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¿Cuándo volverá a ser el Primero de Mayo de los trabajadores?
Posted by
valladolor
viernes, 29 de abril de 2016
1º de mayo,
abolición del trabajo asalariado,
anticapitalismo,
lucha de clases,
partido comunista internacional
El Primero de Mayo, de jornada
de lucha del trabajo contra el capital, se ha convertido en una fiesta
del
sometimiento de los trabajadores asalariados al capital.
¿Cuándo volverá a ser el Primero
de Mayo de los trabajadores?
Han destruido todo. Han eliminado las organizaciones
sindicales independientes de la clase obrera, han destruido el partido de clase
del proletariado, han falsificado y desfigurado la teoría marxista del
comunismo.
La clase dominante burguesa, la pequeña burguesía,
oportunistas y colaboracionistas: han unido sus fuerzas de conservación para
batir a la clase proletaria que había osado no sólo rebelarse contra su
explotación sistemática por parte de la burguesía, sino también luchar por su
emancipación de la esclavitud salarial. Una clase proletaria que a nivel
internacional había levantado el puño revolucionario contra toda opresión,
burguesa y pre-burguesa, contra toda forma de represión con la cual todas las
clases dominantes del mundo tenían y tienen aplastada bajo su talón de hierro a
las masas proletarias. En los años gloriosos de la revolución proletaria y de
la lucha proletaria lanzada por la Internacional Comunista a los proletarios de
todo el mundo, todos los poderes constituidos temblaron: de Berlín a París, de
Londres a Moscú, de Roma a Budapest. El imperialismo se encontró frente a un
proletariado capaz de sublevarse contra poderes que parecían imbatibles y que,
renovando la gesta de los comuneros parisinos, se lanzó a la conquista del
poder en Rusia, Alemania, Hungría y en Polonia. Moscú fue conquistada, y fue
capital proletaria y comunista durante una década; después vino Budapest, pero
se perdió después de unos meses como también sucedió con Baviera. Las fuerzas
de la contrarrevolución y del oportunismo se salieron con la suya y pudieron
contar con la degeneración de los partidos comunistas de los grandes países
europeos, en particular de Alemania y de Francia, y finalmente del Partido
Bolchevique. Aquella gran época de la revolución proletaria, única fuerza
portadora de la emancipación del proletariado de su esclavitud salarial, se
cerró con una derrota debida a la obscena alianza de los burgueses
democráticos con el estalinismo.
Donde el proletariado europeo había dado más problemas
a las clases dominantes burguesas, en Rusia, en Hungría, en Alemania y en
Italia, la reacción burguesa fue despiadada: la vieja guardia bolchevique fue
eliminada, aprisionada y sepultada en los campos de trabajo forzado por los verdugos
estalinistas que se podían enorgullecer de eliminar a los comunistas
revolucionarios considerándolos “enemigos del pueblo”; en Hungría fue la
reacción blanca la que sepultó a la jovencísima República de los Consejos, en
Alemania y en Italia, después de la obra de desarme político y militar por obra
de la socialdemocracia y del centrismo intervinieron las fuerzas de la reacción
negra para completar la obra.
Y es a causa de esta gigantesca reacción mundial del
imperialismo, tanto bajo los vestidos de la democracia como con aquellos del
socialismo estaliniano y del nazifascismo, que el proletariado fue conducido a
participar –sobre todo como carne de cañón- en la segunda carnicería mundial.
Desde
entonces han pasado más de 70 años de colaboracionismo cada vez más trivial:
las grandes huelgas de la postguerra si por un lado demostraban la gran
vitalidad de la clase obrera, por otro lado revelaban la capacidad de los
poderes burgueses de utilizar la larga fase de la expansión económica posterior
a las grandes destrucciones de la guerra para conceder a los obreros mejoras
limitadas para obtener a cambio la colaboración entre las clases para la cual
pusieron todas sus energías las fuerzas oportunistas políticas y sindicales,
asegurando de esta manera, desde la postguerra en adelante, la misma política
social adoptada por el fascismo. Así, el control social burgués no tenía
ya necesidad de la mano dura de la
reacción negra: bastaba, y aún basta, en general, con usar en todos los
terrenos los medios y métodos democráticos. Medios y métodos que tienen una
cualidad significativa para el poder burgués: hacen creer a los proletarios que
las mejoras de sus condiciones de vida y de trabajo se obtienen en el tiempo a
través de la negociación, la discusión, volviéndose partícipes de las
exigencias capitalistas, rechazando por ello los medios y los métodos de la
lucha directa, abierta, contra el patronato y el Estado.
