Motín en el CIE de Madrid: el proletariado inmigrante marca el camino
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valladolor
viernes, 21 de octubre de 2016
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Motín
en el Centro de Internamiento de Extranjeros de Madrid
De
nuevo el proletariado inmigrante marca el camino
Durante
la noche que va del día 18 al día 19 de este mes y durante la
mañana del mismo 19, un grupo de unos 40 inmigrantes argelinos se ha
amotinado en el Centro de Internamiento de Extranjeros de Aluche, en
Madrid. Por la noche, parece ser que aprovechando la escasa presencia
de policía en el Centro (ya que estaba toda vigilando el partido de
fútbol del Real Madrid), taparon las cámaras de videovigilancia,
forzaron las puertas y subieron a la azotea, donde permanecieron 11
horas bajo la lluvia con el fin de hacer escuchar sus exigencias:
libertad y dignidad de trato para los allí encarcelados. El tipo de
protesta no es nuevo: repite la forma de plantear las exigencias que
los presos comunes utilizaron durante toda la Transición entre otros
lugares en la cárcel de Carabanchel, en cuyas antiguas instalaciones
se encuentra el CIE.
Hace
escasos días, en Murcia, varios inmigrantes encerrados en el CIE de
Murcia lograban escapar y darse a la fuga. Y es que las condiciones
de vida en estas auténticas cárceles son terribles: los inmigrantes
que son llevados allí por la Policía pasan varios meses seguidos
encerrados, sin saber cuándo saldrán o si serán deportados de
vuelta a sus países de origen. Además, la privación de libertad la
padecen entre el frío del invierno y el calor sofocante del verano
en centros hacinados que no están habilitados para proporcionar unas
condiciones higiénicas mínimas. Legalmente, el CIE se sitúa en el
limbo: los encerrados no son culpables de ningún delito,
posiblemente no sean expulsados del país (menos de la mitad), están
vigilados 24 horas al día por la Policía Nacional sufriendo sus
abusos… En estas condiciones, protestas y motines de menor
intensidad que el de estos días, son mucho más corrientes de lo que
muestran los medios de comunicación.
Los
CIE son, sobre todo, una medida de coacción que utiliza el Estado
para amedrentar a los proletarios inmigrantes que no tienen sus
papeles de residencia en regla y por lo tanto contra todos los
proletarios inmigrantes que en cualquier momento pueden perder los
papeles y con ellos su condición legal en España. Son una amenaza
continua que pende continuamente sobre sus cabezas: si son hallados
sin la documentación en cualquier control policial, pasan
inmediatamente a este tipo de cárceles ilegales donde, básicamente,
serán encerrados durante varios meses sin saber qué será
definitivamente de ellos. Durante los años de bonanza económica,
cuando centenares de miles de proletarios provenientes de América
Latina y África eran empleados en los boyantes negocios de la
construcción, el mantenimiento de infraestructuras, la industria
agroalimentaria, etc. poco o nada se oía hablar de los CIE. Entonces
las facilidades de entrada en el país para los inmigrantes, según
el número que exigía el capital para utilizarlos en sus empresas,
se complementaron con una regularización masiva de todos los
proletarios inmigrantes que, en 2005, pudieran demostrar que llevaban
un año trabajando en España. Por supuesto que esta regularización
no fue gratuita: el mantenimiento de la residencia se vinculaba a una
revisión cada dos años cuyo resultado dependía de que se
conservase el empleo. Es decir, si no se trabajaba, si no se era útil
para la economía nacional, no se obtenía el derecho de residencia y
se corría el riesgo de ser expulsado. A esto se redujo el carácter
“humanitario” de la reforma del Partido Socialista que, según
decía, buscaba “acabar con la inmigración ilegal”. Por supuesto
que, pese a poder obtener una regulación de su status legal en el
país, los proletarios inmigrantes no dejaron de sufrir las mil y una
humillaciones cotidianas que el capital reserva a sus esclavos más
débiles: retenciones arbitrarias, chantajes por parte de los
empresarios aceptados para no perder los papeles, contratos
fraudulentos, etc. Los proletarios inmigrantes eran utilizados para,
en medio del boom económico, mantener los salarios estables, es
decir, bajos, para introducir nuevas modalidades de contratación
irregulares en sectores como la construcción, para sortear los
límites que el Derecho Laboral impone a la explotación de los
proletarios autóctonos, etc. No sólo han sido mano de obra barata,
han sido la mano de obra con la cual, mediante una opresión brutal y
unos niveles de explotación elevadísimos, el capital ha logrado
abaratar el resto de la mano de obra, introduciendo además una
fuerte división entre proletarios autóctonos e inmigrantes que ha
servido y sirve para espolear la propaganda burguesa que afirma que
el deterioro de las condiciones de vida y de trabajo de los
trabajadores españoles se debe a la entrada de inmigrantes… que la
misma burguesía había favorecido.
