mañana 24 de octubre está convocada una
HUELGA GENERAL EN EL SECTOR DE LA EDUCACIÓN.
Convocatorias en Valladolid:
La manifestación saldrá de Plaza Colón y terminará en la Plaza Mayor.
Convocatorias en Burgos:
Frente a la Huelga General de Educación del 24 de Octubre
24 de octubre, Huelga general
en el sector de la enseñanza
¿Huelga proletaria o procesión de sombras?
Frente a las convocatorias del curso pasado (3 huelgas generales de docentes, una de ellas en todos los niveles de la educación y otra más en la que se invitó a los padres a participar), en las que los sindicatos corporativos del sector de la enseñanza (CSIF, asociaciones profesionales), se mantuvieron al margen y no se sumaron a la huelga, en esta ocasión todos los sindicatos con representación entre los trabajador convocan la huelga: STEs (Sindicato de Trabajadores de la Enseñanza, escisión de CC.OO en los años ´80, que es el primer sindicato del sector en la mayoría de comunidades autónomas), CC.OO, U.G.T. CGT, y –casi exclusivamente entre estudiantes- CNT.
Aquellas huelgas, aunque conllevaron algunos episodios donde la lucha alcanzó cotas importantes, sobre todo en lo referido a la organización independiente de algunos trabajadores en grupos de trabajadores, asambleas y ciertos medios de lucha con mayor contundencia (ocupaciones de direcciones provinciales, ataques a centros de la iglesia y a empresas involucradas en la gestión de la educación, manifestaciones multitudinarias, piquetes en centros de enseñanza universitaria), no fueron capaces de avanzar en el surco marcado por sus propias reivindicaciones ni de frenar ninguna de las medidas antiobreras que finalmente se aplicaron.
El planteamiento reivindicativo común, ahora como entonces, se centra en reivindicaciones del tipo “parar la LOMCE”, pero esta consigna resulta completamente engañosa. Para los trabajadores de la enseñanza, es decir, para los auxiliares administrativos, profesores, bedeles, etc. de los centros de enseñanza, la LOMCE es el contexto legal a través del cual se va a realizar la política de despidos, rebaja de salarios, incremento de productividad, etc. Regularizando la educación para hacerla más competitiva, es decir, reduciendo los costes, sobre todo los costes salariales, que implica, los trabajadores verán cómo sus condiciones de vida se reducen cada vez más. Sin embargo, los sindicatos implicados en las huelgas, las asociaciones corporativas de padres y profesores, plantean, que la LOMCE sea derogada únicamente porque afecta a la calidad de la enseñanza, dejando de lado en sus objetivos últimos las condiciones de trabajo de los proletarios del sector de la enseñanza. Por su parte han abandonado la lucha contra el aumento de las horas de trabajo para los empleados de los centros de educación, por la recuperación del salario perdido en estos últimos años, contra los despidos de interinos, etc. y buscan vincular a los trabajadores a la defensa de la educación pública.
La LOMCE tiene dos objetivos básicos. Por un lado está el objetivo general de cualquier plan que reforme el sistema educativo: disponer la enseñanza para que cumpla de la mejor manera la función que la sociedad burguesa da a la educación en sus escuelas, centros de formación profesional y universidades, es decir, transmitir a los jóvenes (estudiantes, hijos de proletarios o no) la ideología de la clase dominante, la obediencia a las necesidades de la producción y la economía nacionales, el respeto a la autoridad burguesa que impone a través de distintas vías (de la sumisión democrática del proletariado respecto a la burguesía a la imposición por vías menos amables de las necesidades de esta) el respeto a sus exigencias de clase dominante, en cualquier situación económica y social, de expansión o de crisis, que implican siempre más explotación y miseria creciente para los proletarios. En este sentido la LOMCE y su afán por inculcar desde los primeros escalones de la educación obligatoria la subordinación a las exigencias empresariales (aquello que, cínicamente, llaman “mentalidad emprendedora”) es, simplemente, un cambio en la gestión que no hace variar en absoluto el carácter que posee la escuela en el mundo capitalista. La ideología dominante es la ideología de la clase dominante y la escuela es una de las más preciosas armas con que cuenta la burguesía para imponer esta ideología de respeto a la sagrada propiedad privada, al trabajo asalariado y, en general, a la dictadura de clase con que gobierna a toda la sociedad. La educación pública, en estos términos, no guarda ninguna diferencia con la educación privada que los centros religiosos o laicos pueden proporcionar. Su defensa, por tanto, implica engañar al proletariado respecto a la verdadera naturaleza del sistema capitalista y las vías que utiliza para mostrar a los jóvenes trabajadores, desde el comienzo de su vida, su verdadera posición como carne de cañón para la explotación y la extracción de beneficio.
