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Llamamiento a todos los territorios del estado español


En los últimos años, el capitalismo y los estados de todo el mundo han intensificado las matanzas de los explotados en sus guerras y, a su vez, se han visto bastos movimientos de población en desplazamiento forzosos como consecuencias de este repunte belicista sumado a otros factores del orden mundial internacional. El nacionalismo ha resurgido con fuerza, convirtiéndose en una herramienta eficaz para que los poderosos unan a oprimidos y opresores bajo las mismas banderas nacionales, desviando la atención hacia nuestros semejantes en lugar de hacia el enemigo común, el enemigo de clase.

La industria militar ha alcanzado niveles de desarrollo sin precedentes, creando nuevas tecnologías para la muerte, mientras que la militarización de nuestra vida diaria avanza rápidamente. Las sociedades democráticas contemporáneas se rigen cada vez más por criterios donde cualquier pretexto (crisis sanitarias, crisis climáticas, la 'amenaza del terrorismo'...) se utiliza para justificar la presencia militar en las calles, normalizando la vigilancia y el control estatal a través de fuerzas armadas.

Las tensiones geopolíticas recientes son solo un capítulo más en un conflicto más amplio entre bloques de países capitalistas que luchan por el control del mundo. La guerra ha sido históricamente un medio de reestructuración económica para un capitalismo en crisis. Hoy en día, incluso aquellos empañados en dulcificar el capitalismo baja una fachada democrática, con la izquierda del capital comandando esa facción ideológica del sistema, la guerra sigue siendo la forma más extrema de opresión que los Estados y los capitalistas ejercen sobre los explotados y está a la orden del día. Por ello, consideramos que el conflicto actual es un ataque a todos los proletarios, ya sea en Palestina, Ucrania, Nagorno Karabaj, Siria, Líbano… o en cualquier rincón del planeta.

Los pobres, los oprimidos, en los países occidentales, por su parte, enfrentamos un nuevo deterioro de nuestras condiciones de vida, justificado por la guerra y el 'esfuerzo' que siempre recaerá sobre los de abajo. La explotación se intensifica, mientras los políticos ya tienen un nuevo relato que añadir a los habituales mensajes que vienen a decirnos “jódete y acepta tu vida de mierda”, ahora llamado 'esfuerzo bélico' frente al panorama de tensión bélica internacional. Quién sabe si nuestros políticos y patrones no están preparándose para una nueva matanza internacional y las escenas de cuerpos policiales arrastrando a gente a los frentes que se ven en Ucrania, pasen a ser parte de nuestra realidad del y aquí el ahora. Los globos sonda en torno al servicio militar obligatorio y otra serie de pistas no deberían llevar a engaño de hacia dónde apuntan, otra vez, estos cabrones.

La gente huye de la guerra y esto se añade a una nueva causa de los desplazamientos forzados que el capitalismo provoca a nivel global que han llevado a cientos de millones a cruzar mares, desiertos, muros y alambradas, enfrentándose a la persecución y al racismo. Los Centros de Internamiento de Extranjeros (CIES), las fronteras militarizadas los muros, los controles y la violencia policial son parte de la vasta industria de control y militarización que los Estados han desarrollado e implementado.

Por todo esto, hacemos un llamado a una semana de agitación y lucha contra las guerras del capital y las fronteras. Queremos dar un paso más en esta lucha constante, cotidiana e internacionalista. La guerra comienza aquí, y las empresas que colaboran con ella, así como la fabricación de armas, son parte de nuestra realidad diaria. Un pequeño aporte a la guerra en curso.

Invitamos a todos a participar y organizar charlas, debates y acciones, y a retomar las calles.. Este llamado es extensible a cualquier grupo, colectivo o individuo que desee unirse. Y realizar cualquier aporte que se le ocurra.

¡Contra las fronteras! ¡Contra la guerra! ¡Por la revolución social! 

 


 

 [recibimos y publicamos]

 

Listado de entidades colaboradoras con la industria militar:



    • Entidades financieras:
 
BBVA, Banco Santander, Deutsche Bank, Citibank e ING  son los principales financiadores de armas  con un total de financiación de 11969 millones de euros en el sector armamentístico registrado entre 2014 y 2019.

Banca March, Caixabank, Banco popular, Banco Sabadell y Bankinter  son entidades financieras que también invierten en la industria armamentística pero en cuantías menores.



    • Aseguradoras:

Las empresas aseguradoras no solo protegen los intereses de las entidades financieras si no que además  en el estado Español operan con un importante volumen de financiación a empresas armamentísticas.
Concretamente se trata de 26 aseguradoras  NP Paribas Cardif Assurance, AXA, BBVA Seguros, Santander Seguros, Allianz, MetLife, Intensa SanPaolo Life, AIG, Aegon, Liberty Seguros, March Vida, BanSabadell Seguros y Vida, VidaCaixa y SegurCaixa Adeslas, Mapfre (a través de Bankia), Línea Directa, Mediolanum International Life Limited, IberCaja Vida, Assicurazioni Generali, Seguros RGA, Abanca Vida, Cigna Life, Zurich,
CHUBB, Mútua Ma-drileña, Helvetia y Lagun Aro. Todas ellas acumulan directamente o a través de los bancos a los que pertenecen 29.767 millones de euros en financiación de armas.


    • Grupos empresariales colaboradores:

La industria militar es un motor para el negocio tecnológico es por ello que desde INDRA hasta FCC podemos encontrar varios grupos empresariales que colaboran con el desarrollo de tecnología aplicada a la industria militar. Las fuerzas armadas españolas requieren cada vez de sistemas de comunicación, software de simulación, drones equipo de seguridad de datos… además de cuerpos de bombas de aviación, fragatas, repuestos para re abastecimiento de vuelo, proyectiles de artillería etc.
En 2018 parte del presupuesto Estatal y de Indra fue a las siguientes empresas:

      - FCC, ABENGOA  INNOVACIÓN E INFORMÁTICA EL CORTE INGLÉS: Abengoa colabora con su innovación en tecnologías de hidrógeno y pilas de combustible. El corte inglés proporciona a nivel informático de sistemas C4ISIR para el despliegue de fuerzas de operaciones de campo y de sistemas para la obtención de datos y la división de empresa El Corte Inglés proporciona vestuario, equipamiento y logística de campaña. En concreto FCC provee al sector de sistemas de planeamiento de misiones aérea, ingeniería informática etc.


    • Empresas desarrolladoras de elementos de la industria militar:
Algunas de las empresas que reciben las financiaciones de bancos y aseguradoras para el desarrollo de armas o para la investigación e innovación en la industria armamentística son:
- Airbus y Boeing: aeronaves militares
- Maxam: desarrollo de explosivos  
- Navantia: desarrollo de buques
- Finmeccanica: aeroespacial


 

    • Alianzas empresariales en el Estado Español:
Empresas importantes del sector de la industria militar como EADS a su vez son dueñas del accionariado de medianas empresas o tejen alianzas con otras empresas para poder copar el mercado. Estas empresas son:  Windar, azcue pumps, Tragsa,  Tensa, gmv, Degasa, Iberdrola, Sainsel, Cobra, Ctingenieros, INDRA, SENER, Ingeteam, Ghenova ingeria y Abance. 





 

Berri-Otxoak, 29 años a pie de calle! Berri Otxoak 29 urtez kalean jo ta ke!

 

 Artículo de opinión en nuestro 25 aniversario.

BERRI-OTXOAK
(Plataforma Contra la Exclusión Social y Por los Derechos Sociales)
www.nodo50.org/berri_otxoak
Informazio bulegoa berrietxea@nodo50.org oficina de información


¿Reverdece el capitalismo?




Naturalmente, también la burguesía está preocupada por el calentamiento global. A fin de cuentas, los problemas de gestión político-propagandístico-administrativos que puede suponer la llegada incesante de refugiados climáticos no son cosa menor, dicho de otra manera, son cosa mayor. Tampoco se pueden menospreciar las alteraciones en el mercado que fenómenos climáticos extremos como sequías, lluvias torrenciales, incendios o terremotos puedan provocar al afectar a las infraestructuras, como el tendido eléctrico o el buen estado de las autopistas patrias. Al igual que no deja de ser preocupante el desequilibrio en la balanza comercial cuando haya que importar alimentos a mansalva de otros países, porque nuestros cultivos no dan para más por la escasez de agua con la última sequía, o por la oleada de frío que nos ha venido así como si nada del Ártico, o las lluvias torrenciales que se han llevado la mitad de las plantaciones. Que a la burguesía todo esto le preocupa, tampoco se puede negar.

