viernes, 16 de septiembre de 2022

EL CAMPO Y SUS MISERIAS

 
EL CAMPO Y SUS MISERIAS

 

[...] Tierra , tierra de pinares, tierra de solares, / tierra de ejemplares, el pino piñonero ya no da dinero, /  aquí los que se forran son todos los ajeros, / trabajamos mas horas que Paquito lechero [...]

 Tierra de Pinares, Monóxido.

 
 

En la zona de Tierra de Pinares (Segovia norte y Valladolid sur), así como en cualquier comarca rural del estado español, la estructura general de la tierra es el resultado de años de liberalismo y caciquismo previos y tras la derrota revolucionaria del movimiento libertario y revolucionario de las primeras décadas del siglo pasado. Hay diferencias entre la mitad sur y la mitad norte, donde se aprecia una diferencia en la tenencia del terreno, dado que en la primera se desarrolla mayoritariamente el latifundismo y en la segunda el minifundismo, lo que se traduce en grandes y pequeños propietarios respectivamente. Familias cuya previa generación colaboraba con el franquismo (razón por la que heredaron o compraron dichas tierras) y grandes casas de títulos nobiliarios y gran poder económico de índole caciquil. Ello provocó que en el sur se desarrollara de manera más extendida un modo de vida jornalero, de lo más bajo en la escala social pero con gran tendencia a la organización insurreccional y más tarde revolucionaria mediante huelgas, motines y ocupaciones de tierras.


La pequeña propiedad proporcionaba un modo de vida algo más modesto, pero también pobre, era un complemento a otras actividades económicas (de tipo comunal por ejemplo) para poder subsistir. Economías familiares de subsistencia que con el tiempo, cuando su posición se mejore y el capital les vuelva empresarios agrarios, gozará de trabajadores temporales y/o fijos como en la actualidad.

La gran propiedad siempre ha mantenido un cierto carácter señorial (aunque no estrictamente) en donde unas personas trabajan para otras con cierta dependencia y una diferencia de renta abismal.

Como reflejo de la organización de la propia sociedad, la estructura y gestión de la tierra reproduce la misma escala de valores y poder entre unas personas y otras. Podríamos hablar de los precios de los productos, de los costes de producción para la labor agrícola, de los abusos de la cadena de producción alimentaria, de la extensión de la tecnología, del poder de los intermediarios y las cadenas de distribución, del sindicalismo agrario de autónomos, de la relación entre el mundo agrícola y el medio natural, de las macrogranjas, de la racionalidad en el uso del agua, de la pantomima de las interprofesionales agroalimentarias, del segundo trasvase del río Cega al acuífero de la comarca del Carracillo debido a la sobreexplotación del regadío, de los chanchullos entre las grandes empresas agrarias y de transformación con la Junta de CyL[1], del verdadero significado de los sellos de garantía y calidad alimentaria para repartirse el pastel entre los 5 empresarios de turno gracias al beneplácito de sus colegas del gobierno regional, de la transición del campesino al empresario agrario… pero no, en este caso vamos a detenernos en el primer peldaño de la pirámide de la producción capitalista agroalimentaria en nuestro entorno más cercano (y lejano), el de las personas jornaleras o campesinas que se decía antes, ahora somos peones agrícolas (en su mayoría) con contratos de obra y servicio (en extinción) y/o fijos discontinuos, pero pocos indefinidos dada la gran demanda de mano de obra temporal que se requiere en el mundo agrario, no así en el ganadero. Sobre el contrato de fijo discontinuo en un texto anterior hablamos sobre sus características fiscales[1].

