Y AL COLABORACIONISMO INTERCLASISTA.
¡Proletarios!
La multinacional FIAT, como todas las grandes empresas que tienen intereses mundiales, tiene a la espalda una historia de desarrollo y redimensionamiento que se puede resumir del siguiente modo:
FIAT después de haber ingerido todas las fábricas italianas del sector del automóvil (Alfa Romeo y Lancia, como las más representativas), en los años 70 daba trabajo a más de 120.000 trabajadores, sólo en Italia. Hoy por hoy, según las cifras del grupo "FIAT Industrial" da trabajo a algo más de 60.000 personas en todo
el mundo, un 30% en Italia y otro tanto en el resto de Europa. ‘FIAT industrial’ se compone de tres ramas fundamentales: FPT Industrial (sistemas de transmisión y propulsión), Iveco (Camiones y vehículos comerciales) y CNH, Case New Holland (Banca exterior y equipamiento a la construcción) de la que posee el 89%.
En Italia, donde se forjara el imperio, Fiat posee 16 plantas (3 en la península). En las fábricas de Italia, como en la fábrica de Pomigliano (cerca de Nápoles) y de Torino Mirafiori, el ataque de la patronal a las condiciones generales y particulares de los trabajadores es una parte indiscutible de la guerra de clases, como los despidos de la factoría de Madrid o los ERES (1º extintivo, y otros 6ª suspensivos) que se han firmado en la factoría de Valladolid, y constituyen "una declaración de guerra" que intenta imponer a los trabajadores condiciones contractuales mucho más favorables a la patronal que las actuales, condiciones conquistadas en buena medida en duras luchas mantenidas en el sector a mediados de los 70 y mantenidas relativamente en la bonanza económica de las últimas décadas, unas condiciones que se han perdido, gracias a decenas de años de colaboracionismo entre las fuerzas sindicales tricolores, los partidos denominados o considerados "obreros", y las empresas e instituciones capitalistas, y que ha provocado el repliegue de la clase obrera en su conjunto (y no sólo en España) ante las exigencias del capitalismo en la continua modificación de los equilibrios entre potencias y la creciente concurrencia mundial.
El "caso Marchionne" es iluminador respecto a sus propósitos. Marchionne se precia de haber acordado, en solidaridad con el presidente Obama, con el sindicato United Auto Workers (UAW, Trabajadores del Auto Unidos), salarios más bajos, turnos de trabajo más adaptados a las exigencias de la producción y, sobretodo, la renuncia por parte del sindicato a cualquier tipo de huelga hasta el año 2015. En la fábrica de Pomigliano, en Italia, por ejemplo, Marchionne ha impuesto el tercer turno, la disminución de los descansos, persecución implacable del absentismo. Las reacciones de los obreros con la lucha y las manifestaciones en la factoría de Pomigliano han concluido con el referéndum, querido por la cúspide de FIAT, y cuyo resultado ha sido un 36% de no y un 62% de sí. El referéndum ha pasado, pero ese 36 % puede constituir un escollo muy grande contra el que la aceleración planteada por la Fiat puede descarrilar. El acuerdo impuesto en Pomigliano ha sido firmado únicamente por tres sindicatos tricolores (CISL, Uil, Ugl), que han acogido la promesa de la patronal como el mana del cielo, mientras la Fiom, sindicato metalúrgico miembro del sindicato tricolor CGIL, ha rehusado firmar este acuerdo, mas por la presión de su base proletaria que por convicción propia; en todo caso este “brazo de hierro” se continua incluso para el acuerdo en Torino Mirafiori, del mismo modo sometido a referéndum por deseos de la cúspide de Fiat. El chantaje a los trabajadores de las fabricas de Fiat es una medida calculada y ha vencido: puesto de trabajo en condiciones extremamente empeoradas respecto a las anteriores o sino cierre del establecimiento. Pero esta victoria patronal se debe en gran parte a los decenios de colaboracionismo interclasista que han desvitalizado de hecho la lucha obrera y rendidos impotentes también los más generosos sobresaltos de lucha dura que han caracterizado episódicamente la situación en las fabricas de Fiat.
¡Proletarios!
IVECO-España, cuya sede central se localiza en Madrid, y que controla las tres factorías existentes en el Estado español (Valladolid, Madrid y Barcelona), ha seguido a sus hermanos mayores al pie de la letra, con variaciones leves en la forma de tocar la melodía, pero con el mismo contenido: A) reducción de costes laborales (despidos, congelación de salarios, eres) y empeoramiento de las condiciones de vida y trabajo de los trabajadores y las trabajadoras de las tres factorías, es decir, explotación sin pausa y progresivamente mayor con el único objetivo de extraer la máxima plusvalía del obrero y, por tanto, el mayor beneficio; B) racionalización de la producción para generar una mayor competitividad del producto y del establecimiento mismo.
