La indignación de la población frente a este crimen se generaliza y las manifestaciones violentas se repetirán durante una decena de días. Las autoridades locales responderán con un despliegue de policías fuertemente armados, la imposición de un toque de queda y el envió de la Guardia Nacional – cuerpo militar formado por reservistas –, igual que en las revueltas de los años '60. Los sacerdotes locales o nacionales (Jesse Jackson...), los “peacekeepers” – “guardianes de la paz” voluntarios (compuesto por miembros del clero, responsables comunitarios, etc.) que colaboran con la policía – y su nuevo jefe, negro (que se había unido a una manifestación pacifista de conmemoración organizada por las iglesias) no lograrán calmar los ánimos. La policía de Ferguson y los peacekeepers (que aprobarán el toque de queda) acusarán a “elementos criminales” foráneos de ser responsables de las reacciones violentas de la población; actitud clásica en estos casos, pero desmentida por el hecho de que la centena de manifestantes arrestados eran, en su aplastante mayoría, habitantes de la localidad o de sus alrededores. Miles de personas asistirán a los funerales de Michael Brown, luego de los cuales un familiar de la víctima llamó a los habitantes a que se inscribieran para las próximas elecciones de noviembre (1), llamado que fue retomado por los peacekeepers y demócratas locales; hay que recordar que el porcentaje de participación electoral de la población negra y pobre es muy bajo, justo cuando las elecciones que se avecinan serán decisivas para la administración Obama. En las semanas siguientes, demócratas, curas de diversas religiones y supuestos “líderes comunitarios” pondrán gran empeño en calmar la cólera irreductible de las masas, organizando manifestaciones pacifistas y acciones de “desobediencia civil”, tales como el ridículo “Moral Monday” (lunes moral). Más adelante, el 22 de octubre, la rabia de los jóvenes y de la población estalla de nuevo, seguida de enfrentamientos con la policía, después que “fugas” del informe oficial de la autopsia fueron reveladas, con las que se trata de acreditar la versión oficial del asesinato, según la cual el agente de policía habría disparado para defenderse. LA ELECCIÓN DE OBAMA NO HA HECHO DESAPARECER EL RACISMO La elección de un presidente demócrata de piel negra no ha cambiado la situación social en los Estados Unidos, tampoco ha hecho desaparecer el racismo que es una de sus consecuencias. Ferguson no es lo que se pueda llamar un gueto; pero más de 1/5 de la población, proletaria en su mayoría, vive por debajo del nivel de pobreza, negros en su mayoría. Los burgueses por el contrario son en su mayoría blancos, como los políticos locales y los agentes de policía encargados de que reine el orden; para ellos los negros forman parte integral de las “clases peligrosas”, como se les llamaba a los proletarios en el siglo diecinueve, blanco preferido de los atropellos e intimidaciones policiales, elemento importante de la dominación burguesa en la “América Libre”. El drama de Ferguson, en efecto, no es un caso aislado, causado por una policía particularmente feroz y racistas (posteriormente varios agentes han sido suspendidos por actos o propósitos racistas); según las estadísticas, en Estados Unidos, un negro es asesinado cada 28 horas (2). Las víctimas de la policía no son todas de origen afroamericano (42% son blancos, 31,8% negros, 19,7% latinos, etc.) (3), aun cuando son los más numerosos en proporción al número total de afroamericanos; pero son todos proletarios en su mayoría. En gran parte de los casos, los agentes del orden salen airosos y, en general, cuando son condenados, sus penas son leves; con ello se demuestra que el carácter brutal de la policía norteamericana forma parte del orden burgués y de la “Justicia” que lo hace respetar. Los Estados Unidos gozan de los porcentajes de encarcelamiento más elevados del mundo (730 prisioneros por cada cien mil habitantes) (4) y, a partir de la edad de 30 años, un hombre negro de cada diez ya ha pasado por la prisión. Desde los años '70, esta tasa de encarcelación se ha incrementado fuertemente (casi diez veces, pasando de 240 mil en 1972 a cerca de 2,3 millones en 2014) y con tendencia a aumentar (5), al mismo tiempo que se endurece el régimen interno de las prisiones. El presupuesto para la construcción de prisiones se ha