[De un texto aparecido en Madrip]
Las convocatorias de huelga para RENFE, Metro y EMT de este mes de septiembre y octubre, han sido una vez más convocatorias dignas del amarillismo sindical.
Con preaviso, limitadas, parciales, contaban ya con un dispositivo antidisturbios en Atocha Renfe tan nutrido que era un despropósito siquiera plantearse hacer el piquete –uno efectivo- en esas condiciones. En Metro estaban prevenidos hasta de posibles sabotajes, puestos en conocimiento de la jefatura de la empresa gracias a los chivatos que usan las redes sociales.
No se puede reivindicar como si de un objetivo a conseguir se tratase, en lugar de un medio, ir a la huelga general, otorgándole poderes casi sobre naturales, y luego, a la hora de la verdad, convocar esta serie de huelgas parciales cuyo único objetivo, y todos lo sabemos cuando criticamos las huelgas parciales, es desmovilizar, dar a entender que la lucha no sirve de nada y desde luego situar el eterno problema de la “cantidad” de militantes como justificante del incumplimiento.
Desde luego, jamás se será capaz de fomentar la organización de los trabajadores, de conseguir juntar nuestra fuerza para luchar y salir vencedores, si los obreros nunca pueden confiar en que la organización obrera sirve: dice lo que hace, no oscilando como una peonza al servicio de la patronal.
Lo que es adecuado hacer es no depositar todas las esperanzas en la huelga general cuando es solamente un método de lucha propio de las organizaciones clasistas, y en tanto que tales organizaciones no existen, ésta no puede ser llevada a cabo por el amarillismo sino malograda, parcial, preavisada, aunque le pongan el nombre “general”. Porque no será nunca lo más adecuado dejar apartada una lucha más cotidiana, aunque aparentemente de menor intensidad, a pie de tajos, encaminada a fortalecernos en cada lugar, por una lucha más espectacular, de un solo día, que no deja tras de sí sino la devastación sobre el movimiento obrero de la falta de una organización clasista.
Así, la continuidad en el tiempo y el espacio es esencial para capacitar la lucha proletaria en el enfrentamiento contra la patronal y sus recortes.
Es, no sacrificar la correcta acción porque no se es suficiente número, siempre hay una táctica correcta, que no contradiga los objetivos del proletariado por lo menos en el medio plazo, capaz de adecuarse en la relación de fuerzas del momento. Es decir, que si las organizaciones clasistas, por el momento actual de debilidad, no pueden convocar una macro manifestación o no podemos convocar una huelga general salvaje, existen otras acciones que se pueden llevar a cabo, ya sea para visibilizar una lucha, ya para realizar una demostración de fuerza a la patronal, ya para mostrar la negativa ante una medida adoptada en detrimento de nuestras condiciones de vida.
Es no escudarse en la mal llamada “unidad sindical”, unidad de las cúpulas sindicales para actuar contra los intereses del trabajador, ya que la única unidad que nos interesa a los trabajadores es aquella que nos da la organización por nuestros propios intereses y no otros.
POR LA OGANIZACIÓN OBRERA EN TORNO A SUS INTERESES Y NO POR INTERESES QUE LE SON AJENOS COMO LA BUENA MARCHA DE LA ECONOMÍA NACIONAL, O EL BENEFICIO DE LA EMPRESA.
POR UNOS MÉTODOS DE LUCHA CLASISTAS QUE SON LOS ÚNICOS QUE NO CORTAPISAN EL AVANCE PROLETARIO.