Pero en el fondo todo el teatro de las Naciones Unidas y sus COP numerosísimas no sólo tienen que ver con eso. No vamos a ser muy originales, porque los capitalistas tampoco lo son: ¿qué les preocupa? La tasa de ganancia. Y va en caída desde hace al menos cincuenta años, y a cada solución que le dan sólo agravan el problema. Tampoco eso es muy original. El capitalismo no escapa de sus contradicciones, sólo las supera momentáneamente para encontrárselas redobladas a la vuelta de la esquina. Pero el caso es que la tasa de ganancia va cayendo, porque la automatización de la producción expulsa trabajo como si no hubiera mañana y cada vez hay menos sangre y sudor que explotar. Como las máquinas son más productivas, los precios bajan, así que no hay más remedio que producir muchas más mercancías para ganar siquiera lo que se ganaba antes. Siendo así, pues vidas humanas explotas menos ―al menos en la fábrica, que alguna ocupación habrá que encontrarle a esa pobre gente―, pero materias primas y electricidad, a espuertas. Además, como hay más mercancías, también hay más mercados que encontrar, por lo que camiones, barcos y aviones son enviados viento en popa a toda vela con el combustible fósil consiguiente, porque hay que atravesar medio mundo para colocar convenientemente las mercancías.

Así que si se agota el petróleo es un problemón, un problemón que sin embargo no nos llevará a ningún colapso, sino a una catástrofe capitalista cada vez más brutal. No sólo se incrementan los costes de producción y de transporte de mercancías ―en un contexto en el que la ganancia es cada vez menor, un aumento de costes es mortal―, sino que además para bajar costes tiene aún más importancia quitarse de encima la renta petrolífera que se llevan las Arabias Sauditas y las Venezuelas y despejar el campo de posibles competidores, por lo que la tensión imperialista está servida. De ahí que Estados Unidos esté reventando el suelo patrio con el fracking o que las burguesías de las mayores potencias económicas sientan un reconcome de contradicción con el tema del cambio climático, porque oyes, no hay mal que por bien no venga y cuando el Ártico se derrita hay todo un mundo por descubrir: un cuarto de las reservas petrolíferas aún no descubiertas, concretamente.

Con todo este problema, la idea de la «transición energética» ha ido tomando fuerza en los últimos años. Esta transición no tiene tanto que ver con el miedo de la burguesía al cambio climático, como a la comprensión de que el aumento del precio de los combustibles fósiles es imparable y de que la burguesía que consiga hacerse con la estructura productiva más apta a las nuevas condiciones gana la partida. Y esto no sólo porque consiga abaratar costes, obteniendo así una ventaja competitiva y una mayor autonomía geopolítica de los países productores de petróleo, gas y carbón, sino también porque quien consiga desarrollarse tecnológicamente para la nueva producción y distribución de energía podrá ser la vanguardia de un nuevo nicho en el mercado mundial, y obtener las plusganancias correspondientes. Esto, por ejemplo, es lo que mueve a Alemania a invertir grandes capitales en la obtención de energía a través del hidrógeno.

Sin embargo, para realizar la transición energética es necesario acabar con el transporte basado en los combustibles fósiles, y cualquiera le dice al proletariado que no sólo su transporte cotidiano ―que necesita para moverse por esas ciudades monstruo que ha creado el capital―, sino que todos los bienes básicos van a subir de precio porque el gobierno aumenta los impuestos o retira las subvenciones al diesel y la gasolina. Al principio se intenta imponer a lo bruto, claro está, pero las protestas son incesantes. Podemos pensar en las luchas contra el gasolinazo en México en 2017, los chalecos amarillos en Francia en 2018 o la revuelta en Ecuador, en Haití o en el Líbano a lo largo de 2019. Esta subida de impuestos o retirada de subvenciones, encarecidamente recomendada por la directora del FMI durante la COP25, no está tanto dirigida a que todo el mundo deje de usar combustibles fósiles como a restringir el uso de los mismos a lo que de verdad importa: una vez más, la tasa de ganancia. En un contexto en el que posiblemente el diesel haya llegado a su pico, es fundamental redirigir los esfuerzos fósiles al transporte de mercancías, y el proletariado si tiene que ir en bicicleta a trabajar, pues que vaya, porque desde luego el coche eléctrico es un lujo para ricos.
Como decíamos, al principio se intenta hacer a lo bruto, pero con la oleada de protestas en la que nos encontramos mejor no agitar mucho el avispero. Así es como surge la idea de una transición energética con veleidades socialdemócratas. Se toma como referencia el último gran salto en la valorización capitalista, identificado con el New Deal de Roosevelt, y se le pinta de verde.
Quizá convenga recordar que el florecimiento económico de la posguerra se debió a un salto productivo sin precedentes animado por la reconstrucción tras la Segunda Guerra Mundial, es decir, al aprovechamiento económico que hizo el capital de esa auténtica matanza en nombre de la democracia. Este salto productivo fue «felizmente» acompañado de una demanda mucho mayor de mano de obra, así como de políticas que, redistribuyendo algunas migajas de las copiosas ganancias capitalistas, permitieron crear un consumo de masas y así ampliar el mercado para colocar la nueva producción de mercancías. Estos tres factores no volvieron a coincidir ya más. El siguiente salto productivo con la tercera revolución industrial no sólo no incrementó la necesidad de mano de obra, sino que la expulsó de los lugares centrales de la valorización capitalista. Es por eso que nadie, más que un  par de políticos ansiosos por tragarse su propio eslogan para el siguiente concurso electoral, se cree realmente lo de que la transición energética vaya a crear más trabajo.
De hecho, cuando la presidenta de la Comisión Europea repite machaconamente aquello de no dejar a nadie atrás, en realidad no está pensando en que las smart cities, con el grado de automatización del tráfico y de la distribución de energía que conllevan, vayan a crear más puestos de trabajo de los que eliminan, sino en cuánto (dinero) le va a costar convencer a países como Polonia de que abandonen el carbón y no le hagan competencia desleal a Alemania con sus menores costos de producción.

Así que toda la propuesta del Pacto Verde Europeo y de su hermano estadounidense, el Green New Deal, son al mismo tiempo un ejercicio de marketing político en lo que se refiere a su aspecto social y ecologista, y una tentativa de reformar la estructura productiva de Estados Unidos y Europa para adaptarse a las nuevas condiciones que impone el agotamiento de los combustibles fósiles. Si lo primero es un cebo para atraer a pegacarteles con la gorra de ecologistas, lo segundo es, sencillamente, la cuadratura del círculo: hacer que el sistema social más disipativo, más derrochador de energía y recursos en que ha vivido el ser humano, construya una economía circular en la que toda la energía venga de renovables, que el transporte esté electrificado en su totalidad, que la industria funcione aprovechando al máximo el reciclado de materiales y reutilizando sus propios residuos, y que las ciudades dejen de ser esos monstruos devoradores de energía, recursos y vidas humanas que son actualmente.

Esto no es posible. Se pueden enumerar algunos hechos concretos que lo demuestran, como la imposibilidad material de electrificar la totalidad del transporte, la dependencia que reconoce la propia UE del gas natural y de las nucleares para la misma transición energética, el poco atractivo económico para los capitales que tiene la inversión en renovables ―dada la caída de la tasa de ganancia, que no su mala voluntad―, que explica lo que está de fondo en la crisis de la eólica en Estados Unidos y Alemania, o el hecho mismo de que para mejorar sus índices de emisión de gases de efecto invernadero las grandes potencias económicas sólo puedan externalizar a terceros países las industrias más contaminantes.

Pero los hechos tienen el alcance que tienen. Más importante que dar algunos ejemplos es comprender cómo estructuralmente el capitalismo es incapaz de acabar con su naturaleza disipativa. Y no se trata, como quieren los decrecentistas, de un problema de complejidad social en abstracto. Cuando se afirma que la única sociedad sostenible sería aquella organizada por comunas autárquicas y autogestionadas, se está afirmando que la comunidad humana en un sentido mundial es imposible, que el internacionalismo sólo era una broma y que allá se las apañe cada cual en un contexto de catástrofe climática, en el que quien tiene la suerte de quedarse con las buenas tierras mejor que se arme hasta los dientes para defenderlas. Cuando uno ve el panorama preferido por los decrecentistas, casi hasta tiene ganas de quedarse con el buen orden mundial del imperialismo estadounidense defendido por alguno que otro.

