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Revuelta en Ecuador
Contra las exigencias de la burguesía nacional e internacional, la clase proletaria debe hacerse oír.


Desde primeros de octubre tiene lugar en Ecuador una oleada de protestas, manifestaciones, cortes de carretera, bloqueos de ciudades, huelgas y asaltos a centros policiales. Por ahora, el punto de máxima tensión parece haberse alcanzado en los últimos días, cuando la huelga general convocada por las principales centrales sindicales del país hizo huir al gobierno de Moreno de Quito y refugiarse en Guayaquil, segunda ciudad del país y primera en importancia económica.
Detrás de estas protestas, el gobierno de Moreno, el FMI, la Confederación de Estados Americanos, etc. colocan la mano del ex presidente Correa, que querría volver al país, siempre según estas organizaciones, después de no poder hacerlo por la vía electoral. Pero la realidad es que, al margen de la participación en las movilizaciones de elementos cercanos al ex presidente del país, lo que late en la rebelión que todavía tiene lugar es el rechazo intransigente por parte de campesinos indígenas, proletarios y masas desheredadas del país, de las exigencias que el Fondo Monetario Internacional y la burguesía nacional ecuatoriana han puesto sobre la mesa para acceder a créditos internacionales y a financiación de urgencia ante la mala situación económica de Ecuador.

Efectivamente, ante el déficit fiscal y la elevadísima deuda pública de Ecuador, que llega al 60% del PIB y es consecuencia, sobre todo, de la bajada del precio de las materias primas (productos agrícolas y petróleo) que Ecuador exporta a Estados Unidos y Europa, el Fondo Monetario Internacional se comprometió en marzo de este año a otorgar un crédito de 4.200 millones de dólares para los próximos tres años. A esta cantidad, se sumarán otros casi 6.000 millones de dólares procedentes de diferentes entidades financieras americanas y europeas. Pero la condición para liberar este dinero es la adopción, por parte del gobierno ecuatoriano de las ya conocidas medidas de contención del gasto y austeridad económica.
De esta manera, el gobierno de Moreno impuso, a principios de este mes la liberalización del precio del combustible, la liberalización de las importaciones, una reforma fiscal que limita la imposición tributaria a las grandes fortunas, una reducción, para los empleados públicos, del 20% de su salario y del 50% de sus vacaciones. Además, una reforma laboral consistente en el abaratamiento del despido, la flexibilización del modelo de contratos que permita desregular las condiciones de contratación, liquidar la jubilación a cargo de la patronal y, finalmente, reducir el salario mínimo.
Todas estas medidas se dirigen directamente contra las condiciones de vida de las masas populares, de los campesinos y de los proletarios. Concretamente, la liberalización del precio del combustible, eufemismo tras el que se esconde el fin de las subvenciones al diésel, afecta principalmente a los campesinos indígenas que venden sus productos en mercados distantes muchos kilómetros de la zona de cultivo, mientras que el resto de medidas golpean con fuerza al proletariado devaluando sus condiciones de trabajo y existencia al reducirle, aún más, a una situación de semi indigencia donde ni siquiera el tener un puesto de trabajo constituye una garantía de no vivir en la miseria.

Contra estas medidas, el llamado “movimiento indígena” ha desencadenado una oleada de protestas que mantienen al país en vilo desde hace diez días y que ya han dejado cinco muertos y más de ochocientos heridos. La principal organización convocante es la Confederación Nacional Indígena Ecuatoriana (CONAIE), detrás de la cual se sitúan los principales sindicatos del país. Esta organización, creada en los años ´80 del siglo pasado, tiene en su haber la dirección de fortísimas protestas contra prácticamente todos los gobiernos de Ecuador de los últimos treinta años, habiendo dado lugar a manifestaciones masivas como las de 1.997 (derrocamiento del presidente Abdalá Bucanam) o 2005 (derrocamiento del presidente Lucio Gutiérrez) que la han convertido en la organización social de referencia en el país. De hecho, en Ecuador, un país donde se reconocen 14 nacionalidades indígenas, el 25% de la población puede considerarse de este origen, si bien el 80% del total es mestiza, lo cual hace que este tipo de organizaciones, que tienen una base local limitada a los llamados “pueblos originarios”, gocen de gran influencia entre las masas proletarias y semi proletarias de las grandes ciudades del país.

