El pasado jueves por la noche moría violentamente, otra vez, un chico de 14 años en el Zambrana.
El adolescente falleció tras ser "reducido" por la seguridad del centro. El menor permanecía en el Centro Zambrana desde el pasado 25 de enero de 2022, tras llegar a Valladolid procedente de Suiza, donde había sido sometido a una cirugía abdominal.
Inicialmente el joven fue acogido el 29 de noviembre de 2021 en el Centro José Montero y la Junta asumió su guarda provisional el 1 de diciembre. Sin embargo, a causa de su reiterada conducta violenta de "insultos, amenazas y agresiones" tuvo que ser trasladado en enero al Zambrana.
Por lo que se va sabiendo, la madre del menor reside en Túnez y el padre en Sicilia (Italia). Hasta ahora la Gerencia de Servicios Sociales ha contactado con la familia en el país norteafricano para la repatriación de cadáver.
La trágica noticia debería hacer pensar a esta sociedad... pero ya se encargan los medios de comunicación de pensar por nosotros, presentando al menor como "violento" e incontrolable y afirmando que todo lo ocurrido entra dentro de "lo normal". Y es así, claro que es así, un menor sin padres, fuera de su tierra, zarandeado por la fortuna, traído y llevado de un lado a otro por media Europa, preso en no sé cuántas cárceles... ¿cómo no va a reaccionar violentamente? ¿Es igual la violencia de alguien acorrolado que se defiende como puede y la de quien detenta el poder y tiene todos los medios para imponerla? No claro, lo primero es violencia, vandalismo, terrorismo...; lo segundo es ley: el monopolio de la fuerza y la violencia por parte del Estado.
Los agentes de seguridad se dieron cuenta de que no respiraba después de aplicarle medidas de contención física y mecánica
Este jueves, en torno a las 22.15 horas, según la prensa, "el menor volvió a protagonizar un episodio violento contra el personal y las instalaciones". Dos miembros del personal de seguridad del centro intervinieron aplicando medidas de contención físicas y mecánicas, como la aplicación de esposas. Por lo que relatan algunos miembros de la seguridad, el proceso de "reducción" fue "el normal en estos casos", poniéndose el chico muy nervioso hasta el punto de que, según la citada seguridad, le soltaron tras la reducción, produciéndose poco después el fallo cardiaco. ¿Qué situaciones no habrá tenido que vivir un menor para llegar a ponerse así? ¿Cuántas veces le habían reducido anteriormente de forma violenta en otros tantos "centros" para que el menor tuviera tal miedo? ¿Cuántas violencias diarias, cotidianas, habría sufrido para reaccionar de esta manera y producirse un paro cardioco, en un chaval de 14 años?
Blanco Llamas ha sostenido que todas las medidas que se aplicaron se hicieron conforme a la Ley de protección jurídica del menor, al tiempo que ha explicado que tanto los agentes de seguridad como los educadores que estaban presentes en el acto mantienen que la intervención fue "correcta". Sí, claro, correcta, como la reducción a la que fue sometido George Floyd que le condujo a la muerte. Correcta, como todas las muertes provocadas por los cuerpos de seguridad del estado y los funcionarios de prisiones... Y correcta, claro, como la gestión de la Junta en estos casos en los que se desentiende completamente de los menores. Para que nadie dude de la versión oficial, la propia Blanco Llamas se ha encargado de airear que "el
menor había protagonizado episodios similares hasta en cinco ocasiones"
durante su estancia en el Centro Zambrana de Valladolid.
LAS CÁRCELES DE MENORES y el sistema capitalista
Este sistema y los que lo manejan desde arriba, amparándose en el miedo, son capaces de cualquier cosa. Se puede llegar a hacer negocio con todo y uno de esos claros negocios son las cárceles de menores. En las últimas décadas las fundaciones que gestionan estos centros (O´Belen, Diagrama, Grupo Norte, Adsis…) se han convertido en un ejemplo de éxito empresarial. Manejan millones y millones de nuestros impuestos en pro de nuestra seguridad y de la defensa de la infancia. En realidad solo son una pieza más que encaja perfectamente dentro del sistema capitalista.
Primero este sistema
genera desigualdades sociales y económicas que son palpables en
cualquier ciudad. La delincuencia, que se castiga, se da sobre todo
en barrios marginales o barrios obreros en los que se crece sin las
mismas oportunidades que en el resto. Cuando no eres rico y no naces
en el seno de una familia acomodada solo te quedan dos opciones, una
tragar con todo y convertirte en un trabajador más que deja su vida
en el trabajo o en un delincuente que vive al margen y que
constantemente se desliza hacia la ilegalidad. Y qué hacemos con este excedente social. El
capital lo ha tenido claro desde el principio. Si no podemos hacer
que toda la población viva en esta falsa sociedad del bienestar pues
hagamos negocio de los que sobran.
Aquí entran las cárceles en general, y en particular las cárceles de chavales. Se ha demostrado que lo de la reinserción social es una falacia, que las cárceles simplemente sirven para castigar al que no ha podido, no ha sabido o no ha querido adaptarse a un sistema económico que falla por todos los lados (para el pobre claro).
En los medios de comunicación se da un gran bombo social a todos aquellos casos en los que un chaval ha matado o violado a alguien. Se analiza constantemente la violencia juvenil desde el punto de vista de responsabilización del menor de sus actos. De esta manera cada vez más se va justificando la ley del menor, las cárceles, la represión y por otro lado nos quitamos nuestra parte de responsabilidad. Pero si observamos bien, esta imagen que se nos da de la juventud es falsa. El 97% de los jóvenes que se encuentran cumpliendo condena en cárceles de chavales están por crímenes contra la propiedad privada. Es decir la mayoría no son asesinos ni violadores. La inmensa mayoría son pobres. Esto son datos reales y no es cuestionable.
Queda claro por qué el centro de menores Zambrana es una cárcel. Nos preguntamos por qué nuestros niñxs acaban
bajo las manos de personas que solo ven en ellos un mero negocio y no
alguien a quien hay que proteger y que es vulnerable.
No creemos en una política de “reinserción de los menores infractores” que fotocopia el código penal de adultos, ya que está más que comprobado que el sistema penal de adultos es un fracaso y no reinserta a nadie siendo solo un elemento vengativo sancionador para apartar de la sociedad lo que no interesa que se vea. Las cárceles son un aparcamiento de pobres y los que asesinan y juegan con nuestras vidas para enriquecerse no están en ellas.
Es una cárcel y no un colegio, un lugar donde existe una medicalización
indiscriminada y sin ningún control, de psicofármacos de todo tipo;
donde existen métodos de contención acompañados de palizas y celdas de
aislamiento y donde el 99% de los secuestrados en ese lugar lo hacen por
pequeños delitos contra la propiedad privada y no por asesinatos
terribles como dice el sensacionalismo burgués, creando un sentimiento
de crispación para endurecer aún más las leyes y seguir negociando con
la vida de nuestros niñxs para lucrar a las empresas privadas que
gestionan en mayor proporción estas cárceles.
NO A LAS CARCELES DE NIÑOS
NO AL ZAMBRANA