En realidad, lo que afirma el decrecentismo es que la mercancía es la única forma de que la especie humana pueda relacionarse como tal. Por eso la alternativa es el intercambio mercantil o la autarquía ―una falsa alternativa, puesto que la autarquía es imposible y lleva por lógica al mismo intercambio mercantil y a la guerra como fenómenos inseparables. Sin embargo, la crisis del capital es la demostración más palpable de que la mercancía es incapaz de gestionar el grado de complejidad social al que hemos llegado.

Si el sistema capitalista es disipativo es porque los productores trabajan para un mercado anónimo que no conoce las necesidades sociales más que a posteriori, lo cual supone necesariamente producir más de lo que se consume y producir sólo para consumidores solventes. Como el sistema capitalista no produce, por tanto, para satisfacer necesidades sino para alimentar a su máquina imparable de la producción por la producción, sólo puede derrochar recursos materiales y humanos a cada vez mayor velocidad y destrucción, puesto que su agotamiento como sistema social se traduce en una permanente huida hacia adelante.

Sólo una comunidad humana orgánica puede relacionarse orgánicamente con la naturaleza. Sólo una sociedad compleja, organizada mundialmente, puede estar a la altura de los retos que impone la catástrofe climática. Para eso no basta con combatir los eslóganes políticos de la burguesía que esconden la misma explotación de siempre, sino también aquellas visiones que nos proponen esperar a la caída de un sistema que, de morir, morirá matando. Somos poco originales, es verdad: la única alternativa real es la revolución o la extinción de la especie.


 barbaria.net
http://barbaria.net/2020/02/17/reverdece-el-capitalismo/

Lxs compañerxs del Grupo Barbaria realizaron recientemente una reunión sobre el tema, de la que nos envían este interesanre AUDIO "Sobre el pacto verde europeo":
http://barbaria.net/2020/02/17/audio-sobre-el-pacto-verde-europeo/



CONTRA LA MANIPULACIÓN POLÍTICA




Las últimas noticias aparecidas en prensa (último cero y medios locales) sobre que "LOS VECINOS" (sic) del 29 de octubre exigen que comiencen las obras ESTÁN DANDO PÁBULO A UNA MANIPULACIÓN de gran calibre que no estamos dispuestos a tolerar.

NO defendemos al ayuntamiento -ese no es nuestro papel-, pero sí DEFENDEMOS A LOS HABITANTES Y A LXS VECINXS, A TODXS LXS VECINOS, y no vamos a hacer el juego a quienes pretenden confundir en estos momentos con manipulaciones burdas y un discurso rayano en la xenofobia y el racismo.


Estamos porque las obras se hagan bien y para eso las prisas no son buenas.
Los plazos están claros, los habitantes lo saben. Se ha comenzado por un bloque, luego se ha seguido por otro, y el resto empezarán en breve según se ha dicho. ¿Por qué ahora estas prisas?




LA SINCERIDAD ES NUESTRA HERRAMIENTA, le joda a quien le joda:

Hay gente, vecinos algunos (pero otros no) que participan de la Coordinadora contra el narcotráfico y sus alrededores, que tienen un problema con los gitanos. Nosotros no.

Tenemos un problema, y muy serio, con quien trafica con drogas duras en nuestro vecindario. Y no lo toleramos ni lo vamos a tolerar. Pero para la gente que ha convocado el problema no está en que las obras "no hayan empezado" (porque han empezado y es evidente, solo hay que pasar por Faisán o Cigüeña) sino en que no se va a producir la "limpieza" que ellos quieren. Por eso hablan de que viven "en la basura". Si realmente vivieran en el 29 de octubre, dirían que viven en la miseria, con humedades, con pobreza, sin recursos,... ¿¡pero en la basura?? ¿A qué llamáis basura? ¿A la que vosotros mismos bajáis a esas calles para que parezca más?

Hay un problema real de recogida de basura en este barrio y de falta de civismo. Cierto. Pero eso no se combate echando a la gente que no te gusta (que es lo que quieren estos), sino con educación, con trabajo, con mejores sueldos, con más servicios sociales, con más lucha y más implicación vecinal en el barrio. Y con un servicio de recogida de basura eficiente que trabaje en la Zona Este igual que en el Centro. Cosa que, la verdad, ha sido más rara que otra cosa. Porque todos sabemos que el problema real es UN PROBLEMA DE CLASE. Pero en vez de juntar a la clase, a los proletarios y excluidos, VOSOTROS SEMBRÁIS LA DIVISIÓN CON VUESTRO POLITIQUEO Y VUESTRA DEMAGOGIA de mierda.

Por eso, nosotrxs, ANTICAPITALISTAS y DESCONTENTXS DE PAJARILLOS, que hemos sido los primeros en denunciar la situación del 29 de octubre y todo lo que supone que las obras no empiecen (y así lo hicimos en junio cuando se debían aprobar los presupuestos que ahora se están empeando a ejecutar mediante un documental que muchos vecinos han podido ver a estas alturas), no apoyamos en ningún caso ni vamos a asistir a la concentración convocada mañana en la plaza mayor ni a ninguna protesta que pretenda fomentar el racismo y la división entre el vecindario. Mirad a ver en InmoEsgueva, que seguro que hay uno que os apoya.



BASURA ES EL FASCISMO. BASURA ES EL RACISMO. 

BASURA ES LA MANIPULACIÓN MEDIÁTICA E INFORMATIVA.

BASURA SON LOS POLÍTICOS RECUPERADORES.



Anticapitalistas de Pajarillos





Informaciones anteriores y otros:

> Documental EN LAS AFUERAS, sobre Pajarillos y el 29 de octubre: http://valladolorenlosaudiosyvideos.blogspot.com.es/2017/06/valladolid-documental-en-las-afueras.html

> Amplio respaldo vecinal a la reforma del 29 de octubre: http://valladolorentodaspartes.blogspot.com.es/2017/06/valladolid-amplio-respaldo-vecinal-la.html

> Las asociaciones discrepan sobre la rehabilitación: http://valladolorentodaspartes.blogspot.com.es/2016/02/valladolid-las-asociaciones-de.html

> Preguntas sobre la rehabilitación urbana del 29 de octubre: http://valladolorentodaspartes.blogspot.com.es/2015/10/valladolid-preguntas-sobre-la.html

> Resumen de la concentración: http://ultimocero.com/noticias/2017/09/27/los-vecinos-del-29-de-octubre-protestan-ante-el-ayuntamiento-por-el-retraso-de-las-obras-de-rehabilitacion/



La democracia americana se prepara 
para otra vuelta de tuerca.

Del democráta Obama al Republicano Trump,

diversos métodos para los mismos objetivos imperialistas.


La victoria electoral del republicano Trump ha sorprendido a gran parte de la inteligentsia americana y europea, que daba por cierta la victoria de Hillary Clinton, tanto por el apoyo que había obtenido no sólo del equipo del presidente saliente Obama sino, también, de los grandes medios de comunicación americanos.

Si se puede, ¿lo recordáis? Fue el eslogan que simbolizaba el ascenso del primer político negro a la presidencia de América. Y, si bien todos los sondeos, al margen de las oscilaciones coyunturales, daban continuamente a Clinton ventaja sobre Trump, finalmente –pese a no pronunciarlo nunca- ha sido el eslogan oculto de Trump: sí, se puede hacer, se puede vencer, pese a los sondeos y al propio partido que, hasta el final, ha tenido en su contra. El sistema electoral que rige las elecciones presidenciales americanas está hecho de manera que la democracia electoral (un voto por elector) se pliegue ante los intereses particulares (lobbys económico-financieros, etc.). El hecho de que sean determinados Estados los que, si bien cuentan con una población con derecho al voto inferior respecto al resto de Estados, pese en términos de “grandes electores” más que los otros, constituye un desequilibrio que puede cambiar totalmente el resultado final. El ejemplo más reciente es el de G.W. Bush, que le quitó la victoria a su adversario por una diferencia de votos irrelevantes, como la misma victoria de Donald Trump que ha derrotado a Hillary Clinton si bien esta última, en términos de votos individuales, tenía cerca de 1 millón de votos más que Trump. Bromas de la democracia burguesa... que no sólo engaña sistemáticamente a las grandes masas ilusionándolas con ser las verdaderas protagonistas de las decisiones políticas, económicas, financieras, sociales y militares que los gobiernos toman, sino que engaña y sorprende también a la gran burguesía habituada a tirar de los hilos de la política según sus conveniencias tanto en el corto como en el largo plazo.

