Después de años de lucha, organización, propaganda y agitación, el 15 de Noviembre de 1922 en Guayaquil-Ecuador, el proletariado de esa época (ferroviarios, cacahueros, panaderos, astilleros, tipógrafos, albañiles, cocineras, lavanderas, etc.) impone la huelga general y toma el control de la ciudad (se habla incluso de “el Soviet o Consejo Obrero de Guayaquil”). Pero a la burguesía (agroexportadores, banqueros, industriales) le aterra que toda esta “chusma” sublevada vaya por más, y el mismo día manda a reprimirla brutalmente con su jauría policial y militar. La jornada de lucha se trastoca en masacre (más de 1000 muertos), el terror del Estado burgués tiñe de sangre proletaria las calles y las aguas del puerto principal, mientras “las blancas y delicadas manos aplauden desde sus balcones” la vuelta a su “calma” burguesa. Tal fue “el bautizo de sangre del proletariado” en este país. Pero más que por la fuerza de nuestro enemigo de clase, esta fatal derrota se debió a las propias debilidades de nuestra clase proletaria en ese momento: falta de autonomía y beligerancia frente al gobierno y, sobre todo, falta de radicalidad o de ruptura con el programa socialdemócrata (incluidas sus versiones “socialista” y “anarquista”), al mismo tiempo que falta de ruptura con el sindicalismo, con el patriotismo y con la religión, y finalmente falta de dirección revolucionaria, armamento y ofensiva.

El contexto mundial de aquella época era de crisis capitalista, guerra imperialista y revuelta proletaria, así como lo vuelve a ser el contexto mundial actual, con la importante diferencia de que en ese entonces la crisis no era tan generalizada y catastrófica como la de ahora y que existía un masivo y potente proletariado revolucionario internacional e internacionalista que, en cambio, hoy todavía no existe o, mejor dicho, todavía es débil. Por lo tanto, las lecciones dejadas por las luchas de nuestros hermanos de clase de ayer son válidas y útiles para los proletarios en lucha de hoy día y de todas partes. En nuestro caso, una de esas lecciones es -en palabras de uno de sus propios protagonistas- que “el 15 de noviembre de 1922 el proletariado aprendió a conocer quiénes son siempre sus enemigos mortales”. En efecto, tanto ayer como hoy nuestros enemigos siguen siendo los mismos: empresarios, banqueros, políticos (de derecha y de izquierda), militares, policías, curas, jueces, periodistas, sindicalistas... Pero no como grupos o personas en particular, sino como agentes de las relaciones de explotación y dominación capitalistas, de esta inhumana y asesina sociedad mundial de la mercancía, el dinero, el trabajo asalariado, el Capital y su Estado: nuestros mortales enemigos de siempre.

Hoy en día en este país, junto a la burguesía, dos enemigos más se destacan: el gobierno y los sindicatos. Este gobierno, por más que diga ser “revolucionario”, “socialista” y hasta “de los trabajadores”, en realidad es -como todo gobierno- el guardián y el administrador de la explotación y la normalidad capitalistas, de la dictadura democrática y ciudadana del Capital sobre nuestra clase, el proletariado. De hecho, este 15 de noviembre del 2014 hace un mitin-show para anunciar públicamente su “paquete de reformas” al código de trabajo, es decir su ajuste a este clásico instrumento de control y explotación capitalistas sobre la clase trabajadora para, a su vez, ajustarnos, explotarnos y someternos más. No cabe duda de que este gobierno progresista es burgués y enemigo del proletariado. Por si fuera poco, usurpa esta fecha histórica de nuestra clase para cínicamente intentar distorsionar y hasta vaciar su contenido proletario y anticapitalista; para espantar el solo recuerdo de revolución social proletaria, ese fantasma que no ha dejado de recorrer el mundo entero: el comunismo, la anarquía. Lo peor es que si lo hace es porque aquí y ahora el proletariado aún brilla por su ausencia en tanto fuerza autónoma como para hacerle una guerra de clases y de memorias real. Y si algún momento nuestras protestas como clase llegaren a salírsele de las manos y amenazar su poder –que es el poder estatal del Capital-, este gobierno no dudaría en reprimirnos de similar forma que hace 92 años.

