¡Solidaridad con los proletarios y los jóvenes rebeldes de Nueva Caledonia!


 
 

Iniciados el 13 de mayo, los disturbios y enfrentamientos terminaron el día 20 con un duro balance: 6 muertos (entre ellos 3 jóvenes canacos asesinados por las milicias «caldoches»), centenares de heridos y detenidos, numerosos incendios en edificios oficiales (edificios municipales, comisarías de barrio) y otros, y el saqueo de comercios en la gran Numea, la capital que, con más de 180.000 habitantes, concentra dos tercios de la población de Nueva Caledonia. Como en el resto de la isla, continuaron los bloqueos en los barrios y en las vías de comunicación, mientras la actividad económica seguía paralizada.

Estas revueltas se desencadenaron por la movilización de las organizaciones independentistas contra las reformas constitucionales, decididas por el gobierno para «descongelar» el electorado («congelado» tras los acuerdos de Numea), que aumentaría en unas 25.000 personas, presentes en la isla desde hace al menos 10 años, lo que tendría como efecto aumentar el número de electores no canacos, potencialmente hostiles a los independentistas. Hay que saber que los canacos sólo representan el 41% de los 270.000 habitantes de la isla, frente al 24% de «europeos» («caldoches»), mientras que el resto de los habitantes pertenecen a diversas etnias oceánicas, asiáticas o a ninguna en particular.

La movilización contra la reforma está dirigida políticamente por el FLNKS (Frente Canaco y Socialista de Liberación Nacional, que agrupa a las principales organizaciones independentistas) y organizada por la CCAT (Célula para la Coordinación de Acciones sobre el Territorio), iniciada por militantes del FLNKS y la USTKE (Unión de Sindicatos Canacos y Trabajadores Explotados). Se tradujo, en particular, en huelgas y grandes manifestaciones en Numea y el resto del territorio el pasado mes de abril (20. 000 personas según los medios de comunicación, frente a un número comparable de caldoches «lealistas»). El CCAT llamó entonces a bloqueos de carreteras el 13 de mayo -la víspera de la votación en la Asamblea Nacional de la ley de descongelación del electorado-, mientras que las acciones en el resto del territorio siguieron siendo, en general, pacíficas. Fue en Numea donde se produjo una auténtica explosión social: los jóvenes manifestantes descargaron su rabia contra todo lo que representase un sistema que les aplasta, prometiéndoles sólo pobreza, explotación, paro y racismo.

Por su parte, tras haber desbordado a las fuerzas del orden, las autoridades políticas permitieron que se organizaran milicias para defender las ricas propiedades de los caldoches contra la ira de los alborotadores.
El gobierno decretó el estado de emergencia (con el apoyo del PS, fiel a su larga tradición de represión colonial, incluso en Nueva Caledonia, en nombre del restablecimiento del «orden republicano») y envió refuerzos a la isla; el ministro de «Justicia» emitió una circular en la que pedía que se aplicaran «las sanciones más severas contra los alborotadores y los saqueadores», tomando como modelo la represión de los disturbios en los barrios proletarios de Francia en junio de 2023. Las autoridades francesas acusaron al CCAT, denunciado como «pequeño grupo mafioso que comete asesinatos y saqueos», de ser responsable de los sucesos, poniendo a 10 de sus dirigentes bajo arresto domiciliario(1).
Sin embargo, el CCAT protestó diciendo que nunca había llamado a la insurrección, como se le acusa, sino sólo a acciones pacíficas, y el 14 de mayo llamó a «todos nuestros jóvenes a retirar los bloqueos». El día 15, en una conferencia de prensa, el FLNKS declaró que «denunciaba los abusos cometidos», lanzó un llamamiento para que se levantaran los bloqueos y afirmó su apoyo «a los dirigentes de las empresas y a sus asalariados»; el clima deletéreo actual, añadió, «no puede justificar que se ponga en peligro la paz y todo lo que se ha construido», y concluyó anunciando que respondería positivamente a las propuestas de consulta del Presidente de la República.
Pero estas buenas palabras no bastaron a los jóvenes alborotadores que continuaron los enfrentamientos.

Después de los acuerdos de Matignon en 1988 y de Nouméa en 1998, una burguesía canaca, que ha prosperado a la sombra del Estado, no quiere poner en peligro sus conquistas y por eso quiere «evitar que la calle tome el relevo» (declaración del presidente del grupo de representantes electos de la Union Calédonienne-FLNKS, 14/5). Pero para los proletarios, nada ha cambiado realmente en 30 o 40 años, y la sociedad caledonia sigue profundamente marcada por su pasado colonial.
Las desigualdades sociales son evidentes: en 2022, la tasa de desempleo era del 15,5% para los canacos, frente al 8,3% para los no canacos, y el 72% de los que tienen empleo trabajan sólo a tiempo parcial y sus empleos son a menudo no cualificados, el 80% son obreros o empleados: el resultado es que el nivel de vida medio de los canacos es sólo la mitad del de los no canacos.