El multimillonario Trump ha “salido al campo”, pero no es un empresario que sólo recientemente se ha dedicado a la política; desde finales de los años ´70 estaba entre los principales apoyos de Ronald Reagan en la campaña por las presidenciales y, después, según la conveniencia de sus negocios, formó parte del partido republicano, después del reformista, después del demócrata, para volver finalmente al partido republicano. Su reciente incursión en el ámbito político más importante, del cual sale el nuevo presidente de los Estados Unidos, ha revelado que en una América aún afectada por las consecuencias de la crisis de 2.007 (que, como detonador, tuvo la caída de las subprime precisamente en el sector inmobiliario al cual ha pertenecido siempre Trump), las violentas contradicciones que la caracterizan, y que han golpeado en particular a amplios estratos no sólo obreros sino también de las clases medias, se han abierto las puertas a las tendencias más reaccionarias. Tendencias que “piden” ser representadas por personajes ajenos al “establishment”, no relacionados directamente con las instituciones pero lo suficientemente conocidos como para poder obtener el favor de las grandes masas desilusionadas e insatisfechas por la gestión política de Obama.

Trump, con su eclecticismo, su trivialidad, su sexismo, su racismo, unidos al éxito en los negocios y a la representación de un continuo reality show, apareció como “el hombre del momento” y su tenacidad para llegar hasta el final del duelo electoral con Clinton, verdadera representante del “establishment”, ha sido premiada con la victoria. En verdad ya había probado suerte en 2.012, pero como los sondeos no eran en absoluto positivos para su candidatura, lo dejó correr. En 2.016, por contra, las cosas fueron de otra manera. La pequeña burguesía arruinada por la crisis, rabiosa en su enfrentamiento con los inmigrantes clandestinos y celosa de sus armas para defender la propiedad privada, y los estratos obreros más cualificados junto con los pequeños agricultores, hartos del fisco, amenazados por la inseguridad en el puesto de trabajo y con perspectivas de vida miserables, llamados al circo electoral para “elegir” al nuevo presidente, han dado su favor a aquel que mejor hacía propaganda contra la presión fiscal, el rechazo al control de armas, el retiro de la reforma sanitaria de Obama, la repatriación de millones de clandestinos y, a nivel de política extranjera, el stop a las ayudas internacionales, la renegociación de los acuerdos con Irán y China y la lucha contra el terrorismo internacional identificado con el islam.

La burguesía imperialista americana ha encontrado en Trump al personaje que el teatro de su política necesitaba: es multimillonario, por lo tanto forma parte de la clase de los grandes burgueses; es suficientemente ecléctico para poder representar, según el momento, el papel de duro, de negociador, de generoso; habla como un estibador y usa argumentos de bar; es yankee en lo más profundo de su alma y está embebido por la ideología de la Gran América que, en un periodo en el cual los Estados Unidos sufren de un cierto declinar ideológico a nivel internacional, sirve para preparar al “pueblo americano” para sufrir, mañana, quizá más que hoy... pero por un gran ideal, el ideal de una América a la que todo el mundo debe temer.

No sabemos aún cuál será efectivamente el programa político y económico de Trump, una vez se instale oficialmente en la Casa Blanca, y es probable que ni siquiera lo sepa él. Está construyendo su gobierno y deberá realizar los compromisos necesarios con su partido para poder ser apoyado por el Congreso en las decisiones políticas, dado que lo ha tenido en contra durante la campaña electoral. Pero es cierto al mil por ciento que, junto a sus intereses personales de gran constructor, su gobierno defenderá los intereses de los lobbys económicos que lo apoyan, y que tendrán mayores concesiones en sus propios asuntos, y los intereses del imperialismo americano en cualquier parte del mundo. ¿Encontrará dificultades en Europa, Asia, América Latina y en Medio Oriente? Seguro, como por otra parte las encontró Obama no obstante los aparentes acuerdos y los grandes apretones de mano con Hollande y Merkel. ¿Se entenderá con Putin? Es probable porque pueden hallar intereses comunes en el Medio Oriente y en Asia. El cuadro internacional está destinado a cambiar, no tanto por invención del ecléctico Trump, sino porque con los actuales desórdenes mundiales, se están preparando las alianzas que se asumirán en la tercera guerra mundial, guerra que no parece aún inmediata, pero cuyo estallido las próximas crisis económicas internacionales podrían acelerar.



Hoy por hoy, el proletariado está ausente de la escena política y social americana (y, de hecho, no sólo americana). Ausente en términos de clase social que defiende sus propias reivindicaciones y que hace sentir su propio peso social. Las crisis capitalistas que han golpeado en los últimos cuarenta años no han sido suficientes para formar en la clase obrera americana núcleos consistentes de proletarios capaces de representar sus propios intereses de clase y de constituir la base para un desarrollo de la lucha de clase en el país capitalista más importante del mundo. Los proletarios americanos o bien se han desinteresado de las cuestiones sociales y políticas o se han dejado encantar, cada vez, por los predicadores de turno, ya fuesen estos religiosos o políticos, pero siempre envueltos en la falsa ideología burguesa según la cual cada uno “basta que lo quiera y lo demuestre”, y es autor de su propio destino. Nadie sabe cuánto tiempo hará falta para que los obreros americanos, blancos, negros, hispanos, asiáticos, se reconozcan como una clase en sí mismos, la clase explotada por excelencia por la clase burguesa capitalista (también ella blanca, negra, hispana, asiática), la clase que en lo más profundo de su existencia social vive un antagonismo permanente contra las condiciones de explotación y de esclavitud a las que está sometida, pero que reacciona contra ellas con métodos y medios exclusivamente burgueses: competencia entre proletarios, individualismo, adoración del dios dinero, respeto a la riqueza y a la autoridad que deriva de ella.



Sólo reconociéndose como clase proletaria en sí misma, clase que tiene una perspectiva histórica del todo opuesta a aquella de la burguesía, sólo reconociendo que únicamente con la lucha de clase anticapitalista, por lo tanto antidemocrática y antiburguesa, es posible combatir de manera decisiva contra las condiciones de explotación, de miseria, de hambre... es posible prepararse para resistir y combatir contra la presión burguesa para la movilización bélica; sólo reconociendo que a la lucha de clase que la burguesía conduce cada día contra la clase de los trabajadores asalariados se contrapone la lucha de clase del proletariado unido por encima de las diferencias de nacionalidad, raza, sexo, edad, cualificación laboral; sólo con esta condición la clase obrera americana podrá conquistar su dignidad humana, sublevarse contra la condición de bestia del trabajo y volverse protagonista de su propio futuro: un futuro en el cual está previsto el fin de toda opresión, tanto de la salarial como de la que afecta a la mujer, como la nacional y la racial.



La burguesía sostiene y, a su manera, demuestra, que a su propia sociedad, a la sociedad del dinero, del mercado, de la propiedad privada, de la competencia capitalista, del poder del más fuerte, no hay alternativa. En efecto, hoy, el capitalismo vence en todos los países del mundo. Pero vence y continúa en pie, no obstante las crisis devastadoras, con una condición: tener de su parte a las grandes masas proletarias, explotadas, pese a que estas están en la miseria, muertas de hambre y masacradas por todo el mundo, y América no es ciertamente un país donde no existan desocupados, marginados, hambrientos y donde no se asesine con gran facilidad.

Para que la clase obrera americana se despierte de un profundo aturdimiento y de una gran intoxicación de democracia e individualismo, ¿harán falta crisis peores que aquellas que han golpeado ya a América? Es muy probable; está escrito en la historia de la misma sociedad burguesa: “Con el desarrollo de la gran industria desaparece bajo los pies de la burguesía el terreno sobre el cual esta produce y se apropia de los productos. Ella produce a sus propios sepultureros [los trabajadores asalariados]. Su ocaso y la victoria del proletariado son ambos inevitables”. Estas palabras del Manifiesto de Marx-Engels hoy pueden hacer sonreír a muchos, como hacían sonreír las palabras de Lenin antes de la revolución de Octubre en Rusia. No está escrita la fecha del funeral de la sociedad burguesa; somos materialistas, no visionarios. Pero es por este funeral que nosotros, comunistas revolucionarios, trabajamos y combatimos, seguros de que el mismo capitalismo creará las condiciones objetivas para que el proletariado, no importa en qué país primero, levante la cabeza y tome el camino de la lucha de clase y revolucionaria.



