De las Cajas de Resistencia y Fondos de Solidaridad:
Su evolución y situación actual.
En épocas anteriores, partiendo de la resistencia de las guerrillas en la posguerra, pasando por las primeras luchas obreras, la intensificación de las luchas inmediatamente anteriores a la muerte de Franco hasta la posterior legalización de partidos y sindicatos, era habitual la creación y el funcionamiento bien a nivel coyuntural o de forma permanente, de las Cajas de Resistencia y Fondos de Solidaridad, con un contenido fundamentalmente antirrepresivo y solidario de clase; hasta el extremo de que la gran mayoría de las luchas contaban con un órgano de estas características, bien para resistir y prolongar los procesos combativos, o bien para paliar los efectos de la represión y la marginación que estos causaban.
El proceso de transición, llevado a cabo en base al pacto de reconciliación, lleva a los entonces principales partidos de izquierda en la clandestinidad, a renunciar a sus planteamientos de ruptura, a cambio de la participación del pastel democrático en parcelas burocráticas del mismo.
Por otra parte, los sindicatos correas de transmisión de estos partidos, renuncian también a su planteamiento de conexión entre la lucha reivindicativa y política, así como a la vía de la confrontación, cambiando esta por la de negociación, con manifiesta inferioridad en la correlación de fuerzas, a cambio de una financiación proporcionada por el sistema, que les permite burocratizar y profesionalizar a sus élites.
Este planteamiento, además de la renuncia a principios fundamentales tanto ideológicos como de acción, les obliga automáticamente a adoptar y poner en practica métodos divisionistas, y sistemas de control de todas aquellas luchas espontáneas que escapen a sus planteamientos claudicantes, así como fórmulas de eliminación y destrucción de las que se lanzan con contenidos revolucionarios desde organizaciones contrarias al sistema capitalista por ellos aceptado.
Dentro de esta práctica contrarrevolucionaria y sin entrar en múltiples facetas de su actuación, entra como táctica la eliminación y destrucción de las Cajas de Resistencia y Fondos de Solidaridad que, por su contenido unitario y su capacidad de ayuda económica, moral y activa, podrían en cualquier momento conflictivo poner en peligro ese control que el sistema les exige para domesticar y desarticular las luchas obreras.
Para hacerse una idea de la labor destructiva en este campo, diremos que, solo el Comité de Solidaridad creado en 1972, entre esta fecha y 1976, trasvasó ayudas a 15 Cajas de Resistencia y Fondos de Solidaridad de 9 provincias distintas, y mantuvo relación con otras tantas a nivel de contactos e intercambio de información.
Si tenemos en cuenta que habitualmente sólo en momentos de dura conflictividad, los Comités y Cajas buscaban el contacto con órganos similares en el exterior de sus localidades, y que el Comité de Solidaridad de Valladolid por sí solo mantenía esa cantidad de relaciones, podemos darnos cuenta del numero de órganos de Solidaridad en funcionamiento que en esa época existían, ya que al igual que el Comité de Valladolid, otros mantenían los contactos con otras Cajas distintas.
Pues, todas ellas y más, fueron paulatina y sistemáticamente liquidadas o destruidas por los sindicatos claudicantes, fundamentalmente CC.OO., U.G.T. y U.S.O.
Una excepción a nivel nacional se da entre la clase trabajadora Asturiana, cuya tradición, unida a la situación de desindrustrialización que padece, y a pesar de la oposición de los sindicatos oficialistas, les lleva a crear en cada lucha de cierta magnitud, una Caja de Resistencia coyuntural, que una vez acabado el conflicto desaparece, perdiendo con ello la capacidad de proyección del proceso solidario hacia otros trabajadores.
A partir de 1979 se constata que han desaparecido la práctica totalidad de Cajas de Resistencia, Comités y Fondos de Solidaridad, quedando solo el Comité de Solidaridad en Valladolid (FASA), como órgano de funcionamiento permanente, impulsado por trabajadores anticapitalistas que, aunque pertenecientes a diversas organizaciones, mantienen una independencia entre su militancia en estas, y su actividad solidaria y antirrepresiva en el Comité, que continua actuando desde un planteamiento orgánico semiclandestino y rechazando métodos de legalización integradores en el sistema.
No entramos a analizar la metodología utilizada por las burocracias sindicales para la realización de esta labor destructiva, solo puntualizar que se utilizaron todos los métodos imaginables, desde la apropiación de los fondos en muchas de las Cajas que controlaban, hasta la utilización del desprestigio y la delación de aquellas que total o parcialmente escapaban a su nefasta influencia.
Así transcurre un periodo de tiempo en que el proceso divisionista, el corte de las luchas y la actitud de expectativa en que los trabajadores se hayan sumidos, esperando que los sindicatos ya legalizados sean los salvadores que den solución a sus problemas, origina que los procesos de unidad y solidaridad que impulsaban las desaparecidas Cajas y Comités no se desarrollen, al tiempo que impiden la nueva creación de otras.
