Desde hace ya aproximadamente un año el
Centro Social Recuperado de Gamonal se encuentra en situación de amenaza de desalojo. Una situación de
excepcionalidad que, a fuerza de esperar un
inminente cierre por parte de Fundación Caja de Burgos, ha terminado por convertirse en seña de
normalidad
para vecinos y usuarios habituales del espacio. La amenaza de desalojo,
lejos de haber supuesto un cese de las actividades o una huida
despavorida ante una posible situación de peligro, como quizás preveía
la institución bancaria, ha supuesto el afianzamiento de este espacio
dentro del tejido social del barrio de Gamonal.
El pasado 28 de septiembre de 2015
Fundación Caja de Burgos
anunciaba a través de la prensa local que, a pesar de haber iniciado
trámites legales para desalojar el CSR desde su misma ocupación en enero
de 2014, estaba dispuesta a
“buscar alternativas para evitar el desalojo”.
Si leemos entre líneas el contradictorio mensaje que en aquel momento
enviaban los responsables legales de la Fundación Caja de Burgos,
podemos encontrar varias claves que permiten entender cuál era la
estrategia que la entidad pretendía desarrollar sobre el espacio:
Fundación Caja de Burgos no tiene absolutamente ningún proyecto para
desarrollar en lo que un día fue el Aula de Cultura situata en eñ número
3 de la calle Pablo Casals, espacio que fue cedido por el Ayuntamiento
de Burgos a la ya extinta Caja de Ahorros Municipal de Burgos en 1982 y
que, a partir del año 2000, fue cerrado y abandonado a su suerte. Si
tiramos de hemeroteca, el último proyecto que la denominada Obra Social
tenía proyectado para este local, data de hace ya casi una década
-2007-, y tenía reservada para su materialización una partida
presupuestaria de 1,5 millones de euros. Del supuesto
Centro de Interpretación de la Ciudad, así como de la partida presupuestaria, nada se han vuelto a saber.
Fundación Caja de Burgos quiere evitar a toda costa que un desalojo
del centro social provoqué posibles situaciones de desórdenes públicos
que puedan repercutir negativamente en su imagen pública. El fantasma de
los contenedores ardiendo y las barricadas en Gamonal turba el sueño de
los directivos de la Fundación, más aún en medio de la inestabilidad
política actual, que preferirían que su imagen no se asociase a una
protesta social. Todo ello, cuando además, uno de sus antiguos
directivos,
José María Arribas, se ha visto envuelto en un caso de corrupción, o se ha destapado una posible vinculación de la entidad con la
trama púnica y
el uso de tarjetas VIP.
Ante esta situación, la entidad opta por buscar una posible cesión
del espacio, comunicando para ello de manera oficiosa que una de las
opciones que baraja, podría ser la representada por algunos espacios de
Madrid, lugares que han terminado por legalizar su situación pasando a
depender de entes institucionales.
El Centro Social Recuperado Gamonal entiende que dicha oferta es un
caramelo envenenado con el que Fundación Caja de Burgos pretende lavar
su imagen ante la opinión pública tras más de una década de abandono del
antiguo Aula de Cultura y pone sobre la mesa sus propias alternativas
para evitar el desalojo:
autogestión vecinal y uso social del espacio, y cese de la amenaza de desalojo por parte de Caja de Burgos. Se pone en marcha una “campaña de resistencia” en la que, además del desarrollo de
numerosas iniciativas de protesta, se intensifican las
actividades culturales y sociales hasta el punto de afianzar la presencia del centro social entre los vecinos del barrio.
A través de la autogestión, el
CSR Gamonal no sólo ha revertido la situación de amenaza de desalojo que, como una
espada de Damocles
pendía sobre su cabeza, sino que ha demostrado que es posible llevar a
cabo un proyecto social y político sin tutelas instruccionales o
subvenciones envenenadas. La repetida alusión mitológica se ha
convertido ya en motivo de chiste entre sus moradores que se preguntan
cuándo al Damocles ese se le ocurrirá aparecer por el barrio.
Pero, evidentemente, el
Centro Social Recuperado de Gamonal
es consciente que la batalla aún no ha terminado y que la amenaza
persiste. Con todo y con esas, a día de hoy es uno de los pocos espacios
que ofrecen alternativas culturales y sociales en el barrio y está
dispuesto a continuar existiendo pese a quien pese.
En el CSR parece que lo tienen claro, si el fin del mundo llega, seguro que les pilla trabajando.
Modesto Agustí