MANIFESTACIÓN EN VALLADOLID,
8 de marzo: "No habrá emancipación de la mujer fuera de la emancipación de la clase proletaria en cuanto tal del capitalismo"
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valladolor
lunes, 7 de marzo de 2016
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MANIFESTACIÓN EN VALLADOLID,
por el DÍA DE LA MUJER TRABAJADORA:
8 de marzo, 20'OOH. Pza Fuente Dorada,
8 de marzo: en una sociedad en
la cual se santifica el beneficio capitalista a toda costa, se da el desprecio
congénito a la vida humana y, en particular, a la vida de las mujeres
Desde hace décadas,
el 8 de marzo es una fecha en la cual se concentra una de las más horribles
hipocresías de la modernísima y civilizadísima sociedad burguesa. Nacida, en los
comienzos del pasado siglo, como una fecha en la cual los partidos proletarios
de todo el mundo querían colocar en un primer plano la necesidad y la urgencia
de que el movimiento obrero asumiese la tarea de luchar no sólo contra la
opresión salarial sino también contra la opresión de género que en la sociedad
capitalista golpea a las mujeres en cuanto tales mujeres y en particular a las
mujeres proletarias, el 8 de marzo ha sido transformado –con una total sintonía
entre la clase burguesa y las fuerzas del oportunismo político- de jornada de
lucha proletaria contra la doble opresión en jornada en la cual se elevan
abstractas esperanzas de que, entre hombres y mujeres, sean reconocidos
“derechos iguales” en el campo social, jurídico y laboral.
Como el primero de
mayo proletario, también el 8 de marzo proletario ha sido destrozado y
pisoteado, convirtiéndolo en un símbolo impotente con el cual como mucho son recordadas
por un lado las muertas en el trabajo y, por otro lado, las mujeres asesinadas
como si fuesen víctimas de la fatalidad o de un destino desafortunado; como si
del infierno capitalista y de la opresión social no se saldrá jamás, si bien en
algunos casos las medidas de seguridad en los puestos de trabajo puedan evitar
algunos incidentes mortales y las denuncias de la violencia física y sexual
contra las mujeres puedan impedir la propagación sin obstáculos de las violaciones,
de la violencia doméstica y de los asesinatos. Pero basta con levantar la vista
y mirar la realidad para darse cuenta de que en una sociedad donde todo es
mercancía, donde la vida de cualquier ser humano está constreñida a sufrir las
leyes del beneficio capitalista, la violencia de la explotación que está incluida en el modo de producción, no podrán existir jamás “derechos iguales” para todos
porque la sociedad está dividida en clases que tienen intereses contrapuestos;
para darse cuenta de que la clase dominante, la burguesía, se mueve en el más
feroz antagonismo contra las clases subordinadas y en particular contra la
clase del proletariado. La explotación de la prostitución, la reducción a la
esclavitud de mujeres precipitadas en la miseria, la violencia contra las
mujeres perpetrada entre los muros del hogar, acompañan sistemáticamente al
desarrollo de la vida cotidiana en una sociedad que, mientras exalta como
valores fundamentales de la vida civil el derecho, la “igualdad de
oportunidades”, el respeto de la vida humana, la maternidad y la familia,
pisotea, aplasta en la realidad del día a día a millones de seres humanos
inmolados sobre todo para la satisfacción de los privilegios concentrados en
las manos de las clases dominantes burguesas. En la sociedad en la cual la
violencia está en la base del mismo modo de producción, no puede haber
desarrollo pacífico, armonioso, respetuoso de la vida y de la naturaleza. En la
sociedad que ha levantado la propiedad privada y el beneficio capitalista como
puntales fundamentales de la vida social, el acaparamiento violento en las
manos de una minoría de la riqueza producida socialmente como sistema de
defensa con las leyes y con la fuerza, y que se rige exclusivamente por la
explotación salarial sistemática de la gran mayoría de los seres humanos que
habitan el planeta, volviéndolos proletarios, sin reservas, es “normal” que
también los individuos ejerzan la violencia contra individuos más débiles, sobre
todo si es el conjunto de la organización social el que coloca en un estado de
inferioridad permanente y de opresión a la mayoría de la población. Y en este
estado permanente de inferioridad y de opresión se encuentra en particular la
población femenina proletaria: a la explotación de su capacidad de trabajo se
une la opresión doméstica, la violencia física, sexual, psicológica y el
asesinato: ¡cuerpos vendidos y comprados como una mercancía cualquiera cuando no
sirven más a sus necesidades!
Para completar todo
esto, los poderes burgueses, amenazados por las luchas sociales y por las
tentativas revolucionarias de las clases proletarias, han dado vida a una serie
interminable de reformas políticas y sociales, pero la situación dramática
desde el punto de vista económico y social de millares de seres humanos no ha
sólo no ha cambiado sino que ha empeorado. 200 años de desarrollo capitalista y
de poder burgués no han mejorado la vida cotidiana de los trabajadores
asalariados del mundo,excepto en una pequeña parte y en los países en los
cuales las clases proletarias han luchado con más dureza en defensa de sus
propias condiciones de vida y de trabajo. La disparidad social entre burguesía
y proletariado ha aumentado, no ha disminuido; la opresión salarial se ha
vuelto más feroz, no se ha atenuado; la violencia económica y social ha
aumentado en progresión geométrica en lugar de reducirse. Y la violencia sobre
las mujeres, que es parte integrante de la violencia general que la clase
burguesa ejerce sobre toda la sociedad para defender sus privilegios de clase,
ha aumentado, no ha disminuido. El hecho de que esta violencia se ejerce en la
mayor parte de los casos en la familia, dentro del hogar y a cargo de los
familiares y parientes, demuestra que la institución de la familia burguesa,
elevada a pivote de la vida social de los seres humanos, en realidad concentra
en su ámbito la violencia que se deriva de la presión que las relaciones
sociales, determinadas por las condiciones de esclavitud salarial y de
mercantilización de cada acto y actividad humana, ejercen sobre cada individuo
particular.