En la factoría de Valladolid, se han firmado ya 6 Expedientes de Regulación de Empleo (Eres) desde el inicio de la crisis: este año 2011 se inicia con la implantación del 6º que será continuada por un 7º ERE a partir de marzo. El primer ERE, suspensivo, supuso el despido de 58 trabajadores que, gracias a la movilización obrera (por escasa y parcial que fuera) y no a la negociación sindical (que vendía humo para dar cenizas), están siendo readmitidos a cuentagotas cubriendo las bajas generadas por las jubilaciones. Desde el primer ERE, cuando los trabajadores de IVECO iniciaron sus movilizaciones, hasta el 5º, votado mayoritariamente en referéndum, la empresa ha contado con la inestimable ayuda de los sindicatos mayoritarios (y no tan mayoritarios) que no han planteado en ninguna ocasión medidas de presión realmente de clase que paralicen la producción y pongan en riesgo a los capitalistas.
Comisiones Obreras (CC.OO) ha actuado como el sindicato de la empresa, apoyando los ERES suspensivos y extintivos, presentándolos como "el mal menor" ante los trabajadores... pero, cuando le ha hecho falta, como en las últimas elecciones sindicales anteriores a la firma del 6º Ere, también ha querido presentarse como "defensora de los trabajadores", rechazando este 6º ERE -suspensivo, a algo menos del 80% del salario- cuando apoyó todos los demás, firmó y avaló el despido de 58 trabajadores y, para más inri, el día antes de las votaciones lo firmaba sin problema alguno en el comité de empresa. La postura de UGT (Unión General de Trabajadores), generalmente seguidista de CCOO (dependiendo de sectores, hacen el papel de poli bueno y poli malo), ha presentado ciertos matices respecto a CCOO (que sigue siendo la fuerza mayoritaria en el comité de empresa, a pesar de haber perdido votos). Estos matices (rechazo de Eres extintivos y despidos, pero no de los Eres suspensivos) le han servido para subir algo en las últimas elecciones sin por ello desbancar a CCOO. La lucha electoral, sin duda, es muy importante para estos sindicatos que reciben en subvenciones dependientes del número de delegados la mayor parte de su capital. Las elecciones, como los referendos entre los proletarios, son una de las maneras fundamentales de la desmovilización sindical y política. El día (de votar) es el día final "de la lucha".
CGT, que se presenta como sindicato más combativo o "radical", se está cubriendo de gloria. La propuesta del primer ERE (despidos a cambio de recolocaciones por jubilaciones) es una cesión de todas “todas”. Las medidas de lucha y presión planteadas (cortes de media hora de la ronda, mani-paseo al centro...) han sido escasas y poco contundentes para la gravedad del ataque que los trabajadores de Iveco Valladolid, en particular, y todos los proletarios en general, estamos sufriendo. La gente que en CGT ha intentado plantear un sindicalismo combativo ha sido llevada por la mayoría sindical, que más allá de ellos, en sus despachos, negocia su cuota de poder, de poder "radical claro", como un sustituto perfecto para los próximos años al descrédito creciente de los apagafuegos mayoritarios UGT y CCOO. Que en un sindicato se junten proletarios no lo convierte en un sindicato de clase es una verdad como un templo. El colaboracionismo que caracteriza desde hace décadas a este sindicalismo tricolor o "bicolor" (de la España, roja y gualda, y los sagrados Pactos de la Moncloa), y que en Italia, Francia o Alemania nuestro partido ha siempre llamado "sindicalismo tricolor" en relación directa con la defensa de la legalidad burguesa que representa la bandera nacional, es el capote que la patronal arroja a la cara del proletariado. Este colaboracionismo sindical (Marchionne ya no les llama "sindicatos obreros" sino colaboradores) es clarificador: la colaboración comporta una actitud consciente, una voluntad consciente de cooperar por un mismo resultado. Así, la empresa y los proletarios dependen de "medios" situados en "el mismo plano", con los consiguientes esfuerzos comunes para conseguir los "objetivos comunes". En otras palabras, el corporativismo fascista, en sustancia, es la misma cosa.
El proletariado está actualmente paralizado, confuso y desorientado, ante los despidos que continúan y la serie de movimientos, pequeños y lentos, pero inexorables, que lo conducen a un empeoramiento generalizado de las condiciones de vida y trabajo. El chantaje patronal en el puesto de trabajo, unido a la avalancha de medidas antiproletarias que los gobiernos nacionales y locales continúan realizando, con el trasfondo de una crisis económica y social que no da signos de terminarse pronto como querrían los magnates de la industria y la bolsa, constituyen el terreno en el que la burguesía cultiva la inestabilidad social que golpea en grandísima medida al proletariado y en menor grado a ciertos estratos de la pequeña burguesía. Frente a este escenario, y la ausencia durante decenios de organizaciones clasistas, el proletariado se encuentra actualmente desarmado de sus armas clásicas e inmediatas de lucha, que confluyen conjuntamente en la huelga.
