Ukrania: contra el nacionalismo, por la unión proletaria de clase
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valladolor
domingo, 30 de marzo de 2014
guerra a la guerra,
solidaridad de clase,
solidaridad internacional,
Ukrania
Ucrania
:
Contra el nacionalismo, por la unión proletaria de clase
¡La fuerza prima sobre el derecho!
Así parece
lamentarse el representante francés en la ONU, el pasado 15 de marzo, ante
el veto ruso a una condena (1) del referéndum (2) organizado en Crimea en
pro o contra de su anexión a Rusia.
Sin embargo no
es sólo en la acción rusa en Ucrania, sino en todas las relaciones
entre los Estados en que se verifica este adagio. Rusia no ha respetado el
tratado que había firmado con Ukrania, Estados Unidos y Gran Bretaña, el
cual garantizaba las fronteras de este país de nuevo independiente a cambio
de su renuncia a las armas nucleares que se encontraban en su territorio,
luego de la desaparición de la URSS. Pero todos los tratados no son
más que un pedazo de papel que sólo vale por el interés que tengan sus
signatarios en respetarlos! El gobierno francés, tan respetuoso del derecho
internacional y de la ONU, estaba más que motivado hace unos meses en atacar
a Siria fuera de toda decisión onusiana, tal como lo hicieron los Estados
Unidos en Irak o los europeos en Yugoslavia, Israel desde su creación, más
un largo etcétera.
Los
propagandistas burgueses que denuncian esta anexión de Crimea a Rusia, como
«la primera anexión militar en Europa en 70 años» «olvidan» que la
más grande anexión llevada a cabo en Europa después de la última gran guerra
ha sido la de la RDA por parte de Alemania! Desde el hundimiento de la URSS,
golpeada duramente por una crisis económica sin precedentes, las fronteras
reconocidas internacionalmente y «legalmente intangibles», muchos países de
la Europa oriental han sido modificados, y hasta desaparecido, algunos de
manera pacífica, otros por vía armada, y por guerras donde han participado
las grandes potencias. El caso de Crimea no tiene nada de excepcional...
Pero el caso de
Crimea ha provocado una crisis política internacional con repercusiones de
largo alcance. Los grandes Estados europeos, comenzando por Alemania, se han
disgustado ante el hecho consumado y porque sus ofertas han sido rechazadas
desdeñosamente por Moscú. Sin embargo, los intereses económicos de ambas
partes son tan fuertes que la situación podría acarrear, no una guerra
abierta entre las diversas potencias, sino una «guerra fría» como ya evocan
los medias. Rusia tiene necesidad vital de vender su gas a Europa, sus
bancos están muy metidos en Ucrania, y las inversiones occidentales son
necesarias para desarrollar una economía todavía muy débil. Alemania no
desea perder sus inversiones en el mercado ruso en el que se ha largamente
implantado desde la caída de la Unión Soviética y, así como en Italia, aun
cuando es menor con respecto a Polonia, no puede ignorar la importancia que
representa el gas y el petróleo rusos.
Pero también
Francia hace negocios en Rusia (Renault acaba de comprar la principal firma
de automóviles local); y a pesar de las sanciones que el gobierno promete
aplicar en su contra, no está dispuesta a renunciar a su «cooperación
militar», concretamente la jugosa venta de navíos militares: Holllande
afirma que los contratos establecidos se harán efectivos. Cuando son miles
de millones de euros lo que está en juego, la violación del derecho
internacional pasa a un segundo plano. En los Estados Unidos, grandes
empresas petroleras y de otras ramas han pedido a Obama que las sanciones
contra Rusia no sean aplicadas, temiendo que ello podría perjudicar sus
intereses...
El «derecho» no
es más que la confirmación de una correlación de fuerzas; cuando esta
correlación cambia, el derecho anteriormente establecido deja de tener
validez; es esta la gran lección que Putin hace recordar al mundo entero.
Esto se aplica
no sólo a las relaciones entre Estados, o entre agentes económicos, sino
también en las relaciones entre las clases sociales. Los
enfrentamientos entre las clases no se rigen por principios de legalidad y
derecho en vigor, sino según relaciones de fuerza reales. Los proletarios no
deben dejarse paralizar por el derecho y la legalidad burguesas, que no
tienen otro significado que su sometimiento al capitalismo. Su deber es
reconstituir sus fuerzas de clase hasta confrontarlas con las de la clase
enemiga, sea cual sea su nacionalidad, lengua o etnia, y cualesquiera sean
las normas impuestas por la legalidad. La burguesía misma no vacila un
segundo a la hora de violar su propia legalidad contra los proletarios, no
titubea en utilizar fuerzas para-legales, bandas de extrema derecha y
pandillas de todo género, para secundar las fuerzas de represión legales
contra la represión. Por tanto, los proletarios deben organizar su propia
autodefensa y no confiar en la policía y la justicia del Estado burgués.
Hoy asistimos a
una ola desenfrenada de nacionalismo enarbolado por ambas partes: el
gobierno provisional de Kiev, presa de múltiples dificultades y que debe
solucionar gravísimos problemas (principalmente deudas) ya ha advertido
sobre la necesidad de sacrificarse para levantar la economía. Para este la
única solución para hacer pasar los futuros ataques anti-obreros, es
jugar a la carta del nacionalismo. En este sentido la intervención rusa es
una verdadera bendición para tratar de instaurar un clima de unión
nacional!
Del otro lado,
Putin exalta el nacionalismo ruso presentándose como el protector o
liberador de rusos y ucranianos de habla rusa, mientras que en la regiones
orientales, los burgueses llaman a la unión regional frente a Kiev.
Pero a la larga
toda esta borrachera nacionalista no podrá ocultar los antagonismos de
clase. Los proletarios ucranianos se verán obligados a luchar para vivir,
como ya bastante lo han hecho en el pasado.
Entonces podrán
constatar en los hechos que su enemigo no es el proletario de otra región u
otra nación, sino su propia burguesía, aliada a esta o aquella potencia
imperialista. Entonces las miasmas del nacionalismo se disiparán, y podrá
volver a surgir la unión de clase de los proletarios contra todos los
capitalistas, sus partidos, sus Estados, sus fuerzas represivas legales e
ilegales, y reconstituir su partido revolucionario internacional para
conducir la lucha.
Entonces una
vez más se podrá oír de nuevo, en Ucrania y más allá, el grito de guerra de
1848:
¡Proletarios
de todos los países, uníos!
(1) El proyecto
de resolución de la ONU sobre Ucrania, apoyado por 13 países, ha sido
rechazado tras el veto de Rusia y la abstención de China.
(NdR)
(2) En el
referéndum del 16 de marzo los crimeos responderían a dos preguntas: «¿Aboga
usted por la reunificación de la península de Crimea con Rusia conforme a
los derechos de la unidad administrativa de la Federación de Rusia?»; y
«¿Apoya usted la restitución de la Constitución de la República de Crimea de
1992 y el estatuto de Crimea como parte de Ucrania?». Los resultados no han
sido otros que el de un «sí» rotundo a la reunificación con Rusia.
Partido Comunista Internacional
16
de marzo
de 2014
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