19 noviembre 2016    
Partido Comunista Internacional

  www.pcint.org




La pasada noche del 18 al 19 de Octubre, varios migrantes que se encuentran presos en el C.I.E. de Aluche se amotinaron en el tejado para protestar al grito de “libertad”.
Algunas personas solidarias se acercaron de forma espontánea a mostrarles su apoyo, devolviendo los gritos de ánimo y lanzando petardos para que los presos se dieran cuenta de que no estaban solos.
Según fuentes periodísticas y policiales, el motín ha terminado después de 11 horas sin heridos.

En la zona, se encontraban algunos coches de policía, furgonetas de anti-distrubios y un helicóptero vigilando la zona acompañados del concejal de seguridad y emergencias de Ahora Madrid Javier Barbero, el de economía y hacienda Carlos Sanchez Mato y los concejales del distrito de La Latina Esther Gómez y Guillermo Zapata. Estos nuevos magnates de la “política del cambio” siguen representando la defensa de las fronteras, la represión contra los migrantes y todo disidente político y la más que sobrada presencia policial en los barrios de Madrid. Ellos son igual de responsables de las políticas migratorias actuales y seguirán trabajando codo con codo con el poder de cualquier país que le exija tomar medidas estrictas en cuanto a las personas migrantes. Su aparente preocupación y solidaridad sólo es “figureo” político. No necesitamos su compasión, no queremos ser parte de su campaña electoral, no caeremos en sus mentiras.

No es la primera vez que ocurre algo así en el C.I.E. de Aluche, un centro de internamiento que se encuentra metido en el barrio de Aluche y que su asimilación ha hecho que la presencia de esta aberración se haya convertido en algo normal.

Esperamos que sigan sucediéndose este tipo de acciones de rebeldía por parte de los presos y esperamos romper la maldita calma y normalidad que este edificio representa. Que se corra la voz entre los solidarios en ocasiones como esta, hace que no se aislen las voces de los amotinados en medio de la noche en un barrio como Aluche o donde quiera que sea.

SOLIDARIDAD CON LOS PRESOS AMOTINADOS EN EL C.I.E. DE ALUCHE

ABAJO LAS FRONTERAS, ABAJO LAS CÁRCELES, ABAJO EL CAPITAL

más información:
https://es-contrainfo.espiv.net/2016/10/19/madrid-amotinamiento-en-el-c-i-e-de-aluche/
https://www.diagonalperiodico.net/libertades/31934-medio-centenar-internos-se-amotinan-cie-aluche.html

Preocupación por el estado de lxs internxs tras la protexta: https://www.diagonalperiodico.net/global/31936-internos-del-cie-aluche-amotinados-abandonan-su-protesta.html  




 “Los comunistas lo han soñado (en sus pesadillas)… Syriza lo ha hecho”
Esta broma bien podría resumir las lecciones programáticas de la situación que los proletarios en Grecia, nuestros hermanos y hermanas de miseria y de lucha, están experimentando. En efecto, siempre, o al menos después de las grandes campañas de la social-democracia a principios del siglo XX por la instauración del sufragio universal, -que no fue otra cosa que el encuadramiento y la aniquilación de la energía que el proletariado venía desarrollando para terminar con la miseria y la explotación-, la crítica comunista (que se expresaba bajo la etiqueta de “anarquista”, “socialista revolucionaria” u otra que no es nuestro propósito aquí) siempre denunció el circo electoral, el parlamentarismo, el gubernamental-ismo, la colaboración con las instituciones burguesas, la creencia cuasi-religiosa de que las reformas podrían mejorar la suerte de nuestra clase…

No vamos a hablar más en esta pequeña contribución  sobre lo sucedido antes de la “deuda soberana griega”, ni del rescate de la “zona euro”, y mucho menos del “Grexit” tan de moda en las últimas semanas en los medios burgueses. No vamos a desarrollar más el tema de las diferentes estrategias del gobierno de Syriza con el fin de “desafiar” las instituciones financieras de la comisión europea y de la Troika . Dejaremos todos esos detalles a los fervientes adeptos de la economía política. De nuestra parte, consideramos que los comunistas no tienen que revolcarse en la biología  del Capital; nuestra tarea es fundamental: ¡participar en su aniquilación! No vamos a verter sobre nosotros la “psicología” del primer ministro Tsiptras de lo que esperaba o pretendía hacer, y mucho menos vamos a pretender considerar el show-mediático y las declaraciones increíbles de su ministro de finanzas, el “dandy” playboy Varoufakis (¡autoproclamado “marxista libertario”!), así como de su camarilla de izquierdistas, sólo capaces de quejarse de la “negación de la democracia” frente a los resultados del referéndum del 5 de julio , y sobre la “diktat de la eurozona”. Lo que interesa a los comunistas, no es lo que los individuos digan  de sí mismos, sino más bien lo que hacen y asumen en su práctica social…


Entonces, lo que pasa en Grecia es justamente el antepenúltimo episodio de la siempre triste y lamentable historia de la social-democracia, es decir, de ese partido burgués para los proletarios, de esa fuerza social encargada de vaciar a nuestros movimientos de lucha de su sustancia subversiva, de desviar nuestras perspectivas de transformación radical de este mundo hacia una simple reforma de él mismo, y finalmente de hacernos entrar en los campos de la paz social. Ese partido social-demócrata se materializa en dos niveles: por una parte constituyendo una estructura militante exterior a nuestra clase, resultado directamente de las fracciones progresistas e izquierdistas de la clase burguesa; y por otra en el desarrollo de un cuerpo ideológico reformista generado en el seno mismo de nuestra clase, sostenido sobre las debilidades, los límites y las ilusiones de la lucha, todo ello en un va y viene dialéctico entre ambos. Por lo tanto, en Grecia no acontece algo tan diferente de lo que el tan “radical” Partido de los Trabajadores de Brasil (bajo el liderazgo del reformista Lula da Silva seguido de la “ex-guerrillera” Dilma Roussef) ha hecho en estos últimos años en términos de ataques a las condiciones de vida de los proletarios; lo cual, por cierto, ha generado la revuelta de junio del 2013 contra la austeridad y la miseria.

Históricamente, la izquierda y la extrema izquierda del Capital nos han habituado a sus “traiciones” cientos de veces, miles de veces (no pueden considerarse como “traicionados” sino los ingenuos que apostaron por esas diversas alternativas burguesas para resolver los problemas fundamentales de nuestra clase, o de la humanidad)… Ya en 1871, cuando ocurrió el importante movimiento proletario conocido como “La Comuna de Paris”, la izquierda y la extrema izquierda tomaron la delantera para fundar un gobierno que nunca,  nunca, tomó la menor medida revolucionaria a fin de contrarrestar a las fuerzas burguesas versallescas, ni para expandir internacionalmente el esfuerzo militante en curso. Todas las medidas de ese “gobierno de la Comuna de Paris”, se redujeron a llevar a cabo una sola cosa: el desarme (tanto militar como programático) de nuestra clase frente a nuestro enemigo histórico en reconstrucción después de su breve derrota.

Si nos remontamos al año de 1914, constataremos el mismo fenómeno donde los izquierdistas, que se declaraban abiertamente anti-belicistas, cambiaron de bando en menos tiempo de lo que se necesita para contarlo. Por ejemplo, el militante francés “socialista revolucionario” Gustave Hervé, que escribía en el periódico “La Guerre Social” (“La Guerra Social”) sobre la necesidad de «plantar la bandera nacional en un montón de estiércol», se apresuró rápidamente por la defensa de la “patria en peligro”… lo mismo con la CGT francesa anarco-sindicalista, que después de años de propaganda antimilitarista, se unirá en apretadas filas a los simpatizantes de la guerra y la unión sagrada, permitiendo así la viabilidad de la movilización general, o al menos favoreciendo su desarrollo sin ningún problema…

En 1917, después de que la revuelta retumbó en todos los frentes contra la masacre capitalista, el “Partido Bolchevique” se puso al frente del movimiento de rechazo contra  la guerra con el fin de llevarlo al callejón sin salida de un “radical” cambio de gobierno, derribando el reinado milenario del Zar, y participando últimamente en la reconstrucción del Estado capitalista en Rusia, después de haber sido fuertemente golpeado por nuestra clase en lucha, lo que dio como resultado el stalinismo y su “socialismo en un solo país”...

