Ni rojigualdas ni esteladas. ¡Por la independencia de clase contra toda nación!
[Extraído de http://barbaria.net]
No
hay mejor imagen para explicar la naturaleza del denominado proceso
independentista catalán que la elección de Quim Torra como presidente de
la Generalitat. La autodeterminación y la libertad de voto ha terminado
por tener a su cabeza a un admirador acérrimo de Miquel Badia (sirva de
testimonio el homenaje realizado a los hermanos Badia por parte de
Junqueras y Torra), uno de los mayores torturadores y asesinos del
proletariado en la Cataluña revolucionaria de los años 30.
No
hay ninguna contradicción en todo esto. A fin de cuentas, la libertad
de voto siempre ha significado la libertad para hacerse masacrar por
nuestra propia burguesía. Ese aspecto de la democracia se ha revelado
siempre como un instrumento indispensable para aplastar al proletariado
en lucha. Por citar ejemplos de sobra conocidos, la represión y masacres
dirigidas por Azaña (Casas Viejas, Arnedo, Alt Llobregat, enero del
33…) hasta la de las fuerzas parapoliciales de ERC dirigidas por Badia,
nos revelan esta realidad.
Otra
buena imagen para explicar todo este proceso es el asalto al Parlament
en 2011, en el que Artur Mas tuvo que llegar en helicóptero al
hemiciclo, y tras el cual ocho personas fueron condenadas a varios años
de cárcel. En 2015, el mismo año en que se declaraba el inicio del
proceso de independencia, la burguesía catalana aplaudía al Tribunal
Supremo por su decisión de condenar a la cárcel a los acusados. Hoy,
casi tres años después, esa misma burguesía es procesada por el mismo
Tribunal Supremo y se pone el grito en el cielo, miles de personas salen
a la calle indignadas y aquí entre Albert Rivera y Anna Gabriel, entre
Pedro Sánchez y Oriol Junqueras, entre Pablo Iglesias y Puigdemont, uno
ya no sabe quién es más demócrata, ni quién defiende mejor la sacrosanta
legalidad y los derechos humanos. Pero hay algo evidente y fundamental,
la protesta social que cuestionaba en el 2011 al parlamento fue
desplazada por un movimiento que hacía justo lo contrario, defenderlo.
Estas
dos imágenes ponen las cartas sobre la mesa. Por si hacía falta
recordarlo, el Govern catalán es tan brutal como el Gobierno Central a
la hora de reprimirnos. Si la intervención policial y judicial del
Estado español en estos meses tiene un rancio olor al centralismo
españolista, si la burguesía española tiene en sus manos la sangre de
cientos de miles de proletarios, la burguesía catalana tampoco se queda
atrás. Entre la burguesía catalana y la española, no hay mal menor.
Cuando luchamos contra la miseria que se nos impone, la represión de la
primera es tan feroz como la de la segunda.
De
esta forma, el proceso que se abre en septiembre de 2017 se muestra a
las claras como lo que siempre ha sido: una terrible recuperación de la
lucha del proletariado en beneficio de la competición entre dos
burguesías, la catalana y la del Estado español. La polarización que
estamos viviendo no se puede separar de este hecho. Todo nacionalismo
divide y separa a la clase y en este sentido es funcional al dominio del
capital. Divide a la clase entre patriotas y charnegos, entre maulets y
botiflers, catalanes y traidores, constitucionalistas y separatistas.
Las categorías de unos y otros son, no casualmente, las dos caras de la
misma moneda. Pues ambos nacionalismos —como todos los nacionalismos— se
mueven con las categorías del capital, todos se reivindican demócratas,
defensores del voto y de la ley, de la soberanía popular y nacional.
Todos reducen la decisión humana a la ciudadanía y al voto.
La
democracia y sus naciones sirven finalmente para eso. A fin de cuentas,
la nación no es una entidad en sí, fundada en unos remotos orígenes
históricos y culturales de un pueblo en armonía, por desgracia sometido a
un oscuro Estado central. La nación es simplemente una de las
comunidades ficticias que necesita el capitalismo para imponerse como
comunidad real del dinero, como comunidad de mercancías y seres humanos
mercantilizados, comprados, usados y tirados para el buen crecimiento
del capital internacional. Las naciones aparecen con la expropiación
violenta de nuestros medios de vida y la imposición del trabajo
asalariado. La nación, la democracia, la ciudadanía es la forma en que
una sociedad de seres atomizados y en constante competencia entre sí por
un mísero salario, un alquiler siempre excesivo o una plaza de
aparcamiento, puede ser regulada y guardar una apariencia pacífica en la
guerra de todos contra todos. Es también la manera en que se garantiza
la cabeza baja del proletariado cuando hay que apretarse el cinturón,
cuando hay que salvar la economía nacional, o simplemente imponer una
economía de guerra y usarnos como carne de cañón para beneficio de una
fracción contra otra de la burguesía internacional.
Así,
cuanto más avanzan las contradicciones del capitalismo, cuanto más se
multiplican sus guerras, sus recortes sociales, su terrorismo estatal,
más necesario se vuelve el nacionalismo como forma de sujetar lo que se
está desintegrando. Desde Trump hasta Rojava, desde el Brexit hasta el
Movimento 5 Stelle, desde Syriza-ANEL hasta la Unión Cívica Húngara, la
nación se vuelve una respuesta cada vez más recurrente para recuperar la
rabia proletaria contra este sistema de miseria.
