Hace unos pocos días Gavioto,
Eugenio García Serrano, moría en la celda de aislamiento del centro
penitenciario de A Lama.
Con 48 años, Gavioto había sido castigado al
encontrarle la dirección de la cárcel la carta del abogado de un
colectivo de defensa de los derechos de las personas presas.
Su hermano
busca saber las causas de la muerte de Eugenio y acusa el centro de
negligencia y quiere justicia con los responsables de la muerte.
Gavioto llevaba ya tres años en A Lama.
Estaba en segundo grado y en el plazo de un año estaría en condiciones
de pasar a tercer grado, con el cual se le abrirían las puertas de la
cárcel, cuando menos para salir de permiso. Una semana antes de la
muerte llamó a la familia diciendo que lo llevaban a aislamiento. Lo
notaron mal y el hermano se puso en contacto con el centro a través de
la trabajadora social y la psicóloga. El motivo del aislamiento era que
le habían encontrado la carta del abogado de un colectivo de defensa de
los derechos de los presos. Consiguió hablar con el subdirector dos días
antes de la muerte y la respuesta fue que no daban explicaciones por
teléfono y prácticamente le colgó. Dos días después recibieron la
llamada del fallecimiento, asi lo cuenta Luis, hermano de Eugenio que
reside en Canarias, lo que le hacía muy complicado un desplazamiento
rápido a A Lama.
Más de diez días después aún no saben
las causas del fallecimiento de Gavioto. Descartada la muerte por
violencia, aguardan el resultado de la autopsia para confirmar alguna de
las hipótesis, sobredosis o infarto entre las que contemplan como más
posibles. En cualquiera de los dos casos, la cárcel sería responsable
por negligencia, si fue un infarto, Eugenio no podría haber recibido
ayuda de nadie por encontrarse en aislamiento y si fue sobredosis no hay
razón para que una persona aislada pueda tener acceso a esa cantidad de
drogas y/o medicación, señala Luis, que estudia denunciar a la cárcel
por homicidio o asesinato. Si Eugenio, de quien el aviso familiar había
alertado a la dirección de la cárcel de su delicada situación,
continuara en segundo grado habría algún compañero cerca y puede ser que
la muerte se hubiera evitado, valora el hermano.
No era la primera vez que recibía un
castigo en A Lama. Entre las pertenencias que la familia recibió después
de la muerte se encuentran los partes de los que había sido
protagonista a lo largo de tres años. Hay medidas como un castigo de
cuatro fines de semana encerrado por hablar con un vecino de celda desde
la ventana o veinte días de aislamiento por dar un golpe en la puerta
de la celda desde dentro… son medidas tan desproporcionadas que el único
efecto que tienen es convertir al preso en un ser sin personalidad o en
un rebelde. El caso de Eugenio era, claramente, el segundo. Era de las
personas más honestas y justas que pasaron por la vida. La razón de
estar en la cárcel fue porque era toxicómano desde los 15 años y los
delitos fueron siempre robos para conseguir los cuartos de la droga,
pero sin violencia. Era un hombre de una gran integridad moral, defiende
el hermano al tiempo que relata episodios –alguno de ellos conocido a
través de los propios funcionarios de prisiones– que dan cuenta del
talante de Eugenio.
Un funcionario de Villabona, en Asturias
contó que en una ocasión llegó un preso sin ropa. Otro preso de la
cárcel tenía tres pares de zapatos y Eugenio le pidió que le diera uno.
Al negarse convenció a todos los compañeros para que no le dieran tabaco
como sanción por su comportamiento poco solidario. No había pasado un
día cuando Eugenio estaba dando de su propio tabaco a terceras personas
para que le lo hiciesen llegar sin saber que era de él, recuerda Luis ,
para dar cuenta de la voluntad de justicia que, no tiene duda, no le
gustaba a la dirección de la cárcel, los problemas que siempre tenía era
por defender a otras personas
Con Eugenio García, el hermano y la
madre hablaban casi todos los días. La distancia –la madre con 84 años
en Gijón y el hermano en Canarias– hacía más difíciles las visitas
personales, reservadas mayormente para los períodos vacacionales. Una
persona normal no puede aguantar veinte días estando 21 horas sólo y
aislado. La prueba irrefutable de la responsabilidad de la cárcel son
los partes en los que las sanciones son desproporcionadas con respecto a
las que consideran faltas, valora Luis García, a sólo diez días de la
muerte de su hermano y decidido a iniciar la denuncia contra la cárcel
ya que entiende que ese sería el deseo de Eugenio. A pesar de las
protestas previas y del interés por el estado de su hermano, Luis sólo
recibió una llamada de la dirección de la cárcel: la de la comunicación
de su fallecimiento.
El historial de denuncias por abusos al
subdirector de seguridad llegaba de lejos. En días previos a su muerte
comentó de las medidas represivas que se empleaban y de los abusos que
se cometían. Por eso tenía la carta del abogado, porque él quería
contribuir a luchar contra ese maltrato que reciben a los presos. La
prisión de Pontevedra había sido denunciada ya en el año 2012 como una
de las cárceles con mayor número de suicidios del Estado español, según
el informe de la Central Penitenciaria de Observaciones. En aquella
ocasión se había presentado una pregunta parlamentaiar encaminada a
esclarecer las denuncias de malos tratos y represión.
El hermano denunció porque quiere que
este proceso sirva como medida disuasoria para que piensen dos veces
antes de tomar medidas contra los presos. También se ha dirigido a
Instituciones Penitenciarias para que abran un expediente disciplinario a
la dirección. Va a intentarlo por su memoria, por su hermano, un preso
que estaba incluido en el registro FIES de especial seguridad, sólo por
denunciar los abusos en las cárceles que castigan a quien no es dócil y
sumiso.
Fuente: Tokata
Valladolor no admite comentarios
La apariencia como forma de lucha es un cancer
El debate esta en la calle, la lucha cara a cara
Usandolo mal internet nos mata y encarcela.
Piensa, actua y rebelate
en las aceras esta el campo
de batalla.
si no nos vemos
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