Por su parte, los sindicatos (todos sin excepción) no son más que los mercaderes o negociadores de la explotación de nuestra fuerza de trabajo frente a la patronal y el Estado. Siempre lo han sido y lo serán. Muestra irrefutable de ello es que este 19 de noviembre hacen una nueva marcha para “rechazar” –entre otras cosas- las “enmiendas constitucionales” y las reformas gubernamentales al código de trabajo, exigiendo en cambio un código dizque “de y a favor de los trabajadores”, es decir un látigo legal más flexible y suave de la explotación capitalista, de la esclavitud asalariada, a la cual ni la nombran, mucho menos la critican ni la combaten. Como siempre, “luchan” contra los efectos pero nunca contra la causa o la raíz de todos los males que padecemos los proletarios: el capitalismo. “Luchan” sólo por derechos, reformas, migajas de quienes nos explotan y oprimen. Así acorralan, desvían y anulan las reivindicaciones y protestas proletarias. Y asimismo si éstas llegaren a desbordarlos, los sindicatos (y partidos y frentes de izquierda) harían todo lo posible para apagar la lucha proletaria autónoma. Son bomberos, reformistas, oportunistas, contrarrevolucionarios... Los sindicatos también son enemigos del proletariado, por tanto hay que romper con ellos y tratarlos como tales.

Proletarios: la experiencia del pasado y del presente nos demuestra que, para satisfacer nuestras necesidades e intereses de clase, debemos luchar por fuera y en contra de los gobiernos, los partidos y los sindicatos, de manera independiente o autónoma, por todo y hasta el fin, más allá y en contra de toda frontera y nacionalidad. En estos momentos, nuestros hermanos de clase que luchan en México, Chile, Brasil, Medio Oriente, Grecia... hacen lo que pueden al respecto y así tensan el hilo histórico-mundial de la lucha proletaria contra el capitalismo. Nuestra memoria histórica, nuestro programa revolucionario, nuestra solidaridad de clase, nuestra organización autónoma, nuestra acción directa: han sido, son y serán nuestras mejores armas.

Proletarios/as:

15 de Noviembre: ¡Ni perdón ni olvido, ni paz social ni amnesia histórica:
guerra de clases y guerra de memorias!

¡Ni gobierno ni oposición, ni derechas ni izquierdas:
ambos son nuestros enemigos de clase!

¡Ni leyes ni “derechos” ni reformas!
¡Ni representantes ni intermediarios!

¡Organicémonos y luchemos por nuestras necesidades humanas
de manera directa, autónoma y radical,
afuera y en contra de sindicatos, frentes y partidos!

¡Reapropiémonos de nuestro programa revolucionario histórico:
Abolición de la propiedad privada, el trabajo asalariado, la mercancía,
el Capital, las clases, el Estado, las patrias, las razas, las religiones!

¡Por la ruptura y la revuelta proletaria, aquí y en todas partes!
¡Por la revolución comunista y anárquica mundial!

Proletarios Revolucionarios

Quito-Ecuador, Noviembre 2014



Valladolor no admite comentarios
La apariencia como forma de lucha es un cancer
El debate esta en la calle, la lucha cara a cara
Usandolo mal internet nos mata y encarcela.
Piensa, actua y rebelate
en las aceras esta el campo
de batalla.

si no nos vemos
valladolorenlacalle@gmail.com















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Contrainformacion internacional

Anticarcelario / contra la sociedad cárcel

"Las prisiones son una parte más de la esencia represiva de todo Estado, no hay que olvidar la parte que nos toca a lxs que aún seguimos en la calle.

No podemos ver las cárceles como algo ajeno a nuestras vidas, cuando desde temprana edad hemos sido condicionadxs a no romper las normas, a seguir una normalidad impuesta; el castigo siempre está presente para lxs que no quieren pasar por el aro.

En el trabajo, en la escuela... domesticando y creando piezas para la gran máquina, piezas que no se atrevan a cuestionar o que no tengan tiempo para hacerlo.

Hemos sido obligadxs a crecer en un medio hostil donde es dificíl desarrollar nuestros propios deseos.

La rebeldía brota de algunxs, otrxs simplemente se acomodan en la mierda, tapando sus frustraciones con lo que le dan quienes antes les despojaron de todo. O viendo sus problemas como algo aislado, único y personal.

Para lxs que no tragan o no se adaptan al gran engaño ahí tienen sus cárceles, reformatorios, psiquiatrícos ... creados por los que no quieren ver peligrar las bases de su falsa paz.

No podemos ignorar la lucha de lxs compañerxs presxs.

Su lucha es nuestra lucha."