La población indígena es mayoritariamente campesina, dedicada al monocultivo de alguno de los productos que exporta el país (brócoli, patata, cebolla, trigo, cebada, etc.) y ha sufrido particularmente el expolio de tierras que se llevó a cabo en el país desde mediados del siglo XX, dando lugar a una inmensa capa social de desheredados que mal viven en el campo y las ciudades con una economía de subsistencia en el que el excedente se vende en mercados locales y que, por lo tanto, es increíblemente sensible a variaciones de los costes de producción, como el incremento del precio del petróleo que tendrá lugar una vez deje de ser subvencionado.

La clase proletaria ecuatoriana, que está compuesta tanto por los obreros de las grandes concentraciones urbanas como Guayaquil, Quito, Cuenca o Santo Domingo, nunca ha tenido un desarrollo, una concentración y una organización sobre las bases mismas de la organización capitalista del trabajo, tan fuertes como lo hayan podido tener los proletarios de Argentina, Brasil o México. Una inmensa capa de semi proletarios, dedicados a cualquier actividad, asalariada o no, sobrevive junto a ellos, entremezclándose, en ciudades con un desarrollo industrial que nunca ha sido muy elevado, a parte del sector petrolífero o la construcción. Pero su fuerza social reside, más que en el número, en las mismas condiciones de subdesarrollo económico del país, que vuelven miserables las condiciones de vida de la mayor parte de la población, atándola a formas sociales atrasadas incluso para las sociedades propiamente capitalistas.

Las revueltas de Ecuador son consecuencia de las turbulencias económicas mundiales, que se ceban con los países más débiles del capitalismo internacional, succionando sus recursos a precio de ganga, imponiéndoles condiciones draconianas en las negociaciones para obtener préstamos financieros… Ante esto, ante su propia debilidad en el mercado internacional, la burguesía local exprime más y más tanto a los proletarios como al resto de clases sociales subalternas del país. Pero, a pesar de tener un origen tan claro en el propio funcionamiento del modo de producción capitalista, no son, por sí mismas, una respuesta abiertamente anticapitalista y antiburguesa… Su base social es una mezcla heterogénea de campesinos indígenas, pequeños productores de mercancías agrarias y artesanales y proletarios. Su dirección, una organización de tipo nacionalista que busca encajar a estas clases sociales desarraigadas en el marco político burgués del país. De hecho, es una organización que tiene una larga tradición de colaboración con gobiernos como el de Rafael Correa, para el cual trabajó en la desactivación de cualquier movimiento autónomo de la clase proletaria en las ciudades.

En medio de esta mezcla abigarrada de clases y semi clases no proletarias, el proletariado ecuatoriano  debe hacer oír su voz.  No son las reformas indigenistas, basadas en la participación parlamentaria y el respeto a “formas ancestrales de vida” (léase de explotación de una clase por otras) las que evitarán el hundimiento en la miseria tanto de los proletarios como de los propios campesinos de origen indígena. Los últimos treinta años y la experiencia de países como Brasil o Bolivia, muestran que los gobiernos reformistas como el de Lula o Evo no pueden hacer otra cosa que continuar con el expolio de las tierras indias, con el sometimiento de los llamados “pueblos originarios” a condiciones de vida cada vez más precarias en la medida en que todos sus recursos se ponen tarde o temprano a la venta, en que su subsistencia se vincula cada vez más al curso del mercado capitalista internacional y a las exigencias de los imperialismos regionales e internacionales. Y, por supuesto, estas mismas experiencias muestran que los proletarios de Ecuador o de cualquier otro país de América Latina, tienen mucho que perder cediendo su independencia de clase ante organizaciones de tipo interclasista que no buscan sino apuntalar democráticamente el Estado burgués, logrando concesiones constitucionales que para nada impiden la explotación del trabajo asalariado por parte del capital. La clase proletaria no puede permanecer bajo la bota de la colaboración entre clases. El rápido deterioro de sus condiciones de existencia, que no hará más que aumentar en los próximos años, la represión cada vez más intensa a la que es sometido en todo el subcontinente latinoamericano, etc. le debe mostrar que es imprescindible que salga a la calle a luchar como una fuerza propia, con sus propias exigencias y reivindicaciones, con sus propios fines y con sus propios medios de lucha.