En 1918 en Alemania, después de muchos años de colaboración abierta con el Estado mayor del ejército imperial, dando facilidades a la movilización en el frente, así como en la participación de los trabajadores de la industria en el esfuerzo de guerra, una importante fracción de la social-democracia (el SPD) fue directamente llamada a la gestión política (y así al gobierno), y fueron esos mismos militantes de izquierda los que participaron directamente en aplastar la lucha del proletariado mientras formaban los “Freikorps” bajo el patrocinio de los “obreros” y los “diputados socialistas” como Noske…

Finalmente, para concluir aquí esta no-exhaustiva lista, en 1936 en España, es gracias al “apoyo crítico” y a las voces de los líderes militantes de la CNT que el Frente Popular ganó la victoria en las elecciones, y pudo así desarrollar una política republicana “anti-fascista” que se opuso prácticamente al levantamiento del proletariado en su lucha por la revolución social, con la ayuda activa de los  “camaradas ministros” de la CNT-FAI ¡Una vez más, la revolución fue sacrificada ante el altar de la defensa de cualquier campo burgués considerado como un “mal menor”!

En fin, podríamos destilar así en decenas de páginas los horrores que nuestra clase ha conocido en el desarrollo de las luchas y profundizar en sus debilidades. Como pueden verlo, la izquierda y la extrema izquierda (fracciones confundidas) han sido siempre, son y continuarán siendo los elementos predominantes en la estructuración y el mantenimiento de la dictadura del capitalismo. El proletariado está históricamente obligado y determinado a combatirlos, así como a todas las otras facciones de la burguesía, si es que queremos terminar de una vez por todas con la miseria, la explotación y las guerras.

Pero, volvamos un poco a los hechos del presente, así como a la manera por la cual los actuales administradores izquierdistas de nuestra miseria pretenden arreglar el problema… Todos aquellos que han criticado (con justa razón, además) el referéndum organizado por el gobierno de Tsipras han visto sólo ahí el problema: sus críticas no superan los eternos lloriqueos afirmando que el “Sí” significaba una austeridad duradera y el “No” una austeridad menos duradera. De hecho, los acontecimientos posteriores nos lo han demostrado (¿y cómo sería de otra manera?), el “No” nunca ha significado otra cosa (como en toda elección-consulta) que una “carta blanca” al gobierno a que desarrolle una austeridad todavía más fuerte a la que inicialmente fue impuesta por las instancias europeas y sus gánsters capitalistas. Hace falta verdaderamente ser un “idiota útil” por excelencia para creer un micro-segundo que el espectáculo electoral o el referéndum pueden ser otra cosa que una farsa, de la cual los proletarios son los protagonistas engañados… La extrema izquierda del Capital nos ha habituado históricamente a aplicar la política izquierdista, que sólo es una tomada de pelo más o menos “radical” según las circunstancias y las necesidades del momento,  siendo finalmente una versión de la misma dictadura capitalista pintada de rojo. En el caso de Grecia, “la originalidad” consiste en que un partido y un gobierno de izquierda siguen al pie de la letra un plan de ajuste estructural con medidas de austeridad implacables inventadas en los cuarteles generales de eso que fue convenido en los centros de decisión de la política liberal del capitalismo. Pero finalmente, más allá de las diferentes formas del discurso, todos participan directa e intrínsecamente en la lógica misma del sistema capitalista; o mejor dicho, no es Syriza el actor de la historia, más bien la historia del capitalismo es la que encuentra en Syriza a uno de los actores a la altura de esa tarea, con el fin de llevar a cabo su trabajo sucio, es decir, para atacar frontalmente al proletariado en sus medios de existencia y de lucha.

Porque la cuestión fundamental en la “crisis griega”, no es “la deuda”, que se eleva a 324 billones de euros (de la cual más de tres cuartos sólo son reintegrables en varios años); para dar una idea de comparación, la deuda de Francia es de 2,089 billones de euros, la de Italia de 2,194 billones de euros y la de zona euro de 9,293 billones, sin hablar de aquella del Estado Nación más endeudado del planeta y de la historia: los Estados Unidos con una deuda colosal y abisal de ¡18,152 billones de dólares! El capitalismo tiene visiblemente el deseo de producir deuda, además no sabe hacer otra cosa que empacar bien y aumentar la reproducción de su capital ficticio, sobre un valor no producido (sin sustento) y que probablemente nunca existirá. No, la verdadera cuestión, está sobre la puesta en práctica de un programa para contener al proletariado, no solamente en Grecia sino en otras regiones de Europa donde el Capital desea golpear más duro y disciplinar a la fuerza de trabajo supernumeraria, dividir a los proletarios en diferentes categorías, a los blancos y los “negros”, “mestizos”, “latinos”, los nacionales y los migrantes, los buenos ciudadanos trabajadores que aceptan la austeridad sin dudarlo y aquellos que levantan la cabeza, que muestran sus colmillos, que organizan la lucha y la revuelta… Y en este sentido ¡Grecia es un verdadero laboratorio social para la burguesía y su servidor de extrema izquierda!

El proletariado está condenado a ser golpeado, en todas las latitudes. Si el proletariado disciplinado y pacífico de Europa y América del norte, adictos a las campañas estatales cada vez más terroristas para el desarrollo del ciudadanismo, cree poder escapar a su destino sin luchar, se está jodiendo a sí mismo como nunca antes…

Hace falta terminar con todas las ilusiones del circo parlamentario, del juego de los partidos políticos, pero también de los sindicatos, que se encargan de mantener la paz social y negociar con el mejor postor la venta de nuestra fuerza de trabajo.

No tenemos nada que ganar ni en las nuevas creencias que garanticen la “pureza” de nuestras luchas contra las escorias de la política burguesa: la autogestión (es decir, la gestión de nuestra propia miseria), las “asambleas populares” abiertas a todos donde cada uno puede expresarse libremente (comprendiendo aquí a los “scabs”, los rompehuelgas, los “moderados”, los valientes ciudadanos, etc.), las cooperativas de producción donde la esencia del Capital (el dinero, el intercambio y por lo tanto el valor) no ha sido jamás eliminada…

En una declaración hecha el 1° de julio, por cierto “Movimiento Anti-autoritario” de Thessalonikē (Grecia) afirma sin reír: “No tenemos nada que hacer con una moneda que será parte de una renovación nacional y que, seguro, no podremos sostener una moneda que forma parte de la intrusión financiera en cada aspecto de nuestras vidas. Preferimos concebir la moneda en su dimensión normal, como un instrumento de cambio cuya función principal es servir a los deseos y los servicios sociales.” ¡Miseria del izquierdismo y de su incomprensión de lo que es el capitalismo!

En resumen todo este revoltijo democrático a la moda nunca, realmente nunca, ha constituido la menor garantía para el desarrollo de nuestras luchas y la profundización de la ruptura con la sociedad del Capital y de sus feroces defensores.

Camaradas, frente a la catástrofe capitalista hecha de miseria, de austeridad, de represión y de guerras, frente a la destrucción ambiental del planeta generadas todas por una relación social que no tiene nada jodidamente humano, no hay otra alternativa que la lucha revolucionaria a ultranza para la destrucción de aquello que nos destruye!

La única alternativa es la siguiente: el comunismo, o el fin de la humanidad! ¡Entre ambos, no hay nada!

#Guerra de Clases – Julio 2015

http://materialesxlaemancipacion.espivblogs.net/2015/09/23/syriza-podemos-al-frente-de-la-izquierda-que-reviente-la-extrema-izquierda-del-capital/





 

Desde el motín en el CIE de Valencia, hasta la valentía de todxs aquellxs que saltan las vallas y los controles, pasando por la rabia de quien frente al acoso policial recoge la piedra y ataca a su opresor, toda nuestra solidaridad a lxs que luchan por su libertad.

¿Cuál es la razón que empuja a una persona a desplazarse hacia un lugar diferente del de su origen? ¿Cuál es la razón por la cual alguien decide buscarse la vida de una forma o de otra, por peligrosa que sea? ¿Cuál es la razón por la cual se emprende un viaje que puede terminar en el fondo del mar, dentro de una cárcel, huyendo cotidianamente o de miles de otras maneras? La lógica mediática de estos últimos días nos hace sobrevolar “las razones y mecanismos” con el fin de centrarnos sólo en “las justificaciones”. Quien tiene justificación y permiso para moverse, nos dicen, quien será acogido, quien tendrá su cabida, por limitada y controlada que sea. Los medios de comunicación como es habitual construyen una realidad, nuestra realidad, a golpes de grandes números e imágenes conmovedoras. Los refugiados que huyen de la guerra en Siria, del temido Estado islámico, pero también de la guerra de resistencia kurda y demás, ellxs son los bienvenidxs, los migrantes que saltan de categoría. Un salto que, pese las lágrimas de cocodrilo de grandes y pequeños poderosos (desde la Merkel hasta la Colau), sigue pasando por la lógica fronteriza de pateras, alambres, violencia policial. Mientras, por un lado acogen bondadosamente por el otro se sigue reforzando aquellas mismas fronteras, marítimas y no sólo marítimas, que hacen posible el sufrimiento, la muerte, la explotación y el expolio de aquellxs que intentan cruzar hacia la Europa Fortaleza. Por otro lado, entrar en la lógica de “refuguadxs sí!” (y los demás no) significa resignificar el concepto de refugiado según unas necesidades claras del poder, significa visibilizar la posibilidad de unxs frente el rechazo y la sistemática violencia hacia otrxs. Mientras se aprietan manos y pronuncian grandes discursos solidarios, las calles se llenan de controles y policías para reprimir aquellos que no entran en esta nueva categoría, los no bienvenidxs de siempre.

