[Entrada actualizada, con nuevos textos y enlaces, 5/12/2018]
A propósito del
Movimiento de los «Chalecos Amarillos» que sacude a Francia
actualmente:
El
interclasismo es contrario a los intereses de los proletarios
Los
llamados a manifestaciones y «bloqueos» del 17 de noviembre contra
la alza del precio de los carburantes y las futuras tasas al diesel,
han impactado fuerte y rápidamente en la población francesa
obligada a utilizar su vehículo para la actividad cotidiana. Esto se
transformó en una jornada exitosa (según cifras oficiales que
evidentemente minimizaron sus dimensiones, hubo 300 mil manifestantes
en más de 1500 manifestaciones); a pesar de diferencias importantes
de participación, según las regiones, tuvo una amplitud nacional.
El movimiento continuó los días siguientes, disminuyendo el grado
de participación en los bloqueos y manifestaciones, salvo en la isla
de La Reunión donde estallaron revueltas; ahora se ha extendido a
Bélgica, en las instalaciones de Total (gigante petrolera francesa,)
en Feluy, donde ocurrieron enfrentamientos con la policía.
El
éxito del movimiento fue facilitado sin duda alguna por una
cobertura mediática benevolente (a diferencia de lo que pasa cuando
se trata de movimientos obreros); estimulada también por el hecho de
que este se presenta como surgido de la base, de toda «persona
normal» que expresa su descontento, como dice François Ruffin,
diputado por el partido la Francia Insumisa (tolda dirigida por el
impetuoso diputado Melenchon, NdR), fuera de partidos y
sindicatos.
Esta
movilización suscitó y suscita un eco innegable entre los
proletarios, algunos de ellos participaron en las acciones,
encontrando allí la ocasión para manifestar su rabia de una forma
inmediatamente demostrativa y eficaz, nada que ver con las prudentes
manifestaciones y movimientos dirigidos y controlados de cabo a rabo
por los sindicatos – y que siempre desembocan en la derrota.
Pero
no es por azar si el movimiento de los Chalecos Amarillos ha sido
apoyado por los partidos de extrema-derecha que participan activamente
: el partido «Ressemblement National» (ex FN) de Marine Le Pen y
«Debout la France» de Dupont-Aignan, aunque al final la presencia
de estos partidos en el terreno ha sido residual. Un movimiento que
parte de una reivindicación que «concierne a todo el mundo», que
asegura ser la expresión del «pueblo», no solo fuera de partidos y
sindicatos, sino también por encima de las clases. Es por esto que
no es raro ver el pabellón nacional flotar en las trancas de
carretera, escuchar La Marseillaise cantada por los
manifestantes, o de ver a estos últimos invitar a la policía a
unirse al cortejo. (1).
Un
movimiento semejante de contestación interclasista, en un comienzo
organizado por pequeños patronos, no suscita la hostilidad de los
medias y atrae inevitablemente a las fuerzas de la derecha extrema;
aunque manifieste una oposición virulenta a la política
gubernamental y a las grandes empresas capitalistas (trusts
petroleros, etc.), no puede tener sino una orientación burguesa. Los
proletarios que participan en él lo hacen solo a título personal;
no estando organizados sobre una base independiente, no pueden
defender sus específicos intereses de explotados – es decir contra
la explotación capitalista; se encuentran ahogados en una lucha
común con pequeños patronos, comerciantes, artesanos, liberales,
etc. que, ellos si, defienden ferozmente al capitalismo!
Como
se podía esperar, las organizaciones sindicales colaboracionistas
reaccionaron frente al movimiento como celosos defensores del orden
establecido. Estas han condenado a los Chalecos Amarillos, no en
nombre de la independencia de clase (!), sino porque no respetan los
buenos modales de la colaboración de clases, porque son
«totalitarios» (Laurent Berger, CFDT – Confederacion Federal del
Trabajo). Ante el descontento de los trabajadores, las centrales
sindicales no proponen otra cosa que la «apertura de negociaciones
sobre los salarios» (comunicado de la Confederacion General del
Trabajo – CGT), en pocas palabras, la continuación de la política
de colaboración de clases, la cual se traduce en los hechos por la
fragmentación de las luchas y las movilizaciones: huelga de las
refinerías el 22/11, de enfermeras el 23/11, marcha de parados el
primero de diciembre, etc.