vuelto más importante que el presupuesto consagrado a la construcción de viviendas sociales; hasta se puede decir que la construcción de prisiones se ha convertido en el principal programa de viviendas de interés social del país. (6) La prensa ha notado particularmente el acoso policial que reina en Ferguson; este se manifiesta por una avalancha de multas donde los más pobres son los más golpeados (en 2013, 24.500 multas por 21 mil habitantes), y, cuando no son pagadas, pueden llevar directamente a la cárcel. Esta es una de las prácticas utilizadas por las municipalidades de la región para conseguir dinero, cosa que responde perfectamente a los principios de funcionamiento del capitalismo: ¡arrancar un máximo de plata a los proletarios! LA MILITARIZACIÓN DE LA POLICÍA ES EL REFLEJO DE LA AGRAVACIÓN DE LAS TENSIONES SOCIALES A propósito de los eventos ocurridos en Ferguson, las buenas almas demócratas se han alarmado por la militarización de las fuerzas policiales y su “uso excesivo de la fuerza”. Luego de las revueltas de Watts, en 1968, en Los Ángeles, fue creada una unidad policial llamada SWAT (Special Weapons and Tactics); al año siguiente se le asignará el combate a muerte contra un grupo de Black Panthers. Desde los años '80 estas unidades especiales de guerra civil han crecido lentamente, acelerando su expansión luego de los atentados de 2001. Estas se encuentran presente en 80% de las ciudades con más de 25.000 habitantes y pasan a la acción más de 50 mil veces al año (contra 3.000 en 1980), un 80% consiste en operaciones normales de policía. Solo en 2011 más de 500 comisarías habían sido equipadas con vehículos blindados iguales a los que han sido utilizados en Ferguson. El informe de la ACLU (American Civil Liberties Union) sobre “la excesiva (sic) militarización de la policía”) deplora que “la militarización de la policía norteamericana es manifiesta, tanto en el entrenamiento recibido por sus oficiales que la obliga a adoptar una mentalidad de 'guerrero' y a considerar a la población, a cuyo servicio se supone que están, como enemigos, así como en el hecho de dotarlas de palas mecánicas, granadas aturdidoras y vehículos blindados. Este cambio de cultura ha sido apoyado por la Corte Suprema de los Estados Unidos (...)” (8). En absoluto pensamos que haya habido un “cambio de cultura” en la policía estadounidense, como así creen o quieren hacer creer los demócratas. El papel fundamental de la policía, en Estados Unidos y en cualquier parte, no es el de servir o proteger a la población, sino el de servir y proteger a un orden político, económico y social bien preciso – el capitalismo. Demas está decir que la militarización de la policía no es un fenómeno especifico a los Estados Unidos. Cierto es que en ciertos momentos, en ciertas épocas y en ciertos países, la policía presenta un rostro más “humano”, muestra estar “cercana a la población” (como por ejemplo el tradicional “bobby” londinense desprovisto de armas), pero siempre estará para actuar y servir a los mismos intereses burgueses. La dominación de la clase burguesa y del modo de producción capitalista descansa en la violencia, incluso cuando esta violencia se encuentra en “estado potencial”, es decir, cuando no aparece abiertamente (o solo en los llamados “sucesos”) pero se expresa en la ley y en el aparato jurídico y policial necesarios para hacerla respetar. La “cultura” policial varía en función de las tensiones sociales: hemos visto que las primeras unidades SWAT fueron creadas en los años 60' luego de la serie de revueltas en los barrios negros de la época. Sin duda alguna que las reformas emprendidas, buscando eliminar las formas más intolerables de segregación racial y crear una clase media negra, han hecho bajar la tensión, pero estas no han podido hacer desaparecer el racismo, el cual está ligado históricamente al desarrollo del capitalismo estadounidense, ni mucho menos las desigualdades sociales engendradas por el capitalismo. Estas no han cesado de profundizarse desde la época de Reagan, y el fenómeno se ha acelerado desde la última crisis. Los burgueses, que están muy al corriente de esta situación, han utilizado el pretexto de la “guerra contra el terrorismo” para implementar medidas de guerra contra los proletarios. Según la OCDE, los Estados Unidos son, después de Chile, el país en que las desigualdades son las más