Esto
es a la vez causa y efecto de nuestras debilidades como proletarios. La
dificultad de reconocer que nuestras necesidades y nuestros intereses
son los mismos que los del proletariado de otras regiones es uno de los
mayores obstáculos que nos impiden luchar contra nuestra explotación.
Para impedir este reconocimiento, a veces se nos dice que lo que vemos
en otros lugares son luchas campesinas, a veces que son luchas
tercermundistas, o luchas contra el imperialismo de tal país o contra la
dictadura de tal otro, otras veces se las llama simplemente revueltas
del hambre. En las últimas décadas nuestra clase ha vivido estallidos
insurreccionales en diferentes territorios del planeta, pero la
dificultad de verse como lo mismo la ha dejado aislada, vulnerable a la
represión de la burguesía internacional y recuperable por la
socialdemocracia, siempre presta a la defensa de la economía patria, una
vez que se impone la calma. El nacionalismo nace de esta dificultad de
reconocerse como clase internacional y la refuerza. De la misma manera
que no hay Estado que no reproduzca y gestione nuestra miseria en este
sistema (se llame social, obrero o confederal), no hay defensa de la
nación que no desemboque en la guerra imperialista y el terrorismo
estatal. La independencia nacional es siempre la independencia de la
burguesía nacional. La defensa de la nación es siempre la preparación
para la guerra contra otras naciones. Sirva como ejemplo el nacionalismo
kurdo, gran aliado de los Estados Unidos en la masacre del proletariado
en todo el Kurdistán y Siria.
Esto es
algo que una parte importante del medio “anarquista” no ha sabido ver.
Presa del oportunismo, ha corrido detrás tras la maraña nacionalista con
los argumentos de siempre y ya muy manidos: hay que ser concretos, hay
que intervenir, es una dinámica que se puede desbordar, vamos a ir con
nuestras banderas, podemos influir. Es decir, el manido posibilismo del
mal menor, el “argumento” de que la gente está en la calle sin
preguntarse lo que hace en la calle, la demagogia de que no participar
sería quedarse en la propia torre de marfil —como si lo único que se
pudiese hacer es sumarse a esa corriente nacionalista y la crítica a la
misma no fuera la acción más coherente. Da igual que la historia de
nuestra clase haya demostrado mil veces lo contrario. Se ha llegado
incluso a convocar y apoyar una huelga general el 3 de octubre que
serviría finalmente la fortificación del nacionalismo catalán en su
lucha contra la burguesía y el Estado español. Hicieron el triste papel
de tontos útiles. Y es que no se pueden mantener posiciones comunistas y
anarquistas como si fuesen una especie de principios suspendidos en el
vacío. Nuestras posiciones no son una serie de declaraciones
altisonantes, sino una expresión del movimiento real de nuestra clase,
de las lecciones que podemos extraer de los procesos de revolución y
contrarrevolución en que nuestra clase ha tratado de destruir el
capital. Nuestra clase es mundial y tiene una historia, un hilo
histórico y un futuro. Desconocer ese hilo de pasado y futuro, quedarse
en la fotografía del presente y en el reducido espacio local, es
sinónimo de ideología, de condenarse a cometer siempre los mismos
errores que nuestros ancestros cometieron, de limitarse,
independientemente de las voluntades, a ser apéndices del capital.
Por
el contrario, la lucha de nuestra clase siempre ha tenido un carácter
contra la nación, porque se ve obligada a romper con la ilusión de que
hay algo que nos une a aquellos que se benefician directamente de
nuestra explotación, y porque en el proceso de lucha reconocemos como
hermanos de clase a aquellos que combaten contra los mismos enemigos y
por las mismas necesidades. El proletariado no tiene patria, porque es
una mercancía en cualquier lugar. Luchar contra nuestra explotación
quiere decir luchar contra todo Estado, contra toda nación y todos sus
representantes, luchar como clase mundial contra un capitalismo que es
necesariamente mundial. Por eso es tan importante la defensa de la
consigna histórica del proletariado, de su derrotismo revolucionario, de
que el enemigo está en nuestro propio país y es nuestra propia
burguesía. Luchando contra “nuestra burguesía” luchamos contra todas las
burguesías, contra todo Estado, contra toda nación.
Así,
a la reivindicación de la independencia catalana los proletarios en
lucha sólo podemos dar una respuesta, la misma que hemos necesitado dar
en toda región, en toda época: independencia de clase para la abolición
del capital y del Estado a nivel mundial.
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Así como el boletín Voladura N°1
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Otros textos publicados en esta web:
Sobre el conflicto de Catalunya (LFC, Pajarillos): http://valladolorentodaspartes.blogspot.com/2017/10/sobre-el-conflicto-de-catalunya.html
Sobre el conflicto independentista catalán y el corredor mediterráneo: http://valladolorentodaspartes.blogspot.com/2017/12/sobre-el-conflicto-independentista.html
No puede estar pasando (comunicado Grupo Anarquista Cencellada): http://valladolorentodaspartes.blogspot.com/2018/02/comunicado-no-puede-estar-pasando.html
Contra la unidad nacional, contra la colaboración entre clases: http://valladolorinternacionalista.blogspot.com/2017/09/referendum-en-cataluna-contra-la-unidad.html
Elecciones en Catalunya (Partido Comunista Internacional): http://valladolorentodaspartes.blogspot.com/2017/12/elecciones-en-cataluna.html