Pero
los hechos demuestran exactamente lo contrario: perdida la independencia de
clase, perdidas las organizaciones proletarias independientes de defensa
inmediata y perdido el partido de clase, los proletarios se encuentran
completamente inermes frente a la clase que tiene en sus manos todo el poder,
económico, político, social y militar, la clase burguesa; poder que ejerce sin
escrúpulo alguno y en su propio beneficio exclusivamente. Y si de su mesa caen
las sobras, estas van sólo para sus guardianes sociales, los bonzos sindicales,
los politiqueros “socialistas” o “comunistas” o simplemente “de izquierda” y,
como mucho, al estrato de la aristocracia obrera que sirve para influenciar a
la gran masa proletaria para continuar sometida a los intereses capitalistas.
Los
hechos continúan demostrando que son los proletarios los que engrosan las filas
de los desocupados; son los proletarios los que se desgracian y mueren en el
trabajo por culpa de los patrones que se ahorran sistemáticamente las medidas
de seguridad y el mantenimiento de las instalaciones, aunque no ahorran vidas
de sus “propios” obreros; son los proletarios los que sufren continuamente el
empeoramiento de las condiciones de trabajo y de vida; son los proletarios los
que sufren los golpes de la represión cada vez que osan rebelarse contra las
condiciones de esclavitud en las cuales son obligados a vivir; son los
proletarios los que mueren bajo los bombardeos de las civilizadísimas naciones
democráticas y los que tienen que escapar de las persecuciones, de la
violencia, de las guerras, que las mayores potencias imperialistas provocan y
sostienen en todos los países de la periferia del mundo.
Los
hechos continúan demostrando que los intereses de los capitalistas pueden ser
defendidos sólo golpeando los intereses de los proletarios; y aquellos que
propagan la comunidad de intereses entre capitalistas y obreros no hacen sino
engañar sistemáticamente a los
proletarios atándoles de pies y manos para poder entregarles inermes a la
voracidad capitalista.
Los
proletarios, para poder aún sólo defenderse cotidianamente de los continuos
ataques de los capitalistas a sus condiciones de existencia, deben romper
drásticamente con los métodos, los medios y las políticas del colaboracionismo.
Deben reconquistar las armas de aquella que históricamente ha sido su batalla
de clase: la cual contra la burguesía está determinada por el antagonismo de
clase que es congénita a la sociedad burguesa. Las armas de esta lucha no son
las que la burguesía consigna a través de sus secuaces oportunistas, todas
ellas dirigidas a depender de los intereses y de la voluntad de los
capitalistas, mediante los cuales los proletarios son desviadas del
asociacionismo de clase para encerrarse en sus propios intereses individuales.
La fuerza de los proletarios no está tanto en el número cuanto en la
organización, en los métodos y en los medios que esta organización adopta y
mantiene a lo largo del tiempo.
Los
proletarios, para poder aún sólo defenderse cotidianamente de los continuos
ataques de los capitalistas a sus condiciones de existencia, deben
reorganizarse de manera independiente sobre plataformas de lucha en defensa
exclusiva de sus propios interese de clase. Deben rearmarse políticamente
gracias a la experiencia de luchas que rebelan cuáles son los verdaderos
aliados y cuáles son los enemigos; y en esta batalla los proletarios pueden
encontrar una orientación y una dirección de clase sólo de un partido que de los
objetivos más generales e históricos de la clase proletaria, a nivel no sólo
“nacional” sino internacional” ha hecho su misión, el partido de clase.