escandalosas (9). Según el economista Thomas Piketty “la desigualdad de los ingresos en Estados Unidos es probablemente más grande que en cualquier otra sociedad, en cualquier momento de la historia, en cualquier parte del mundo” (10). La tasa de pobreza es la más elevada de los países capitalistas más desarrollados (17,1% contra 11% en Alemania, 8,3 en Gran Bretaña, 7,1% en Francia, etc.); y, si en cifras absolutas los blancos pobres son más numerosos, en cifras relativas los negros están por encima (11). Los salarios reales del 20% de los trabajadores menos bien pagados, hoy son inferiores al salario que tenían en 1973 (12), y la distancia del ingreso promedio entre blancos y negros (proporcionalmente más numerosos entre los trabajadores mal pagados) la cual se había reducido a lo largo de los años, se acerca a la que existía hace 50 años (13). La tasa de desempleo en los negros es netamente superior a la de los blancos: 12,2% contra 5,6% hasta julio del presente año. En Ferguson, que desde hace una década el número de pobres se ha duplicado, y que desde el estallido de la crisis de 2007 los trabajadores que todavía tienen un empleo han visto sus salarios disminuir de 1/3, esta tasa llega a 26%. Los demócratas de toda laya lamentan que el uso “excesivo” de la fuerza por parte de la policía ahonde el abismo entre esta y la población, estos proponen diversas medidas para que la policía esté efectivamente al servicio y bajo el control de los ciudadanos, al mismo tiempo que llama a los manifestantes a obedecer a esta policía criminal, buscando desviar la cólera de las masas y de los jóvenes hacia el callejón sin salida electoral; con ello no hacen sino servir al capitalismo cuyo instrumento es la policía. Pero en Ferguson no pudieron impedir que los manifestantes se enfrentaran a la policía. Hablando de estos demócratas, un joven manifestante declaraba a un periodista: “Vinieron con sus 'Oh, conservemos la paz. Recemos, marchemos, votemos'. Pero nosotros tenemos unas malditas ganas de alzarnos, hasta obtener lo que deseamos. De presionarlos hasta obtener lo que queremos. De prepararnos para morir si es preciso. (…). De combatir hasta la muerte porque igual nos están matando. (…) Voten por quien voten, opten por un candidato diferente, el sistema no cambiará. Es el sistema mismo que hay que cambiar” (15). Los trágicos acontecimientos de Ferguson son un episodio en la guerra de clase que en forma permanente la clase dominante lleva a cabo contra los proletarios y masas explotadas, en Estados Unidos y el mundo entero. Los jóvenes de la ciudad han dado el ejemplo de que era posible responder por la revuelta; de golpe han transformado lo que hubiese podido recordarse como un trágico suceso en una lejana ciudad periférica, en un evento de política nacional. Ello demuestra que los burgueses temen que la inexorable agravación de las tensiones sociales poco a poco conviertan a los Estados Unidos en un barril de pólvora. Los jóvenes manifestantes de Ferguson han comprendido que el camino de la resignación, de las protestas pacificas y las elecciones no conducen a nada. Son los hechos quienes lo demuestran y que demuestran la necesidad de la revuelta. Son los hechos también quienes demostrarán la necesidad de la organización de clase y del partido revolucionario para organizar y dirigir la lucha por cambiar el sistema. Cuando los proletarios se convenzan, pues, ya no será la hora de las revueltas, sino de la revolución la que sonará. Todavía no nos encontramos en esa situación, pero es esa perspectiva la que Ferguson indica. Partido Comunista Internacional 23 / 10 /2014 www.pcint.org
Ferguson, USA: Un episodio de la guerra entre clases
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valladolor
domingo, 9 de noviembre de 2014
anticapitalismo,
antipolicial,
antirracismo,
EEUU,
partido comunista internacional,
represión
Ferguson, USA: Un episodio de la guerra entre clases
El 9 de agosto, en Ferguson, una
pequeña localidad estadounidense de la periferia de Saint Louis, un policía
asesinaba de seis disparos a Michael Brown, un joven afroamericano
desarmado, de apenas 18 años, que alzaba las manos después de haber cometido
el error de no responder a la orden policial de caminar por la acera. Su
cadáver estuvo tirado en la calle varias horas, como un perro, sin que sus
parientes pudieran al menos acercarse a él.
