM (Coordinadora de Trabajadores del Metal) y da los pasos para inscribirse como sindicato. Actualmente estamos: SAT, CTA, USTEA, Autonomía Obrera, CTM y CNT (de El Puerto de Santa María).
- ¿Qué busca la CONFLUENCIA?: la unidad obrera combativa dando ejemplo, siendo generosos al poner nuestras siglas particulares, a menudo, en un segundo plano. Conscientes de que esa expresión de “unidad obrera” se está utilizando como un mantra por toda clase de organizaciones, también somos conscientes de la fuerza y la moral que implica el solo hecho de la unidad… siempre que esta no sea, evidentemente, a cualquier precio. Pero en nuestra andadura ya hemos dado bastantes pasos que explican este concepto de “ser generosos” y que demuestran que nos desempolvamos -en lo posible- de un nocivo “patriotismo de siglas” (último ejemplo: cuando las elecciones sindicales en Educación -hicimos campaña por USTEA- y ejemplos diarios con la CTM en el sector del Metal).
- Como Confluencia partimos de un diagnóstico común sobre la realidad del mercado laboral: la precarización sistemática, continuada y progresiva no solo persigue aumentar la explotación sino la represión obrera y sindical: es decir, el solo hecho de intentar organizarte o defender tus derechos pueden conducirte en no pocas situaciones al despido inmediato. La precarización laboral alimenta la arbitrariedad patronal. En este sentido, en el plano sindical, la CONFLUENCIA pone la prioridad en la defensa de los más vulnerables. Cuando un trabajador o trabajadora acude a la Confluencia nunca le preguntamos “a qué sindicato pertenece” porque es más probable que no esté sindicado/a siquiera… y no será por voluntad propia. Esa masa trabajadora ultra precarizada no solo es también objeto de nuestra atención sino que consideramos que habría que priorizarla en la defensa de sus derechos si realmente queremos atajar el proceso de precarización galopante.
- También tenemos claro que, con tanto pactismo del sindicalismo más oficialista (solo hay que comparar la situación con los años de la transición) desde hace años, hay que actualizar urgentemente la línea sindical en cuanto a los métodos de lucha y la propias formas de organización de la clase obrera. Y hay que ser muy comprensivos, flexibles e imaginativos con estas nuevas formas de organización, ya que la precarización ha buscado también atomizar e individualizar al trabajador represaliando al que sobresalga “haciéndose marcar”, lo que ha obrado en contra de la formación colectiva obrera en los propios tajos.
No es pura frase cuando decimos que la precarización sobreexplota, reprime y mata. Cuando una plantilla de trabajadores está tan atenazada y reprimida que ni siquiera puede protagonizar sus propias protestas, ahí es donde tenemos que estar las y los trabajadores de otros sectores, realizando la protesta donde no pueden dar la cara los que saldrían fulminantemente despedidos. Ahí están los ejemplos de esas luchas por algunos compañeros y compañeras (Marisa, Antonio Barce…) represaliados donde se ha confluido desde otros ámbitos laborales para demostrar que la clase obrera puede y se debe unir en la lucha sindical.
¿Pero acaso no tenemos un ejemplo lleno de actualidad con la lucha que en buena medida nos convoca hoy aquí? La huelga y acampada de los compañeros la Panificadora Butrón, que están protagonizando un ejemplo de lucha y haciéndonos protagonizar un ejemplo de solidaridad.
Os voy a leer lo que, al respecto de la lucha de la Panificadora Butrón, se dice en esta revista Yunque, que ya va por el nº 52, y que editan los compañeros del SAT de Navantia (los de plantilla, sí, pero donde dan más protagonismo y espacio a los compañeros de la auxiliar, mediante la aportación regular y cada vez mayor de la CTM).
Se dice en Yunque: “…por estos lugares gaditanos nadie duda de las acusaciones de esclavismo laboral que se vierten contra la empresa [Panificadora Butrón] frente a las mentiras que esta lanza. Y nadie duda porque esta Bahía está inundada de esas prácticas explotadoras y represoras. ¡Claro que nos creemos que entre la plantilla existen contratos de media jornada trabajando la jornada completa; que solo se disfruta de la mitad de las vacaciones y que no se respeta el descaso semanal estipulados en convenio; que se obliga a firmar horas que no se pagan, al tiempo que se reparten en mano cantidades de forma aleatoria (y según comportamiento); que “hoy te pongo aquí y mañana allí”…!! Y el broche: si protestas o te organizas sindicalmente fuera del compadreo con la empresa (ay, ¡cuánto están acostumbrados estos esclavistas a organizarte sindicalmente como a ellos les conviene), entonces, de patitas a la calle. Lo que ha pasado. Otro ejemplo más de que las empresas se constituyen en dictaduras laborales donde campan la arbitrariedad y la impunidad de señoritos-patronos.”
Efectivamente, un ejemplo sonado de cómo la precarización se utiliza para sobreexplotar y represaliar, incluso incumpliendo la ley. ¡Y cuántos casos como este estarán ocurriendo en estos momentos! Esto hay que pararlo. Y, desde luego, no será con ese sindicalismo experto en pactar prebendas con la patronal y el Estado...