Todas
estas humillaciones cotidianas, la intensa explotación, la opresión
a manos de la Policía y el resto de instituciones del Estado, se
agravaron con el estallido de la crisis capitalista. Entonces los
proletarios inmigrantes se convirtieron en mano de obra sobrante,
innecesaria para unos negocios en franco declive. Por supuesto, la
renovación del permiso de residencia se acabó para aquellos que
perdieron el trabajo, muchos de los cuales se vieron forzados a
abandonar el país mientras que muchos otros fueron directamente
expulsados.
Para
los que se quedaron, la burguesía dispuso de nuevas y más duras
medidas legales destinadas a atemorizarles y mantenerles controlados.
Sujetos a las mayores privaciones, arrastrando a sus espaldas una
huida de sus países en la cual se juegan la vida a diario,
utilizados como moneda de cambio según el curso de la economía
nacional (van bien los negocios, represión de bajo nivel; van mal,
represión intensa) los proletarios inmigrantes encarnan no sólo la
realidad más lacerante del proletariado en el mundo capitalista,
sino también el futuro de los propios proletarios autóctonos que
hoy son ajenos a las protestas y motines. Ellos marcan la tendencia
de aquello que, más pronto que tarde, se impondrá a todos los
proletarios: explotación brutal en el puesto de trabajo, abandono a
su suerte cuando este se pierde. La crisis capitalista de la cual la
burguesía afirma haber escapado ya, ha dejado detrás de ella un
proceso inexorable de liquidación de los amortiguadores sociales que
permitían a los proletarios escapar de la miseria que habitualmente
les ha amenazado a cada paso. El recuerdo de las garantías sociales
que lograban mantener la cohesión social y la política de
colaboración entre clases encabezada por los sindicatos y partidos
pseudo obreros, pasa cada vez más a la historia a medida en que los
últimos resortes de estas garantías son eliminados. Pero era este
llamado Estado del Bienestar el que diferenciaba a los proletarios de
los grandes centros capitalistas diferenciarse del resto de
proletarios del mundo. Esta era la civilización que Europa y América
del Norte habían logrado a diferencia de África, Asia o América
del Sur. Hoy la situación de los proletarios inmigrantes que han
accedido a las fortalezas imperialistas de Europa o Norteamérica
muestra que el capitalismo acabará con cualquier traba que aparece
en el camino para remontar su crisis, con cualquier obstáculo para
recuperar el nivel de beneficios que exige. Los proletarios de
España, Francia, Italia, Alemania, Grecia… deben tomar buena nota
de aquellos a quienes se encierra en cárceles clandestinas porque
han perdido su trabajo. Es una advertencia que les muestra cuánto
valen ellos realmente para el capital cuando este no les necesita. No
pasará mucho tiempo hasta que los experimenten en su propia piel.
El
motín del CIE de Madrid no es la primera manifestación de rabia que
protagonizan los proletarios inmigrantes. Además de las decenas de
pequeñas protestas dentro de estas cárceles, se cuentan los
disturbios de Salou de hace un año, cuando inmigrantes dedicados a
la venta ilegal de mercancías se enfrentaron durante horas a la
policía después de que esta provocase la muerte de uno de ellos.
Están también los motines en los Centros de Estancia Temporal (CET)
situados en Ceuta y Melilla, donde los inmigrantes son arrojados una
vez que consiguen pasar la frontera de Marruecos. O los intentos de
organización de los vendedores ambulantes en Barcelona, que
recientemente han constituido el Sindicato de Manteros, acto que les
ha valido ya una dura represión por parte del Estado con la
aquiescencia del Ayuntamiento del Cambio de Ada Colau
Pero
junto a esta advertencia, los proletarios autóctonos deberán tomar
nota de cuál es la respuesta que sus hermanos de clase inmigrantes
están dando a la situación especialmente dura que padecen. Es
cierto que motines como el de Madrid son actos desesperados, pero
¿acaso la situación para la clase proletaria no se vuelve cada vez
más desesperada? De estos actos, espontáneos, no organizados y por
lo general derrotados, los proletarios deben sacar la lección de que
únicamente mediante la lucha de clase, comenzando por la lucha que
une en defensa de las condiciones de existencia inmediatas a los
proletarios de todos los orígenes, pueden lograr mejoras en su
situación. Los amotinados de Madrid han conseguido hacerse oír, han
suscitado simpatía entre otros proletarios y seguramente disfruten
de ahora en delante de unas condiciones mejores… Ese es el ejemplo
que han dado. Y aunque su victoria sea temporal, como tantas otras,
debe servir para que la lucha organizada de la clase obrera resurja y
se haga fuerte, rompiendo con las bridas que la política de
colaboración entre clases impone a los proletarios hacer todos los
sacrificios, sufrir todas las penurias y aceptar ciegamente un
destino cada vez más oscuro.
Por el retorno del proletariado
a la lucha clasista
Por la lucha en defensa
exclusiva de los intereses del proletariado
Por la unión de clase que
acabe con las distinciones de raza, nacionalidad, sexo o edad
¡Viva la lucha de los
proletarios encarcelados en los CIE!
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La apariencia como forma de lucha es un cancer
El debate esta en la calle, la lucha cara a cara
Usandolo mal internet nos mata y encarcela.
Piensa, actua y rebelate
en las aceras esta el campo
de batalla.
si no nos vemos
valladolorenlacalle@gmail.com