No
se mató sola
X
victoria aldunate
Lo
que más me duele no es tu muerte, si no tu vida. No tuviste una vida
buena. Más bien la peor... ¿La peor? ¿Hay peores?...
Tengo
rabia, tanta, tanta, tanta, que no cabe en mi pecho y unas lágrimas
me inundan cada vez que hablo de ti… Es que no fuiste feliz…
Pero,
¡qué sé yo si fuiste feliz!... si no te vi en los bares
resistiéndote a ser la mujer, la esposa y la madre que querían que
fueses… (Que siempre quieren que seamos). No te vi codeándote con
los “chichas”
que te rodearon, riendo aliviada, puesta de tragos, inundada por la
fantasía de no ser una víctima… de nunca haberlo sido, porque
para sobrevivir necesitaste negarlo, una y otra vez, y otra y otra, y
morir...
No
te vi sin ese dolor retratado en tus ojos. No te vi despreocupada de
las heridas que surcaban su cuerpo. No te vi. Pocos te vieron.
¿Alguien te vio? Es que la gente que somos “alguien” no vemos a
quienes son “nadie”. A quienes viven en los rucos, tirados en los
potreros, olvidados de sí mismos, empipados en basurales, evitando
saberse, escapando de la vida de los “alguien”, de los “sujetos”,
de quienes creemos que “estamos siendo”…
Sí
te vi en el taller cantando y bailando: “qué lindo es estar en la
tierra después de haber vivido el infierno”, “qué lindo
corazón que estés acá y acá latiendo y me desenredes los ojos”…
Pero tus ojos no se desenredaban excepto con un abrazo, y tan sólo
por un instante ciego y enfermo que volaba al cielo de los negados.
“Cántale
a la luna y al sol, cántale a la estrella que te acompaño”... le
cantabas a “tu niña muerta”, a la que amaste como a la luna.
“Cántale
a tus amigos con el corazón”*, coreabas fuerte porque a veces
tenías amigos. Aquellos que no quisieron abusar tu cuerpo borracho
de otras lunas y otros cielos. Sólo ese estrecho y profundo criterio
te bastó…
“Los
amigos no existen”, decías luego, irritable, contradictoria e
insensible a los afectos esquivos, revolviéndote de furia las tripas
y el hígado…
“Yo
no sé por qué a veces me pierdo, los ojos se me dan vuelta y me
muero por dentro”...
Ella
murió también por fuera, un día de este Marzo. Reventada en su
penar. Antes había estado muerta por dentro. Ser hija del femicidio
para ella fue devastador. No supo que se llamaba así, femicidio, lo
que le arrebató a su madre poco después que la pariera, pero sí
vivenció la desprotección y experimentó continuamente el desapego,
tanto, que en su torpe maternidad, sólo le quedó amar a su hijo sin
pruebas…
No
perdonó jamás al femicida. Ni olvido ni perdón. Hubiese preferido
no llevar su apellido, sino sólo el de la madre que no conoció,
pero esos trámites son muy difíciles para una niña que se
convierte en “nadie”.
A
esta “guachita”, los hombres adultos a cargo, la despojaron de la
libertad de su cuerpo, y la abuela no logró salvarla ni aunque la
acurrucara. Fue ella, de niña, la que defendió del abuso a las
demás niñitas de su casa, autoinmolada y solitaria, cargando un
acto estremecedor que no será señalado como “heroico” porque
ella no fue hombre, el hombre que tal vez hubiese querido ser...
Cantaba
y apenas sonreía: “A veces pienso que están mal algunas cosas que
siento”... Amar a otras mujeres puede ser un martirio y la
podredumbre del estigma llega a retorcer tus entrañas rebeldes. La
rebeldía no cuaja y sólo queda el odio de los demás encadenando tu
vientre deseoso. El odio te sumerge, te empantana y puede llegar a
mezclarse contigo y a asesinarte desde dentro como lo hizo con ella.
Porque ella no se mató sola, el mayor mérito es de los soberbios
poseedores de la verdad bíblica: Dios creó al Hombre y a la Mujer
para reproducirse…”… por los siglos de los siglos de genocidio
lesbofóbico.
Yo
“voy a recordar lo que cantamos una vez, mirando el cielo” y me
gusta que, desfachatada, pidieras cerveza para tu muerte, hiriendo la
susceptibilidad de los sobrios. Pero sobre todo no olvidaré jamás
el hecho de que insurrecta como eras, exigieras ser enterrada junto a
una mujer.
victoria
aldunate, terapeuta, lesbofeminista.
*
En el relato hay frases de la canción “Mambeado” de Onda Vaga,
la canción que ella más amaba cantar.