Por el hermoso
y necesario sabotaje
A diferencia del “terrorismo” (profesionalización del sabotaje con una carga militarista, jerárquica y centralizada), lo que referimos incluye todas las manifestaciones cotidianas (abuso de telefonía, impresoras, fotocopiadoras, consumo y expropiación de productos, robo hormiga, estropeo de maquinas de producción y sistemas de control, etc.) y no solo los ataques mas explícitos (quemas, saqueos y apedreos contra objetivos claros, destrucción de mobiliario urbano publico y privado, desperfectos en cerraduras de carnicerías y lugares de explotación, desvíos de publicidad, etc.) sino que todas las formas activas o pasivas, conscientes o inconcientes de RECHAZO.
Una de las características más importantes del sabotaje disperso es la invisibilidad, flexibilidad y el riesgo mínimo, ya que la regeneración de los grupos es constante y muy difícil de identificar por la policía, debido a la inexistencia de un cabecilla y una organización en sentido típico.
El sabotaje no asegura la caída del sistema en su totalidad, pero permite la liberación de energía negativa de nuestro cuerpo/siquis, así como una ampliación de las posibilidades de contestación de manera directa e incluso lúdica.