Por otro lado, la LOMCE busca abrir nuevos caminos para la privatización de la enseñanza, es decir, crea el inicio de un marco legal para que el capital que ya no es rentable en otros sectores, como en el de la construcción, pueda invertirse en condiciones de monopolio, en el sector de la educación. En este sentido, la LOMCE implicará, a medio plazo, una rebaja sistemática de salarios y número de trabajadores contratados, un aumento de los despidos y de la carga de trabajo… sólo de esta manera se pueden crear las condiciones para que las empresas puedan invertir en condiciones de rentabilidad garantizada en las escuelas y centros de formación profesional. Así, sobre los trabajadores de la enseñanza se unen los dos cabos de la cuerda: la escuela como órgano de formación y adoctrinamiento de los proletarios más jóvenes y sus trabajadores sometidos a unas condiciones de explotación cada día más insoportables. Pero derogar la LOMCE no acabará con el primero de estos cabos, la función de la escuela en la sociedad capitalista no depende de esta ley. Sólo la lucha proletaria podrá comenzar con el combate contra las condiciones de trabajo que se intenta imponer a los proletarios del sector de la enseñanza como un episodio más de la escuela de la guerra de clases que es la lucha por la subsistencia proletaria y que deberá dar lugar a la guerra a gran escala contra la misma sociedad capitalista.
El proletariado, en su lucha contra el capitalismo y, por lo tanto, contra cualquier medida que la clase dominante adopta, también a través de sus reformas, para plegarlo a sus propias exigencias, no tiene ningún interés en participar en la defensa de un sector económico, como por ejemplo el público, contra el sector privado, ya que ambos son partes integrantes de la organización social capitalista. Por muy radicales que puedan parecer las reivindicaciones ligadas a la defensa de la escuela “pública” respecto a la escuela “privada”, se encuentran a miles de kilómetros de la emancipación del proletariado de la explotación y de la opresión social capitalista e igualmente lejanas de responder a las exigencias de vida y de trabajo proletarias. De hecho, en realidad, son completamente opuestas a su defensa eficaz porque contribuyen a reforzar la competencia entre proletarios. En general, la defensa de la escuela pública se acompaña del pretexto de combatir de esta manera la “mercantilización” de la cultura y de la ciencia que de otra manera sería objeto de la escuela privada. Pero, en la sociedad capitalista, cualquier actividad humana, ya sea económica, política, militar, jurídica, técnica, cultural, deportiva, de esparcimiento, artística o religiosa, está dominada por la mercantilización, porque cualquier actividad humana responde a las leyes del capital, del beneficio capitalista, directa o indirectamente. Por ello es una ilusión difundida por las fuerzas del oportunismo política y sindical, que retoman el mito del individuo tan querido por la ideología burguesa, según la cual a través de la actividad cultural, a través de la educación de las conciencias, se puede cambiar y revolucionar la sociedad. El marxismo ha demostrado ampliamente que la conciencia puede cambiar y cambia sólo por efecto de una revolución política y social: en la historia no ha sucedido nunca lo contrario. La sociedad humana no está basada sobre las ideas que los hombres tienen, sino sobre la organización de la producción económica y material de cuyo desarrollo se han formado las clases sociales que se enfrentan, en sus diversas fases, hasta llegar al capitalismo. Y cualquier clase dominante, en su formación y en su victoria sobre otras clases sociales, formaba al mismo tiempo su propia ideología en defensa de su propio poder, difundiéndola sobre la sociedad con todos los medios de propaganda de los cuales posee el monopolio. La ideología dominante es la ideología burguesa, la cultura dominante es la cultura burguesa, pero su dominio no está en la fuerza de las “ideas”, está en la fuerza material del poder político, económico y militar.