Las revueltas de los últimos días en Ecuador muestran que la realidad social de los países de América Latina va a ser de todo menos tranquila en los próximos años. Esta situación, en la que la inestabilidad será la norma, proporcionará una ocasión preciosa para que el proletariado se ponga a la cabeza de la lucha que protagonizan, junto a él, los campesinos pobres indígenas y tantas otras capas de desheredados. Para ello, deberá levantar la bandera de la lucha de clase, que es por naturaleza antiburguesa y, por lo tanto, antidemocrática y que conlleva rechazar todas las componendas posibles con la burguesía y la pequeña burguesía local, interesadas únicamente en reformas que hagan las veces de contención temporal de las exigencias de las principales potencias imperialistas y que ayuden a conformar un Estado burgués fuerte.  Deberá unir tras esta bandera a todas las clases sociales que padecen los agravios cotidianos que caracterizan al capitalismo en cualquier región del mundo, especialmente en aquellas que se sitúan en la periferia de la economía mundial, pero bajo un programa claramente anticapitalista, alejado de toda reivindicación reaccionaria, identitaria tanto como de cualquier forma de lucha basada en la participación parlamentaria.
El proletariado ecuatoriano debe aprender las lecciones que esta revuelta social le va a proporcionar. Sólo su lucha de clase puede conducir a la victoria, no sólo a él, sino también al resto de las masas populares que se baten en las calles. Y su despertar puede suponer un revulsivo no sólo en Ecuador, sino también en el resto de América Latina y en las propias superpotencias europeas y americanas, donde vive más de un millón de emigrantes ecuatorianos aprendiendo que las delicias del mundo desarrollado no son para los proletarios.

¡Viva la lucha de los proletarios ecuatorianos!
¡Por la reanudación de la lucha independiente de la clase obrera!
¡Por la defensa intransigente de sus condiciones de vida y de trabajo!


Partido Comunista Internacional (El Proletario)
12 de octubre de 2019
www.pcint.org




Panfleto directo desde las entrañas de la guerra de clases en Ecuador


Ecuador, 9 de octubre de 2019: 7mo día de Paro Nacional y 1er día de Huelga General. Panfleto de un@s proletari@s cabread@s de la región ecuatoriana por la revolución comunista anárquica mundial, desde «donde
las papas queman»:

Estamos luchando en las calles junto a las masas proletarias de la ciudad y del campo. No hay tiempo ni copiadoras disponibles para sacar y repartir este panfleto en papel. Es más agradable y provechoso vivir la
experiencia de la rebelión que escribir acerca de ella.

Hicimos huir al presidente-títere de los empresarios y banqueros ladrones del Palacio de Carondelet y nos tomamos la Asamblea Nacional, mediante acciones directas masivas y redes de solidaridad de clase, a
pesar del terrorismo de su Estado (estado de excepción, brutal represión policial y militar, cientos de detenidos, decenas de heridos, varios muertos, toque de queda).

No sabemos cuándo ni cómo va a concluir la situación actual. Pero sí sabemos que la lucha social continúa y debe continuar, teniendo claro y firme las siguientes reivindicaciones mínimas e innegociables:


* Derogar todo el paquetazo económico, no sólo el alza de pasajes. 


* Derogar el estado de excepción y el toque de queda.


* Derrocar todos «los poderes» del gobierno de Moreno, sus jefes y sus secuaces.


* No negociar ni ceder con el Estado de los ricos y poderosos que nos matan de hambre y a bala. No dejarse robar por la burguesía y los políticos oportunistas de derecha ni de izquierda el poder que hemos
ganado en las calles estos días. No exigir nuevas elecciones y nuevo gobierno. Ya basta del mismo libreto político de mierda de siempre.

* Autogobierno de las masas.


* Mantener las Asambleas en todas partes para autoorganizar la movilización, la solidaridad, el abastecimiento, la salud y la autodefensa de nuestra gente.


* Exigir la devolución de todo el dinero robado por empresarios, banqueros y políticos, para poder mejorar las condiciones de vida de la clase trabajadora del campo y la ciudad.


* Expulsar a la Minería y al FMI.


* Liberar a los compañeros detenidos.


* Romper el cerco mediático y denunciar el terrorismo económico y policial del Estado.


* Llamar a la solidaridad de clase internacional concreta en todo el mundo.



