AMIANTO.
MUERTE SILENCIOSA Y SILENCIADA
En nuestra anterior hoja informativa sobre el amianto, hacíamos
referencia a las propiedades cancerígenas por inhalación de las
casi invisibles microfibras de este material, desprendidas de los más
de 3000 productos comercializados que lo contienen. A destacar en
especial los provenientes de Uralita, empresa que mantuvo una fábrica
en Valladolid, cuyos restos esparcidos y terrenos abandonados aún
siguen sin descontaminar. Hicimos referencia también a varias de sus
características, una de las cuales es la aparición de síntomas
cuyo devenir es la muerte, estos síntomas surgen a partir de ciertos
años (entre 10 y 40) tras la inhalación por exposición a las
fibras desprendidas de estos productos de asbesto.
La
gran conspiración. El hecho de ser mortal ha propiciado la creación
de una trama de silencio en torno a la información, tanto de los
productos que contienen amianto, de su gestión y de sus
consecuencias mortales. Ya entre 1935 y 1947 se tenía conocimiento
científico demostrado de la relación directa entre el amianto y los
cánceres que produce (mesoteliomas, de pleura, de pulmón, y otros),
que son de avance rápido y que a día de hoy carecen de tratamiento.
No obstante, se continuó con el uso de este material presente en
esos más de 3000 productos, sin que la Administración y sus
políticos prohibieran su fabricación y comercialización hasta el 7
de diciembre del 2001, fecha en la que se decreta su prohibición en
España.
Es
de destacar que la permisividad durante más de 60 años, y el
premeditado silencio aún existentes, obedece a los intereses
económicos de algunos empresarios, apoyados por la clase política
(ambos sin escrúpulos). Su actuación ha generado y sigue generando
un genocidio consciente y deliberado, pues ha causado y sigue
causando miles y miles de muertes por la exposición al amianto,
todas ellas silenciadas.
No
obstante, y a pesar de la prohibición, productos con amianto se
siguen comercializando, y lo que es peor, aún se conservan los
productos que fueron fabricados y vendidos con anterioridad a
diciembre de 2001, sin que exista en la actualidad ninguna ley que
ponga fecha a su eliminación, solamente medidas de protección en
los trabajos de desmantelamiento. Unas medidas que en gran cantidad
de ocasiones, y debido al silencio que subsiste respecto al tema, no
se conocen o no se respetan.
Esta
situación tan ambigua a nivel legislativo supone que las uralitas y
la gran cantidad de productos con amianto continúen en uso sine díe,
produciendo muertes sin que por ello se exija, ni a patronos ni a
políticos, las pertinentes responsabilidades de sus actuaciones
durante casi un siglo. Actuaciones realizadas bien por interés, o
por dejadez u omisión, pero en ningún caso por desconocimiento de
sus criminales consecuencias.
Para
tener una pequeña idea de tan desastrosos resultados, daremos unos
datos a partir de un estudio realizado en 2013 y firmado por los
siguientes: Alfredo Menendez Navarro (Catedrático de Historia de la
Universidad de Navarra); Investigadores del Instituto de Salud
“Carlos III”; Consorcio de Investigación Biomédica de
Epidemiología y Salud Pública; y el Ministerio de Sanidad.
En
dicho estudio se constata que de las muertes por cáncer pleural (el
73% de mesoteliomas causados por el amianto), pasaron de 491 (entre
1976 y 1980) a 1249 (entre 2006 y 2010), lo que destaca la tendencia
creciente. En base a dicha tendencia estimaron que entre 2006 y 2020
fallecerían 1319 personas en España por cáncer pleural debido a la
exposición al amianto.
Consideremos
por tanto que si a esto se añaden las muertes no contabilizadas en
los 40 años trascurridos entre 1935 (fecha en la que ya se conocían
científicamente sus mortales efectos) y 1975, y desde 1981 a 2006
(periodo no reflejado en dicho estudio), más las acaecidas desde
2010 hasta nuestros días, el amianto ha originado por estos cánceres
(pulmón, pericardio, peritoneo, esófago, faringe, bolsa testicular,
etc.) que tampoco se reflejan en el estudio mencionado, unas cifras
verdaderamente escalofriantes de decenas o cientos de miles de
muertes como resultado de un genocidio consentido que continúa
en activo.
Todo
ello nos lleva a pensar que la gran mayoría de estos mesoteliomas ni
son incluidos en los estudios, ni investigados en relación a las
microfibras de asbesto mediante los análisis pertinentes, y por
tanto quedan en el desconocimiento de sus verdaderas causas. O en el
caso de ser realizados, quedan en un ocultamiento deliberado y en una
continuada TRAMA DE SILENCIO.
Acabamos
con el tópico de pretender que sean la patronal y la clase política
quienes nos solucionen el problema del genocicio por ellos mismos
creado para su propia acumulación de beneficios. O lo solucionamos
con nuestra lucha contra los genocidas, o ellos no lo solucionarán,
pues no se castigarán a sí mismos por voluntad propia.
Diciembre
de 2019 / 317
Comité de Solidaridad de los
Trabajadores