LA IMPORTANCIA DE NUEVA CALEDONIA PARA EL IMPERIALISMO FRANCÉS

Convertida en colonia francesa en 1853, Nueva Caledonia se utilizó primero para deportar prisioneros (entre ellos comuneros como Louise Michel) y convertirla en colonia de colonización, a pesar de las revueltas de los pueblos indígenas.
Pero fue la explotación del níquel, del que la isla contiene una cuarta parte de las reservas mundiales, lo que hizo de Nueva Caledonia un bien preciado para el capitalismo francés, que, gracias a ella, protagonizó un boom económico a finales de los años sesenta y convirtió la producción de este metal en el corazón económico del territorio: el sector emplea a cerca del 20% de los asalariados y suministra la mayor parte de sus exportaciones. Pero hoy está en crisis, como consecuencia de la caída de los precios (-45% en 2023) y el encarecimiento de la energía. Las grandes empresas que han ganado dinero con su explotación no quieren absorber las pérdidas; el gigante suizo Glencore ha cerrado su fábrica del norte (KNS) y ha anunciado su abandono, lo que supondría el despido de más de 1.700 personas, mientras que las fábricas del sur (SLN y Prony) corren el riesgo de quebrar. El Estado anunció un «pacto del níquel», rechazado sobre todo porque exigiría grandes inversiones cuando sus finanzas están bajo mínimos.

Los proletarios de estas empresas se encuentran en una situación difícil de resistir: el SGTI-NC, principal sindicato de esta industria, ha convocado una huelga general en la industria para el 25 de enero, ¡pero sin parar la producción y de acuerdo con la organización patronal de subcontratistas! Está claro que los proletarios no pueden contar con una organización tan colaboracionista, ¡cuyo objetivo es integrarse en las discusiones en curso con los accionistas! En Nueva Caledonia, como en todas partes, sólo una orientación de clase independiente puede permitir arrancar concesiones a los capitalistas y al Estado.

En la actualidad, ya no es el hundimiento de la industria del níquel lo que motiva a París y determina su política, sino sus nuevas ambiciones imperialistas en la región Indo-Pacífica. Se prevé que esta vasta región se convierta cada vez más en escenario de crecientes rivalidades entre las grandes potencias y, por tanto, de amenazas, pero también de oportunidades para el imperialismo francés. La presencia francesa en Nueva Caledonia es una carta importante que Francia no tiene intención de abandonar, ya que pretende presentarse en la región como una potencia con una vasta «zona económica marítima», aunque actualmente no disponga de estructuras militares a la altura de sus pretensiones.

Esto significa que los proletarios, los jóvenes alborotadores y las masas canacas se enfrentan a un enemigo decidido: no se le puede derrotar siguiendo los métodos y objetivos de las organizaciones independentistas que sólo buscan negociar un compromiso con el imperialismo francés, sino sólo mediante la lucha revolucionaria anticapitalista, junto a los proletarios de la metrópoli que tienen en sus manos la fuerza potencial para doblegarlo.

¡Solidaridad con los proletarios y los jóvenes revoltosos de Nueva Caledonia!

¡No a la represión!

¡Abajo el imperialismo francés!

¡Por la reanudación de la lucha de clases revolucionaria y el internacionalismo proletario!

 



FUENTE: https://www.pcint.org/ [La traducción es nuestra]

Valladolor no admite comentarios
La apariencia como forma de lucha es un cancer
El debate esta en la calle, la lucha cara a cara
Usandolo mal internet nos mata y encarcela.
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en las aceras esta el campo
de batalla.

si no nos vemos
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Contrainformacion internacional

Anticarcelario / contra la sociedad cárcel

"Las prisiones son una parte más de la esencia represiva de todo Estado, no hay que olvidar la parte que nos toca a lxs que aún seguimos en la calle.

No podemos ver las cárceles como algo ajeno a nuestras vidas, cuando desde temprana edad hemos sido condicionadxs a no romper las normas, a seguir una normalidad impuesta; el castigo siempre está presente para lxs que no quieren pasar por el aro.

En el trabajo, en la escuela... domesticando y creando piezas para la gran máquina, piezas que no se atrevan a cuestionar o que no tengan tiempo para hacerlo.

Hemos sido obligadxs a crecer en un medio hostil donde es dificíl desarrollar nuestros propios deseos.

La rebeldía brota de algunxs, otrxs simplemente se acomodan en la mierda, tapando sus frustraciones con lo que le dan quienes antes les despojaron de todo. O viendo sus problemas como algo aislado, único y personal.

Para lxs que no tragan o no se adaptan al gran engaño ahí tienen sus cárceles, reformatorios, psiquiatrícos ... creados por los que no quieren ver peligrar las bases de su falsa paz.

No podemos ignorar la lucha de lxs compañerxs presxs.

Su lucha es nuestra lucha."