¿¡SANIDAD ENTRE CUATRO MUROS!?
Las torturas y vejaciones se han convertido en la idiosincracia propia de los centros penitenciarios, y es que, no nos engañemos, la cárcel por sí misma enferma y asesina. Son muchos los determinantes que conllevan al mal estado de salud de las personas presas, lo que, sumado al mayor riesgo de padecer enfermedades infecciosas, inmunodepresoras o crónicas, termina derivando en un elevado índice de problemas relacionados con la salud mental que llevan, en última instancia, al suicidio.
Por lo tanto, podemos decir sin temor a equivocarnos que es sabido por todxs que los llamados derechos humanos, sí, aquellos que nos son inherentes por el mero hecho de serlo, resultan claramente vulnerados dentro de las prisiones, donde las personas deben convertirse en basura, si bien no reparan en esfuerzos para que así lo creamos. Por ello, si ya contábamos con que el trato que reciben las personas presas es denigrante, aún lo es más ahora, precisamente cuando, como sociedad, nos enfrentamos a uno de los momentos más proclives a desembocar en una crisis sanitaria sin precedentes, que en verdad ya nos encontramos.
Ante este escenario, la Secretaría General de Instituciones Penitenciarias ha decidido priorizar medidas tales como el mayor aislamiento de las personas presas, quienes se han visto obligadas a suspender sus visitas programadas y a permanecer en celdas individuales. Así mismo, se ha recurrido a denegarles cualquier tipo de permiso que pudiera corresponderles. Es decir, en lugar de adoptarse nuevas medidas que contribuyan a revertir la tan acusada falta de personal sanitario en prisión, y con ello, a una mejora en la calidad de vida de las personas presas, se ha optado por establecer toda una serie de medidas restrictivas, dentro de un régimen que de por sí lo es.
El nuevo COVID-19 se propaga con mayor velocidad que la que utiliza un halcón peregrino cuando se lanza en picado a por su presa, lo que implica que, una vez este llame a las puertas de las prisiones, arrasará con quien se le ponga por delante. Y es que, no estamos segurxs de que esto causase el tan famoso efecto mariposa, pero sí lo estamos de que provocaría un demoledor efecto dominó. Una epidemia lanzada al otro lado de los muros supone una masacre en tanto que las personas presas, y la vulnerabilidad que trágicamente les acompaña, configuran un objetivo preciso para el desarrollo de esta enfermedad.
Sin embargo, hemos de dejar de anticiparnos y de presuponer, pues, muy a nuestro pesar, ya es un hecho: «El coronavirus ha invadido las cárceles». La vida nuevamente nos golpea con una sutil ironía, ¿cómo es posible que los gruesos muros de las prisiones, aquellos que parecen infranqueables vistos desde dentro, hallan resistido tan débilmente a la amenaza de un virus?
Teniendo en cuenta el contexto que nos rodea, podemos confirmar, que al menos 300 internxs se hallan en estado de cuarentena dentro de las prisiones españolas, constatando, además, la muerte de una mujer de 78 años, que bien podría haberse encontrado sometida al arresto domiciliario contemplado en sus recurrentes leyes…
En definitiva, tal y como muchas de las personas presas ya vienen reivindicando por medio de diferentes medios de lucha, como huelgas de hambre o motines, desde diferentes colectivos anticarcelarios y organizaciones proderechos humanos se viene denunciando y exigiendo, tanto al Ministerio de Interior como a Instituciones Penitenciarias, que se tomen medidas de urgencia para paliar los efectos resultantes de la imposición del estado de alarma en las prisiones. Para ello se critican las diversas medidas de aislamiento, los cortes de las comunicaciones con los familiares y amigxs, la falta de prevención, análisis, así como la notoria ausencia de personal y recursos sanitarios, y se piden a su vez, medidas tales como la excarcelación inmediata, en especial la de aquellxs enfermxs graves o la de aquellxs que sufren patologías mentales. De manera que se les trate por lo menos mientras dure la pandemia en centros médicos fuera de la prisión donde se asegure los cuidados y no prime la seguridad y el régimen punitivo de la prisión .Necesitan trato humano y no castigo. De confinarse, mejor en casa, con lxs suyxs, paliando de este modo la tortura a la que aboca el aislamiento en las circunstancias descritas (ya de por sí durísimas), y descongestionando la misma reclusión, cruenta y degradante, que se vuelve más en estos momentos.
¡PORQUE NO QUEREMOS MÁS MADRES O PADRES LLORANDO A SUS HIJXS PORQUE MURIERON DE CÁRCEL!
¡LUCHA PARA CON LXS PRESXS!

Lxs Solidarixs





Valladolor no admite comentarios
La apariencia como forma de lucha es un cancer
El debate esta en la calle, la lucha cara a cara
Usandolo mal internet nos mata y encarcela.
Piensa, actua y rebelate
en las aceras esta el campo
de batalla.

si no nos vemos
valladolorenlacalle@gmail.com















ARCHIVO

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Contrainformacion internacional

Anticarcelario / contra la sociedad cárcel

"Las prisiones son una parte más de la esencia represiva de todo Estado, no hay que olvidar la parte que nos toca a lxs que aún seguimos en la calle.

No podemos ver las cárceles como algo ajeno a nuestras vidas, cuando desde temprana edad hemos sido condicionadxs a no romper las normas, a seguir una normalidad impuesta; el castigo siempre está presente para lxs que no quieren pasar por el aro.

En el trabajo, en la escuela... domesticando y creando piezas para la gran máquina, piezas que no se atrevan a cuestionar o que no tengan tiempo para hacerlo.

Hemos sido obligadxs a crecer en un medio hostil donde es dificíl desarrollar nuestros propios deseos.

La rebeldía brota de algunxs, otrxs simplemente se acomodan en la mierda, tapando sus frustraciones con lo que le dan quienes antes les despojaron de todo. O viendo sus problemas como algo aislado, único y personal.

Para lxs que no tragan o no se adaptan al gran engaño ahí tienen sus cárceles, reformatorios, psiquiatrícos ... creados por los que no quieren ver peligrar las bases de su falsa paz.

No podemos ignorar la lucha de lxs compañerxs presxs.

Su lucha es nuestra lucha."