[hoja encontrada en el Hospital Clínico de Valladolid]
Genocidio – impunidad: amianto
Al igual que en otras épocas se cometieron genocidios en zonas geográficas concretas, como el casi total exterminio de la población autóctona en América del Norte, y el más reciente que hoy se está cometiendo con el pueblo Palestino; desde hace más de un siglo, de forma encubierta y silenciada, se está realizando conscientemente otro genocidio con la utilización y comercialización del amianto, y este de mayores dimensiones, pues su extensión afecta a nivel mundial. Y decimos conscientemente, con conocimiento de causa, para lo cual ofrecemos a continuación algunos datos que corroboran esta afirmación.
Ya en 1889 se alerta de que el amianto es una sustancia peligrosa, y en 1918 las aseguradoras en EEUU comienzan a recomendar no aceptar pólizas de seguros a los trabajadores del amianto.
En 1930, en Gran Bretaña, se establece la relación entre la exposición al amianto y la asbestosis. A partir de esta última fecha, se realizan numerosos estudios científicos, entre ellos el de Richard Doll, que en 1955 establece la relación entre el amianto y el cáncer de pulmón.
En 1960, los trabajos de Wagner y su equipo relacionan el amianto con el mesotelioma (cáncer incurable, aún hoy en día sin tratamiento), y en 1964 y 1965 Irvin Selicof confirma dicha relación directa entre amianto y mesotelioma.
La Agencia Internacional de Investigación del Cáncer (IARC) en 1977 clasifica todas las categorías de amianto como cancerígeno. Queda reconocida internacionalmente la carcinogenicidad de este producto, y en 1987 es clasificado en el grupo 1, el más nocivo y peligroso para los humanos.
Muchos estudios científicos han venido corroborando lo aquí expuesto, a la vez que demostrando nuevos avances, como la comorbilidad del amianto, cánceres de pulmón, pleural y broncopulmonar, así como en otros, de peritoneo, laringe, faringe, esófago, estómago, colon, bolsa testicular, ovarios, pericardio, linfoma de Hodkin o leucemia…
Se han demostrado vías por las que se contrae la enfermedad como la inhalación, ingestión, a través de erosiones en la piel y a través de la placenta en neo-natos. Se han clasificado las fuentes de contaminación en: exposición laboral y doméstica con trabajadores del amianto; por convivencia y cercanía a centros mineros y fabriles en los que se utiliza el amianto; por estancia en edificios con amianto y contaminación ambiental.
Con todo esto, queda suficientemente demostrada la mala fe y los instintos asesinos en las prácticas de quienes, conociendo sus efectos mortales, por intereses políticos y económicos y para su mayor enriquecimiento, unos permitieron y recomendaron su uso, otros lo rentabilizaron en su provecho y algunos más continúan produciendo, comercializando y expandiendo a nivel mundial el mortal producto.
La mortandad que ha originado y continuará originando el amianto es aterradora. Solo en Europa y durante los periodos de latencia (esto es, entre 10 y 30 años, tiempo que transcurre desde la exposición al amianto y el desarrollo de la mortal enfermedad), se calcula que morirán 10 millones de personas y enfermarán otras decenas de millones más.
Estas estimaciones se han efectuado partiendo únicamente de los muertos habidos por mesotelioma en trabajadores y su entorno familiar doméstico y el contacto directo con amianto en sus puestos de trabajo. Por tanto, no están contabilizados los muertos por vecindad (o sea, por proximidad a los centro mineros, productivos, fabriles o comerciales) ni los contaminados por la existencia de amianto en el interior de miles de edificios, desde aislantes a depósitos y tuberías de conducción de aguas, tejados de uralita, productos electrodomésticos y textiles, etc., y así hasta más de 3.000 productos que contienen el mortal veneno. Como tampoco se han valorado los muertos por contaminación ambiental, ni los habidos por trabajos de desamiantado, recogida y traslado de materiales, que hasta hace muy poco se realizaban sin ninguna protección y que aún hoy en muchas ocasiones así se siguen realizando.
Tampoco se ha tenido en cuenta la comorbilidad y causa de esta en el desarrollo de otros tipos de cáncer como los anteriormente reseñados, ya que de todas estas causas y sus mortales efectos ni existen datos ni encuestas debido a una ausencia de interés y a un encubrimiento intencionado desde ámbitos como el político, industrial, sanitario, judicial, informativo, etc.
Así es que, si a la mencionada cifra de 10 millones de muertes en Europa se añadiera la mortandad por las causas no incluidas para la realización del cálculo y a su vez se añadieran las del resto del mundo, pues en todo el planeta está extendido y se sigue extendiendo el amianto, las cifras resultantes serían escalofriantes y verdaderamente aterradoras, pues supone uno de los mayores genocidios que conscientemente se está cometiendo a nivel global y del que aún no se conoce el final.
Pero lo más grave es que conociendo como se conocen empresas, instituciones, nombres propios de estas, sus propietarios y cargos políticos responsables de este genocidio que se está cometiendo, a nadie por ello se ha juzgado y metido en la cárcel, y por tanto en este proceso, todavía se permite el oligopolio de esta industria que continúa obteniendo inmensos beneficios a costa de seguir originando enfermedad, muerte y un GENOCIDIO A ESCALA MUNDIAL.
Abril 2021 / 320 Comité de Solidaridad de los Trabajadores