La policía asesina en Salou a un inmigrante. ¡Mossos de Esquadra asesinos! ¡Ayuntamiento, Generalitat y Estado culpables!
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valladolor
lunes, 24 de agosto de 2015
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El
día 11 de agosto, a las seis de la mañana, un grupo de la policía
autonómica catalana, los Mossos de Esquadra, irrumpieron en un piso
donde vivían inmigrantes subsaharianos dedicados a la venta de
discos y películas piratas en el pueblo de Salou. Según la versión
oficial, dada por los propios Mossos y difundida a los cuatro vientos
por todos los medios de comunicación, Mor, un mantero
de los que habitaba el piso, “saltó” por el balcón situado a
tres alturas del suelo resultando muerto al caer. Al saberse en la
noticia los inmigrantes subsaharianos de la zona, dedicados en su
mayor parte a este tipo de venta ambulante, salieron a la calle y se
enfrentaron durante todo el día con la policía, llegando a cortar
las vías del tren Cambrils-Tarragona con barricadas. La circulación
en el centro del pueblo permaneció cortada por los disturbios desde
las 11.50 de la mañana y durante más de cinco horas. A las pelotas
de goma de los antidisturbios los inmigrantes respondieron con
piedras, contenedores cruzados para evitar su avance y ataques contra
las furgonetas de la policía. Los comercios de la localidad cerraron
por la tensión que se vivía y, a última hora de la tarde, un
miembro del consulado de Senegal, país de origen de Mor, fue
agredido por los propios senegaleses cuando se presentó en el lugar
de la muerte.
Los
Mossos de Esquadra tienen una larga lista de muertes a sus espaldas.
Mientras que los informes de ONG´s como Amnistía Internacional les
colocan en el segundo puesto en el ranking nacional de torturas y
agresiones en comisaría (sólo superados por la policía vasca, bien
curtida en la represión contra ETA y el entorno abertzale) en el
último año han asesinado a golpes, en plena calle, a dos personas.
Previamente tanto los movimientos sociales de Catalunya como otros
colectivos que se han manifestado en esta región han comprobado la
eficiencia de sus materiales anti disturbios, que van desde la
bocacha hasta el punzón para clavar en el cuerpo de los
manifestantes y de los métodos represivos que utilizan para
controlar a cualquier elemento subversivo. La burguesía catalana,
que asumió las labores de seguridad a través de este cuerpo
policial hace años, no sólo compite con el resto de la burguesía
española por la recaudación impositiva y la gestión de los
recursos públicos, sino que además la imita en lo referente a
organización de las fuerzas represivas. El proletariado debe tomar
nota de lo que le espera detrás del proyecto nacionalista cuya
bondad, ahora, defienden todos aquellos que dicen estar de parte de
la clase trabajadora.
Porque
la primera función de la policía en la sociedad burguesa es
garantizar el orden que permita el correcto funcionamiento de los
negocios. Y este orden se garantiza, sobre todo, contra los
proletarios. Así es el caso del inmigrante muerto estos días. En
Salou, pueblo turístico de la costa de Tarragona, la afluencia de
visitantes en verano es una de las primeras fuentes de ingresos para
la industria local (comercios, hoteles, bares, etc.) Se trata de uno
de los pueblos del famoso turismo “de borrachera” que, en las
vacaciones de primavera de los estudiantes y en los meses de julio y
agosto, invade las calles del pueblo en busca de alcohol y diversión
con el beneplácito de las autoridades, que no ven ningún tipo de
problema de orden público en esta situación, y de los comerciantes,
que multiplican sus ingresos aumentando desmesuradamente los precios
y vendiendo mercancías adulteradas o en mal estado. En este idílico
marco de los negocios veraniegos, la presencia de inmigrantes
dedicados a la venta de copias ilegales de DVD´s, música o ropa,
supone un problema para la pequeña burguesía local dedicada ella
misma a la venta de productos similares y de la gran burguesía del
sector de la hostelería que ven cómo aparecen algunos problemas “de
orden público y civismo” no causados directamente por ella y que
afean la imagen del pueblo. Es por ello que actúa la policía
autonómica que en el resto de situaciones permite que miles de
turistas etílicos arrasen la playa, las calles y el entorno natural
de la zona. Los inmigrantes subsaharianos son un problema para la
burguesía legalmente establecida porque su pequeño negocio (que es
muchas veces el único medio de supervivencia para quienes han huido
de la miseria y la muerte en países afectados por continuos
enfrentamientos armados, epidemias y hambrunas) hace la competencia a
aquellos que cuentan con el beneplácito del Estado para ubicarse en
el pueblo. La burguesía y la pequeña burguesía hacen valer sus
derechos adquiridos para aniquilar cualquier tipo de merma en su
beneficio y, de esta manera, utilizan a la policía para que expulse
del mercado a sus potenciales rivales. Obviamente estos rivales no
son exactamente sus competidores. Se trata de una población
inmigrante imposibilitada por su situación irregular para optar a
algún tipo de puesto de trabajo, que de hecho trabajan como
vendedores ambulantes para las mafias dedicadas a la distribución de
productos ilegales contra las que el Estado y su policía jamás
intervienen (¿cuántos barcos son intervenidos en el puerto de
Barcelona o en el de Valencia cuando traen estos productos desde
China o desde Turquía? Ni tan siquiera uno por cada millar de
inmigrantes detenidos por distribuir las copias ilegales). Se trata,
en pocas palabras, de población sobrante para el capitalismo, de
mano de obra que no puede explotar porque con ella no alcanzaría la
ganancia mínima que le garantiza un beneficio aceptable. La única
salida que le queda a esta población sobrante es trabajar en la
economía sumergida corriendo el riesgo de ser deportada,
encarcelada… o asesinada. Cuando esta población sobrante trabaja
para la burguesía que hace sus negocios fuera de los márgenes
legales, como sucede en la industria de las copias piratas de DVDs,
entonces la ley interviene contra ellos con toda la brutalidad de la
que es capaz su policía. En este caso, con una justificación tan
manida como es la de “se cayó por una ventana”, ha dejado un
muerto, sacrificado en los altares del beneficio capitalista.
