El Congreso Mundial del Móvil (WMC), que lleva celebrándose doce años en la ciudad de Barcelona, nos brinda la posibilidad de acercarnos a una foto fija del capitalismo actual, para ver si así nos sacudimos el polvo negacionista que esquiva la molesta existencia de las clases sociales.
Misery World Congress: dolor y éxtasis en Barcelona
Posted by
valladolor
lunes, 25 de febrero de 2019
bcn,
capitalismo = terrorismo,
contra la sociedad tecnoindustrial,
tecnología
El Congreso Mundial del Móvil (WMC), que lleva celebrándose doce años en la ciudad de Barcelona, nos brinda la posibilidad de acercarnos a una foto fija del capitalismo actual, para ver si así nos sacudimos el polvo negacionista que esquiva la molesta existencia de las clases sociales.
Bajo un mismo techo se estaban cerrando contratos multimillonarios en salas rodeadas de seguridad privada mientras gitanas
e inmigrantes subsaharianas limpiaban urinarios masculinos con sus
bayetas y sus pinchazos en las lumbares. Bajo un mismo techo, un Ribera
del Duero de 1.200 euros la botella y decenas de tuppers
caseros engullidos con prisas entre bastidores. Espionaje industrial
versus cotilleos a la hora del cigarro. Robots japoneses bailando break dance frente a esguinces de tobillos, dedos rebanados y caídas de andamios. Cocaína contra diazepam.
En las últimas décadas quizá desde el
segundo asalto proletario a la sociedad de clases en los pasados años
setenta—, el intento de trazar las líneas que conformen el sujeto
revolucionario siempre se zanja con un grito ahogado: ¿Y quién somos ese
“Nosotras”?, ¿cómo definimos el “Nosotros”? El Congreso Mundial
del Móvil (WMC), que lleva celebrándose 12 años en la ciudad de
Barcelona, nos brinda la posibilidad de acercarnos a una foto fija del
capitalismo actual, para ver si así nos sacudimos el polvo
negacionista que esquiva la molesta existencia de las clases sociales.
No seré yo, no será nadie, quien delimite la primera persona del plural
para el tercer asalto que dé al traste con esta sociedad; sin embargo,
sí podemos ir sumando trazos, proponiendo estrategias o recuperando
discursos que nos dibujen en un contorno común y nos acerquen a las
capacidades necesarias para ello.
Este ostentoso evento, vitoreado por la
derecha y por las izquierdas, que apacigua conflictos institucionales y
pone en la misma fila sonriente a vicepresidentas del Gobierno y a neoalcaldesas del postactivismo,
mueve la espuma del mundo mientras cava más hondo el agujero bajo
nuestras rodillas. Este evento que dura cuatro días públicos y 361 por
la espalda, nos permite sentar al capitalismo en una mesa de disección.
¿Qué no hubiera escrito Marx si hubiera contado con semejante
representación de la catástrofe cotidiana en la que estamos inmersos?
Si esta humilde crónica os llega un mes
más tarde de su celebración es precisamente porque cuesta digerir las
jornadas de 16 y 17 horas de trabajo a que nos obliga el acontecimiento.
Y os aseguro que somos muchos los que nos pedimos vacaciones en
nuestros curros cotidianos para recibir esa inyección de dinero extra
que supone el salón del móvil. “Afortunados” nos llama el resto de
trabajadores, que ni siquiera cuenta con la posibilidad de recurrir a
este tipo de paréntesis laboral porque vive en un eterno ir sumando días
a golpe de contratos por horas. Hojas de vidas laborales que encallan
impresoras de las oficinas del INEM.
Barcelona se engalana con su Feria durante una semana, siendo una especie de Bienvenido Mr. Marshall posmoderno
con el furor propio de las ferias ganaderas de mi pueblo. Un apretón de
manos de miles de millones para unas pocas decenas de bolsillos,
estrujando a limpiadoras de hotel (2,5 euros por habitación), ejércitos
de camareros que se inventan el inglés (9 euros/hora para los privilegiados),
azafatas estilo gárgola de catedral (no más de 7 euros/hora, ni más de
dos movimientos por minuto) y transportes públicos a rebosar por hordas
de turistas con pases exclusivos al cuello: Exhibition Pass (799 euros),
Silver Pass (2.199 euros), Gold Pass (2.699 euros) y Platinum Pass
(4.999 euros). Para mayor escarnio, la mayoría de estos asistentes no
paga ni metro ni bus mientras le usurpa a la población su medio de
transporte habitual.
[...] La suma de explotaciones que se podrían plasmar es
infinita, desde los años ochenta se han encargado minuciosamente de que
así sea. El Mobile World Congress concentra en sí muchas de las
contradicciones del capitalismo, los terrenos ásperos donde se rompen
los tobillos de quienes tienen vidas invisibles. Hablar de precariedad tenía sentido con la existencia de las amplias capas de clase media,
y por tanto, con la posibilidad —o no— de acceder a ella. En el punto
en el que estamos, yo abogaría por ir sacando de la vieja caja de
herramientas términos en desuso, sobre todo para saber a qué nos
enfrentamos: pobreza, subordinación, esclavitud, colonialismo, parias y
conciencia de clase. Recordando que son precisamente esas
contradicciones antagónicas de este sistema económico caníbal las que
permiten el cambio y el movimiento en la Historia.
LEER EL TEXTO DE Ciro Morales COMPLETO:
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La apariencia como forma de lucha es un cancer
El debate esta en la calle, la lucha cara a cara
Usandolo mal internet nos mata y encarcela.
Piensa, actua y rebelate
en las aceras esta el campo
de batalla.
si no nos vemos
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