La indignación de la población frente a este crimen se generaliza y las manifestaciones violentas se repetirán durante una decena de días. Las autoridades locales responderán con un despliegue de policías fuertemente armados, la imposición de un toque de queda y el envió de la Guardia Nacional – cuerpo militar formado por reservistas –, igual que en las revueltas de los años '60. Los sacerdotes locales o nacionales (Jesse Jackson...), los “peacekeepers” – “guardianes de la paz” voluntarios (compuesto por miembros del clero, responsables comunitarios, etc.) que colaboran con la policía – y su nuevo jefe, negro (que se había unido a una manifestación pacifista de conmemoración organizada por las iglesias) no lograrán calmar los ánimos. La policía de Ferguson y los peacekeepers (que aprobarán el toque de queda) acusarán a “elementos criminales” foráneos de ser responsables de las reacciones violentas de la población; actitud clásica en estos casos, pero desmentida por el hecho de que la centena de manifestantes arrestados eran, en su aplastante mayoría, habitantes de la localidad o de sus alrededores. Miles de personas asistirán a los funerales de Michael Brown, luego de los cuales un familiar de la víctima llamó a los habitantes a que se inscribieran para las próximas elecciones de noviembre (1), llamado que fue retomado por los peacekeepers y demócratas locales; hay que recordar que el porcentaje de participación electoral de la población negra y pobre es muy bajo, justo cuando las elecciones que se avecinan serán decisivas para la administración Obama. En las semanas siguientes, demócratas, curas de diversas religiones y supuestos “líderes comunitarios” pondrán gran empeño en calmar la cólera irreductible de las masas, organizando manifestaciones pacifistas y acciones de “desobediencia civil”, tales como el ridículo “Moral Monday” (lunes moral). Más adelante, el 22 de octubre, la rabia de los jóvenes y de la población estalla de nuevo, seguida de enfrentamientos con la policía, después que “fugas” del informe oficial de la autopsia fueron reveladas, con las que se trata de acreditar la versión oficial del asesinato, según la cual el agente de policía habría disparado para defenderse. LA ELECCIÓN DE OBAMA NO HA HECHO DESAPARECER EL RACISMO La elección de un presidente demócrata de piel negra no ha cambiado la situación social en los Estados Unidos, tampoco ha hecho desaparecer el racismo que es una de sus consecuencias. Ferguson no es lo que se pueda llamar un gueto; pero más de 1/5 de la población, proletaria en su mayoría, vive por debajo del nivel de pobreza, negros en su mayoría. Los burgueses por el contrario son en su mayoría blancos, como los políticos locales y los agentes de policía encargados de que reine el orden; para ellos los negros forman parte integral de las “clases peligrosas”, como se les llamaba a los proletarios en el siglo diecinueve, blanco preferido de los atropellos e intimidaciones policiales, elemento importante de la dominación burguesa en la “América Libre”. El drama de Ferguson, en efecto, no es un caso aislado, causado por una policía particularmente feroz y racistas (posteriormente varios agentes han sido suspendidos por actos o propósitos racistas); según las estadísticas, en Estados Unidos, un negro es asesinado cada 28 horas (2). Las víctimas de la policía no son todas de origen afroamericano (42% son blancos, 31,8% negros, 19,7% latinos, etc.) (3), aun cuando son los más numerosos en proporción al número total de afroamericanos; pero son todos proletarios en su mayoría. En gran parte de los casos, los agentes del orden salen airosos y, en general, cuando son condenados, sus penas son leves; con ello se demuestra que el carácter brutal de la policía norteamericana forma parte del orden burgués y de la “Justicia” que lo hace respetar. Los Estados Unidos gozan de los porcentajes de encarcelamiento más elevados del mundo (730 prisioneros por cada cien mil habitantes) (4) y, a partir de la edad de 30 años, un hombre negro de cada diez ya ha pasado por la prisión. Desde los años '70, esta tasa de encarcelación se ha incrementado fuertemente (casi diez veces, pasando de 240 mil en 1972 a cerca de 2,3 millones en 2014) y con tendencia a aumentar (5), al mismo tiempo que se endurece el régimen interno de las prisiones. El presupuesto para la construcción de prisiones se ha vuelto más