Concierto Solidario:
BAJO SOSPECHA
+ MENTE ARMADA
Dónde: La Casa (Carretera Arcas Reales)
Cuándo: sábado 10, 21'00 h.
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CC.OO.
y UGT =
sindicatos del poder
DEBEMOS
considerar enemigos del movimiento y la actividad revolucionaria de
la clase obrera además de a los capitalistas mismos y a sus
organizaciones empresariales y sus partidos políticos, a todas
aquellas organizaciones que consciente o inconscientemente, desde
fuera o dentro de la propia clase obrera, participan en los
planteamientos capitalistas y en la defensa de este sistema.
Todo
esto en su conjunto viene a identificar como enemigos, además de los
conocidos por todos, a las organizaciones no gubernamentales (ONG), a
las corporaciones multinacionales y financieras, mediáticas,
religiosas, castrenses, policiales, etc. Debe quedar claro también
la identificación en cuanto a los sujetos que los componen y que
alineados con el sistema cumplen el papel de impulsores, gestores y
garantes del desorden establecido.
Entre
todos ellos, es importante destacar a los militantes y seguidores de
las organizaciones políticas y sindicales adscritas al sistema que
bajo siglas y etiquetas de izquierda, han renunciado en la práctica
a sus principios y a toda vía revolucionaria,. Han aceptado, por el
contrario, los principios y planteamientos del sistema capitalista,
incluso en el ámbito ideológico, desempeñando el papel de
infiltrados en las propias filas de la clase trabajadora.
La
falta de combatividad en los curros, en los tajos y en los barrios se
ve aumentada por la falta de solidaridad y de lucha que sufrimos hoy
en día en todos los sectores, ante la premisa de mantener el curro a
todo precio. La gran masa mira estupefacta cómo se desarrollan los
acontecimientos. Miran el cielo a ver si hay suerte y cae una
solución. Parece mentira que no estemos cabreados, que el ataque que
nos han infringido durante años no haya hecho herida en nuestra
piel. Nos han dormido, y nosotros pedimos dócilmente que alguien
mantenga nuestra miseria.
Es
cierto, las cúpulas de Comisiones y UGT han hecho perfectamente el
trabajo que el gran capital les ha encomendado. Han ido regalando
nuestras vidas a los empresarios, año tras año han ido desarmando
el potencial que pudiésemos tener para defendernos de los ataques de
los poderosos, han ido transformando en peticiones parciales y
mantenedores de nuestra esclavitud vendiéndonoslas como victorias.
Nos han metido la paz social que tenemos: el silencio de los
cementerios.
El
aparato mediático nos ha engañado y nos ha hecho creer que vivíamos
en un mundo perfecto. Desviaron la atención en nuestras vidas para
vivir otras, hacernos creer en algún momento podíamos ser algo que
nunca seríamos. Ideologizaron nuestros pensamientos para que
asumiéramos la ideología del sistema, para que defendamos como sin
querer creer lo que sale de nuestras bocas, ideas que nunca pueden
ser las ideas de los explotados, la nación, la defensa del capital,
el individualismo, el consumismo, el miedo al fin y al cabo, embutido
en nuestras cabezas a través de horas y horas de luz artificial
absorbidas en un sofá.
Y
nosotros mientras tenemos miedo, ese miedo a que nos "roben"
lo que ya nos han robado desde hace mucho tiempo. El coche, la casa,
la mitad de tus posesiones son propiedad del banco, tú vida,
propiedad del empresario de la compra al mejor precio posible. Todo
lo que crees que es tu vida son simples números puestos en una
cuenta bancaria, presa fácil de un “corralito” que cualquier día
a los poderosos les interese. Pero claro es en su seguridad, la
seguridad y se defiende precisamente de nosotros.
Los
cuerpos de seguridad del estado están organizados a modo de ejército
y para ellos en ningún momento hay crisis. En las calles nos esperan
los defensores del sistema, los cuales parece que lo tienen bastante
más claro que cualquiera de nosotros, ahí nos esperan con sus
porras esperando que el conflicto se radicalice. Y lo peor de todo es
que nosotros no somos capaces ni siquiera de cumplir sus
expectativas.
Los
sindicatos que se dicen revolucionarios y de clase no deberían caer
en los errores del sindicalismo mayoritario, no confundir número con
lucha, no perder discurso para perderse en el discurso de las masas y
sacar de todo ello algún tipo de rentabilidad política, sindical, o
mediática. Ahora es el momento en el que los trabajadores tienen que
organizarse, los sindicatos y organizaciones de clase, mostrar que
realmente están con la clase y la clase por fin despertar.
No
podemos mostrar como alternativa a la derrota infligida por los
sindicatos del sistema meros pasacalles para mostrar nuestras
banderas, si con ellas no mostramos un verdadero deseo de lucha, una
fuerza de la cual nos han desprovisto. No podemos pedir las migajas
del sistema, creernos que es una victoria maquillar su derrota. Es el
momento de decir las cosas claras y sin tapujos, denunciar en voz
alta y por todos los medios a nuestro alcance el sistema que nos
aniquila. No caer en el discurso del poder, no rendirnos a su
dialéctica. Es lo mismo que rendimos a sus engaños.
Esa
dialéctica que va creando un escenario distópico muy poco
halagüeño. La reforma de las pensiones es una trampa, pero no
porque nos quieran hacer trabajar durante más años (cosa que no
queremos, ni locos), sino porque casi ninguno de nosotros vamos a
poder llegar siquiera a cobrarla. El pacto de Toledo no es ni más ni
menos que la legalización de las prácticas esclavistas que nos
llevan aplicando durante años y son ya muchos los eslabones de la
cadena que arrastramos. El objetivo único y verdadero del
capitalismo y de todas sus caras políticas capitalistas no es más
que el de sobrevivir en un momento en el cual se está viviendo un
gran cambio geopolítico. Los damnificados como siempre somos
nosotros. El estado español igual que el resto de los países que se
suponían desarrollados ha acabado su ciclo de desarrollo. Y las
grandes corporaciones y empresas del planeta (quienes en realidad
manejan todo si son los que nunca pierden) quieren dejar esto como
solar, dejando detrás de sí un cementerio de estómagos
agradecidos.
Es
momento de mostrar nuestra fuerza, nuestra rabia y nuestra
combatividad. Nuestro ¡¡ya basta!!. Identificar a nuestro enemigo y
no caer en prácticas pactistas o liquidacionistas. No asumir su
juego y empezar a mostrar el nuestro. Declarar la guerra al
capitalismo, que nos la declaró hace mucho tiempo.