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CRISIS ECONÓMICA Y CONTROL SOCIAL
Tras la II guerra mundial, una vez minorados mediante la reconstrucción, los desastres organizados por la contienda, se vuelven a reproducir las contradicciones a nivel económico y estructural en el desarrollo del sistema capitalista. Comienzan las crisis en países y zonas geográficas concretas, pero a medida que el sistema avanza, lo hacen también estas, hasta niveles que van aumentando sus graves consecuencias llegando a convertirse en situaciones de alcance mundial, como la crisis estructural de los misiles en 1962 que puso al mundo al borde de una guerra nuclear o como la economía global, más las que se han manifestado cada ciertos años en gran cantidad de países, hasta llegar a 2020 en que la actual crisis económica y estructural coinciden en tiempo y magnitud, creando una situación mundial de verdadero desastre y creciente conflictividad, sumamente peligrosa para la continuidad del sistema capitalista y todo el status-quo de su entramado sociopolítico y económico.
Los propios capitalistas, con casi 750 expertos en el Foro Económico Mundial, en su reunión celebrada en Davos (Suiza), ya en 2016, vislumbrando el alcance de la inminente crisis, valoraron la necesidad de tomar medidas urgentes ante los riesgos existentes, determinando que esto fuera el tema de discusión en su reunión de 2017 y en cuya encuesta anual evaluaron 30 riesgos globales así como 13 tendencias subyacentes, entre las cuales, en sus condiciones finales figuran las siguientes: «Persistencia de la desigualdad en la distribución de la riqueza, la polarización social, y los crecientes peligros medioambientales; se incrementará el subempleo y un alto desempleo estructural que alcanzará los 500 millones de parados y creará una inestabilidad social con protestas, revueltas y movilizaciones en el mundo como jamás se han conocido» Por tanto, consideraron necesario un control sobre dichas movilizaciones y revueltas, cuyo mayor auge se preveía que tendría lugar durante la década de 2020 a 2030.
Estas consideraciones del capitalismo, y desde su perspectiva, son entendibles, si se tienen en cuenta las graves consecuencias de los cambios previstos en sus sistemas tecnológicos, productivos y comerciales, que traen consigo una mayor explotación, un aumento de los excedentes de la mano de obra, acompañado de exclusión social y hambrunas, y con ello un deterioro de las estructuras políticas y sociales.
Desde la realización del mencionado encuentro del Foro Económico Mundial hasta hoy, el sistema capitalista en el ámbito internacional, no ha parado de poner en práctica, allí donde la situación se lo ha requerido, métodos de control social, recortes y eliminación de libertades y derechos fundamentales, imposición de restricciones económicas, sociales, laborales, etc., al tiempo que incrementaba los gastos policiales y militares, aumentan sus ocasiones asesinas, dentro de un marco de actuación cuya referencia nace en términos generales del plan establecido por la OTAN denominado (en inglés) «Urban Operations in the year 2020»
Hoy, entrados ya en la década de 2020 y con una crisis económica que deja entrever la dureza de las consecuencias que aún quedan por venir, los Estados y sus estructuras sociales y políticas, ya deterioradas por su desastrosa gestión y la inherente corrupción del propio sistema capitalista inmoral, corrupto y a su vez corruptor, se están volcando en la aplicación de fórmulas excepcionales , con las que pretenden controlar o al menos reducir las protestas y revueltas multitudinarias, producidas por el descontento ocasionado por las necesidades sociales que en algunos casos ya están al límite, y que van creciendo a medida que el capitalismo va incrementando todos sus campos de actuación como: la privatización de los servicios públicos y sectores estratégicos; el proteccionismo con fondos estatales a potentes sectores privados (banca, multinacionales, gran empresariado etc.); la acumulación y concentración de capitales que les permite monopolizar áreas de influencia; el mantenimiento e incluso incremento de su tasa de beneficios; el nuevo reparto mundial de mercados y de zonas geoestratégicas en el ámbito militar, las comunicaciones, el transporte, etc.
SILENCIAMIENTO Y CONFLICTIVIDAD ACTÚAL
En toda esta maraña de desastre económico y deterioro estructural, los gobiernos, sus sindicatos y organizaciones afines, junto con los poderes mediáticos al servicio del sistema capitalista, en acuerdo tácito o concertado, desarrollan unas tácticas de silenciamiento o tergiversación de las noticias, y en muchos casos de difusión de noticias falsas e interesadas, acompañadas de emisión de opiniones engañosas sobre la situación conflictiva que se está produciendo a nivel mundial.