En nuestra zona (como en tantas otras) el oficio de jornalero/a siempre ha sido muy común en las zonas rurales, ya que el sector primario ha sido el más importante a nivel rural (en esta zona se puede añadir el oficio de resinero). Tanto a nivel de paisanas dedicadas al oficio como migraciones interregionales dentro del estado. A principios del siglo pasado fue un sector organizado en sindicatos y muy combativo sobre todo en el sur y levante peninsular (UGT y CNT respectivamente con la filiación mayoritaria), puesto que en el centro y norte tenía más peso el sindicalismo católico. El primero intentó crear puntos de ruptura para materializar las ideas anarquistas y socialistas de colectivización de la tierra a través de huelgas y ocupaciones de tierra, conflictos que chocaban con la represión. En nuestra región, muchas de las personas encarceladas por el franquismo tenían de oficio el de jornalera[2]. El franquismo es el último régimen español que reprimió duramente esas prácticas y en la actualidad ya no es así tampoco, no hay organización obrera de ningún tipo en el sector agrícola. La sindicación brilla por su ausencia dada su gran temporalidad. Es considerado un trabajo duro, precario y mal pagado que ningún padre o madre recomienda a su hija o hijo. Ese factor, impide la negociación de un convenio de sector u otro tipo, pero debemos exigir cualquier medida que redunde en unas mejores condiciones laborales.

Las condiciones laborales fluctúan mucho, depende del empresario (pequeño agricultor/a, empresa agraria, grandes sociedades de plantación y transformación…) para el que trabajes. No es lo mismo la flexibilidad y garantías que en algunos casos ofrece una empresa familiar pequeña a las jornadas inhumanas de grandes empresas agrarias (en el Carracillo tenemos varios ejemplos que todo el mundo conoce). Pero la regulación laboral es la misma en ambos casos bajo el paraguas del Sistema Especial de Trabajadores Agrarios por Cuenta Ajena. Se puede cotizar por jornadas reales o por meses completos. En el primer caso el salario está sujeto a las horas que se trabajen, sino trabajas no cobras, pero en el segundo caso sería una modalidad de contrato ordinario con sus vacaciones y demás. Para los periodos de actividad establece una base de cotización mínima en el peor de los casos de 1.166,70 euros/mes. Para los periodos de inactividad establece un tipo de cotización opcional del 11,50% sobre su base[3]. Por tanto, debemos exigir que se equiparen las dos fórmulas de cotización, o que se derogue la cotización por jornadas reales puesto que en ella no se contemplan horas extras ni se cobran pluses por festividades y las bajas así no existen, se extingue el contrato o te quedas en casa sin trabajar y sin cobrar. Cierto es que el campo precisa de unos tiempos muy específicos para realizar las labores, pero la temporalidad tampoco puede ser una excusa para reducir los derechos laborales. No somos autónomos, así que no se nos puede exigir esa parte de autoexplotación.

Pero una cosa es lo que dice la ley y otra lo que hagamos, por eso las jornadas varían, muchas son muy largas y sin apenas tiempo de descanso, solo el justo para no desfallecer. Los salarios son de miseria, desde 4 €/h hacia arriba, pero no mucho más, pero cuando la jornada es a destajo el sueldo varía en función de la producción que hagas. Así que ni hablemos de trabajar con estas olas de calor sin ningún tipo de prevención, como afirman lxs compañerxs que trabajan en los campos de Huelva, a cuyas condiciones habitacionales de mierda (chavolismo), falta de suministros básicos (agua, luz), jornadas extenuantes, trabajos a destajo, muchos en B…[4] se suman las altas temperaturas con que deben desempeñar su trabajo[5]. En nuestro entorno cercano contamos con las situaciones que se dan en la zona del Carracillo y aledaños, donde se da el cultivo de multitud de hortícolas y sobre todo la fresa (cuyo consumo de agua es brutal, lo que ha conllevado problemas de abastecimiento de agua del acuífero de dicha zona), donde se dan casos similares entre los trabajadores del campo. En muchos casos viven hacinados en barracones y naves al lado de la empresa hortícola de turno (vete a saber cómo están, hay cierto hermetismo en el asunto) y en otros casos más extremos viven en campamentos en medio del pinar sin agua corriente y durmiendo al raso o en alguna nave del entorno viviendo a escondidas. Decimos vivir por decir algo, porque a esta pobre gente poco le da el día para vivir.

Actualmente es la población migrante la que soporta estos trabajos, la patronal agraria (grande y pequeña) se aprovecha de su situación de necesidad y de su escaso nivel reivindicativo para explotarles hasta las entrañas. Pues en su precaria situación vital no buscan otra cosa que ganar dinero para sobrevivir. En algunos casos, la existencia de mafias de tráfico de trabajadores es evidente, son los que se encargan de suministrar al empresario el número de trabajadoras que demanden en los tajos llevándose un tanto por ciento correspondiente. En otros, se han creado empresas de servicios agrarios a modo de ETT (Empresa de Trabajo Temporal), que tiene el mismo funcionamiento sólo que es legal. Existen otros métodos como los convenios internacionales (Marruecos, Rumanía…) para traer las personas exactas que se necesitan en un tiempo determinado y cuando terminan vuelven para su tierra, ya no hace falta ni que residan aquí.

