lunes, 16 de septiembre de 2024

Con los 6 de la Suiza: ¡lucha de clase!

 

Pena de cárcel para los sindicalistas de La Suiza

LA LUCHA DE LA CLASE PROLETARIA ES DELITO


El pasado 24 de junio el Tribunal Supremo confirmó la sentencia de tres años y medio de prisión para los trabajadores que participaron en las movilizaciones contra la pastelería de Gijón La Suiza. Previamente a esta ratificación, los trabajadores habían sido condenados por un juzgado de lo penal en Gijón y la sentencia ratificada por la Audiencia Provincial de Asturias.


Según los jueces, queda probado que la campaña, que los trabajadores condenados (afiliados a CNT) llevaron a cabo contra el acoso laboral y sexual que sufría una empleada de la pastelería, es constitutiva de un delito de coacciones graves contra el propietario del establecimiento.

Es necesario decir que dicho propietario es un conocido ultraderechista de la capital asturiana que ha hecho de este juicio una campaña abierta contra los trabajadores, con la ayuda de abogados como Gómez Bermúdez (antiguo magistrado célebre por ser el presidente de la sala que juzgó a los autores del 11-M) y de un juez como Lino Rubio, de conocida animadversión contra los sindicalistas desde que mandó a la cárcel a Cándido y Morala.


La realidad es que las supuestas coacciones y el resto de delitos asociados a la acción sindical de los trabajadores no fueron otra cosa que unos piquetes en la puerta de la pastelería y el reparto de unos volantes contra el acoso laboral. Nada que no se haga en cualquier tipo de conflicto sindical, por tranquilo y legal que sea. De hecho, esta acción sindical fue legalizada en lo que a movilizaciones se refiere y transcurrió dentro de los cauces de lo que recoge el derecho español. ¿Qué ha sucedido entonces?

Que tanto la patronal como la magistratura y el gobierno han querido dar una lección. Esa patronal, esa magistratura y ese gobierno que, de cara a la galería, fingen enfrentarse como enemigos acérrimos, que se acusan de golpistas o liberticidas, que niegan incluso la legitimidad del contrario… están en perfecto acuerdo para mandar a la cárcel a un grupo de trabajadores por unos hechos en principio irrelevantes.


Para entender esto hay que ver el contexto de los últimos años. Desde el año 2020, gobierno y patronal han sido inmisericordes a la hora de cargar a los proletarios con el peso de la crisis, primero sanitaria y después económica, que hemos vivido. La dureza, a la hora de aplicar todas las medidas anti obreras que han sido necesarias, ha sido tanto mayor cuanto que el acuerdo entre el gobierno de izquierdas (con la ministra estalinista de trabajo al frente) y todas las facciones de la burguesía ha sido total. Recortes de sueldo para pagar la factura del confinamiento, ERTEs a mansalva como forma de reducir el coste de la mano de obra, una legislación que continúa con los aspectos más duros de la del gobierno anterior, represión a base de tanquetas (Cádiz) y fuego real (Linares) y una ofensiva declarada contra todas las movilizaciones y huelgas obreras, empezando por las del metal de 2021 y acabando por la reciente huelga de Acerinox, que cuenta en su haber también con varios condenados a prisión.


La burguesía, sus jueces y su gobierno lo dicen claro: tanto en el momento presente como sobre todo de cara a un futuro endurecimiento de las condiciones de vida de los trabajadores (que llegará, sobre todo por la movilización bélica que ya asoma en el porvenir) no va a haber misericordia de ningún tipo para los proletarios. Aquel que luche, ya sabe qué puede esperar. El encarcelamiento de los trabajadores de La Suiza es un aviso a navegantes.


Esta es la verdad de este conflicto. Cualquier intento de verlo en otros términos, de pretender que este es un problema puntual, que de alguna manera la patronal pueda recapacitar, etc., significa escamotear la parte principal de la cuestión. Por supuesto que los trabajadores de La Suiza van a ir a la cárcel por algo que es habitual y normal en tantos otros conflictos… Cuando la burguesía necesita golpear a los proletarios, lo hace. Y el golpe sólo lo puede parar la fuerza organizada de la clase proletaria.

Cuando los trabajadores del metal han rescatado a algún detenido a golpes de las mismas furgonetas de los antidisturbios a nadie se le ha ocurrido condenar a los identificados en la movilización. Entonces no hablaba la ley, sino el miedo de la burguesía a que las movilizaciones se recrudecieran. Cuando los tribunales condenaron a Raquel Rodríguez, de Cádiz, por un delito mucho más grave que el de La Suiza lo han hecho con una pena relativamente suave, porque jueces, patronal y gobiernos temen la respuesta que puedan dar los trabajadores de la ciudad. Y así todo: la base de la ley y del derecho es la fuerza.


Los proletarios no podemos esperar otra cosa que el empeoramiento de nuestras condiciones de vida y de trabajo y la represión para quienes intenten luchar y organizarse contra esta situación. Esa es la realidad que vamos a tener que afrontar en los próximos tiempos. La burguesía va a necesitar imponer sus exigencias inmediatas (menos salario, jornadas laborales más largas, despidos, etc.) y generales (obediencia escrupulosa al Estado, defensa de la economía nacional…) y lo va a hacer por todos los medios que tenga a su alcance.

Frente a esto, los proletarios no pueden exigir que se respete la ley, que la Justicia se ponga de su lado o que el Gobierno les apoye. Si luchan, tendrán enfrente a la patronal, al gobierno, a los jueces y a todos sus aliados. Por eso deben luchar consecuentemente: Rompiendo los límites empresariales y sindicales, es decir, buscando la solidaridad del conjunto de los proletarios; utilizando medios y métodos clasistas, como la huelga indefinida y sin preaviso; boicoteando los servicios mínimos, renunciando a las argucias legales y a los modos legalistas que encapsulan las luchas en un puro espectáculo, etc.

Cuando la burguesía quiera, los proletarios estarán fuera de la ley.

Lo muestra el caso de La Suiza como antes lo han hecho tantos otros. Por eso debemos evitar limitar las luchas al estrecho marco de la acción sindical aceptada y reconocida por el enemigo de clase. 

 

SOLIDARIDAD CON LOS TRABAJADORES REPRESALIADOS