importante que el presupuesto consagrado a la construcción de viviendas sociales; hasta se puede decir que la construcción de prisiones se ha convertido en el principal programa de viviendas de interés social del país. (6) La prensa ha notado particularmente el acoso policial que reina en Ferguson; este se manifiesta por una avalancha de multas donde los más pobres son los más golpeados (en 2013, 24.500 multas por 21 mil habitantes), y, cuando no son pagadas, pueden llevar directamente a la cárcel. Esta es una de las prácticas utilizadas por las municipalidades de la región para conseguir dinero, cosa que responde perfectamente a los principios de funcionamiento del capitalismo: ¡arrancar un máximo de plata a los proletarios! LA MILITARIZACIÓN DE LA POLICÍA ES EL REFLEJO DE LA AGRAVACIÓN DE LAS TENSIONES SOCIALES A propósito de los eventos ocurridos en Ferguson, las buenas almas demócratas se han alarmado por la militarización de las fuerzas policiales y su “uso excesivo de la fuerza”. Luego de las revueltas de Watts, en 1968, en Los Ángeles, fue creada una unidad policial llamada SWAT (Special Weapons and Tactics); al año siguiente se le asignará el combate a muerte contra un grupo de Black Panthers. Desde los años '80 estas unidades especiales de guerra civil han crecido lentamente, acelerando su expansión luego de los atentados de 2001. Estas se encuentran presente en 80% de las ciudades con más de 25.000 habitantes y pasan a la acción más de 50 mil veces al año (contra 3.000 en 1980), un 80% consiste en operaciones normales de policía. Solo en 2011 más de 500 comisarías habían sido equipadas con vehículos blindados iguales a los que han sido utilizados en Ferguson. El informe de la ACLU (American Civil Liberties Union) sobre “la excesiva (sic) militarización de la policía”) deplora que “la militarización de la policía norteamericana es manifiesta, tanto en el entrenamiento recibido por sus oficiales que la obliga a adoptar una mentalidad de 'guerrero' y a considerar a la población, a cuyo servicio se supone que están, como enemigos, así como en el hecho de dotarlas de palas mecánicas, granadas aturdidoras y vehículos blindados. Este cambio de cultura ha sido apoyado por la Corte Suprema de los Estados Unidos (...)” (8). En absoluto pensamos que haya habido un “cambio de cultura” en la policía estadounidense, como así creen o quieren hacer creer los demócratas. El papel fundamental de la policía, en Estados Unidos y en cualquier parte, no es el de servir o proteger a la población, sino el de servir y proteger a un orden político, económico y social bien preciso – el capitalismo. Demas está decir que la militarización de la policía no es un fenómeno especifico a los Estados Unidos. Cierto es que en ciertos momentos, en ciertas épocas y en ciertos países, la policía presenta un rostro más “humano”, muestra estar “cercana a la población” (como por ejemplo el tradicional “bobby” londinense desprovisto de armas), pero siempre estará para actuar y servir a los mismos intereses burgueses. La dominación de la clase burguesa y del modo de producción capitalista descansa en la violencia, incluso cuando esta violencia se encuentra en “estado potencial”, es decir, cuando no aparece abiertamente (o solo en los llamados “sucesos”) pero se expresa en la ley y en el aparato jurídico y policial necesarios para hacerla respetar. La “cultura” policial varía en función de las tensiones sociales: hemos visto que las primeras unidades SWAT fueron creadas en los años 60' luego de la serie de revueltas en los barrios negros de la época. Sin duda alguna que las reformas emprendidas, buscando eliminar las formas más intolerables de segregación racial y crear una clase media negra, han hecho bajar la tensión, pero estas no han podido hacer desaparecer el racismo, el cual está ligado históricamente al desarrollo del capitalismo estadounidense, ni mucho menos las desigualdades sociales engendradas por el capitalismo. Estas no han cesado de profundizarse desde la época de Reagan, y el fenómeno se ha acelerado desde la última crisis. Los burgueses, que están muy al corriente de esta situación, han utilizado el pretexto de la “guerra contra el terrorismo” para implementar medidas de guerra contra los proletarios. Según la OCDE, los Estados Unidos son, después de Chile, el país en que las desigualdades son las más escandalosas (9). Según el