Estamos atravesando tiempos de continuas convulsiones, caracterizadas por la acumulación al unísono y sin precedentes de crisis ideológicas, económicas, institucionales, políticas, climáticas, demográficas, geo-estratégicas, etc., causantes de inestabilidad social y una creciente actividad bélica en la que se involucran multitud de países.
Se están rompiendo deliberadamente los esquemas que los imperialismos venían imponiendo a nivel mundial y que hoy están remodelando para no perder los privilegios que su sistema les otorga.
Se trata por tanto del desarrollo de su nueva "revolución" que les lleva a una pugna por el control y posesión cada cual de más avances tecnológicos, industriales, territoriales, económicos,
etc., como única garantía para no perder, a favor de otros capitalistas, el estatus socio-económico que cada uno ha venido sustentando, así como sus cuotas de poder.
En definitiva, que desde hace algún tiempo ya, el mundo está inmerso en una guerra de carácter global, aunque no entendida como tradicionalmente se venían concibiendo los enfrentamientos,
o sea, únicamente mediante la fuerza militar agresiva, sino que junto a ella se han incrementado las llamadas guerras asimétricas, híbridas, mediáticas, ideológicas, y puramente económicas, en
un combinado de elementos militares, tácticas policiales, ataques financieros, técnico-digitales, cibernéticos…
Varias cuestiones nos están quedando claras en todo este maremágnum que el sistema está montando y desarrollando desde hace años:
a) Que el enfrentamiento que hoy existe a nivel mundial no es más que el resultado de las luchas de poder entre capitalistas.
b) Que el principal objetivo que persiguen es que, de una u otra forma, en unas u otras manos de los que pugnan por asentar su hegemonía, queden aseguradas sus prebendas y su poder.
c) Que el sistema capital-imperialista fundamentado en la explotación de unos seres humanos por otros se perpetúe mediante el uso y abuso del poder y la represión de una minoría sobre la gran mayoría de la humanidad.
d) Que los causantes de todas estas crisis que en sus distintas facetas aquejan hoy a la sociedad, y todo el desorden mundial existente, no son originados más que por los grandes capitalistas y el desarrollo de su sistema de explotación.
e) Que en todo este proceso, la clase trabajadora es siempre quien sufre las consecuencias más devastadoras: el hambre, las enfermedades, el frío, la carencia de las necesidades vitales, los
éxodos migratorios e incluso las muertes originadas en unos enfrentamientos que nos son impuestos contra otros trabajadores que no conocemos, pero que son nuestros hermanos de clase.
f) Nos queda claro que estas guerras no son de los trabajadores. No es nuestra guerra y por tanto no merecemos ni morir en ellas ni sufrir por ellas.
Nuestra lucha como clase trabajadora debe estar, en todo momento, enfocada y activa contra quienes nos explotan y colaboran con nuestros explotadores, pactando recortes económicos y sociales y pérdida o eliminación de derechos, abocándonos con ello a la miseria.
Contra quienes nos dominan y continuadamente con su insaciable egoísmo originan la destrucción del planeta.
Contra quienes con sus ansias de poder nos hacen sufrir las consecuencias desastrosas de sus enfrentamientos y sus guerras, sean de la índole que sean.
Contra quienes con su sistema están llevando a los trabajadores a la más vejatoria degradación física, mental, personal y colectiva.
Contra ellos, contra sus métodos represivos, quien los dirige y los pone en práctica,... debe centrarse toda nuestra lucha.
[extraído de SOLIDARIDAD DE CLASE, nº 18]