Cabe decir que la parte femenina migrante es muy alta, sino mayoritaria en estos curros, una tremenda casualidad que se extiende a otros curros similares como el de la limpieza y los cuidados, duros y de baja cualificación que nadie prefiere realizar si pueden elegir otro mejor.

El ministerio de trabajo del gobierno progre actual prometió acabar con la precariedad en el campo dentro del marco de su novedosa reforma laboral, pero lo único que ha hecho es intensificar un poco las inspecciones previo aviso claro, (fiel a su estilo de perdona-vidas de los empresarios) con el objetivo de que todas las trabajadoras estén dadas de alta en la seguridad social. Ellos a lo suyo, a recaudar y las condiciones laborales les importan un bledo.

En el campo, en la limpieza, en los cuidados, en el transporte, en la hostelería… Es una vergüenza cómo se desarrollan este tipo de trabajos con total impunidad considerados duros y detestados por el españolito de a pié y ver que a nadie le importa. De este modo, al factor de clase, se le suma el de la nacionalidad y el de género en muchos casos, creando nacionalidades de primera, de segunda, de tercera… lo cual es usado por algunos discursos políticos rancios tanto de izquierda como de derecha para pedir la regularización inmediata de los migrantes dado que hay una falta de mano de obra en muchos sectores, sectores de mierda que nadie quiere cubrir claro, porque unas podemos elegir mientras otros no. Una desfachatez en toda regla hablar de este modo, pues evidencia un puro interés económico y no una sincera solidaridad entre personas que se apoyan entre sí. Que el poder adopte estos discursos y los practique no nos sorprende, pero que las personas de abajo que pertenecen a una misma clase (obrera) los defiendan, da cuentas de cuán perdida esta la gente gracias al gran poder de des-información del estado y el mercado que necesariamente debemos combatir si queremos provocar algún cambio en contra de este mercantilismo de vidas.

Mientras estos curros considerados inferiores pero que en verdad representan la base de la sociedad no se dignifiquen, reflejándose en las condiciones, salario y demás, hasta que no se lleven a cabo los cambios legislativos oportunos, hasta que no les veamos realmente como compañeras de clase sin importar su cultura, nacionalidad, género… la dictadura del capital vence una vez más sobre la clase trabajadora. Hasta que la mierda no nos llegue un día al cuello no nos daremos cuenta de su importancia.

Por ello debemos generar un movimiento organizado activo que luche para lograrlo, atacando a la vez al racismo y la xenofobia que impide un apoyo amplio de la clase obrera, así como presionando a empresarios y gobiernos (regional y nacional) para provocar cambios en su estatus quo que siempre perjudica a las mismas personas. Denunciando estos abusos, señalando a los responsables y apoyándonos entre nosotras.

 

¡NO A LA EXPLOTACIÓN LABORAL, NI EN EL CAMPO NI EN NINGÚN SITIO!

¡NATIVA O EXTRANJERA LA MISMA CLASE OBRERA!

 

 

Exigimos las siguientes medidas para frenar esta situación:

       1.    Salarios más justos.

       2.    Condiciones de vivienda y abastecimiento dignas.

       3.    Derogación de la cotización por jornadas reales.

       4.    14 pagas anuales.

       5.    Altas temperaturas como factor de riesgo laboral.

       6.    Máximo 9 h/día de trabajo.

       7.    Retribución de horas extras (mínimo 50%) y festividades (mínimo 70%).

       8.    Medidas de prevención e incentivos para TODOS los trabajos que se realizan al aire libre a partir de 30 oC.

       9.    Descansos dignos.

       10.  No trabajar a partir de 35º C.

 

 Jornaler@s en LUCHA  

https://tierradepinaresantifa.blogspot.com/2022/08/laboral-el-campo-y-sus-miserias.html