economista Thomas Piketty “la desigualdad de los ingresos en Estados Unidos es probablemente más grande que en cualquier otra sociedad, en cualquier momento de la historia, en cualquier parte del mundo” (10). La tasa de pobreza es la más elevada de los países capitalistas más desarrollados (17,1% contra 11% en Alemania, 8,3 en Gran Bretaña, 7,1% en Francia, etc.); y, si en cifras absolutas los blancos pobres son más numerosos, en cifras relativas los negros están por encima (11). Los salarios reales del 20% de los trabajadores menos bien pagados, hoy son inferiores al salario que tenían en 1973 (12), y la distancia del ingreso promedio entre blancos y negros (proporcionalmente más numerosos entre los trabajadores mal pagados) la cual se había reducido a lo largo de los años, se acerca a la que existía hace 50 años (13). La tasa de desempleo en los negros es netamente superior a la de los blancos: 12,2% contra 5,6% hasta julio del presente año. En Ferguson, que desde hace una década el número de pobres se ha duplicado, y que desde el estallido de la crisis de 2007 los trabajadores que todavía tienen un empleo han visto sus salarios disminuir de 1/3, esta tasa llega a 26%. Los demócratas de toda laya lamentan que el uso “excesivo” de la fuerza por parte de la policía ahonde el abismo entre esta y la población, estos proponen diversas medidas para que la policía esté efectivamente al servicio y bajo el control de los ciudadanos, al mismo tiempo que llama a los manifestantes a obedecer a esta policía criminal, buscando desviar la cólera de las masas y de los jóvenes hacia el callejón sin salida electoral; con ello no hacen sino servir al capitalismo cuyo instrumento es la policía. Pero en Ferguson no pudieron impedir que los manifestantes se enfrentaran a la policía. Hablando de estos demócratas, un joven manifestante declaraba a un periodista: “Vinieron con sus 'Oh, conservemos la paz. Recemos, marchemos, votemos'. Pero nosotros tenemos unas malditas ganas de alzarnos, hasta obtener lo que deseamos. De presionarlos hasta obtener lo que queremos. De prepararnos para morir si es preciso. (…). De combatir hasta la muerte porque igual nos están matando. (…) Voten por quien voten, opten por un candidato diferente, el sistema no cambiará. Es el sistema mismo que hay que cambiar” (15). Los trágicos acontecimientos de Ferguson son un episodio en la guerra de clase que en forma permanente la clase dominante lleva a cabo contra los proletarios y masas explotadas, en Estados Unidos y el mundo entero. Los jóvenes de la ciudad han dado el ejemplo de que era posible responder por la revuelta; de golpe han transformado lo que hubiese podido recordarse como un trágico suceso en una lejana ciudad periférica, en un evento de política nacional. Ello demuestra que los burgueses temen que la inexorable agravación de las tensiones sociales poco a poco conviertan a los Estados Unidos en un barril de pólvora. Los jóvenes manifestantes de Ferguson han comprendido que el camino de la resignación, de las protestas pacificas y las elecciones no conducen a nada. Son los hechos quienes lo demuestran y que demuestran la necesidad de la revuelta. Son los hechos también quienes demostrarán la necesidad de la organización de clase y del partido revolucionario para organizar y dirigir la lucha por cambiar el sistema. Cuando los proletarios se convenzan, pues, ya no será la hora de las revueltas, sino de la revolución la que sonará. Todavía no nos encontramos en esa situación, pero es esa perspectiva la que Ferguson indica. Partido Comunista Internacional 23 / 10 /2014 www.pcint.org
(1) Después de este llamado, la
prensa anunciaba que, en un mes, más de 3 mil personas se habían inscrito en
las listas electorales. Pero las cifras verdaderas revelaran que solo se
habían inscrito … 123! Las sirenas democráticas no han logrado convencer a
la población proletaria de Ferguson que la solución a sus problemas esta en
las urnas y los demócratas de Obama son sus amigos.
(2) cf “Operation Ghetto Storm”,
www.mxgm.org. Los autores de este informe afirman que la cifra real puede
ser de un muerto cada 24 horas, ya que en decenas de otros homicidios no se
ha logrado confirmar la responsabilidad de la policía.
(4) cf http://www.hrw.org/fr/world-report-2010/tats-unis
(5) El incremento del número de
personas encarceladas se debe a la creciente agravacion de la legislacion.