Pero
el éxito de Chalecos Amarillos condujo a los partidos de izquierda y
de «extrema izquierda» a unirse más o menos abierta y francamente
a este movimiento, a fin de no dejar a la derecha ocupar un terreno
donde tal vez haya algunos electores que ganar (para sus próximas
campañas): , el 17/11, el PS (Partido Socialista) afirmaba que
estaba «al lado de los franceses»; igual que el PCF (Partido
Comunista de Francia), sin hablar de la Francia Insumisa. La
«extrema-izquierda» oportunista no se quedó atrás. Por ejemplo,
el NPA (Nuevo Partido Anti-capitalista) se une a los Chalecos
in-extremis, luego de haberlos condenado, con el mismo
pretexto de la CGT y Sud (sindicato de izquierda colaboracionista).
Lutte Ouvrière (Lucha Obrera, perteneciente a una de las tantas
tendencias trotskistas internacionales existentes hoy en día en el
mundo, NdR) había llamado igualmente en un editorial de su
semanario del 15/11, a no dejar al movimiento en brazos de la extrema
derecha: nada de inhabitual para un partido siempre preocupado por la
«gente ordinaria»... Todos echan a un lado cuidadosamente el punto
central para la defensa de los intereses proletarios: la
independencia de clase.
Para
bloquear el capitalismo: ¡lucha independiente de clase!
Una
lucha interclasista, en la que los proletarios son sometidos
inevitablemente a los intereses de otras clases, puede tener mucho
éxito; puede muy bien lograr establecer bloqueos puntuales, pero no
podrá nunca bloquear al capitalismo. Solo la lucha independiente de
clase, la lucha por los intereses de clase de los proletarios puede
lograrlo; en efecto son solo los proletarios los que tienen la fuerza
potencial para derrotar al capitalismo, ya que este no vive sino de
su explotación. Luchar contra esta explotación es luchar contra el
capitalismo, poner fin a esta explotación, es poner fin al
capitalismo!
Iniciar
la lucha sobre esta base, incluyendo los combates parciales y
limitados, los proletarios tienen la capacidad para hacer retroceder
a los capitalistas y su Estado. Pero esto exige el no dejarse
arrastrar a reuniones interclasistas donde se diluye su fuerza de
clase. Es necesario organizarse sobre bases clasistas para las luchas
de resistencia cotidiana contra los ataques patronales, luchas no
solamente contra los abusos fiscales, sino específicamente por la
defensa de su salario y condiciones de vida y labor; es preciso
también organizarse en el plano político por una lucha
generalizada, anti-capitalista y revolucionaria. Enfrentados a los
pequeño-burgueses que se ufanan de rechazar toda organización de
partido o sindicato, los proletarios deben recordar que, como decía
el Manifiesto Comunista, la lucha implica la organización
en clase, por tanto, en partido.
Entonces
cuando esta organización eche sus raíces, será posible arrastrar
a las capas pequeño-burguesas, o a una parte de estas, al combate
contra el capitalismo, en lugar de ser arrastrado a su remolque hacia
una salida que no puede ser otra que anti-proletaria (2).
El
grado de amplitud del movimiento de los Chalecos Amarillos es
revelador de tensiones sociales que surgen, anunciando al mismo
tiempo las futuras tempestades sociales. En el periodo que se
aproxima los proletarios serán empujados a bajar a la calle para
reaccionar a los golpes repetidos del capitalismo: tendrán que
hacerlo sobre sus propias bases y por cuenta propia, para no ser una
vez más derrotados.
¡Por
la lucha y la organización independientes de clase!
¡Por
la reconstitución del partido de clase internacionalista e
internacional!
¡Por
la reanudación de la lucha revolucionaria anti-capitalista!
Partido
Comunista Internacional, 22/11/2018
(1)
En los videos difundidos a través de la red (Cf.:
https://www.youtube.com/watch?v=1Y_dx6RO2HM - a partir de 2:30) se
observa, por ejemplo, a los gendarmes en plena faena junto a los CA,
ponerle las esposas a un automovilista desobediente que tenía una
emergencia familiar, etc..
(2)
Ver la colaboración de Chalecos Amarillos con la policía para
arrestar a emigrantes luego de un corte de ruta en la Somme, el
19/11.