Los
inmigrantes, tanto aquellos que trabajan en negocios con patrones
legales como aquellos que se ven arrojados en manos de los que la
burguesía denomina ilegales y que realmente ejercen el mismo papel
de explotadores de la fuerza de trabajo, saben bien qué les espera
en su huida hacia Europa. Lo saben cuando se convierten en mercancía
en manos de las mafias de negreros que les transportan por el Magreb;
lo saben cuando la policía de Marruecos les hacina en montes
insalubres para presionar al Estado español; lo saben cuando se
juegan la vida saltando la valla de Melilla o cruzando el Estrecho en
barcas más que precarias; y lo saben finalmente cuando la policía,
ya en España, ejerce una presión continua sobre ellos para
mantenerlos controlados y que no sean conflictivos ni en sus puestos
de trabajo, para aquellos que los consiguen, ni en las calles de las
ciudades, para aquellos que son arrojados a la delincuencia. Y
precisamente porque los inmigrantes de Salou, que vienen de tener la
muerte presente en su día a día desde sus países de origen,
también saben cuál es su lugar en la sociedad capitalista, han
respondido con violencia ante la enésima agresión sufrida por la
policía. Para estos inmigrantes la civilización capitalista y su
democracia han sido, desde el primer momento, un arma vuelta contra
ellos, en cuyo nombre se les ha tratado como auténticos esclavos
modernos. Es por ello que, a la hora de protestar por la muerte de su
compañero, han utilizado métodos nada cívicos ni democráticos
como son los cortes de calle y de las vías férreas. Para ellos el
conjunto de resortes que la burguesía utiliza para integrar a los
proletarios en el sistema de la colaboración entre clases no
funciona, precisamente porque están completamente excluidos de esta
colaboración desde el momento en que han sido arrojados al margen de
la sociedad. Es por ello, porque están fuera de cualquier ámbito de
“negociación” con los “agentes sociales”, por lo que su
reacción se ha salido fuera de los cauces de solución de los
problemas sociales con que la burguesía aleja a los proletarios del
terreno de la lucha de clase. En este sentido, los inmigrantes
subsaharianos de Salou han mostrado a los proletarios españoles e
inmigrantes que hoy ven rebajarse sus condiciones de existencia y
para los que la burguesía ya no reserva ninguna posibilidad de
revertir esta situación cuál es el futuro que les espera y cuál es
la verdadera naturaleza de la lucha que deberán llevar a cabo si
quieren evitarlo.
Si
hoy los proletarios, tanto empleados como desocupados pero que aún
pueden disfrutar de un mínimo de garantías sociales, no se ven
reflejados en la situación que padecen los inmigrantes apaleados y
asesinados por la policía, es porque la fuerza de las ilusiones
burguesas, que son unas ilusiones bien materiales basadas en la
inercia de décadas de colaboración interclasista, aún pesa
demasiado en ellos. Pero, lentamente, de la misma manera en que la
crisis económica mina las bases de esa colaboración entre clases,
la ilusión que pesa entre los proletarios acerca de una posible
solución indolora a la situación a que la burguesía les somete,
irá desapareciendo. Entonces, colocado de nuevo sobre el terreno de
la lucha abierta contra la clase que detenta la propiedad de los
medios de producción y que decide sobre el destino de la vida de
millones de personas en todo el planeta, los proletarios encabezarán
una lucha que tendrá como objetivo final acabar con todo rastro de
explotación del hombre por el hombre y, por lo tanto, con todas las
humillaciones y vejaciones que acompañan a esta y que seguirán
existiendo mientras que el capitalismo siga en pie.
12.8.15
Partido
Comunista Internacional (El Proletario)
Valladolor no admite comentarios
La apariencia como forma de lucha es un cancer
El debate esta en la calle, la lucha cara a cara
Usandolo mal internet nos mata y encarcela.
Piensa, actua y rebelate
en las aceras esta el campo
de batalla.
si no nos vemos
valladolorenlacalle@gmail.com