Proletari@s en lucha de este país:

Ganemos o perdamos, hemos despertado del letargo histórico, respondido a los ataques de todo tipo de la clase dominante, hecho cosas que no se han hecho en muchos años, y estamos aprendiendo en la práctica varias
lecciones importantes durante estos días de intensa lucha de clases.

Ganemos o perdamos, mantengamos encendida la llama de la lucha proletaria para poder construir y sostener a mediano y largo plazo una fuerza social autónoma con la capacidad y la claridad necesarias y suficientes para tomar el poder no del Estado burgués, al cual hay que destruirlo de raíz, sino sobre nuestras vidas. Para hacer la revolución social hasta el fin, es decir la abolición y la superación positiva de la propiedad privada, la mercancía, el trabajo asalariado, el dinero, la sociedad de clases, el Estado, la patria y toda forma de opresión entre
los seres humanos y sobre la naturaleza.

¡No se trata de sobrevivir menos mal, sino de vivir de verdad!
¡No se trata de cambiar de amo, sino de dejar de tenerlo!
¡Viva el Paro Nacional y la Huelga General!
¡Guerra de Clases e Insurrección!
¡Comunas Libres en todo el país!
¡Por la Transformación y la Comunización de Todo lo existente!
¡Vamos hacia la Vida!



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Si estás de acuerdo, favor difundir. Copia y pega. Contrainforma. Resiste y protesta desde todos los frentes de lucha.
https://materialesxlaemancipacion.espivblogs.net/2019/10/11/panfleto-directo-desde-las-entranas-de-la-guerra-de-clases-en-ecuador/

Más textos:
http://valladolorinternacionalista.blogspot.com/2019/10/lucha-de-clases-ecuador.html






Después de años de lucha, organización, propaganda y agitación, el 15 de Noviembre de 1922 en Guayaquil-Ecuador, el proletariado de esa época (ferroviarios, cacahueros, panaderos, astilleros, tipógrafos, albañiles, cocineras, lavanderas, etc.) impone la huelga general y toma el control de la ciudad (se habla incluso de “el Soviet o Consejo Obrero de Guayaquil”). Pero a la burguesía (agroexportadores, banqueros, industriales) le aterra que toda esta “chusma” sublevada vaya por más, y el mismo día manda a reprimirla brutalmente con su jauría policial y militar. La jornada de lucha se trastoca en masacre (más de 1000 muertos), el terror del Estado burgués tiñe de sangre proletaria las calles y las aguas del puerto principal, mientras “las blancas y delicadas manos aplauden desde sus balcones” la vuelta a su “calma” burguesa. Tal fue “el bautizo de sangre del proletariado” en este país. Pero más que por la fuerza de nuestro enemigo de clase, esta fatal derrota se debió a las propias debilidades de nuestra clase proletaria en ese momento: falta de autonomía y beligerancia frente al gobierno y, sobre todo, falta de radicalidad o de ruptura con el programa socialdemócrata (incluidas sus versiones “socialista” y “anarquista”), al mismo tiempo que falta de ruptura con el sindicalismo, con el patriotismo y con la religión, y finalmente falta de dirección revolucionaria, armamento y ofensiva.

El contexto mundial de aquella época era de crisis capitalista, guerra imperialista y revuelta proletaria, así como lo vuelve a ser el contexto mundial actual, con la importante diferencia de que en ese entonces la crisis no era tan generalizada y catastrófica como la de ahora y que existía un masivo y potente proletariado revolucionario internacional e internacionalista que, en cambio, hoy todavía no existe o, mejor dicho, todavía es débil. Por lo tanto, las lecciones dejadas por las luchas de nuestros hermanos de clase de ayer son válidas y útiles para los proletarios en lucha de hoy día y de todas partes. En nuestro caso, una de esas lecciones es -en palabras de uno de sus propios protagonistas- que “el 15 de noviembre de 1922 el proletariado aprendió a conocer quiénes son siempre sus enemigos mortales”. En efecto, tanto ayer como hoy nuestros enemigos siguen siendo los mismos: empresarios, banqueros, políticos (de derecha y de izquierda), militares, policías, curas, jueces, periodistas, sindicalistas... Pero no como grupos o personas en particular, sino como agentes de las relaciones de explotación y dominación capitalistas, de esta inhumana y asesina sociedad mundial de la mercancía, el dinero, el trabajo asalariado, el Capital y su Estado: nuestros mortales enemigos de siempre.

