Según fuentes de su propia familia,
una persona presa, varón, vecino de Gipuzkoa, apareció el pasado día 8
de febrero de 2014 muerto en su celda en la prisión de Burgos. Se trata
de M.V.E., de 22 años de edad, que ya había protagonizado anteriormente
algún intento de suicidio. Este hecho luctuoso, no notificado y ocultado
por Instituciones Penitenciarias, representa una nueva crónica de
muertes anunciadas en las cárceles tal y como hemos venido denunciando.
No podemos olvidar que se trata del
tercer preso vasco que ha aparecido muerto en una prisión estatal en el último mes, entre el 12 de enero y el 8 de febrero.
Ésta muerte se suma a la otras dos
personas, un vecino de Bizkaia, que apareció el pasado día 12 de enero
de 2014 ahorcado en su celda también en la prisión de Burgos, era
J.G.R., de 25 años de edad, que pronto iba a cumplir el tiempo de la
condena por la que se encontraba recluido en prisión. La tercera fue la
de A. B.B. vecino de Elorrio, de 36 años de edad, quien después de 13
años en prisión también iba a cumplir su condena y recuperar su libertad
el mes de mayo, apareció muerto en su celda en la prisión de Puerto de
Santa María I, el 5 de febrero de 2014.
¿Nueva ejecución extra-judicial en las
cárceles españolas?
Esta nueva muerte en extrañas circunstancias
representa una nueva y macabra ejemplificación de la crónica de muertes
anunciadas en las cárceles. No podemos olvidar que tenemos constancia
de la existencia de más de 38 personas muertas por motivos no naturales
durante los cuatro últimos años en las cárceles ubicadas en la
Comunidad Autónoma Vasca y Navarra o de personas vascas presas
residentes en Euskadi muertas en otras prisiones del sistema
penitenciario español.
Queremos denunciar la sistemática
política de ocultamiento de estas muertes de las que no se facilita
ningún tipo de información pública, como parte de la estrategia de
impunidad ante las muertes no naturales que está acabando con la vida de
estos jóvenes en el seno de instituciones públicas con las que
mantienen una relación de sujeción especial y cuyo derecho a la salud y a
la vida depende única y exclusivamente de las mismas. ¿Qué está
pasando? ¿Por qué se ocultan estas muertes? ¿Por qué no se exigen
responsabilidades o al menos se investigan? ¿Ocurriría lo mismo si las
víctimas fueran otras? ¿Se pueden tolerar impunemente estas muertes en
el seno de una institución del estado como es el sistema penitenciario?
Nos preocupa la nula iniciativa de actuación por parte de las autoridades judiciales competentes
para esclarecer las circunstancias de estas muertes por causas no
naturales, en su gran mayoría de personas jóvenes que no lo olvidemos
mantienen una relación de sujeción especial con la administración del
estado y, éste, tiene la obligación de garantizar entre otros, su
derecho a la vida. Esta situación es inaceptable, sobre todo cuando la
mayoría de esas muertes podrían evitarse, simplemente, con la aplicación
estricta de la actual legalidad vigente.
Una vez más preguntamos a la Dirección
General de Prisiones, al Ministerio de Interior y al Gobierno cómo va a
terminar con esta terrible situación. Nos preguntamos cuántas muertes
han ocurrido realmente, quiénes eran los muertos, cuales fueron las
causas, qué medidas preventivas se establecieron, por qué no se
excarceló a personas en avanzado estado de enfermedad, por qué las
condiciones de vida en general y sanitarias en particular empeoran, que
está haciendo con respecto a el hacinamiento, cómo es posible que haya
tantas personas presas con enfermedades mentales graves y la gran
mayorías de ellas sin diagnóstico ni tratamiento, por qué no cumple su
propia legalidad cuando esta lo es en beneficio de la persona presa y se
excede en su cumplimiento cuando lo es en su perjuicio… son demasiadas
las preguntas sin responder.
Para acabar con estas muertes reclamamos medidas concretas tales como:
- Que el Ministerio Fiscal no se inhiba e investigue de oficio estas
muertes la mayoría de ellas en extrañas circunstancias, tal y como le
corresponde, para el esclarecimiento de las circunstancias y motivos las
mismas, con le fin de depurar las responsabilidades políticas,
administrativas y penales que se desprendan de estos hechos.
- La inmediata excarcelación de las personas presas gravemente
enfermas, en especial aquellas en fase terminal, así como las que
padezcan enfermedades mentales que en muchos casos suponen la inducción
al suicidio. Estas personas necesitan unos cuidados y un seguimiento
médico incompatibles con la cárcel que en muchas ocasiones es genera
problemas de desequilibrio y enfermedad mental.
- La inmediata reforma de la legislación penal y penitenciaria que
alarga innecesariamente las condenas y restringe el acceso a permisos de
salida, tercer grado y libertad condicional que son las formas de
cumplimiento más acordes con el objetivo final que la ley otorga a las
penas privativas de libertad y que contribuyen a disminuir la presión y
mal trato psicológico que sufren las personas presas.
- La reducción del número de reos hasta la capacidad óptima de cada
prisión para evitar la actual masificación, que aunque no es el único,
si es uno de los motivos que influye en estas muertes, así como el
cumplimiento de las condenas en la el centro más cercano al lugar
habitual de residencia.
- El final de los regímenes de incomunicación y aislamiento. Estos
espacios de impunidad para torturas y/o malos tratos, son a la vez son
espacios de riesgo para la aparición y/o agravamiento de determinadas
enfermedades mentales, lo que significa que, de por sí, el aislamiento
es una tortura psicológica a erradicar.
SalHaketa Araba
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