Francia. Revueltas en los barrios proletarios
El capitalismo es responsable de los crímenes de la policía, de la opresión y de la miseria.
¡Es al capitalismo al que se debe combatir! ¡Es al capitalismo al que se debe abatir!
Una tercera noche de disturbios acaba de sacudir el país. Se han producido enfrentamientos más o menos violentos en prácticamente todos los municipios de la región parisina (y también en el París central) y se extendieron a numerosas ciudades de provincia grandes o medianas: Lille, Roubaix, Estrasburgo, Grenoble, Lyon, Saint Etienne, Marsella, Burdeos, Toulouse, Tours, Rennes, Ruán, Nantes, Nancy, Niza, Brest, Pau, Amiens, Annecy, Macon... la lista es demasiado larga para mencionarlas todas. La movilización masiva de los diferentes cuerpos de policía (40.000 policías y gendarmes según cifras oficiales), el bloqueo de los transportes públicos o los toques de queda decretados en ocasiones no consiguieron mantener el orden en los barrios proletarios. Decenas de edificios públicos, comisarías de policía, etc. fueron atacados por jóvenes con cócteles molotov o petardos y fuegos artificiales, se saquearon comercios, se quemaron vehículos, mientras la policía disparaba granadas de gas lacrimógeno y balas de goma contra los alborotadores; casi 900 personas fueron detenidas...
La causa de esta ira es sabida. El joven Nahel (17 años) fue tiroteado a quemarropa durante un control de tráfico en Nanterre por un policía invocando la "legítima defensa"; pero un vídeo aficionado demostró que el policía no estaba amenazado y que su compañero gritó "¡mátalo!": se trató, por tanto, de un crimen. Informaciones posteriores de fuentes policiales afirmaban que Nahel tenía antecedentes penales ("tan largos como su brazo", según un periodista de extrema derecha de C. News), dando a entender que era un matón de poca monta que sólo había obtenido lo que se merecía: esta "información" era falsa.
Cuando se demostró la mentira de la policía, el gobierno, recordando las 3 semanas de disturbios durante la "revuelta de los suburbios" de 2005, intentó calmar los ánimos. Así, Macron calificó el acto del policía de "inexplicable e injustificable", suscitando las iras de la extrema derecha y del sindicato policial "Alianza", y organizó un minuto de silencio en el Parlamento. Pero estas payasadas no tuvieron ningún efecto sobre la cólera de los vecinos.
Los jóvenes hacen bien en rebelarse
Tal es la reacción de muchos proletarios de estos barrios que declararon ante las cámaras (1). Tras los primeros disturbios, Macron declaró que estaban "marcados por escenas de violencia (...) contra las instituciones y la República" que eran "injustificables". Pero para los proletarios, jóvenes o viejos, lo que es injustificable y cada vez más insoportable es la situación a la que se ven obligados por estas instituciones y esta República burguesa. Más allá del crimen policial, es esta situación la que genera la revuelta.
Los demócratas culpan a una ley del gobierno socialista aprobada en 2017 para facilitar el uso de armas por parte de la policía durante los controles de carretera y piden, no se rían, una mejor "formación de los policías en la defensa de los derechos humanos". Si bien es cierto que desde entonces ha sido asesinada una persona al mes, de media, por la policía en Francia en estas circunstancias (¡frente a una persona cada 10 años en Alemania!), los crímenes policiales no necesitan de esa ley para cometerse: prueba de ello son los numerosos casos de violencia policial que periódicamente saltan a los titulares y que la mayoría de las veces terminan con la absolución de los policías. Hablar de cosas como una "policía al servicio de los ciudadanos" no son más que tristes frases vacías: el papel fundamental de la policía es defender el orden burgués con violencia, potencial o abierta, y está al servicio de la violencia de las relaciones sociales capitalistas explotadoras.
La lucha contra la violencia policial es inseparable de la lucha contra el capitalismo. El poderoso estallido de la revuelta juvenil en los barrios proletarios es una rotunda desautorización de las políticas legalistas y pacifistas de las organizaciones sindicales y de las políticas reformistas que propugnan la colaboración interclasista. Estas políticas causantes de todas las derrotas obreras son las responsables de la impotencia del proletariado frente a la burguesía y su Estado. Pero para ser algo más que un brillante destello en la sartén, un arrebato momentáneo de ira, la revuelta tendrá que encontrar el camino de la lucha revolucionaria organizada, de la lucha de clases contra todo este sistema de miseria, opresión y represión que sólo puede vengar a todas las víctimas.
Esto no puede hacerse de la noche a la mañana; sin contar la represión, habrá muchos obstáculos que superar, recuperaciones que evitar, falsos amigos "izquierdistas" o "democráticos" que eliminar; pero, al desgarrar la asfixiante paz social al menos temporalmente, el actual levantamiento espontáneo contribuye objetivamente a acercar esta perspectiva.
Partido Comunista Internacional (El Proletario)
30/06/23
www.pcint.org
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