Hoy en día en este país, junto a la burguesía, dos enemigos más se destacan: el gobierno y los sindicatos. Este gobierno, por más que diga ser “revolucionario”, “socialista” y hasta “de los trabajadores”, en realidad es -como todo gobierno- el guardián y el administrador de la explotación y la normalidad capitalistas, de la dictadura democrática y ciudadana del Capital sobre nuestra clase, el proletariado. De hecho, este 15 de noviembre del 2014 hace un mitin-show para anunciar públicamente su “paquete de reformas” al código de trabajo, es decir su ajuste a este clásico instrumento de control y explotación capitalistas sobre la clase trabajadora para, a su vez, ajustarnos, explotarnos y someternos más. No cabe duda de que este gobierno progresista es burgués y enemigo del proletariado. Por si fuera poco, usurpa esta fecha histórica de nuestra clase para cínicamente intentar distorsionar y hasta vaciar su contenido proletario y anticapitalista; para espantar el solo recuerdo de revolución social proletaria, ese fantasma que no ha dejado de recorrer el mundo entero: el comunismo, la anarquía. Lo peor es que si lo hace es porque aquí y ahora el proletariado aún brilla por su ausencia en tanto fuerza autónoma como para hacerle una guerra de clases y de memorias real. Y si algún momento nuestras protestas como clase llegaren a salírsele de las manos y amenazar su poder –que es el poder estatal del Capital-, este gobierno no dudaría en reprimirnos de similar forma que hace 92 años.

Por su parte, los sindicatos (todos sin excepción) no son más que los mercaderes o negociadores de la explotación de nuestra fuerza de trabajo frente a la patronal y el Estado. Siempre lo han sido y lo serán. Muestra irrefutable de ello es que este 19 de noviembre hacen una nueva marcha para “rechazar” –entre otras cosas- las “enmiendas constitucionales” y las reformas gubernamentales al código de trabajo, exigiendo en cambio un código dizque “de y a favor de los trabajadores”, es decir un látigo legal más flexible y suave de la explotación capitalista, de la esclavitud asalariada, a la cual ni la nombran, mucho menos la critican ni la combaten. Como siempre, “luchan” contra los efectos pero nunca contra la causa o la raíz de todos los males que padecemos los proletarios: el capitalismo. “Luchan” sólo por derechos, reformas, migajas de quienes nos explotan y oprimen. Así acorralan, desvían y anulan las reivindicaciones y protestas proletarias. Y asimismo si éstas llegaren a desbordarlos, los sindicatos (y partidos y frentes de izquierda) harían todo lo posible para apagar la lucha proletaria autónoma. Son bomberos, reformistas, oportunistas, contrarrevolucionarios... Los sindicatos también son enemigos del proletariado, por tanto hay que romper con ellos y tratarlos como tales.

Proletarios: la experiencia del pasado y del presente nos demuestra que, para satisfacer nuestras necesidades e intereses de clase, debemos luchar por fuera y en contra de los gobiernos, los partidos y los sindicatos, de manera independiente o autónoma, por todo y hasta el fin, más allá y en contra de toda frontera y nacionalidad. En estos momentos, nuestros hermanos de clase que luchan en México, Chile, Brasil, Medio Oriente, Grecia... hacen lo que pueden al respecto y así tensan el hilo histórico-mundial de la lucha proletaria contra el capitalismo. Nuestra memoria histórica, nuestro programa revolucionario, nuestra solidaridad de clase, nuestra organización autónoma, nuestra acción directa: han sido, son y serán nuestras mejores armas.

Proletarios/as:

15 de Noviembre: ¡Ni perdón ni olvido, ni paz social ni amnesia histórica:
guerra de clases y guerra de memorias!

¡Ni gobierno ni oposición, ni derechas ni izquierdas:
ambos son nuestros enemigos de clase!

¡Ni leyes ni “derechos” ni reformas!
¡Ni representantes ni intermediarios!

¡Organicémonos y luchemos por nuestras necesidades humanas
de manera directa, autónoma y radical,
afuera y en contra de sindicatos, frentes y partidos!

¡Reapropiémonos de nuestro programa revolucionario histórico:
Abolición de la propiedad privada, el trabajo asalariado, la mercancía,
el Capital, las clases, el Estado, las patrias, las razas, las religiones!