Las fronteras quedan allí. Las fronteras en el mar mediterráneo, las fronteras de vallas y sistemas de seguridad, las fronteras internas, aquellas no tan visibles, de las redadas, del racismo ciudadano y ciudadanista, las fronteras sociales y económicas dentro de la misma Europa, los CIEs, las huidas cotidianas de los top mantas frente el acoso policial.

Seria arrogante y soberbio pretender saber cuáles son las razones de todxs y cada unx de lxs que emprenden un viaje hacia otros lugares. Seguramente muchxs, la mayoría,se mueven en búsqueda de una vida mejor en términos económicos, de una relativa seguridad frente a una situación de guerra, o porqué son perseguidos políticamente. Otros, menos, por amor, por curiosidad, por ambición. Hay quien llega a Europa y se rompe la espalda bajo una explotación brutal que se sustenta en la lógica colonial y racista de siempre. Quien se busca la vida de mil formas, en un sistema injusto y opresivo, al que solo se pueda responder con la ilegalidad constante y apasionada. Quien encuentra en la clandestinidad y en el anonimato su pequeño rincón de libertad, por dura que sea, fuera de las lógicas del control. Quien huye diariamente para seguir sobreviviendo. No podemos alcanzar todas las razones ni todos los mecanismos. Pero si sabemos que siempre, por pequeño que sea, hay un empuje hacia la libertad. La libertad de moverse, de buscar un sitio mejor, de vender para sobrevivir. Y cuando esa libertad es alambrada, encerrada, perseguida, entonces siempre hay alguien que se rebota. Los top manta de plaza Cataluña decidieron que ya basta con la continua (o)presión policial y respondieron a pedradas. Los de Salou bloquearon un día entero las vías del tren para responder a la muerte de un compañero por mano de la policía. Lxs reclusxs del CIE de Zapadores, en Valencia, la noche entre el 6 y el 7 de septiembre empezaron a quemar colchones, subieron a los tejados, se enfrentaron al dispositivo antidisturbio a sabiendas de las consecuencias que les iban a caer encima. No siempre son nuestrxs afines, ni todxs son compañerxs. No son nuestros próximos “aliados” ni el nuevo sujecto oprimido a quien tengamos que acompañar en su camino de liberación. Pero como anarquistas, tenemos que estar allí, con nuestras voces, nuestros cuerpos, nuestra solidaridad. Siempre que haya tensión hacia la libertad, siempre que se plantee el conflicto, y no la recuperación, frente a la opresión de lxs poderosxs, allí estaremos.
Solidaridad con lxs migrantes en lucha. Contras quien se lucra con el control y la tecnología de seguridad. Abajo las fronteras de la Europa Fortaleza.


per Te Kedas Donde Kieras
Email: tkdk (nospam) riseup.net
fuente: http://barcelona.indymedia.org/newswire/display/499042/index.php 


 



Que la economía y la política vayan a la par es algo elemental. La consecuencia lógica de tal relación es que la política real ha de ser fundamentalmente económica: a la economía de mercado corresponde una política de mercado. Las fuerzas que dirigen el mercado mundial, dirigen de facto la política de los Estados, la exterior, la interior y la local. La realidad es ésta: el crecimiento económico es la condición necesaria y suficiente de la estabilidad social y política del capitalismo. En su seno, el sistema de partidos evoluciona de acuerdo con el ritmo desarrollista. Cuando el crecimiento es grande, el sistema tiende al bipartidismo. Cuando se detiene o entra en recesión, como si obedeciera a un mecanismo homeostático, el panorama político se diversifica.
 
El capital, que es una relación social inicialmente basada en la explotación del trabajo, se ha apropiado de todas las actividades humanas, invadiendo todas las esferas: cultura, ciencia, arte, vida cotidiana, ocio, política… Que hasta el último rincón de la sociedad se haya mercantilizado significa que todos los aspectos de la vida funcionan según pautas mercantiles, o lo que es lo mismo, que cualquier actividad humana es gobernada por la lógica capitalista. En una sociedad-mercado de éstas características no existen clases en el sentido clásico del término (mundos aparte enfrentados), sino una masa plástica donde la clase del capital -la burguesía- se ha transformado en un estrato ejecutivo sin títulos de propiedad, mientras que su ideología se ha universalizado y sus valores han pasado a regular todas las conductas sin distinción. Esta forma particular de desclasamiento general no se traduce en una desigualdad social menguada; bien al contrario, es mucho más acentuada, pero incluso con el aguijoneo de la penuria ésta se percibe con menor intensidad y, por consiguiente, no induce al conflicto. El modo de vida burgués ha inundado la sociedad, anulando la voluntad de cambio radical. Los asalariados no quieren otro estilo de vida ni otra sociedad esencialmente diferente; a lo sumo, una mejor posición dentro de ella mediante un mayor poder adquisitivo. El antagonismo violento se traslada a los márgenes: la contradicción mayor radica más que en la explotación, en la exclusión. Los protagonistas principales del drama histórico y social ya no son los explotados en el mercado, sino los expulsados y quienes se resisten a entrar: los que se sitúan fuera del “sistema” como enemigos.

La sociedad de masas es una sociedad uniformizada, pero tremendamente jerarquizada. La cúspide dirigente no la conforma una clase de propietarios o de rentistas, sino una verdadera clase de gestores. El poder deriva pues de la función, no del haber. La decisión se concentra en la parte alta de la jerarquía social; la desposesión, principalmente en forma de empleo basura, precariedad laboral y exclusión, se ceba en la parte más baja. Las capas intermedias, encerradas en su vida privada, ni sienten ni padecen; simplemente consienten. Sin embargo, cuando la crisis económica las alcanza, las tira hacia abajo. Entonces, dichos estratos, denominados por los sociólogos clases medias, salen de ese inmovilismo que era basamento del sistema de partidos, contaminan los movimientos sociales y toman iniciativas políticas que se concretan en nuevas formaciones. Su finalidad no es evidentemente la emancipación del proletariado, o una sociedad libre de productores libres, o el socialismo. El objetivo es mucho más prosaico, puesto que no apunta más que al rescate de la clase media, o sea, a su desproletarización por la vía político-administrativa.

La expansión del capitalismo, geográfica y socialmente, comportó la expansión de sectores asalariados ligados a la racionalización del proceso productivo, a la terciarización de la economía, a la profesionalización de la vida pública y a la burocratización estatal: funcionarios, asesores, expertos, técnicos, empleados, periodistas, profesiones liberales, etc. Su estatus se desprendía de su preparación académica, no de la propiedad de sus medios de trabajo. La socialdemocracia alemana clásica vio en esas nuevas “clases medias” un factor de estabilidad que hacía posible una política reformista, moderada y gradual, y desde luego, un siglo más tarde, su ampliación permitió que el proceso globalizador llegara al límite sin demasiadas dificultades. El crecimiento exponencial del número de estudiantes fue el signo más elocuente de su prosperidad; en cambio, el desempleo de los diplomados ha sido el indicador más claro de la desvalorización de los estudios y, por lo tanto, el termómetro de su abrupta proletarización. Su respuesta a la misma, por supuesto, no adopta rasgos anticapitalistas, ajenos completamente a su naturaleza, sino que se materializa en una modificación moderada de la escena política que reaviva el reformismo de antaño, centrista o socialdemócrata, pomposamente denominada “asalto a las instituciones”.

