Combatamos el aislamiento, creemos comunidad: organicémonos
Tras la bofetada de realidad que recibimos durante las primeras semanas del estado de alarma y
de la pandemia, nos estamos encontrando con una situación que no esperábamos y que nos resulta
totalmente nueva.
Empezamos intentando coordinar un mecanismo útil y versátil, que diera respuesta a necesidades puntuales y urgentes. Una red que permitiese cubrir las necesidades de personas con algún tipo de necesidad y con mayor riesgo de contagio, prestando apoyos a quien no los tenía y haciendo posible el confinamiento de una manera digna, y ya de paso poner cara a nuestras vecinas e intentar generar un clima de comunidad y de apoyo mutuo.
Nos encontramos, en cambio, con personas que solicitan urgentemente comida para ese mismo día y que no la pueden comprar. A unos Servicios Sociales y una Sanidad derivando algunos casos porque la burocracia no entiende de necesidades inmediatas. A trabajadoras de residencias y centros de salud que necesitan EPIS y ponen en riesgo su salud. Chavales que han perdido el curso porque no tienen internet o un ordenador. A personas multadas por estar en la calle para prestar ayuda a su vecina.
Todas hemos visto nuestra situación o la de nuestra gente cercana complicarse de manera repentina,
pero sobre todo la de las personas que habitan los márgenes de la sociedad, las invisibles que no
salen en las noticias: las que vivían al día y sin ahorros, las personas sin papeles, las limpiadoras
o cuidadoras, las que trabajan en la economía sumergida, las prostitutas, las que hacen malabares
entre prestaciones sociales y trabajos precarios para llegar a final de mes, las personas sin una
vivienda o que viven en una habitación realquilada que no aparece en ningún contrato…
Las que no se ven reflejadas en esos “requisitos” para acceder a las ayudas sociales implantadas en estos dos últimos meses, las que tanto anuncian, pero nunca llegan o a las que nos generan deudas.
Esta crisis ha dejado en evidencia el desmantelamiento del “estado del bienestar” y la falta de capacidad para dar respuesta del sistema sanitario y el de servicios sociales. Vivimos en un sistema capitalista que no pone la vida en el centro y donde la prioridad no son las personas ni las necesidades colectivas, sino el beneficio privado. No es solo el Coronavirus, son más de 10 años de privatizaciones, de saqueo y sus políticas las que están provocando miles de muertos y un aumento de la pobreza.
“Patada y adelante”. La política social neoliberal llevada a cabo. Solo algunos ejemplos que la Red se ha encontrado más de cerca:
- La masacre en las residencias de personas mayores (tanto en privadas como en públicas). Las que eran una excelente oportunidad de negocio ahora convertidas en morideros, con
falta de personal, y en concreto falta de personal especializado. 226 personas fallecidas en Valladolid en el momento de redactar este texto.
- Las que vivimos en pisos de alquiler asfixiadas por los precios. El gobierno nos propone los préstamos ICO que nos endeudan, y, además, aprueba ayudas para pagar esos préstamos que ya se sabe que no se van a poder devolver... Y mientras, por otro lado, grandes propietarios, rentistas que viven de nuestros sueldos, asegurándose sus pagos y el sector inmobiliario blindado.
- Listas de espera en el albergue municipal y multas por no quedarnos en casa. Personas que en situación de sinhogarismo contactan con la red para poder comer. Decenas de personas que volverán a la calle cuando los albergues cierren sus puertas.
- Ayudas económicas insuficientes y que tardan semanas en llegar: ERTES que aún no se han cobrado, ayudas de emergencia social que no cubren necesidades, la falta de presupuestos que se suple con donaciones o iniciativas privadas.
- Reparto de paquetes de comida básica insuficientes a través del Banco de Alimentos, con quien colabora Cruz Roja, Cáritas… La caridad religiosa disfrazada de solidaridad de la mano
de la administración pública.
- El cierre de los comedores escolares privatizados, pertenecientes a la Consejería de Educación, se ha tenido que resolver a través de contratos entre la administración local y la gran empresa Mercadona, en vez de apostar por apoyar a los pequeños productores locales. A la par, leemos
noticias sobre los miles de euros que el Ayuntamiento de Valladolid destinará para promocionar el comercio local.
Y ante esto, a nosotras nos surgen miles de dudas. Nos preguntamos para qué está la red y si tiene que ser ella quien cubra estas carencias o necesidades, que son estructurales y que muchas ya estaban antes del Coronavirus y estarán después. Solo una certeza: si en nuestras manos está, no dejaremos que nadie de las nuestras se ahogue.
Nuestra apuesta es por la solidaridad de clase, entre iguales, y la organización en redes de apoyo mutuo, en asociaciones vecinales, en sindicatos de clase, en grupos de consumo, en centros sociales…, de la manera más horizontal y recíproca que sabemos o podamos.
Pero la realidad se impone: cada vez somos más individualistas y es palpable la falta de cultura de autoorganización, que durante tantos años se ha intentado eliminar o ha sido absorbida por las instituciones. No creemos en este modelo “apagafuegos”, pero tampoco en el “cuanto peor mejor” y quedarnos contemplando como el Estado impone medidas que nos atan de pies y manos y nos recorta libertades.
El canibalismo social está entre nosotras, exista un virus o no y, a medida que vaya imponiéndose
la desescalada del confinamiento, queremos seguir dando respuesta a las necesidades de la
gente de nuestros barrios de una manera colectiva y grupal, sin requisitos burocráticos ni
administrativos, y mucho menos discriminaciones de ningún tipo, contando con todas las
personas posibles y con las mismas herramientas que venimos utilizando hasta ahora.
RED SOLIDARIA DE VALLADOLID
redsolidariavalladolid@riseup.net
@redsolidariava1