Pero lo cierto es que, a pesar de la mencionada táctica que pretende dar la sensación de una conflictividad limitada y aislada, la realidad conflictiva va en aumento y se extiende como la pólvora, ardiendo en gran cantidad de países a nivel mundial, por motivos fundamentalmente políticos y económicos, como son: La corrupción de los gobiernos y castas políticas; La realización de procesos electorales fraudulentos y manipulados; Las purgas institucionales e intentos y/o golpes de Estado; La imposición de leyes para proteger los privilegios de la clase capitalista y recortar las libertades a la clase trabajadora; El mantenimiento de Constituciones y formas de gobierno obsoletas o anacrónicas; La brutalidad de las fuerzas represivas policiales y militares, que actúan con total impunidad; El robo y explotación de las materias primas y las riquezas de unos países por otros; El desmesurado aumento del desempleo y la ausencia de un mínimo de recursos para la supervivencia de gran parte de sus poblaciones, así como, la corrupción y corruptibilidad empresarial y financiera, en muchos casos incluso amparada por la ley, etc.
Algunos ejemplos de estas mencionadas motivaciones que están dando lugar a grandes movilizaciones y protestas los tenemos en países como: Grecia, Italia, Francia, Nigeria, Sierra Leona, Somalia, Estados Unidos, Chile, México, Colombia, Uruguay, Perú, Brasil, Turquía, Israel, Hong Kong, Tailandia, Corea del Sur… por mencionar una mínima parte de los existentes con conflictos internos a nivel mundial y sin contar países con enfrentamientos bélicos externos o internos como: Palestina, Marruecos, Siria, Líbano, Irak, Afganistán, Níger, Namibia, Yemen… pero en los que de una u otra forma intervienen las grandes potencias y las poderosas multinacionales.
Esta conflictividad viene originada por la crisis, que camina como en otras ocasiones, hacía el mayor enriquecimiento de unos pocos a costa del empobrecimiento de la gran mayoría de los pueblos y su clase trabajadora. El culpable del desastre, ya comenzado y el aún peor que se avecina, es: El sistema capitalista con sus gobiernos sus instituciones y su gran empresariado, pues solo ellos son quienes controlan y gestionan la política y la economía.
EL ENEMIGO INVISIBLE
Capitalistas, financieros y políticos, para evadir su culpabilidad, están explotando al máximo en estos momentos un proceso viral que origina: menos muertos en el mundo que las causadas por el hambre endémico y las enfermedades que esta produce propiciado por el capitalismo; menos muertos que los originados por sus guerras de agresión y sus bloqueos comerciales incluso de alimentos y medicamentos a algunos países; menos muertos que los causados por el cáncer que el sistema sigue alimentando e incrementando, permitiendo conscientemente la producción, utilización y venta de productos cancerígenos, introducidos incluso en los alimentos; menos muertos que los causados por enfermedades y afecciones coronarias que el sistema continúa produciendo con la imposición de sus irresponsables y absurdos modos de vida; menos muertos que los causados por la contaminación atmosférica que origina su irracional sistema productivo. En fin, menos muertos que los que causa la falta de asistencia y la mercantilización y comercialización sanitaria en el mundo….
Este proceso viral que supone la aparición del denominado COVID-19 les ha servido para crear al enemigo ideal, un enemigo etéreo e invisible al que culpabilizan de ser el causante de la crisis económica que produce la desigualdad en el desarrollo del propio sistema, una crisis que los capitalistas ya habían previsto en sus reuniones del Foro Económico Mundial antes de la aparición del virus, y que están utilizando para encauzar el descontento social hacía ese enemigo invisible al que, según ellos, hay que derrotar mediante las cada vez más absurdas y contradictorias normas restrictivas sociales que nos imponen, al tiempo que culpabilizan también al pueblo llano de que esta derrota no se consiga, aunque ellos son conscientes de que con vacuna o sin vacuna es imposible la desaparición del virus y de los contagios en este sistema globalizado, y que la curación de sus efectos mortales solo será posible, en gran medida, con más dotación de personal y medios en los centros sanitarios públicos, algo que no están dispuestos a realizar, pues consideran prioritaria la rentabilidad económica frente a la vida de las personas.
La actual situación les está dando pie para justificar varías cuestiones como: Descargar de responsabilidades de la crisis económica al propio sistema, a sus políticos y a los detentadores del poder económico y financiero; Imponer y legalizar unas medidas de control poblacional y eliminación de libertades encaminadas a sofocar en cualquier momento y por cualquier causa las rebeliones y protestas populares, originadas por las desastrosas consecuencias de tan grave crisis económica que ya comienza a sentirse y que sin duda alguna irá creciendo. Lo están utilizando, para justificar la brutal actuación y la total impunidad de sus fuerzas policiales represivas y la utilización, si lo consideran necesario, de sus fuerzas militares contra la clase obrera perjudicada.
