ORÍGENES DE LAS CAJAS DE RESISTENCIA
El origen de las CAJAS DE RESISTENCIA en el Estado español se remonta al mismo origen del movimiento obrero. Fue en el primer congreso obrero, celebrado en Barcelona entre el 18 y el 26 de junio de 1879, cuando se fundó la sección española de la Asociación Internacional de los Trabajadores (AIT), donde se planteaba por primera vez la necesidad de la creación de "sociedades y cajas de resistencia". La discusión en la sección madrileña, que fue quien propuso dicho punto al Congreso, venía precedida por un interesante debate en el que se rechazaba la estrategia corporativa como base de la asociación obrera. Frente al corporativismo, propio de un movimiento obrero en pañales, se proponía la creación de sociedades y cajas de resistencia, como organismos de lucha y resistencia basados en la solidaridad y la acción de clase independiente.
Los primeros internacionalistas, amigos de Marx y Bakunin, tuvieron que luchar duramente al principio, incluso dentro de la misma Internacional, contra el espíritu exclusivamente cooperativo dominante en gran parte de la masa trabajadora, reacia a toda idea de resistencia y nutrida en las escuelas asociacionistas del socialismo utópico. Desde entonces, quedó clara la diferencia entre la lucha obrera de confrontación con el capital y la lucha coorporativa de raíz cristiana e interclasista.
"El Congreso opina que todos los trabajadores deben ocuparse activamente en crear cajas de resistencia en los diferentes cuerpos de oficio".
Incluso antes de esta confirmación, por parte de la AIT, de la validez y necesidad de las CAJAS de RESISTENCIA, como organismos de lucha unitaria de los trabajadores, los obreros de Barcelona se habían organizados en asociaciones de apoyo mutuo (p. ej, la Asociación Mutua de Tejedores) que antecedían en la práctica a las cajas y sociedades de resistencia. Eran estas asociaciones de apoyo mutuo, nacidas para la lucha laboral y contra la represión, incluso física, ejercida por los patronos.
Con el auge del sindicalismo de clase (la primera UGT) y del anarcosindicalismo combativo (CNT-AIT), las cajas de resistencia pasaron a ocupar un papel secundario. Surgían espontáneamente al calor de las movilizaciones y las huelgas, se deshacían de nuevo con la bajada de las luchas. Y casi siempre eran dependientes de las organizaciones sindicales más fuertes en cada caso.
Esta misma situación se repite aún hoy en día cuando, ante un conflicto puntual, se crea una "Caja de resistencia" que sirve solamente -lo que no es poco- a llevar adelante un conflicto o huelga puntual y dicha caja es deshecha por los propios sindicalistas que la impulsan cuando ya no les sirve o se escapa a su control.
De LA AUTONOMÍA OBRERA DE LOS 70 a hoy.
En los años 70, al hilo de las luchas obreras y sociales que se extienden por buena parte del Estado español, surgen nuevas experiencias de CAJAS DE RESISTENCIA y COMITÉS DE SOLIDARIDAD DE LOS TRABAJADORES, organismos independientes de carácter autónomo, organizados y gestionados por los propios trabajadores para su propio defensa. Surge así el Comité de Solidaridad de FASA Renault o el Fondo Unitario de Solidaridad Obrera de Asturies, modelo de todas las cajas posteriores. En aquellos momentos, en Valladolid, se llegaron a organizar cajas de resistencia en la mayor parte de las grandes fábricas y existía un organismo asambleario de coordinación de las asambleas de fábrica y las cajas de resistencia. Todo esto fue liquidado por el sindicalismo vendido y la derrota general del movimiento obrero. Como ejemplo para el futuro queda el de la caja de resistencia de MICHELIN Valladolid, que el posterior secretario de CC.OO, liquidó en su beneficio y en el de su propio sindicato.
La continuidad de organismos como el FUSOA o el Comité de solidaridad es el hilo que une la lucha de los 70 con la nueva generación de los 90, nacida en los movimientos sociales, la lucha contra la insumisión y la okupación. De ese hilo, surge la coordinadora de Cajas de resistencia y comités de solidaridad como organismo que ayude a la unificación de las luchas y la extensión de la práctica de la verdadera solidaridad de clase.
A principios del 2000 y después de intervenir activamente en diversas luchas obreras y sociales, un grupo de gente, que nos reuníamos en torno a la Asamblea Antirrepresiva apostamos por la propagación de las CAJAS OBRERAS como herramienta para continuar, profundizar y extender las luchas que en los últimos años se venían realizando en torno al tema laboral (fábricas, Sanidad, autobuses, correos, u otras empresas en las que se han producido conflictos o trabajan afines), la okupación y la lucha contra la especulación urbanística, la lucha en los barrios, el fascismo (autodefensa, antirracismo, internacionalismo), la represión y la solidaridad con los presos y, en sentido amplio, todo lo que se engloba dentro de una lucha marcadamente anticapitalista.
Los modelos de cajas de resistencia, así como su origen, son por tanto diversos: de carácter más laboral (cajas de resistencia surgidas en torno a huelgas como en los 70), más social (como pueda ser el origen del FUSOA en los 90, o marcadamente antirrepresivo (como fue el caso de Valladolid en un primer momento). De todo esto nosotros extraemos una práctica, que tiende a romper las diferencias entendiéndolas, respetando la diversidad ideológica, pero tendiendo a una teoría y una práctica común, asamblearia, de clase y anticapitalista. El fondo antirrepresivo, por ejemplo, acaba así sirviendo para trabajar en los diversos ámbitos: en el ámbito laboral y en el ámbito social para todas aquellas luchas afines que la propia caja decide apoyar de modo activo.
Desde estos presupuestos, desarrollamos nuestra actividad política y social en los ámbitos clásicos a los que nos hemos referido: TRABAJO, REPRESIÓN, LUCHAS OBRERAS (entendiendo por esto también las luchas en los barrios, la lucha por la vivienda, la okupación, etc.).
Este breve repaso de la historia de las cajas de resistencia en el Estado español nos demuestra la continuidad de un método organizativo propio del movimiento obrero, un método que ha debido (y deberá) adaptarse a las vicisitudes históricas.
Las cajas de resistencia durante la transacción democrática no eran idénticas a las de la actualidad. Pero las formas de organizarnos, la necesidad de extender las luchas y los métodos y medios empleados siguen siendo los mismos. Evidentemente, una caja puramente obrera acoge cuestiones que quizás no suelen estar presentes en una caja más antirrepresiva, pero lo mismo ocurre a la inversa. La unificación de las diversas prácticas, la comunicación y coordinación de las luchas, es otro de los objetivos de estos organismos.
No es una "panacea" organizativa, existen otros métodos sin duda igualmente válidos. Pero en las circunstancias represivas que se viven y se avecinan, permite la continuidad, la extensión, la intensificación de las prácticas independientes de lucha anticapitalista, fuera y contra los sindicatos vendidos y todos esos elementos "obreros" que son verdaderos sirvientes de la burguesía en el seno del proletariado.
En una época de individualismo y resignación, debemos valorar el sentido real de esta continuidad misma de organizaciones obreras que, de manera unitaria y por encima de la discusión ideológica en abstracto, ponen en común una teoría y una práctica de verdadera lucha de clase.
[Este texto apareció en el Solidaridad de Clase, nº 12]