En 1995, según una nueva ley aprobada en California (“Three Strike Law”),
Leandro Andrade fue condenado a 50 años de cárcel por el robo de 9
video-casetes; y abundan estos ejemplos irritantes, incluyendo aquellos
donde las condenas pronunciadas van hasta la cadena perpetua (cuyo número ha
sido multiplicado por cuatro en veinte años, concerniendo a los negros en un
80%).
Este tipo de juicios nada tiene que ver con los principios clásicos de
“justicia”, según los cuales toda pena debe ser proporcional al delito; se
trata pura y simplemente de aterrorizar a la población pobre en el
cuadro de la “guerra contra el crimen”, que forma parte en realidad de la
guerra de clases.
El aumento del encarcelamiento es
una fuente de ganancias para una serie de empresas especializadas en la
construcción y gestión de prisiones privadas, etc. (llegando al extremo de
casos en que jueces corrompidos han sido groseramente pagados por estas
sociedades para enviar un máximo de gente a la prisión!), pero cuesta caro a
las finanzas públicas. Es por eso que recientemente en varios estados se
han firmado algunas decisiones de justicia a fin de disminuir el número de
personas encarceladas, cosa que, en 2013, había provocado una ligera baja en
el porcentaje de encarcelamientos; pero estas decisiones han sido rechazadas
por la Corte Suprema, como en California. Ver:
http://www.bjs.gov/content/pub/pdf/jim13st.pdf
(6) http://www.persee.fr/web/revues/home/prescript/article/arss_0335-5322_1998_num_124_1_3261
(7) cf “Coupables d'être pauvres”, Le
Monde, 8/10/2014. El
primero de octubre, luego de lo ocurrido en Ferguson, el tribunal municipal
de St Louis decidió suprimir 220 mil ordenes de arresto por infracciones al
código de la circulación...
(8) «War comes home. The
Excessive Militarization of American Policing», ACLU, 1/06/2014.
www.
aclu.org/ sites/ default/ files/ assets/ jus14-warcomeshome- report-web-rel1.pdf
(9) Según el coeficiente Gini (el
índice más utilizado para medir las desigualdades), de los 31 países
pertenecientes a la OCDE. cf http:// www. pewresearch.org/ fact-tank/ 2013/
12/ 19/ global-inequality-how-the-u-s-compares/
(10) http://scalar.usc.edu/works/growing-apart-a-political-history-of-american-inequality/index.
(11) La tasa de pobreza es más
alta que en los años 70' y, si bien la distancia se ha reducido, esta
continua siendo 2 veces más elevada en los negros que en los blancos. En
particular para los niños, donde esta tasa más elevada se debe a la poca
ayuda social y la precariedad de las medidas sociales en Estados Unidos. Si
se deja a un lado esta medidas provenientes del “Estado-Providencia”, la
tasa de pobreza alcanza fácilmente la de los otros países.. Cfr: http:// www.
ssc.wisc.edu / ~wright/ ContemporaryAmericanSociety/ Chapter%2012 %20--%20Persistent %20poverty%20--%20Norton %20August .pdf
(12) http://scalar.usc.edu/works/growing-apart-a-political-history-of-american-inequality/index
(13) El ingreso promedio de
un
hogar negro, en 2011, correspondía al 59% del ingreso medio de un hogar
blanco, contra 55% en 1967, esta diferencia se ha profundizado a partir
de
la última recesión.
Cf.
http://www.pewsocialtrends.org/2013/08/22/kings-dream-remains-an-elusive-goal-many-americans-see-racial-disparities/4/#chapter-3-demographic-economic-data-by-race
(14) http://fortune.com/2014/08/15/ferguson-income-inequality/
(15) http://www.truth-out.org/news/item/26043-between-the-peacekeepers-and-the-protesters-in-ferguson
El año pasado, la madre de un
joven acribillado de 21 (de 28) balazos por la policía de St. Louis, estando
manos arriba, se lamentaba de que no hubieran motines luego de la muerte de
su hijo: todas la protestas fueron pacificas y ordenadas – y no se logró
nada.
Valladolor no admite comentarios
La apariencia como forma de lucha es un cancer
El debate esta en la calle, la lucha cara a cara
Usandolo mal internet nos mata y encarcela.
Piensa, actua y rebelate
en las aceras esta el campo
de batalla.
si no nos vemos
valladolorenlacalle@gmail.com