- Sin embargo, no va a bastar con forjar la máxima unidad combativa solo en el ámbito laboral. Como los centros de trabajo rebosan de arbitrariedad y utilizan el despido, hay que, en la misma medida, luchar desde fuera. Incluso para conseguir victorias dentro. Y fuera de los centros de trabajo cobra especial relevancia la organización de la lucha en los barrios. Por eso, la Confluencia Sindical, trabaja codo con codo con el movimiento de Asambleas de Barrio que se está forjando, humildemente aún, en la Bahía. Porque creemos que los barrios son los refugios obreros. En la Huelga del Metal de 2021 se demostró ampliamente. ¿Dónde entran las manifestaciones de los trabajadores para protegerse de las cargas policiales? ¿Dónde se van a repeler, desde los mismísimos balcones, las persecuciones a los huelguistas, evidenciando las prácticas más criminales de los antidisturbios? En las calles y barrios populares. Con una red concienciada y bien organizada entre la población de los barrios obreros se puede defender una huelga, pero sin esta red popular… ¿Cuánto tarda en actuar (si finalmente llega a hacerlo) la Inspección de Trabajo que tanto se cacarea desde los “oficialistas” para solventar un conflicto laboral? ¿Qué tipo de “victoria” se consigue en un juicio por despido improcedente? ¿Y quiénes amparan a los trabajadores que pretenden defender sus derechos mediante los métodos “muy ajustados a ley” de las denuncias mientras se resuelven estas y tras el más que seguro despido después de la resolución?
No es por capricho que hoy estemos en este emblemático Barrio del Río San Pedro. No es casualidad que detrás de la hermosa actividad de solidaridad con la acampada del viernes –adonde se llevaron alimentos para las familias que llevan meses sin cobrar nada– estuviera la Asamblea de Barrios de Cádiz con especial protagonismo de nuestra queridísima asociación “Amigas al Sur” del no menos emblemático barrio obrero del Cerro del Moro.
En los barrios es donde se condensan todos los males de las familias obreras y se convierte en la región más liberada para forjar mucho de la unidad y de la movilización que cuesta tanto dentro de las empresas.
- Pero aún queremos llegar más lejos en la unidad popular. Hay que forjar la unidad también con las luchas contra los recortes sociales (sanidad, educación, pensiones, ayudas sociales, etc.). Esos recortes que se dispararon hace más de una década para salvar a banqueros y otros parásitos de las grandes empresas de su propia crisis, de la crisis de un sistema capitalista que solo aplica la economía de libre mercado contra la fuerza de trabajo, pero que luego andan lloriqueando la intervención del Estado para rescatarlos a ellos y que vuelvan a acumular indecentes beneficios.
Otra vez se nos anuncia más golpes al salario, al empleo ya las condiciones laborales y a los servicios sociales. Dicen que por la inflación. Y dicen que esta es producto de “la guerra de los rusos”. Vamos, sueñan con que no protestemos contra esos mercenarios de la politiquería, que solo sirven para producir demagogia acerca de lo que pasa realmente y engañarnos. O para desviarnos de la problemática central que aquí está en juego. Sueñan con que nos vayamos a embajadas y consulados rusos a protestar por la inflación que obligará a atacar salarios, pensiones y empleo. Mientras, la Botín y demás ralea se ríen porque ya no vamos a las calles a decir que no queremos ser mercancía en manos de banqueros. No voy a hablar aquí de la guerra en Ucrania. Limitémonos a decir que el sistema capitalista en crisis provoca guerra, de la social y de la bélica.
¿Quiénes son culpables de que la deuda en este país vaya por el 120% del PIB? ¿los rusos? ¿También son culpables de los rescates que nunca se devolvieron? Los responsables son los mismos que deciden e imponen que los bancos centrales suban los tipos de interés para que las familias dispongan menos, demanden menos y entonces baje la inflación que asegure las ganancias de esa gentuza del capital. Y ocultan que la inflación es resultado en gran medida de haber “fotocopiado” mucho dinero. Dicen que es un problema excepcional provocado por Putin para que no se nos ocurra exigir subidas salariales y de pensiones que compensen la inflación. La tarea principal es asegurar que los beneficios del gran capital no se esfumen. Y tenemos que escuchar cómo los bancos centrales se alertan porque el paro no ha subido como se esperaba… porque “la demanda de las familias” va a seguir creando inflación. Y que se seguirán subiendo los tipos de interés hasta que la inflación sea la que a ellos les convenga.
Intentan atemorizar y, por supuesto, desmovilizar. Y debe ser justo al contrario. Claro que es legítima y absolutamente necesaria la reivindicación salarial. Con su arsenal mediático han llegado a conseguir que muchas plantillas consideren, acomplejadas, que la lucha por una subida salarial podría tomarse como “insolidaria”, teniendo en cuenta otras salvajadas que se cometen contra la clase obrera. Pero es que si no se lucha por la subida salarial y de las pensiones lo que se consigue es el empobrecimiento extremo y precariedad generalizada de la inmensa mayoría de la población trabajadora.
- Hemos hablado de las necesarias unidades que tenemos que forjar: dentro del sindicalismo combativo, con la lucha en los barrios, con las protestas sociales por los servicios públicos que se están cargando. Todo ello es necesario e imprescindible. Pero terminemos siendo claros. Todas las luchas que protagonicemos deberán estar cada vez más atravesadas por la convicción de que tenemos que resolver un dilema mayor. Ese dilema, ese cruce de caminos, es el siguiente: O continuamos permitiendo que se utilice el Estado para planificar el rescate y la salvación de la banca y de las grandes empresas, o aquí comenzamos a plantear la necesidad de conquistar el poder para planificar la economía al servicio del pueblo. Esa es la tarea suprema de la clase obrera hoy: conducir a todo el pueblo a alcanzar esa realidad. No nos quedemos esperando a que politiqueros nos resuelvan ese dilema mayor. Siempre nos dirán que no es posible mientras se acomodan en la politiquería profesional.
- La victoria obrera y popular es posible. Pero hay que construirla día a día. Como humildemente se está forjando en la lucha del metal, en la huelga de la Panificadora Butrón. Sabiendo que eso de que “el pueblo salva al pueblo” ciertamente suena a simple frase. Y se podría quedar ahí. Pero no, es toda una estrategia de lucha. Hasta la victoria. Al tiempo.