Pero de un tiempo a esta parte la situación ha cambiado, la represión y el sistema de explotación como era previsible, han aumentado a cotas extremas. Las expectativas obreras con respecto a la actividad sindical también han cambiado, al haberse comprobado sobre la práctica, que con tanto acuerdo y pacto regresivo, los sindicatos una vez tras otra no han hecho más que traicionar los intereses obreros, en aras de su propio beneficio como organización, hoy totalmente vendida y plegada al poder establecido y al capitalismo que representa.
Fue el momento en que el Comité de Solidaridad de los Trabajadores tras haberse mantenido contra viento y marea, consideró llegado el momento de volver a impulsar la creación de Comités y Cajas que posibiliten avivar las luchas obreras y crear los lazos de Solidaridad y Unidad que el sindicalismo oficialista y claudicante había roto.
El esfuerzo no ha sido baldío y después de un corto periodo de tiempo se vuelven a crear Cajas y Comités con los que se mantienen contactos, algunos de ellos ya funcionan permanentemente y con varios se han puesto en práctica programas de unificación.
Se llega así a 1998 en que, una vez creadas y consolidadas algunas cajas con carácter permanente y funcionamiento estable, se crea una coordinadora que funciona a nivel nacional con una práctica de acción anticapitalista y antirrepresiva.
Su planteamiento unitario que en un principio se circunscribía al sector obrero, se ha ampliado pasando a considerar otros movimientos de lucha también de contenido anticapitalista y extralegal, que son tan duramente reprimidos por el sistema como el sector obrero.
Pero la gran lucha que estos órganos solidarios tienen que desarrollar se ha duplicado, pues no solo es el capitalismo y su sistema de explotación y represión su único enemigo, al se han sumado abiertamente sindicatos partidos y organizaciones que participan y viven del sistema, que han renunciado a cualquier planteamiento revolucionario de izquierda que contemple la emancipación de la clase trabajadora, han aceptado íntegramente el capitalismo explotador y su economía de mercado, así como todos sus órganos y sus métodos represivos en algunos de los cuales incluso participan.
Cajas de Resistencia y Comités de Solidaridad como herramientas de lucha.
Sabido es que una de las máximas seguidas por nuestros explotadores es la de divide y vencerás, cuestión que es relativamente fácil de conseguir, cuando al conjunto de los trabajadores no le guía una táctica y estrategia común, frente a un objetivo común. Pero es incuestionable le necesidad de la unidad entre la clase trabajadora y particularmente importante la toma de conciencia unitaria a través de la solidaridad, llegando a comprender y asumir la lucha de cualquier trabajador como nuestra propia lucha como clase explotada, ya que la división ideológica insertada entre los partidos y sindicatos debido a la integración de muchos de estos en el sistema, impiden esa toma de conciencia en torno a las luchas, sean estas de carácter reivindicativo o político, ya que incluso estos conceptos los tienen divididos.
En el proceso combativo tanto trabajadores organizados como no organizados, comprometidos o no en la lucha sufrimos la represión, ya que para su aplicación el sistema no diferencia organizaciones ni siglas, sólo valora hechos o indiscriminadamente ejemplifica.
Esta represión en uno u otro plano, se materializa por medio de la aplicación de multas, detenciones, encarcelamientos, torturas, etc. a un nivel selectivo, y a nivel general con despidos, sanciones o los más sofisticados medios de explotación y alienación, y esta práctica represiva cumplirá con sus objetivos de amedrentamiento y aislamiento de los represaliados, si la solidaridad y ayuda económica y moral no fluyera de los compañeros de clase.
Estas dos motivaciones, Unidad en la lucha frente a la división ideológica a través de la Solidaridad frente al proceso represivo, ya son por sí solas lo suficientemente importantes, para justificar la validez de la existencia y funcionalidad de Comités y Cajas de Solidaridad, que organicen esta labor sin tener en cuenta ni los principios ideológicos, ni la filiación de los represaliados (a no ser que estos estén significados por una trayectoria de traición a la clase o servilismo al sistema).
Pero existen más motivaciones aun, pues la practica negociadora de los sindicatos oficialistas, basada en la continua claudicación justificada con lo que ellos llaman la aceptación del mal menor, junto a la actuación de sus dirigentes (que viven a costa de los privilegios que les concede la administración y los capitalistas), impiden las alternativas de lucha o el desarrollo de las mismas, y en este plano de intervención también los Comités y Cajas de Solidaridad deben actuar tanto, para impulsar, como para apoyar las mismas desde planteamientos revolucionarios, generando confianza y solidaridad en torno a estas, así como utilizando y desarrollando un fluido y extenso servicio de información, que llegue a la clase trabajadora y contrarreste la desinformación o la escasa y tendenciosa información oficial y sindical.
Unidad y solidaridad
En este planteamiento ideológico y de acción se encuentra hoy todo el quehacer del Comité de Solidaridad de los Trabajadores que desarrolla su función unitaria, solidaria y anticapitalista dentro de un marco extralegal, no participando ni aspirando a participar ni colaborar en órganos ni representatividades creados y tolerados por el sistema y por lo tanto bajo su control, sino fuera de ellos y contra toda su actividad represiva y en apoyo de los represaliados.
Comité de Solidaridad de los Trabajadores (Valladolid).
[Este texto apareció publicado en la revista SOLIDARIDAD DE CLASE, Nº6, en 2009]