EL OBJETIVO FUNDAMENTAL Y LA MANIPULACIÓN MENTAL
El actual objetivo del capitalismo para salvaguardar la continuidad de su sistema es la modificación y el cambio de sus estructuras tecnológicas, industriales, productivas y comerciales, sin perder sus privilegios ni su poder en todos sus ámbitos de dominación y esto mediante una brutal explotación selectiva que está llevando a la miseria y la marginación a una parte considerable de la clase trabajadora mundial.
Para conseguir dicho objetivo y tras imponer en los países medidas de excepción y convertirse en Estados policiales, han comenzado desde sus órganos políticos y medios de comunicación a influir en la mentalidad popular:
Invocando la defensa de los intereses de Estado, que en el capitalismo son los intereses que el Estado proporciona a los capitalistas y su sistema.
Apelando a la defensa y acatamiento sumiso a unas normas que nos imponen saltándose y cambiando sus propias leyes. Unas normas encaminadas a reducir al máximo las relaciones sociales, con la finalidad de eliminar el análisis colectivo sobre los verdaderos orígenes de la crisis económica y sus desastrosas consecuencias en la clase trabajadora. Unas normas dirigidas a eliminar al máximo las protestas y movilizaciones que comienzan a desarrollarse contra la aplicación de más recortes salariales, el aumento del desempleo, de la precariedad laboral y las peores condiciones de trabajo, la reducción de los servicios sociales públicos esenciales y la eliminación de derechos y libertades etc.
Se pretende que nos acostumbremos a convivir en un estado de excepción permanente, aceptando de buen grado o por la fuerza y sin protestar medidas tan irracionales y contra natura como los continuos controles policiales, individuales y colectivos, toques de queda y cierres perimetrales que reducen nuestra normal movilidad, leyes marciales que solo permiten estar y/o caminar junto a un reducido y determinado número de personas, prohibición de celebración de asambleas, concentración y reunión de las personas, incluidas las familiares, y todo ello pudiendo utilizar cualquier excusa. Hoy la excusa es el tan traído y llevado COVID-19, mañana será cualquier situación conflictiva que se pretenda utilizar y realizar contra sus planteamientos y las graves consecuencias que estos conllevan para la clase trabajadora.
Quieren hacernos asumir estas medidas expuestas, y muchas más ya en funcionamiento desde años atrás, y que se pretenden intensificar; entre las que destacan, la eliminación y penalización de la libertad de expresión, la prohibición de la huelga e incluso la de poder protestar por disentir de sus nefastos planteamientos, criminalizando a quien no los aceptan o acatan sumisamente, y por ello se les considera antisociales y terroristas y que, según los capitalistas y sus gobiernos, por eso hay que eliminar.
Haciendo llamamientos al patriotismo . ¿De qué patria? ¿Acaso los poderosos capitalistas, financieros y multinacionales estén asentados en la patria que estén, sus intereses no son apátridas? Estos poderes económicos, ¿Acaso no continúan manteniendo la libre circulación de capitales y disfrutando de sus paraísos fiscales cuya actividad también es apátrida? ¿y por qué en nombre de la defensa de cada patria hemos de defender los trabajadores esos privilegios capitalistas y esos intereses apátridas cuando somos nosotros la clase trabajadora quienes estamos sufriendo las negativas consecuencias que nos origina su sistema capitalista con sus crisis? ¿Acaso la clase trabajadora no somos explotados y dominados en todas las patrias del mundo, incluida la que ellos nos dicen que debemos defender?
Intentan que nos creamos que sus cuerpos policiales y ejércitos represores son quienes nos defienden ¿De qué? ¿de quién? Pues la realidad nos demuestra en todo el mundo que estas fuerzas armadas son quienes a la clase trabajadora nos apalean, torturan o asesinan cuando reclamamos pan, trabajo, libertad o simplemente justicia contra la corrupción y contra los abusos del poder político y empresarial, que es a quien siempre protegen.
Pretenden que nos solidaricemos con estas fuerzas represoras convirtiéndonos en sus colaboradores, en delatores y chivatos contra miembros de nuestra propia clase, contra nuestros compañeros, vecinos, amistades e incluso familiares, al mejor estilo del utilizado en su momento por Hitler y su Alemania NAZI-fascista.