33 AÑOS DE ¿CASTILLA Y LEÓN?
No deja de resultar cuando menos chocante ver en los medios de comunicación locales y regionales el títular "33 años de Castilla y León", como si Castilla y León hubieran nacido entonces... siendo, como son, dos de las entidades nacionales de mayor historia en la península ibérica (1º León-Rº de Asturies, claro, luego el resto...). Por darnos cuenta siquiera de la falacia histórica de estos periodistas, el nacimiento de Castilla se pierde en las leyendas de los jueces de Castilla (Laín Calvo y Nuño Rasura) y en las serranías de la antigua Cantabria (Cantabria-Norte de Burgos-Alaba), y habría nacido como pueblo antes del año 1000...
La historia de Castilla (y de León, con el que desde el siglo XIII va de la mano, sin identificarse en una única entidad, con la conciencia clara de ser dos reinos) se ha querido identificar con la historia de España por conveniencias ideológicas de la parte más reaccionaria del país. Y sin embargo, lo cierto sería afirmar que la historia de Castilla como reino o entidad independiente concluye, exactamente, con el inicio de la historia de España. Y si no, acordaos de la última reina que tuvo Castilla, a la que el futuro rey de España, su hijo Carlos Iº, y los demás, condenaron a encierro de por vida: la reina Juana, "la loca".
"Desde entonces ya Castilla
no se ha vuelto a levantar...".
La Castilla independiente murió en 1516: las revueltas de 1520-1521, desde el punto de visto nacional, son el último canto de cisne de las libertades ciudadanas y de la soberanía de esa nación histórica a la que hasta entonces se llamó Castilla.
Desde el punto de vista económico y del desarrollo social, esas revueltas no son un canto a la democracia como algunos pretenden, pero sí indican el final de la fase expansiva de la protoburguesía castellana medieval, cuya rebelión apoyada en las masas de conversos y artesanos, fue derrotada por el absolutismo del emperador Carlos y la nobleza. Derrota burguesa antes pues de que la burguesía tuviera conciencia de su propia existencia o estuviera ni siquiera organizada. Y qué decir del proletariado que aún ni existía, mezclado con esclavos, siervos y otras clases subalternas de sociedades pasadas.
Frente a otras "nacionalidades" históricas que nunca fueron totalmente independientes (Cataluña, sin ir más lejos), Castilla nació defendiendo su independencia frente a León y Navarra, dos reinos poderosos a sus extremos, y los reinos musulmanes del sur peninsular. Y esa defensa hizo del castellano un territorio en guerra constante, y de la guerra misma sacó su gran negoción y su único movil vital. La expansión castellana hasta América y todo lo demás es consecuencia de ese espíritu de la Castilla medieval. Es decir, Castilla fue independiente durante siglos y dejó de serlo cuando Carlos I decidió utilizarla como sostén para embarcarse en la construcción del mayor imperio de aquel tiempo. Y así nos fue. Castilla lo dio todo por ese imperio: su gente, su lengua, su tierra... Nunca más ha existido Castilla, esquilmada y asolada para la construcción del "Imperio español".
La identificación de España con Castilla ha servido, entre otras cosas, para cerrar la sepultura de la nacionalidad histórica más antigua (León) y de la más grande (Castilla). También ha sido útil a los nacionalismos burgueses periféricos para identificar el mal español con el "centralismo castellano" (centralismo que, debemos recordar, no se impuso hasta mucho más tarde, con los borbones y las reformas burguesas del siglo XIX) y así exigir un mejor trato frente a ese supuesto "centro". Pero la verdad del desarrollo económico y social fue otra.
Desde el siglo XVII las comarcas castellanas del norte, las más pujantes hasta entonces, entran en una aguda fase de decadencia poblacional que llega hasta nuestros días. El centro gira hacia el sur: el comercio pasa de Valladolid y Medina a Sevilla, la capitalidad a Madrid... Castilla deja de ser la parte central del reino para ser una más...
Durante el siglo XIX se establecen las provincias y se determinan nuevas regiones: Castilla la Vieja (Santander, Burgos, Segovia, Soria y Ávila), León (con Valladolid y Palencia, además de León, Salamanca, Zamora), Castilla la Nueva... Esas regiones (para nada históricas) estaban determinadas por los intereses económicos y administrativos del periodo. Los cambios posteriores (con Franco o con las autonomías) no han hecho más que apuntalar la desmembración.
Ni la Castilla originaria (cuya frontera con León vacilaba entre el Pisuerga y el Cea) ni la gran Castilla de la Reina Isabel, Castilla es hoy una entelequia en la que ni los castellanos creemos ni nos ponemos de acuerdo... La Castilla histórica está desintegrada en regiones diversas (Castilla y León, La Mancha, Cantabria, Madrid...) lo que supone una componenda sin sentido para nadie. Salvo para los que en su día estaban interesados en una Castilla débil para mejor controlarla, o para repartirse el pastel al que llaman España.
¿Qué sentimiento de autonomía puede tener nadie por esta mierda?
Como proletarios no tenemos, realmente, ningún interés por el concepto abstracto de nación. Pero la lucha que realizamos se produce en el terreno inmediato, en la fábrica, el barrio, en la calle y en el pueblo en que vivimos. La realidad nacional en la que sobrevivimos, el Estado español, es una construcción nacional histórica que, como todas las grandes naciones, nació de otras posibles naciones a las que dejó sin posibilidad de desarrollo por la propia concurrencia entre los capitalistas de unos y otros sitios. Castilla hoy es una mínima parte del mundo capitalista desarrollado. Nuestro problemas son los mismos que los de los trabajadores en cualquier parte del mundo. Cualquier noción "histórica" de otra castilla, fuera de la revolución internacional, solo puede ser un sueño para burgueses y pequeño burgueses locales y una nueva pesadilla para el proletariado castellano.
Por la REVOLUCIÓN SOCIAL PROLETARIA, INTERNACIONAL E INTERNACIONALISTA.