¡Por la ruptura y la revuelta proletaria, aquí y en todas partes!
¡Por la revolución comunista y anárquica mundial!

Proletarios Revolucionarios

Quito-Ecuador, Noviembre 2014





NO SE TRATA DE CAMBIAR DE AMO, 
SINO DE NO TENERLO
(Sobre los recientes resultados electorales 
en ecuador)
 
Elecciones 2014 en ecuador: la “oposición de derecha” ganó las alcaldías de las ciudades principales del país, es decir ganó la fracción empresarial de derecha (rodas, nebot, cabrera, etc.) sobre la fracción burocrática de izquierda (barrera, bonilla, granda, etc.) del mismo capital-estado, que no obstante sigue siendo la fracción política dominante a nivel nacional (correa sigue siendo el presidente, su partido tiene la mayoría de la asamblea nacional, ministerios, otras alcaldías y prefecturas en todo el país, etc.). De todos modos, “ganó la democracia”, sí: ganó la dictadura democrática del capital sobre el proletariado; sí: ganaron sólo los ricos y poderosos, junto con sus políticos y sus perros guardianes uniformados. A nivel local, entonces, lo único que se ha dado es un cambio de amos, de patrones y de administradores: antes eran los de izquierda, ahora son los de derecha otra vez. Pero nosotros, la mayoría de la población que vive del trabajo asalariado, seguimos siendo explotados y oprimidos. Nada fundamental ha cambiado.  

El problema es que estos mercaderes políticos profesionales, tanto de derecha como de izquierda, le tienen embobada a nuestra clase social con sus discursos, ofertas, cuentos, falsos problemas y debates, etc. Por ejemplo, es un falso debate lo de “derecha conspiradora y fascista contra el gobierno revolucionario” al igual que lo de “la derecha va a equilibrar y a democratizar el país”, en fin lo de “¿izquierda o derecha?” o lo de “¿gobierno u oposición?”: ¡ni lo uno ni lo otro! ¡En el fondo son la misma mierda capitalista! Así como también es una ilusión, por ejemplo, creer que fue “un voto de protesta y rechazo al gobierno”* y/o que “las cosas van a mejorar con un nuevo alcalde” (el burguesito rodas, en el caso de quito), si por ello se entiende que vamos a “vivir mejor”. Pueden reducir los impuestos (¿?) y mejorar los servicios, etc., pero esas son cosas más que secundarias y aparentes. Insistimos: nosotros seguimos y seguiremos siendo explotados y oprimidos. Y los patrones de derecha y de izquierda por igual siguen y seguirán siendo la clase dominante, el Estado.

¿Por qué? Porque, al no ser dueños de los medios materiales de vida, tampoco somos dueños de nuestras propias vidas ni decisiones. Somos esclavos asalariados, pero que creen ser “ciudadanos libres e iguales ante la ley gracias a la democracia”. Y porque absolutamente todos los políticos, tanto de derecha como de izquierda, son representantes de los intereses de distintas fracciones del mismo capital, es decir todos ellos son capitalistas que viven a costa de nuestra explotación y dominación. Sólo representan sus intereses, no los nuestros. No son nuestros “representantes”, son nuestros explotadores y opresores con distintas caretas y disfraces. Son nuestros enemigos de clase. (¡Y pensar que hay esclavos que celebran y defienden a sus diferentes amos!) 

El problema de fondo, por consiguiente, no es tal o cual candidato, alcalde, partido, y ni siquiera el gobierno: el problema de fondo es todo el sistema democrático de explotación y dominación capitalista que a diario nos impide ser los verdaderos dueños de nuestras vidas y decisiones, que a diario nos destruye como clase y como seres humanos. Por eso “no se trata de cambiar de amo, sino de no tenerlo.”