La clase media se halla en el centro de la falsa conciencia moderna por lo que no se contempla a sí misma como tal; para ella su condición es general. Todo lo ve bajo su óptica particular exacerbada por la crisis, sus intereses son los de toda la sociedad. Sociológicamente, todo el mundo es clase media; sus ideólogos se expresan en el lenguaje de cartón piedra de Negri, Gramsci, Foucault, Deleuze, Derrida, Baudrillard, Bourdieu, Zizek, Mouffe, etc. Para ellos el “gran acontecimiento”, la quiebra del régimen capitalista, es algo que nunca sucederá. La revolución es un mito al que conviene renunciar en aras de una contestación realista a la crisis que fomente la participación ciudadana a través de las redes sociales, o sea, la cacareada “dialéctica de contrapoder”, no que impulse el cambio revolucionario. Políticamente, todo el mundo es ciudadano, o sea, miembro de una comunidad electrovirtual de votantes, y en consecuencia, ha de apasionarse con las elecciones y las nuevas tecnologías. Cretinismo ideológico posmoderno por un lado, cretinismo parlamentario tecnológicamente asistido por el otro, pero cretinismo que cree en el poder. Su concepción del mundo le impide contemplar los conflictos sociales como lucha de clases; para ella aquellos son simplemente un problema redistributivo, un asunto de ajuste presupuestario cuya solución queda en manos del Estado, y que por consiguiente, depende de la hegemonía política de las formaciones que mejor la representan. La clase media posmoderna reconstruye su identidad política en oposición, no al capitalismo, sino a “la casta”, es decir, a la oligarquía política corrupta que ha patrimonializado el Estado. Los otros protagonistas de la corrupción, banqueros, constructores y sindicalistas, permanecen en segundo plano. La clase media es una clase temerosa, espoleada por el miedo, por lo que busca hacer amigos más que enemigos, pero ante todo busca no desequilibrar los mercados; la ambición y la vanidad aparecerán con la seguridad y la calma que proporciona el pacto político y el crecimiento. Al constituirse como sujeto político, su ardor de clase se consume todo ante la perspectiva del parlamentarismo; la contienda electoral es la única batalla que piensa librar, y ésta discurre en los medios y las urnas. En sus esquemas no cabe la confrontación directa con la fuente de sus temores y sus ansias -el poder de “la casta”- ya que sólo pretende recuperar su estatus de antes de 2008, reforma que pasa por la despatrimonialización de las instituciones, no por su liquidación.
El concepto de “ciudadanía” ofrece un sucedáneo identitario allí donde la comunidad obrera ha sido destruida por el capital. La ciudadanía es la cualidad del ciudadano, un ente con derecho a papeleta cuyos adversarios parece que no sean ni el capital ni el Estado, sino los viejos partidos mayoritarios y la corrupción, los grandes obstáculos del rescate administrativo de la clase media desahuciada. La ideología ciudadanista, a la vanguardia del retroceso social, no es una variante pasada por agua del obrerismo estalinoide; es más bien la versión posmoderna del radicalismo burgués. No se reconoce ni siquiera de boquilla en el anticapitalismo, al que considera caducado, sino en el liberalismo social de corte más o menos populista. Esto es así porque ha tomado como punto de partida la existencia degradada de las clases medias y sus aspiraciones reales, por más que se apoye en las masas en riesgo de exclusión, demasiado desorientadas para actuar con autonomía, y asimismo en los movimientos sociales, demasiado débiles para creer y mucho menos desear una reorganización de la sociedad civil al margen de la economía y del Estado. En ese punto, el ciudadanismo es hijo putativo del neoestalinismo fracasado y de la socialdemocracia obstruida. El programa ciudadanista es un programa de advenedizos, extremadamente maleable y tan políticamente correcto que da arcadas, ideal para arribistas frustrados y aventureros políticos en paro. Los principios no importan; su estrategia es conscientemente oportunista, con objetivos únicamente a corto plazo, perfectamente compatibles con pactos que el día antes de las elecciones hubieran sido considerados contra natura.

En ningún programa ciudadanista figurarán la socialización de los medios de vida, la autogestión generalizada, la supresión de la especialización política, la administración concejil, la propiedad comunal o la distribución equilibrada de la población en el territorio. Los partidos y alianzas ciudadanistas se proponen simplemente un reparto de ingresos que amplíe la base mesocrática, es decir, pugnan por unos presupuestos institucionales que detengan las privatizaciones, eliminen los recortes y reduzcan la precariedad laboral, sea por la creación de pequeñas empresas, o por la cooptación de una mayoría subempleada de titulados en las tareas administrativas, intenciones que no son nada rupturistas. No llegan a la arena política como subversivos sino como animadores; lo de cambiar la constitución de 1978 no va en serio. Todavía no han puesto el pie en el ruedo y ya exhiben realismo y moderación a raudales, enarbolando la bandera monárquica y tendiendo puentes a la denostada “casta”. Son conscientes de que una vez consolidados como organizaciones y en posesión de un capital mediático suficiente, el paso siguiente será una gestión de lo existente más clara y eficaz que la anterior. Ninguna medida desestabilizadora les conviene, pues los líderes ciudadanistas han de demostrar que la economía se desenvolverá menos críticamente si son ellos quienes están al timón de la nave estatal. Forzosamente han de presentarse como la esperanza de la salvación por la economía, por eso su proyecto identifica progreso con productividad y puestos de trabajo, o sea, es desarrollista. Persigue entonces un crecimiento industrial y tecnológico que cree empleos, redistribuya rentas y aumente las exportaciones, bien recurriendo a reformas del sistema impositivo, bien a la explotación intensiva de los recursos territoriales, incluido el turismo. Lo de menos es que los empleos sean socialmente inútiles y respondan a necesidades auténticas. El realismo económico manda y completa al realismo político: nada fuera de la política y nada fuera del mercado, todo para el mercado.

El relativo auge del ciudadanismo, con sus modalidades nacionalistas, viene a demostrar el deficiente calado de la crisis económica, que lejos de sacar a la luz las divisiones sociales y sacar a la luz las causas de la opresión, dando lugar a una protesta consciente y organizada que se plantee la destrucción del régimen capitalista, ha permitido a otros disimularlas y oscurecerlas, gracias a una falsa oposición que lejos de cuestionar el sistema de la dominación lo apuntala y refuerza. Una crisis que se ha quedado a mitad de camino, sin desencadenar fuerzas radicales. No obstante, las crisis van a continuar y a la larga sus consecuencias no podrán camuflarse como cuestión política y terminarán emergiendo como cuestión social. Todo dependerá del retorno de la lucha social verdadera, ajena a los medios y a la política, recorrida por iniciativas nacidas en los sectores más desarraigados de las masas, aquellos que tienen poco que perder si se deciden a cortar los lazos que les atan al destino de la clase media y bajan de su carro. Pero dichos sectores potencialmente antisistema hoy parecen agotados, sin fuerzas para organizarse autónomamente, incapaces de erigirse en sujeto independiente, y por eso el ciudadanismo campa a sus anchas, llamando suavemente a la puerta de los parlamentos y consistorios municipales para que le dejen entrar. Esa es la tragicomedia de nuestro tiempo.

Argelaga, 30 de abril de 2015.

Valladolor no admite comentarios
La apariencia como forma de lucha es un cancer
El debate esta en la calle, la lucha cara a cara
Usandolo mal internet nos mata y encarcela.
Piensa, actua y rebelate
en las aceras esta el campo
de batalla.

si no nos vemos
valladolorenlacalle@gmail.com















ARCHIVO

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Contrainformacion internacional

Anticarcelario / contra la sociedad cárcel

"Las prisiones son una parte más de la esencia represiva de todo Estado, no hay que olvidar la parte que nos toca a lxs que aún seguimos en la calle.

No podemos ver las cárceles como algo ajeno a nuestras vidas, cuando desde temprana edad hemos sido condicionadxs a no romper las normas, a seguir una normalidad impuesta; el castigo siempre está presente para lxs que no quieren pasar por el aro.

En el trabajo, en la escuela... domesticando y creando piezas para la gran máquina, piezas que no se atrevan a cuestionar o que no tengan tiempo para hacerlo.

Hemos sido obligadxs a crecer en un medio hostil donde es dificíl desarrollar nuestros propios deseos.

La rebeldía brota de algunxs, otrxs simplemente se acomodan en la mierda, tapando sus frustraciones con lo que le dan quienes antes les despojaron de todo. O viendo sus problemas como algo aislado, único y personal.

Para lxs que no tragan o no se adaptan al gran engaño ahí tienen sus cárceles, reformatorios, psiquiatrícos ... creados por los que no quieren ver peligrar las bases de su falsa paz.

No podemos ignorar la lucha de lxs compañerxs presxs.

Su lucha es nuestra lucha."