En cuanto a la escuela, en ninguna república burguesa, ni en la más avanzada, está asegurada la separación neta de la escuela respecto de la iglesia y de la enseñanza religiosa, que va relegado exclusivamente a la vida privada de los creyentes; menos aún está asegurada la laicidad de la escuela y la exclusión del poder estatal en la determinación de los programas académicos y en la selección del personal de enseñanza que debe depender de órganos administrativos locales, o la instrucción gratuita y obligatoria, general y politécnica para todos los niños de ambos sexos hasta los 16 años, uniendo estrechamente la enseñanza con el trabajo social y productivo y la obligación a los empleadores de dar trabajo a los niños en edad escolar, ni la provisión a todos los alumnos de la comida, la vestimenta y el material didáctico a cuenta del Estado y la abolición de las tasas escolares. En ninguna república burguesa, ni en la más avanzada, los gobiernos han siquiera soñado con realizar un programa de este género que, por otro lado, sería el coherente programa revolucionario burgués que no se saldría ni un milímetro del sistema económico y social capitalista, un programa que, por otra parte, sólo la dictadura revolucionaria del proletariado podrá realizar como un primer paso hacia una organización de la instrucción también libre de los intereses del mercado capitalista.
Pero las organizaciones políticas y sindicales que, como los convocantes, llaman a los trabajadores de la enseñanza a defender no sus condiciones de existencia (salario, tiempo de trabajo, etc.) sino su posición como educadores dentro de la sociedad burguesa, buscan atar la soga al cuello de los proletarios: defender la escuela pública es defender a la empresa que explota a sus trabajadores, subordinar las necesidades de estos a las exigencias de mayor rentabilidad y productividad también en los centros de enseñanza, de hecho aumentar la competencia entre proletarios haciendo el juego sólo y exclusivamente al poder burgués. Estos sindicatos colaboracionistas y estos partidos oportunistas dicen defender la posición de educador en una sociedad que únicamente impone, a través de los grandes medios de propaganda –y la escuela es un gran medio de propaganda- la educación de las grandes masas a someterse a las leyes del capital, a volverse dóciles productores y consumidores de mercancías, y que ofrece a los proletarios la salida de la explotación, el paro y la miseria y con ello defienden, hoy mismo, la explotación, el paro y la miseria de los propios trabajadores del sector de la enseñanza. La escuela en esta sociedad es la escuela de clase, y la subdivisión en escuela pública y privada no cambia su compleja función social de instruir y preparar a las grandes masas proletarias para emplearse de la manera más rentable en el famoso y tortuoso “mundo del trabajo”.+
En el mundo regido por la propiedad privada y el trabajo asalariado, en el mundo en el que la burguesía es la clase dominante, la educación es una herramienta con la cual esta burguesía ejerce su control sobre el proletariado. El Estado es –como afirma el Manifiesto del Partido Comunista-, pura y simplemente, el Consejo de administración que rige los intereses de la clase burguesa. La educación, pública o privada, dependiente de manera directa o indirecta de este, sólo puede ser adocenamiento del proletariado para que satisfaga las necesidades de la burguesía en el ciclo productivo. Una educación dirigida a la satisfacción de las necesidades humanas y no a la sumisión al beneficio capitalista sólo es posible a costa de destruir la sociedad basada en la explotación del hombre por el hombre.
Nuestra época, la época de la burguesía, se caracteriza por haber simplificado estos antagonismos de clase. Desde hace tiempo y cada vez más toda la sociedad tiende a separarse, cada vez más abiertamente, en dos grandes campos enemigos: en dos grandes clases antagónicas: la burguesía y el proletariado.
Los trabajadores de la enseñanza son trabajadores asalariados. El personal de administración y servicios son trabajadores asalariados. Y la mayor parte de los padres que llevan sus hijos a la escuela pública también lo son. A todos ellos, la crisis capitalista les ha arrojado a una situación terrible: desempleo, despidos, bajos salarios e incluso hambre en muchos casos. Así se ve en los colegios de Andalucía donde han dado la comida escolar durante el verano porque la desnutrición se extiende cada día. Y el ejemplo no es baladí: el problema no es la LOMCE, el problema es la sociedad de clases y la guerra permanente que la burguesía hace al proletariado: los despidos, los recortes, las bajadas de salarios y los aumentos de carga de trabajo correspondiente, son andanadas de mortero. No se trata de parar la LOMCE. Lo que hay que parar son los ataques que está sufriendo la clase trabajadora en su conjunto, extender la lucha de los proletarios del sector de la enseñanza fuera de los límites corporativos en que sus enemigos políticos y sindicales quieren encerrarla. Así se ve en los centros de enseñanza de las Islas Baleares en los que se han realizado asambleas que han organizado una huelga indefinida, a través de comités de delegados, asambleas, y con una caja de resistencia que ha recibido infinidad de apoyos. Porque para los proletarios de todos los sectores la necesidad de retomar el camino de la lucha de clases se extiende. Es la misma burguesía, en su ansia de acumulación de capital cada vez más velozmente, la que lleva decenios forjando a su sepulturero. Y es esta misma burguesía la que hoy, haciendo cargar a las espaldas de los proletarios las consecuencias de la crisis capitalista, la que da lugar a la reacción dirigida hacia la reanudación de la lucha de clase. Esta lucha de clase que no tiene nada que ver con la defensa del estatus quo del profesor en la sociedad actual, sino con la ruptura del frente único de colaboración entre clases para imponer, a través de medios y métodos clasistas, las exigencias de los proletarios.