Para revertir completamente
el curso asesino de la explotación capitalista, la clase proletaria, la clase
que no posee nada pero que produce la riqueza social, es históricamente la
única clase social que está potencialmente en condiciones de abatir el poder
político de la clase burguesa e iniciar la transformación económica y social de
toda la sociedad en la perspectiva de una sociedad racionalmente armoniosa y de
especie en la cual las causas profundas de cualquier opresión, de cualquier
violencia, de cualquier esclavitud sean superadas definitivamente.
¿Utopía? ¿Es
imposible llegar a una sociedad sin opresión, sin violencia, sin explotación
del hombre por el hombre? Es lo que sostienen todos los burgueses porque tienen
interés en continuar viviendo con los privilegios debidos a la explotación
capitalista; y es lo que sostienen los pequeño burgueses porque tienen interés
en seguir viviendo como parásitos de la explotación de la clase proletaria; y
es lo que sostienen los curas de todas las religiones porque viven de los prejuicios
y de las creencias de las masas explotadas y desgarradas por la violencia
económica y social del capitalismo; y es lo que sostienen los oportunistas y
los colaboracionistas de cualquier color porque ambicionan ser protegidos por
los poderes burgueses para no compatir la vida difícil y sacrificada de las
masas proletarias golpeadas por la miseria, la desocupación, la desesperación y
la muerte; y es lo que sostienen los intelectuales porque comparten los puntos
centrales de la ideología burguesa: el individualismo, el personalismo...
difundiendo a través de los medios de propaganda y de la cultura burguesa la
ilusión de que la sociedad burguesa pueda ser mejorada y reformada sin abatir
el poder político y sin modificar de arriba abajo su estructura económica y sus
relaciones sociales.
Pero para el
marxismo –que ha descubierto el misterio del beneficio capitalista en la
explotación del trabajo asalariado (teoría del plusvalor), desvelando al mismo
tiempo la cualidad de fetiche de la mercancía y la base de cualquier desarrollo
social, político, moral, ideológico, en la estructura económica de la sociedad-
es la misma historia de las luchas entre las clases y el desarrollo económico
agigantado del capitalismo el que llevará a la sociedad actual a un final histórico
necesario: una crisis económica de sobre producción y una crisis social
profunda, agravada por una guerra mundial más devastadora que las precedentes,
de la cual la única vía de escape alternativa, para no recaer en un nuevo ciclo
histórico de opresión y de violencia capitalista, es la revolución de la clase
que no posee nada, que no tiene reservas, que sufre la esclavitud del trabajo
asalariado ¡la clase proletaria!
Solo la lucha de
clase proletaria por su propia emancipación de la esclavitud salarial,
conducida con medios y métodos de clase, guiada por el partido político de
clase que condensa las experiencias históricas de las revoluciones y de las
contra revoluciones, puede integrar en su desarrollo también la lucha por la
emancipación de las mujeres oprimidas de la opresión específica que las vuelve
víctimas. No habrá emancipación de la mujer fuera de la emancipación de la
clase proletaria en cuanto tal del capitalismo. La historia de las sociedades
divididas en clases antagónicas y de la historia capitalista en particular, lo
demuestra ampliamente.
Proletarias y
proletarios tienen un objetivo común: defenderse de la opresión salarial y
doméstica que se debe a las relaciones sociales de esta sociedad, uniéndose en
una lucha que tiene por objetivo histórico la eliminación de toda opresión y de
toda violencia en las relaciones sociales. Pero esta lucha no es de género
masculino o femenino, es de clase,
es del proletariado en su conjunto, que comienza sobre el terreno de la defensa
de las condiciones de vida y de trabajo, pero que debe continuar, elevándose
políticamente, sobre el terreno de la preparación revolucionaria, respondiendo
mañana, cuando la lucha de clase madurará las condiciones del enfrentamiento
revolucionario, a la organización con la organización, a la violencia con la
violencia, a la esclavitud con el despedazamiento de las cadenas, a la guerra
imperialista con la guerra civil. El mal social de la opresión de la mujer no
se extirpa con una ley más, con un derecho formal más o con una reforma más: se
extirpa sólo yendo a las raíces de la opresión, al modo de producción
capitalista que está en la base de toda la sociedad actual, pasando
necesariamente a través de una guerra de clase porque la burguesía no se dejará
vencer sin combatir con toda la violencia de la cual es capaz. A su violencia
hará falta responder con la misma violencia: es la misma clase burguesa la que
lo ha mostrado en su revolución contra el feudalismo y contra el absolutismo.
Sólo que la lucha del proletariado es la lucha de la gran mayoría de los seres
humanos, hasta ahora impotentes por la minoría burguesa que usa su poder
económico, político y militar en defensa exclusiva de sus intereses de clase y
de sus privilegios sociales.
Partido Comunista Internacional
(El Proletario) www.pcint.org
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El debate esta en la calle, la lucha cara a cara
Usandolo mal internet nos mata y encarcela.
Piensa, actua y rebelate
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