Proletarios: mientras no despertemos y no luchemos como clase, como proletariado, contra el capital-estado y todos sus representantes de derechas e izquierdas, éstas seguirán en sus pugnas de poder, en sus peleítas entre patrones y sus respectivos lacayos políticos (“allá entre blancos”), utilizándonos en este asqueroso show democrático ó como espectadores pasivos que opinan y votan cual borregos (o sea, ciudadanos) ó como carne de cañón en las calles (como actualmente está ocurriendo en venezuela). Por el contrario, la experiencia histórica de la lucha de clases y las recientes revueltas internacionales demuestran que cuando el proletariado reemerge y lucha como tal contra el yugo capitalista y estatal, derechas e izquierdas se unen en su contra en un sólo partido: el partido de la democracia, el partido de la contrarrevolución. Lo que pasa es que, como en el fondo son la misma mierda, derechas e izquierdas del capital le temen al proletariado autónomo y revolucionario que en su lucha porta “el fantasma del comunismo” y la anarquía; esto es, de la sociedad sin explotadores ni explotados, sin propiedad privada, trabajo asalariado ni capital, sin clases ni Estado, sin patrias ni cárceles de ningún tipo... una comunidad humana real y mundial. Esto no es una utopía, es una posibilidad y una necesidad histórica para la humanidad y el planeta entero.

Pero al parecer, será el mismo látigo de la contrarrevolución actual y de la miseria (no sólo económica sino de existencia) que vivimos a diario, el que, al menos por estas tierras, provocará que nuestra clase proletaria reaccione y se levante nuevamente como tal; que luche sin representantes ni intermediarios por las necesidades humanas contra el capital y el estado; que los proletarios confiemos solamente en nosotros mismos y dejemos de tener miedo de decidir y de luchar de verdad, es decir luchar para destruir lo que nos destruye (¡todo este inhumano sistema de muerte!) a fin de reapropiarnos de nuestra vida y las condiciones materiales que la hacen posible. Mientras tanto, los proletarios revolucionarios, aunque hoy seamos una ínfima minoría, seguiremos resistiendo y luchando a contracorriente: contra derechas e izquierdas por igual, contra la esclavitud asalariada y la tiranía estatal, contra la dictadura democrática del capital, contra el rebaño ciudadano y democrático. Como decía un histórico compañero revolucionario: “hoy en día, comportarse como un ser humano significa, fundamentalmente, comportarse revolucionariamente”.

¡SOMOS PROLETARIOS, NO “CIUDADANOS”!
 
¡NADA DE REPRESENTANTES: 
AUTONOMÍA PROLETARIA!

¡A COMBATIR A LA DERECHA Y A 
LA IZQUIERDA DEL CAPITAL POR IGUAL!

¡QUE SE VAYAN TODOS!
 
¡ABAJO LA DEMOCRACIA! ¡ABAJO 
EL CAPITAL Y EL ESTADO!
 
¡POR LA LUCHA DE CLASES Y LA 
REVOLUCIÓN PROLETARIA MUNDIAL!

¡POR EL COMUNISMO Y LA ANARQUÍA SIEMPRE!

 
brigada fantasma de agitación comunista-anarquista
 
quito-ecuador, fines de febrero 2014




Valladolor no admite comentarios
La apariencia como forma de lucha es un cancer
El debate esta en la calle, la lucha cara a cara
Usandolo mal internet nos mata y encarcela.
Piensa, actua y rebelate
en las aceras esta el campo
de batalla.

si no nos vemos
valladolorenlacalle@gmail.com















ARCHIVO

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Contrainformacion internacional

Anticarcelario / contra la sociedad cárcel

"Las prisiones son una parte más de la esencia represiva de todo Estado, no hay que olvidar la parte que nos toca a lxs que aún seguimos en la calle.

No podemos ver las cárceles como algo ajeno a nuestras vidas, cuando desde temprana edad hemos sido condicionadxs a no romper las normas, a seguir una normalidad impuesta; el castigo siempre está presente para lxs que no quieren pasar por el aro.

En el trabajo, en la escuela... domesticando y creando piezas para la gran máquina, piezas que no se atrevan a cuestionar o que no tengan tiempo para hacerlo.

Hemos sido obligadxs a crecer en un medio hostil donde es dificíl desarrollar nuestros propios deseos.

La rebeldía brota de algunxs, otrxs simplemente se acomodan en la mierda, tapando sus frustraciones con lo que le dan quienes antes les despojaron de todo. O viendo sus problemas como algo aislado, único y personal.

Para lxs que no tragan o no se adaptan al gran engaño ahí tienen sus cárceles, reformatorios, psiquiatrícos ... creados por los que no quieren ver peligrar las bases de su falsa paz.

No podemos ignorar la lucha de lxs compañerxs presxs.

Su lucha es nuestra lucha."