¡Proletarios!
Para salir de la situación de completa sumisión a las exigencias patronales de producción y beneficio capitalista, bajo un continuo e imparable empeoramiento de las condiciones de supervivencia, es necesario romper con la política y la practica del colaboracionismo interclasista. Esta política y esta práctica ha demostrado que no sirven en grado alguno para defender siquiera los recursos elementales para la vida de los proletarios: los salarios se reducen sistemáticamente, la desocupación aumenta progresivamente, a los jóvenes se les reservan condiciones todavía más inciertas y peores que las de los obreros más ancianos. La sed de beneficio capitalista vence sobre cualquier intención mediadora de los sindicatos y de los partidos colaboracionistas entre el trabajo y el capital. El capital, el empresariado, aprovechándose de su crisis económica y social y de la debilidad del proletariado en términos de capacidad de resistencia y de respuesta de clase, está planteando ataques cada vez más profundos a las condiciones de vida y de trabajo proletarias, ataques mínimamente velados por el colchón que representan los amortizadores sociales. El empresariado esté demostrando su verdadero deseo: el deseo del enemigo de clase que no tiene ningún escrúpulo contra un proletariado cada vez más indigente y aplastado por condiciones de supervivencia extrema.
Romper con la paz social que el empresariado y los gobernantes pretenden que sea respetada y defendida por los proletarios, mientras defienden la violencia económica y social de un capitalismo cada vez más voraz; romper con la colaboración de clase que impide a los proletarios luchar por sus propios intereses; romper con la ilusión democrática que sirve para reconducir a los proletarios hacia prácticas impotentes y desviadas: ¡este es el camino!
Los proletarios deben reprender en sus propias manos, directamente, la suerte de sus propias vidas, la defensa de sus propios intereses inmediatos, la lucha contra los ataques de los capitalistas y de sus guardias pretorianas, reconquistando el terreno del abierto enfrentamiento de clase, respondiendo golpe a golpe a cada ataque de la patronal, importándoles una mierda el bienestar de la economía empresarial y de la economía nacional, y apuntando exclusivamente a la defensa de las propias condiciones de vida y de trabajo. Esto significa luchar por reivindicaciones de clase, adoptar métodos no coincidentes ni concertados con los intereses de los patronos sino métodos de clase, usar medios de lucha que no sean constreñidos en la malla de la impotente protesta pacífica y de las negociaciones respetuosas con los intereses capitalistas, sino medios de clase. Solo en esta perspectiva los proletarios podrán reconocerse como clase social capaz, no solo de luchar en lo inmediato, sino también en grado de obtener objetivos más amplios y generales, validos para todo el proletariado de cualquier país, para acabar de una vez con esta sociedad en la que una pequeña minoría de capitalistas viven de la explotación bestial de la gran mayoría de la población mundial.
LOS ERES SON DESPIDOS
¡NI ERES NI DESPIDOS NI CESIONES A LA EMPRESA!
¡CONTRA LA EXPLOTACIÓN Y LOS AUMENTOS DE RITMO!
¡CONTRA LAS BUROCRACIAS SINDICALES VENDIDAS AL CAPITAL!
¡CONTRA LA REPRESIÓN EMPRESARIAL Y POLICIAL!
¡CONTRA CUALQUIER FORMA DE COLABORACIONISMO CON LOS EMPRESARIOS Y EL GOBIERNO!
¡POR LA LUCHA UNITARIA DE LOS OBREROS DE FIAT EN TODAS LAS FÁBRICAS, EN ESPAÑA Y EN LOS DEMÁS PAÍSES!
¡POR LA DISMINUCIÓN DE LA JORNADA DE TRABAJO CON EL MANTENIMIENTO ÍNTEGRO DEL SALARIO!
¡AUMENTOS SALARIALES PARA TODOS, MAYORES PARA LAS CATEGORÍAS PEOR PAGADAS!
¡POR LA DEFENSA EXCLUSIVA DE INTERESES INMEDIATOS DE LOS PROLETARIOS!
¡POR LA HUELGA SIN PREAVISO Y SIN LÍMITE DE TIEMPO DE ANTEMANO!
¡POR LA LUCHA INDEPENDIENTE DE CLASE Y LA RESISTENCIA OBRERA!
¡POR LA REORGANIZACIÓN CLASISTA EN EL TERRENO DE LA LUCHA INMEDIATA!
¡POR LA REANUDACIÓN DE LA LUCHA DE CLASE, ANTICAPITALISTA Y ANTIBURGUESA!
PARTIDO COMUNISTA INTERNACIONAL
(El programa comunista)
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