[Ante la aparición de propaganda procapitalista en los medios de comunicación
en referencia a los sucesos vandálicos que se produjeron en Madrid cuando
los asistentes a un concierto se quedaron sin poder entrar, en los que dichas
imágenes se mezclaban con un buen puñado de imágenes
de protestas obreras y otros disturbios, decidimos rescatar un fragmento
de un texto que para muchos de nosotros fue de gran inspiración en su momento,
allá por finales de los 90 cuando fue publicado en la revista asturiana LLAR]
Del sabotaje como una de las más bellas artes.
(Instituto Asturiano de Vandalismo Comparado)
(Una contribución a la actualización de la teoría la práctica del sabotaje).
“¿Quién reavivará los violentos torbellinos de fuego
sino nosotros y aquellos que creemos hermanos?
¡Venid! Novelescos amigos: Esto va a gustarnos.
¡Jamás trabajaremos, oh oleajes de fuego!”
“Que este mundo reviente. Es la verdadera senda.
¡Adelante, en marcha!”
A. Rimbaud (1854-1891)
La extensión del sabotaje, el incremento de su práctica, a mayor o
menor escala a lo largo y ancho del señorío de la mercancía es un hecho
consumado. La quema de cajeros automáticos, la inutilización de
cerraduras en los centros de producción y distribución, la rotura de
lunas, el incendio de ETT´s, Inem´s, el sabotaje a las infraestructuras
del capitalismo (TAV, pantanos, autopistas o constructoras)… son
prácticas ofensivas frente a la colonización de nuestra vida por el
capitalismo en su forma más avanzada - el espectáculo integrado. Las
llevan a cabo personas hartas de sobrevivir como mercancías (su vida
reducida a los imperativos económicos) y desencantadas de la falsa
oposición (más falsa y menos oposición a cada segundo) - partidos y
sindicatos que quieren gestionar nuestra miseria e integrarnos en un
modo de producción que nos niega cualquier participación en las
decisiones que nos afectan directamente y ayudan a esclavizarnos
mutilando cualquier gesto de negación del existente.
El espectáculo escribe el guión y reparte los papeles: obrero,
profesor, estudiante, ama de casa, padre, madre, hijo, hija, parad@,
policía, militar, artista, humanitario, intelectualoide… la mayoría de
las personas con diversos roles a lo largo de 24 horas por lo que su
existencia es, si cabe, más terrible todavía. Cada un@ con su cuadro
neurótico-esquizoide y que responderá a los estímulos lanzados desde el
poder de la manera esperada. Toda la actividad social es planificada
para reforzar el espectáculo ralentizando su proceso imparable de
descomposición.
Como no queremos oír los rechinares de l@s sufrid@s militantistas de
cualquier organización, que conste que no estamos en contra de la
organización en sí, sino de la organización como un fin en si mismo, como cristalización de cualquier ideología y como órgano separado, representante de la clase. Estamos por la auto-organización autónoma de
l@s explotad@s. La Historia nos ha demostrado, y esto es algo que
consciente o inconscientemente no se le escapa a nadie, con dos ejemplos
claros que las tradicionales formas Partido (Revolución Rusa) y
Sindicato (Revolución Española) no han sido más que dos intentos de
gestionar el capitalismo y no de superarlo. Al tomar el poder no se ha
destruido sino que se ha ejercido; por un lado la clase burocrática
sustituye a la burguesía y por el otro los dirigentes
anarcosindicalistas participan en el poder burgués llamando a la
autogestión de la explotación y de la alineación, mientras las bases
intentaban superar en la práctica las relaciones de producción y
sociales mediante la gestión directa de todos los aspectos de su vida y
no sólo del trabajo. Precisamente, ambas formas tienen en común la
exaltación del trabajo (coincidiendo con los nacionalsocialistas y todas
las formas políticas del capitalismo). Su visión cuantitativa buscaba un aumento de la producción dejando de lado el aumento cualitativo de la
vida. Esta derrota (práctica y teórica) de las organizaciones tradicionales que nos dicen representar no ha sido asumida por la clase trabajadora (y es que parece que sólo sabemos trabajar) seguimossin
mantener ningún control sobre cualquier aspecto esencial de nuestra vidaen un mundo que se hace no sólo sin nuestra participación
(excluyéndonos) sino contra nosotr@s. Pero compañer@s, la Historia no es
cíclica es un proceso acumulativo y ya pesa demasiado sobre nuestros cansados cuerpos.