En este texto queremos dar voz a proyectos recientes proyectos de okupación en la ciudad de Valladolid, sacando a la luz experiencias que refresquen esta lucha en la ciudad y haciendo ver que,
sí, es posible. Aunque estos proyectos hayan sido desalojados todos los aprendizajes acumulados
jamás podrán arrebatárnosolos. Un desalojo, otra okupación.
Todos los límites que nos ponemos caen al suelo cuando dejamos de pensar en los imposibles
impuestos por un sistema de creencias que todas llevamos interiorizado y del que nos cuesta
deshacernos para crear uno propio. Se avecinaba el invierno de 2016 en la ciudad de Valladolid, y
muchos sueños estaban encaminados a hacerse realidad tomando forma de nuevos proyectos. El
lugar sobre el que formar este proyecto fué en el barrio de Parquesol , en una urbanización de
chalets abandonados al acabar su construcción en 2005. Se okupo uno de los chalets,
rehabilitandolo, acondicionándolo y finalmente convirtiéndolo en vivienda. Dada la amplitud del
espacio confluyeron diversas ideas con el objetivo de convertirlo en un espacio colectivo de
aprendizajes mutuos, en el que organizarse de manera horizontal para combatir al capital y al
estado, así como a los sistemas que llevamos interiorizados . Poco a poco el proyecto iba tomando
forma, cogiendo fuerza y nuevos apoyos, comenzaban a crecer los brotes del huerto, pero no llegó a
abrirse como centro social antes del desalojo. Desde el principio la policía se presentó en diversas
ocasiones, amenazando , intentando forzar ventanas y golpeando la puerta, con el objetivo de
intimidar e identificar a quienes estaban dentro. A principios de marzo de 2017 sin previo aviso un
dispositivo policial desalojó a quienes estaban dentro. Se realizó un juicio en el que estas personas
han sido condenadas al pago de una multa bajo pena de cárcel.
Una vez más vemos como golpean las alternativas que construimos, pero esto solo hace que
renazcan las ganas de seguir luchando, de plantar nuevas semillas de las que nazcan proyectos
llenos de vitalidad y fuerza. Fomentando el apoyo y la solidaridad entre iguales.
Paralelamente a este proyecto se desarrollaba otra experiencia de okupación en Valladolid, contada
por personas cercanas al proyecto.
Un gitano con mucha alegría, harto ya de promesas arrancó la cadena que oprimía la entrada al
edificio un día como el 23 de junio de 2016, cediendo posteriormente una llave a personas sin
hogar. Algo improvisado, puro sentimiento solidario ya que a lo que estaban acostumbrados era al
cobro de una cantidad económica a cambio de la llave, pero por amor a la libertad y la salud antes
que el dinero, sentimientos tan fuertes como su hartura decidió cambiar de aire y aceptar como
prenda el compromiso de la involucración en la resistencia y mantenimiento del edificio.
Los primeros en acudir rápidamente reemplazaron el colector de agua residual, que estaba roto
limpiando a la par el patio común con vistas a toda la manzana. Asimismo llenaron la kasa y el patio
de vida, perros convivian con las plantas en el espacio común que servía de invernadero
provisional. Las visitas al huerto eran semanales pero no había mayor involucración que el interés
de conocernos los unos a los otros con buen rollo y codo con codo.
Una vez comenzamos a convivir surgieron dos vertientes de la okupación:
• Una con transfondo político social reivindicando el espacio como herramienta de un
crecimiento positivo personal y colectivamente.
• Otra acostumbrada al pago por el espacio se conformaba con recibir ayuda para subsistir día
a día. Cargados de negatividad por el carácter represivo del entorno así como la sumisión
exigida a las personas en los servicios sociales tales como el banco de alimentos y cáritas.
Las elecciones generales siguieron su curso... nosotras aunábamos esfuerzos por generar buenas
relaciones en el barrio y que vieran vida saludable en el entorno de la kasa.
Por hacer visibles a nivel interno los distintos acontecimientos apareció espontáneamente una
publicación y un tablón en las escaleras en el que se comunicaban los hechos más destacables,
dando pié a varios debates acalorados, no obstante el sentimiento mayoritario era no adelantarse a
posibles contratiempos y dificultades sino esperar a que aconteciesen y buscar a posteriori
solución...
Los últimos días fueron los más duros puesto que ya suponíamos inminente el desalojo, las dos
vertientes de nuestra okupación chocaban, los reivindicativos acumulamos materiales en las
ventanas impidiendo la entrada y se hicieron barricadas en las puertas, los que no estaban de
acuerdo empezaron a desvalijar la casa vendiendo todo hierro que encontraban generando un clima
tenso de inestabilidad, falta de respeto y enfrentamientos por la “propiedad” de la chatarra. Los egos
y miedos de cada uno corrían por las escaleras, en la calle el vecindario gozaba con el desalojo y la
mirada a una resistencia vecinal estaba perdida...
Finalmente una retroescavadora tiró la puerta por la fuerza y comenzó el derribo... con el edificio
cayeron sueños, esperanzas y medio de vida...
Sigue habiendo en la ciudad multitud de viviendas, edificios y explanadas esperando a ser okupados
por un proyecto que les de vida, una vida alejada de la especulación inmobiliaria y los intereses
económicos.
Una vida colectiva, creando lazos de solidaridad y apoyo entre las personas, dando lugar a nuevos
sueños y formas de compartirnos entre nosotras, aprendiendo juntas y luchando contra los sistemas
que nos oprimen tanto desde fuera como desde dentro.