Como
la historia de las luchas de clase ha demostrado muchas veces, los proletarios
después de haber sufrido derrotas importantes, reencuentran nuevamente la
fuerza para reanudar su lucha de clase gracias
a factores económicos y materiales que le colocan en condiciones de no
poder soportar los métodos esclavistas que los poderes burgueses usan sobre
todo en periodos de crisis económica. El empuje a la lucha no deriva
simplemente de la “voluntad” individual o de grupo para luchar por un ideal;
deriva de la necesidad de sobrevivir en condiciones completamente diversas de
aquellas en las cuales se encuentra constreñido, como demuestran las masas de
prófugos y refugiados que cruzan, a costa de su propia vida, las fronteras
europeas.
Volver
a los objetivos unificadores de la clase para poder reagrupar en torno a ellos
una fuerza real, es una necesidad para la propia vida y un deber para la clase
a la cual se pertenece no por “elección” sino por condiciones sociales.
Y
deben volver a tener la mayor prioridad las reivindicaciones efectivamente
comunes a todas las categorías proletarias, más allá de la edad, del sexo, del
sector productivo o de la nacionalidad:
-DISMINUCIÓN DRÁSTICA DE LA JORNADA DE TRABAJO
-AUMENTO DEL SALARIO MAYOR PARA LAS CATEGORÍAS
PEOR PAGADAS
-MISMO SALARIO PARA OBLIGACIONES IGUALES, PARA
HOMBRES Y MUJERES, INMIGRANTES O NATIVOS
- SALARIO LABORAL O SALARIO DE DESOCUPACIÓN
-NO AL TRABAJO SIN MEDIDAS DE SEGURIDAD
-NO AL TRABAJO NEGRO
Y
la huelga –sin preaviso, sin límite de
tiempo y activa durante las negociaciones- debe volver a ser el arma principal
que los proletarios de todas las categorías, de todos los países, de todas las
razas o nacionalidades, utilicen en su lucha de defensa. Reorganizarse en
asociaciones económicas clasistas significativas unirse bajo el mismo programa
de lucha, por la defensa exclusiva de los intereses proletarios inmediatos.
Esta es la única vía para aabar con el continuo empeoramiento de las
condiciones de existencia de los proletarios, para salir del abismo en el cual
el oportunismo colaboracionista y el poder burgués le han hecho precipitarse y
para reanudar el camino de la emancipación proletaria de la esclavitud
salarial.
Luchar
por la emancipación del proletariado no quiere decir luchar por “más
democracia” gracias a la cual obtener más "bienestar“, más “libertad”, más
“derechos”. Luchar por la democracia significa luchar a favor de la
conservación social, a favor del poder burgués, a favor del sometimiento del
proletariado a los capitalistas;
significa atarse de pies y manos y entregarse a aquellos que explotan el
trabajo asalariado para enriquecerse y para aumentar el propio poder, de
aquellos que hoy predican la paz pero preparan la guerra.
El
proletariado revolucionario del siglo pasado ha sido finalmente batido, pero
más por culpa del oportunismo interclasista que por la fuerza del enemigo de
clase. La guerra histórica entre proletariado y burguesía, a nivel mundial,
está completamente abierta y al final .como sucedió para las viejas clases
dominantes del feudalismo- también la clase burguesa será derrotada. Y la
burguesía misma crea a sus enterradores (el Manifiesto
del Partido Comunista, 1.848).
1º de mayo de 2016
Partido Comunista Internacional
www.pcint.org
(il comunista – le
prolétaire – el proletario – proletarian – programme communiste – el programa
comunista)
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CONVOCATORIAS y otras publicaciones del 1º de mayo de 2016:
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La apariencia como forma de lucha es un cancer
El debate esta en la calle, la lucha cara a cara
Usandolo mal internet nos mata y encarcela.
Piensa, actua y rebelate
en las aceras esta el campo
de batalla.
si no nos vemos
valladolorenlacalle@gmail.com