Actualmente, las fuerzas que movilizan engañosamente las opiniones de la masa en el sentido que interesa a la clase privilegiada son, en la sociedad capitalista, mucho más poderosos que todas las pre-burguesas anteriores. Escuela, prensa, oratoria pública, radio, cine, asociaciones de todo tipo, iglesias, representan medios con un potencial cien veces más fuerte que el disponible por las sociedades de los siglos pasados. En el régimen capitalista el pensamiento es una mercancía, y se fabrica en serie empleando instalaciones y medios económicos suficientes. Si Alemania e Italia tuvieron Ministerios de Propaganda y Cultura Popular, Gran Bretaña creó al comienzo de la II Guerra Mundial el Ministerio de Información para monopolizar y encuadrar toda la circulación de noticias. En el periodo de entreguerras éste era un monopolio de la poderosa red de agencias periodísticas inglesas: hoy, obviamente, tal monopolio ha cruzado el Atlántico. Mientras que el desarrollo de la guerra fue favorable a los alemanes, la producción periodística inglesa de mentiras y patrañas alcanzó volúmenes que las organizaciones fascistas envidiarían. Por citar solamente una, cuando los alemanes conquistaron Noruega en 48 horas mediante unas increíbles operaciones militares, las radios británicas divulgaron los detalles de una desastrosa derrota de la flota germana en Skager-rak.
Este factor social de la manipulación de las ideas desde arriba, que va desde la falsa noticia (en la actual organización periodística las versiones de un hecho ya están realizadas antes de que suceda, y cuando parece que uno de los informadores tenía razón casi siempre se trata de un mentiroso; pero lo cierto es que ese hecho debía suceder al gusto de uno u otro Estado, de uno u otro partido) hasta la crítica y la opinión pura y simple, no hay que menospreciarlo. Todo esto hay que encuadrarlo dentro de la masa de violencias virtuales, que no revisten el aspecto de una imposición brutal con medios coercitivos, sino que son el resultado y la explicación de fuerzas reales, que deforman y alejan situaciones efectivas.
El moderno tipo de sociedad burguesa democrática, pese a no bromear cuando se trata de consumar violencias efectivas "cinéticas" policiales o militares, y superando en este aspecto a los difamados antiguos regímenes, lleva a máximos desconocidos (comparables a sus máximos de producción y de concentración de la riqueza) también el volumen de esta aplicación de violencias virtuales, según las cuales masas humanas aparecen, aparentando una libre elección de confesiones, opiniones y creencias, como agentes que actúan contra sus propios intereses objetivos, aceptando justificaciones teóricas de vínculos y actos sociales que en realidad los empobrecen o destruyen.
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La crítica revolucionaria, no dejándose encandilar por las apariencias de civilización y de sereno equilibrio del orden burgués, había establecido con anterioridad que incluso en la república más democrática el Estado político constituye el comité de intereses de la clase dominante, y había echado abajo de manera decisiva las representaciones imbéciles según las cuales al destruirse el viejo Estado feudo-clerical y autocrático, habría surgido, gracias a la democracia electiva, una forma de Estado en el cual todos los componentes de la sociedad tienen iguales derechos, cualquiera que sea su condición económica. El Estado político, también y sobre todo el representativo y parlamentario, constituye un armazón de opresión. Puede muy bien compararse al depósito de las energías de dominio de la clase económicamente privilegiada, que custodia potencialmente en las situaciones en las que la revuelta social no explota, pero que no tarda en desencadenar la represión policial y sangrienta apenas tiembla el subsuelo social de manera revolucionaria.
> Video de posibles maderos infiltrados provocando los primeros conatos de violencia en BCN tras los que se sucedieron las cargas: http://www.cgt-cyl.org/spip.php?article1993.
(Tesis característicasdel PCI).