¡ PROLETARIOS!
Los trabajadores del sector de la enseñanza deben romper con la presión que las fuerzas aliadas de la burguesía que operan en su seno les imponen y luchar, junto con los proletarios de los otros sectores económicos, con medios y métodos de clase, a partir de reivindicaciones inmediatas unificadoras como:
Subida mayor de salarios para los tipos más bajos. Recuperación del IPC en 2014. Ninguna congelación salarial más. Devolución de la extra que el Gobierno de Rajoy suprimió
Vuelta a los horarios anteriores a 2010, con 25 horas de permanencia. Reingreso de los profesores interinos afectados por las subidas de horarios y las bajadas de plazas y profesorado en los centros
Recambio inmediato en bajas y sustituciones (no a los 15 días actuales que la administración se embolsa sin pagar a nadie, ni al profesor de baja, ni al interino que le sustituye). Nombramiento inmediato en las sustituciones. Cobro completo de las vacaciones correspondientes a los días trabajados por los interinos, aunque su empleo termine antes del periodo vacacional
Gratuidad de los libros de texto y los materiales necesarios para el proceso de enseñanza para los jóvenes proletarios
Contra la competencia entre proletarios, por diferencias de salario o posición, a través de la lucha de clases independiente y de los métodos de clase
Por la extensión y la continuidad de las movilizaciones en la enseñanza
Por la solidaridad y comunicación con otros trabajadores en lucha
NO a los recortes, no a las medidas antiobreras, ni en la enseñanza ni en ningún otro sector.
Para vencer, el proletariado debe tomar la lucha en sus propias manos. Y esto pasa por romper con la política de colaboración entre clases que mantiene el oportunismo político y sindical. Asumir los medios y métodos de clase que, en el terreno del enfrentamiento inmediato, económico, con la burguesía, pasan por imponer las necesidades de clase por encima de cualquier requerimiento del bien común nacional, a través de huelgas sin preaviso e indefinidas, de la protección de estas contra los ataques que sufrirán por parte de las fuerzas del orden de la patronal, de la movilización encaminada a dañar los intereses económicos empresariales. Pero aún este enfrentamiento que el proletariado deberá asumir sobre el terreno inmediato sólo podrá frenar las consecuencias de la explotación capitalista. Para combatir las causas de esta situación, la lucha económica no es suficiente. Siguiendo de nuevo al Manifiesto del Partido Comunista de Marx y Engels, el proletariado debe constituirse en clase, luego en partido político, porque únicamente la lucha política contra la burguesía, puede acabar con su dominio de clase y abrir el camino a la desaparición del sistema capitalista. El partido de clase del proletariado ha sido, es y debe ser, el partido comunista, internacional e internacionalista, que defiende en todo momento los intereses últimos y generales de la clase proletaria por encima de cualquier situación particular, que lucha por la aniquilación del régimen burgués mediante la toma revolucionaria del poder y el ejercicio de la dictadura proletaria para lograr la transformación socialista de la sociedad, el paso de la prehistoria de la humanidad, basada en la explotación del hombre por el hombre, a la sociedad de especie donde todo vestigio de miseria y explotación haya desaparecido de una vez y para siempre de la faz de la tierra.
¡Por la reanudación de la lucha de clase!
¡Por la defensa intransigente de los intereses del proletariado y de los medios y métodos de la lucha de clase!
¡Por la lucha revolucionaria del proletariado para aniquilar el capitalismo!
A estas alturas, no hace falta recordar las duras medidas que la Generalitat está tomando tanto en contra de la EDUCACIÓN como servicio, como en contra de los trabajadores de este ámbito: despidos de interinos; aumento de los alumnos por clase; aumento de las horas de trabajo; recortes salariales; recortes en becas, comedores, servicios etc. A lo que se añade los recortes en la Universidad que suponen despidos de profesores y el “tasazo” a los estudiantes.